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UAMOS

EXPOSICIÓN

AMOS á estudiar ya la integridad de la acción dramática para ver en qué consiste y cómo se caracteriza.

Gratísimamente nos sorprende y cautiva en Consuelo ver cómo, sin enojosos preámbulos, sin soliloquios inverosímiles, sin largas relaciones que, al estilo de nuestro teatro del siglo diez y seis, haga un actor al público ó el

galán comunique á su criado-con menoscabo de la ilusión teatral y de la belleza artística-nos vamos enterando del asunto, de la situación de los personajes, de los antecedentes necesarios á la inteligencia del argumento, tan naturalmente, por las mismas palabras del diálogo que á un mismo tiempo expone y comienza á desarrollar la acción; y esto con tal habilidad, que ni podemos precisar justamente dónde principia el nudo del drama, ni el interés se relega á la segunda ó tercera escena, sino que se despierta ya en el público desde las primeras palabras de la obra.

En efecto: en las seis primeras escenas puede decirse que se condensa y termina la exposición, aunque-como hemos dicho-aun aquí mismo vaya enredándose ya la acción y el interés

del nudo haya empezado á conmovernos. ¡Perfección admirable y muy digna de alabanza en las obras dramá

ticas! (1)

Consuelo se atavía, manda árreglar y adornar toda la casa; algo espera. ¿Será tan delicada solicitud por su antiguo y constante amador, por su prometido Fernando? Así lo creen su madre y su doncella. Hasta aquí la escena primera. Fernando llega de viaje sin avisar, por sorprender á su amada y por evitarle molestias si saliera en hora intempestiva á esperarle. Antonia

y

Fernando recuerdan á la difunta madre de éste, inseparable amiga de la madre de Consuelo. El huérfano Fernando, que fué prohijado por Antonia, cuenta su relativo bienestar; cómo han

1) Véase el apéndice núm. 14.

sido coronados sus esfuerzos y fatigas, y todo lo consagra á su amor, concluyendo al ofrecerle tan modesta posición:

Que la acepte no merezco
si algún valor no le presta
el trabajo que me cuesta
y el alma con que la ofrezco.

Antonia cifra su felicidad en llamar hijo al enamorado de Consuelo y añade:

.luego

que en una y otra ocasión
hice tan larga experiencia
de tu clara inteligencia
y tu noble condición...
¿qué más te puedo decir?
Miré con placer y calma

que mi hija, luz de mi alma,
fiara su porvenir

de aquel mísero escolar

.etc.

Convienen en vivir juntos, porque separarse Antonia de ellos (dice Fernando cariñosamente),

ni yo lo consentiría,

ni es posible que Consuelo.
viva contenta y ausente...
ni tampoco lo consiente

mi madre que está en el cielo.

Aquí tenéis el argumento perfectamente expuesto, con claridad y precisión admirables, de un modo activo, propio de la poesía dramática, entrelazando la exposición, hecha de mano maestra, con los hechos mismos, é intercalándola en el diálogo de los personajes (1). Nada de narraciones extensas y fatigosas, que hacen languidecer la acción é imposibilitan el re

(1) Véase el apéndice núm. 15.

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