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OBSERVACIONES

sobre las cárceles de Europa y Estados Unidos de América, estractadas de un voluminoso artículo publicado en Londres.

(FINALIZA.)

Las cárceles españolas, empezando por las de Madrid, son cavernas horrorosas en que es imposible conservar la salud por mucho tiempo. En Andalucía no hay una sola que merezca aprobacion. En 1285 poblaciones de la chancillería de Valladolid, no se encuentran mas de 167 cárceles seguras y sanas: de manera que 1118 pueblos carecen de ellas. ó las tienen enfermizas y faltas de seguridad: casi ninguna está provista de los medios suficientes para la subsistencia. En Granada no hay mas de 22 cárceles que tengan alguna capacidad y scan medianamente seguras y sanas: las 491 restantes son pequeñas sin la menor seguridad. Las de Galicia son de peor condicion. En Asturias no se halla una sola que sea segura ó tenga los medios de alimentar á los presos. En Estremadura hay muy pocas, y estas son enfermizas. Las cárceles de Alcañiz y Zaragoza son las únicas de Aragon que merezcan el nombre de seguras y sanas. En esta misma provincia hay 1280 poblaciones que no tienen cárcel alguna. En Valencia, que es habitada por uu millon de almas, apénas hay una sola segura y saludable. En Cataluña hay muchos pueblos que carecen de cárcel; el número de las que son algo seguras y sanas llega á 45; pero ninguna tiene fondos destinados al sostenimientos de los presos. Empero las de las islas baleares son peores que todas las demas son mazmorras en que la fetidez, humedad y falta de aire, han ocasionado mas mortandad que la mas maligna peste.

Hasta ahora poco ha prevalecido la costumbre de rema tar las cárceles, al que ofrecia mejores condiciones; y los que las tomaban á su cargo, como es natural inferir, han tratado de sacar todo el lucro posible.

El mal estado de las cárceles produce los resultados mas destructivos en la conducta y el carácter de los presos. El juego, los robos y altercados sangrientos, son de ocurrencia diaria. De la terrible desorganizacion y abandono en que estuvo la cárcel principal de Sevilla, podrá formarse alguna idea cuando se sepa que hasta el año de 1820 se acuñaba en ella moneda falsa en abundancia, y que hubo veces en que

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degenerando la insubordinacion de los presos en rebelion, hacia necesaria la intervencion de la tropa armada para reducir á los amotinados haciéndoles fuego.

Una de las primeras medidas de las Córtes, luego que se restauró la constitucion, fué decretar la destruccion de los calabozos subterráneos y ordenar la remocion de varios abusos. La inspeccion de las cárceles se confió á regidores elegidos por el pueblo, y sus esfuerzos han contribuido mucho á minorar los procederes que habian recibido la sancion del tiempo. Entre tanto varios periodistas y otros escritores públicos trataron sobre la materia y allanaron el camino hacia la reforma general que meditaban los representantes de la nacion. Este cuerpo la empezó nombrando de su seno una comision de nueve individuos, especialmente encargada de investigar el estado de las cárceles. D. Jacobo Villanoba, oidor de Valencia, habia propuesto á las Cortes la adopcion del panopticon de Bentham, con algunas modificaciones en la creccion de nuevas cárceles. Su proyecto pasó á la comision y esta solicitó la opinion de la Real Sociedad de Madrid. La contestacion fué favorable; y en su virtud manifestó la comision á la legislatura la necesidad y conveniencia de construir en las ciudades principales y en todas las poblaciones en que hubiese un juez de primera instancia, que İlegan á 300 6 400, igual número de cárceles, segun el plan de inspeccion central, á fin de que sus habitantes estén siempre á la vista de su director. Recomienda que el tamaño de cada una, sea proporcionado á la poblacion: que se consulte la seguridad, ventilacion, salubridad y abundancia de agua: que es preciso erigirlas á distancia de todo otro edificio, cerca de las ciudades y villas mencionadas. Espone ademas, que es indispensable que el gobierno declare la direccion de una cárcel por empleo honorífico, y que lo confiera á militares; en las provincias á capitanes: en la capital á coroneles. Que su salario en Madrid se fije á 24,000 rs. de vellon; en las ciudades principales á 16,000 y en las menores á 10,000. Que estos alcaides sean personalmente responsables de la seguridad y disciplina de los presos y del cumplimiento de los reglamentos de cárceles que se establezcan. Que será de la obligacion de los magistrados, elegir los demas empleados de la cárcel y formar los reglamentos necesarios que someterán á la aprobacion del gobierno. Propone tambien que se suprima toda especie de emolumentos: que haya separaciones de sexos: que se establezca una clasificacion en cuanto á

