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CAPÍTULO VIII

INTIMA

Personajes dramáticos

NTIMAMENTE se une á esta última condición que hemos estudiado-el interés la pintura de los caracteres en los personajes, parte importantísima de la poesía dramática.

Consuelo, que en la primera escena, según expresión de su doncella, está horas enteras ante el espejo, que sigue comiéndosela á lisonjas

y sus gracias una á una
le desmenuza y elogia

es la misma (1), que en la escena novena habla á su madre en estos términos:

Dí, mamá, ¿no te agradara
que fuese tuya una quinta
espaciosa é inmediata
á Madrid, con pabellones
de buen gusto, rodeada
de soberbios eucaliptus
que la atmósfera embalsaman,
con hileras de castaños

y

de Indias, bosques de acacias,
estufas donde las flores
de las tierras más lejanas
en fuerza de oro y cuidado
viven cual niñas mimadas

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Bien se retrata ella misma en sus palabras: no es la comodidad solo, no

(1) Se llama carácter la identidad de una perscna consigo misma, en los distintos actos ó fases de su vida.

es la felicidad oculta y modesta su dorado sueño: esa senda la deja Consuelo recorrer á

los pocos sabios que en el mundo han sido]

pero su corazón no se satisface con la

..... pobrecilla

mesa de amable paz bien abastada.

No; la sencillez y el candor de quien. decía:

Despiértenme las aves

con su cantar sabroso no aprendido

mal pudiera hermanarse con la exagerada ansiedad que demuestran estas palabras:

¿No te agradaría

oir artistas de fama,

tener un palco á diario
en el Real, marchar á Italia,
Alemania?...

Y porque no pueda creerse equivocadamente, que es la afición á las bellas artes la que arrastra y seduce á la niña, poco después concluye:

Esto sí que es de buen tono
jeste es lujo que entusiasma!

Nadie puede dudarlo ya: la vanidad es la pasión dominante de Consuelo; ese desmedido amor de lo aparatoso, del brillo y del lujo superficial, se revela en todos sus actos, en sus tris

tezas y en sus alegrías principalmente, que es donde conocemos mejor el carácter de las personas.

Y tan consecuente es consigo misma, tan sostenido está su carácter en

toda la obra, como puede verse en la escena sexta del acto segundo:

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y acuarelas de los lienzos
de Fortuny... ¡He de comprarla!

Pormenores que parecen perdidos, pero no lo son, sino que contribuyen mucho á delinear por entero el personaje.

En la escena veintiuna, al recibir un ramito de flores, en medio del cual viene un broche de los que llaman imperdibles, exclama:

¡Oh! ¡Qué agradable sorpresa!
¡Gardenias y un imperdible!
¡Nadie á Facunda le gana

en buen gusto! ¿Ves que broche?

Ahí tenéis un dije que le hace olvidar sus pasadas angustias; no de otra

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