sa... el marido de Consuelo concluye convencido: ..... ¿Pues no he de ir si á París se marcha Abela?® Ni es de extrañar que en el acto segundo el amante desdeñado, á pesar de la conducta villana de Consuelo, á pesar de verse víctima de la ingratitud y la vanidad de aquella mujer, se indigne profundamente cuando sabe que Ricardo la trata mal, y llore y sienta en el alma el abandono de la que fué su novia, mientras que el esposo cínico y grosero al oir á Fulgencic: Si llega á saber... contesta furioso y enérgico: ¡Pues debe ignorarlo, aunque lo sepa! Y es, por último, muy natural que si Fernando, solícito y cariñoso, hasta se privaba del placer de avisar su llegada á Consuelo por no hacerla sufrir la molestia de que se levantara una hora antes y cogiera frío en la estación, Ricardo, por no privarse del deleite criminal que le aguarda á la puerta de su casa, deje desmayada y bañada en lágrimas á su inocente esposa, murmurando muy satisfecho: ¿He de disculpar mi ausencia Y para que se vea toda la importancia que tiene en la poesía dramática la pintura exacta, enérgica y rica de los caracteres, para que se comprenda que, así dibujados los personajes, son los que dan, por sí solos, margen al poeta para situaciones brillantísimas, donde el interés llega á ́su grado máximo, detengámonos, pa sa... el marido de Consuelo concluye convencido: ¿Pues no he de ir si á París se marcha Abela? Ni es de extrañar que en el acto segundo el amante desdeñado, á pesar de la conducta villana de Consuelo, á pesar de verse víctima de la ingratitud y la vanidad de aquella mujer, se indigne profundamente cuando sabe que Ricardo la trata mal, y llore y sienta en el alma el abandono de la que fué su novia, mientras que el esposo cínico y grosero al oir á Fulgencic: Si llega á saber... contesta furioso y enérgico: ¡Pues debe ignorarlo, aunque lo sepa! Y es, por último, muy natural que si Fernando, solícito y cariñoso, hasta se privaba del placer de avisar su llegada á Consuelo por no hacerla sufrir la molestia de que se levantara una hora antes y cogiera frío en la estación, Ricardo, por no privarse del deleite criminal que le aguarda á la puerta de su casa, deje desmayada y bañada en lágrimas á su inocente esposa, murmurando muy satisfecho: ¿He de disculpar mi ausencia Y para que se vea toda la importancia que tiene en la poesía dramática la pintura exacta, enérgica y rica de los caracteres, para que se comprenda que, así dibujados los personajes, son los que dan, por sí solos, margen al poeta para situaciones brillantísimas, donde el interés llega á ́su grado máximo, detengámonos, pa ra concluir este punto, en la escena octava del tercer acto, tal vez la más hermosa de todo el drama, y podremos observar que Fernando y Antonia, magistralmente retratados, pletóricos de vida y exuberantes por la viveza y realidad psicológica que en ellos se encarna, dan origen á un conflicto eminentemente dramático que arranca la admiración y la simpatía de los espectadores. Fernando, hostigado ya hasta la crueldad por Consuelo, que con la felicidad y el amor le ha robado la conciencia, se presenta en casa de Ricardo para obedecer á la cita de su amada, según más arriba estudiábamos, pero, al conocer que es juguete de los antojos de Consuelo, siente herida la fibra más delicada de su corazón, y ya por fin, agotada su pacien |