edad, crímenes, señales de arrepentimiento etc. que los acusados no se confundan con los sentenciados: que unos y otros se vistan y alimenten bien, que se cuide del aseo de las personas y habitaciones: que se introduzca el trabajo, cuya severidad depende de la clase del delito y otras circunstancias Tocantes al reo: que toda cárcel contenga cuartos separados para cada acusado, una sala de audiencia, un hospital y una iglesia; y por último que se nombre una comision permanente para visitar las cárceles y para celar de que se cumplan los reglamentos que se formen.

La multitud de negocios que rodearon al congreso que promovió esta importante investigacion les impidió discutir sobre ella. Sensible es por cierto que no se hayan llenado miras tan grandiosas. Pasemos ahora á comtemplar las cárceles de los Estados-Unidos de América.

Dijimos antes que las cárceles de esta nacion, eran las mas perfectas que hasta aquí se habian conocido; y repetimos aliora gustosos, que son en efecto los mejores modelos. Es placentero considerar que en la misma tierra en que se ofrece á la virtud perseguida, el mas seguro asilo, es tambien donde hallan mas compasion los criminales. He aquí un hecho preferible al mejor comentario. Un respetable viagero nos ha referido que así que llegó á los Estados-Unidos, se dedicó á ver lo que mas le podia interesar á un estrangero. Estuvo en várias fábricas y cárceles y no distinguió las unas de las otras, hasta que le esplicaron la diferencia. Sometemos al juicio de nuestros lectores las siguientes descripciones para que decidan del grado de exactitud con que aquel individuo caracterizó á las cárceles de los Estados-Unidos.

„Las cárceles de Filadelfia* merecen servir de egemplo á todas las naciones civilizadas. En ellas se ha adoptado un método seguro para destruir todas las causas de los vi. cios que nacen de la ociosidad, la intemperancia y las malas compañías. Allí conoce el preso que ha merecido la sentencia que le priva de su libertad, y ve que las mejoras de sus costumbres, es el único objeto que se ha propuesto el legislador al separarle de su familia y de sus hábitos. El tormento, la argolla y demas castigos infamatorios son desconocidos en aquellos Estados: en el individuo culpado ante las leyes se restablecen los verdaderos sentimientos de honor, por medio de una disciplina severa, celada por hombres en estremo re

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comendables. En estas cárceles no se permite la comunicacion entre los sexos: los alimentos son sanos, pero no escesivos; los licores espirituosos son prohibidos; á la holgazanería se ha sustituido un trabajo sistemático; y el silencio que engendra las reflexiones, se observa generalmente."

