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0.027

DE LA CONQUISTA

Y

PÉRDIDA DE PORTUGAL

POR

D. SERAFÍN ESTÉBANEZ CALDERÓN

348860

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CAMPANA

DEL

DUQUE DE ALBA EN PORTUGAL

I.

Derechos de Felipe II á la corona de Portugal. - Los Pretendientes. Previsión de Felipe II.-El duque de Alba jefe de la expedición.-Altísimo y patriótico pensamiento de la incorporación de Portugal.-El Rey resuelve ponerse al frente del ejército. Dificultades de los portugueses para allegar recursos, y designios y aprestos de los castellanos.-Expedición maritima al mando del Marqués de Santa Cruz.-Revista el Rey el ejército en Cantillana. - Enumeración de los capitanes, y descripción de sus trajes y armas. - Discusiones en Badajoz sobre el plan de campaña.-Discútese la conveniencia de que el Rey entre al frente del ejército en Portugal.

A unión de Portugal á la corona de Castilla, fundada en el derecho y lograda con la fuerza, vino á añadir un lauro más á los muchos ganados por el famoso duque de Alba, y á acrecentar los

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dominios españoles en el reinado de Felipe II, con un reino, si pequeño y pobre, señor y cabeza de otros ricos y dilatados. Porque, muerto en 1578 el rey D. Sebastián en la infeliz jornada de Alcazarquivir, y dos años después el cardenal D. Enrique su sucesor, aquella corona vino á recaer en las sienes del rey Felipe II, que, por su madre la emperatriz doña Isabel, era nieto del difunto rey D. Manuel de Portugal. Por notorio que fuese este derecho, para hacerle valer era forzoso é inevitable el acudir á las armas: tal era el odio inveterado y constante que profesaban aquellos naturales á Castilla.

Dos eran los pretendientes que se presentaban en Portugal á aquella corona, disputándola al Rey Católico; á saber: D. Antonio, prior de Ocrato, y la duquesa de Braganza; hijo bastardo aquél del infante D. Luís, tercer hijo del rey D. Manuel, y ésta, hija del príncipe D. Duarte, hermano de la emperatriz dona Isabel. Hacemos mención sólo de estos pretendientes, porque, si bien varios otros pudieran alegar semejantes ó más vecinos derechos, como sucedía á la casa de Farnesio, no quisieron hacerlos valer, ó ya por considerarlos remotos ó baldíos, ó ya porque las obli

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