Alegando hechos para demostrar prácticamente la utilidad de su panopticon, dice Bentham.-,,Merece observarse, sin embargo, que el buen suceso de una cárcel fundada sobre este plan, no es ya una mera probabilidad que estriba solamente en razones teóricas. El esperimento se ha hacho en Filadelfia y New-York y ha correspondido á lo que yo habia previsto. Ademas de las relaciones oficiales del director de la cárcel de Filadelfia, tenemos el testimonio que dá el Sr. Weld en su escelente viage de América. Las aserciones de otros dos viageros merecen tanto mas crédito, cuanto que proceden de personas de hábitos y miras muy diferentes. El duque de Liancourt, frances, muy versado en los reglamentos de hospitales y cárceles, es el primero: el otro es el capitan Turnbull, ingles, mucho mas dedicado á asuntos marítimos que á materias de esta clase. Ambos representan el interior de aquella cércel como la escena pacífica de una constante y arreglada actividad. Los carceleros no son insolentes ni severos, y los presos están muy distantes de ser importunos ó serviles. Se les habla con dulzura: jamas se emplean espresiones injuriosas. El que comete un esceso es condena. do á encierro solitario por cierto numero de dias, y su falta se apunta en un libro de cuenta y razon en que se registran los hechos de la conducta de cada preso Por todas partes se ve decencia y limpieza: no hay nada que pueda ofender los sentidos mas delicados. No se oye el bullicio de canciones ó disputas; pues cada cual, entretenido con su trabajo, se abstiene de interrumpir á su vecino, temeroso de ser interrumpido á su vez. De este modo reinan el silencio y la tranquilidad, igualmente fovorables á la industria y á la reflecsion, y muy escelentes cualidades para contener aquellas causas de irritacion, tan comunes en otras partes, entre los carceleros y los presos."

,,Me sorprendió el encontrar, dice el capitan Turnbull, una muger haciendo las veces de alcaide. Esta circunstancia cscitó mi curiosidad; y preguntando por la causa, me informaron que su marido habia egercido ántes el empleo; pero que habiendo sido víctima de la fiebre amarilla, contagiado por su hija que la padeció primero, dejó á lós presos en la

horfandad, perdiendo en él un amigo y un bienhechor. En consideración á sus servicios eligieron por sucesor á la viuda; y ella sigue llenando sus deberes con tanta exactitud como humanidad.

,,No quiero privarme del placer de referir dos hechos mas que no necesitan comento alguno. Durante la epidemia de 1793 se hizo muy dificil hallar asistentes para los enfermos en el hospital de Bush-Hill. Se recurrió á la cárcel; y luego que se hizo la propuesta y se esplicó la naturaleza peligrosa del servicio que ecsigia la salud pública, se presentaron voluntariamente y sin vacilar doble número de presos de los que se necesitaban, Todos cumplieron con la mayor fidelidad su encargo, hasta el fin de esta calamidad, y jamas solicitaron recompensa alguna mientras duró el término del encierro á que estaban condenados Las mugeres presas dieron en esta ocasion otra prueba de su bondad: solicitadas para que cediesen á los enfermos sus catres de madera, añadieron ellas espontáneamente sus mismas camas. ¡Que diferencia entre estas mugeres que parecen haber aspirado á ser émulas de las hermanas de la caridad en Francia y las de la Nueva Zelanda, que eran mas feroces que los hombres! ¡Qué diferencia entre aquellos presos de Filadelfia que asistieron á los enfermos arriesgando su propia vida á los deportados á la bahía-botánica, que de hecho incendiaron los hospitales y las cárceles en que estaban confinados sus compañeros de infortunio! Aun cuando los ejemplos de la buena conducta de los presos americanos, solo se consideraran como una suspension temporal del vicio y de los crímenes, se llevaria siempre mucho adelantado; pero la reforma pasa mas adelante. El capitan Turnbull nos asegura que de cien presos que recobran allí su libertad, no se cuentan cinco que vuelvan á ser condenados á prision por nuevos delitos.

En las cárceles de Filadelfia y New-York se ha prohi bido totalmente el uso de licores espirituosos; y el director de una de las últimas, espone; que muchos presos cuyas constituciones á su entrada estaban debilitadas por la intemperancia y la disolucion, habian recobrado una salud vigorosa á favor del régimen que se observa en la cárcel. Las relaciones de los Sres. Liancourt y Turnbull, nos instruyen tambien de que se redujeron á 160 pesos anuales las propinas de los médicos, que montaban ántes de la adopcion de aquel sistema á mas de 1200.

La descripcion de la cárcel de New-York, que ofrece ·

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