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De como el padre Comisario general volvió á Cocula las cuestas de Malinalco.

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Martes en la tarde tres de Febrero salió el padre Comirario de aquel pueblo acompañado de mas de treinta indios de á caballo, los cuales fueron delante dél haciendo la fiesta unos una legua y otros legua y media, y algu nos dos leguas, y pasado un cerrillo allí junto al pueblo, y luego el rio sobredicho por una puente de madera, y andada una legua de camino llano, llegó á un pueblo pequeño llamado Tzoatlan, visita de Auacatlan y de aquella lengua; no entró dentro por que estaba un poco apartado del camino, pero estaba toda la gente aguardandole en una ramada que tenian hecha en el mismo camino, puestos todos en procesion, con cruz, andas é imágenes, con música de trompetas y flautas: hincáronse todos de rodillas cuando llegó el padre Comisario, y las mugeres y mochachos cantaban el Te Deum laudamus en lengua mexicana (uso de toda aquella parte de Xalisco que mucho provoca á devocion) y finalmente pidieron la bendicion cantada, y habiéndosela dado el padre Comisario, y agradecidoles lo que habian hecho, pasó adelante y andado menos de un cuarto de legua de camino llano, llegó á otro poblecito llamado Mezpan, de los mesmos indios y visita, donde se le hizo muy buen recebimiento con música de flautas y trompetas, saliendo tambien algunos indios á caballo y haciéndoles mal por hacerle fiesta; hubo muchas ramadas y colgados en ellas muchos pája

ros vivos muy vistosos: dióles á los indios las gracias el padre Comisario y pasó adelante, y andados otros tres cuartos de legua de camino asimesmo llano, por el mesmo valle de Auacatlan, ribera del rio sobredicho, y pasado un arroyo llegó al pueblo de Itztlan de la guardianía de Xala, donde á la ida habia estado una noche á los catorce de Enero. Estaba toda la gente junta, y fué recebido con mucho contento y devocion de todos, acudieron luego con sus presentes de melones, plátanos y pan de Castilla, lo mismo que hicieron los de Mezpan y los de Xala, que tambien ofrecieron melones, tomates, guayavas y batatas, y de unas raices de que se hace el pan ordinario que se come en la isla de Santo Domingo Hamado cazave; todos, finalmente, hicieron mucha caridad y regalo al padre Comisario, y estaban tan contentos de tenerle en su tierra que no los podia despedir.

Miércoles cuatro de Febrero salió muy de madrugada de Itztlan, y dejando el camino que á la ida habia llevado por Muchititiz, tomó otro que le dijeron ser mas corto, y pasado allí junto al pueblo un arroyo y mas adelante otro, subió una cuesta de tres leguas de camino no muy bueno, y cuando llegó á la cumbre era ya bien de dia, aunque no habia salido el sol, despues bajó otras tres leguas de cuesta muy mas agra y empinada, y de camino muy pestilencial y peligroso, que por ser tan malo no se usaba ya; va por una ladera, y por la parte de arriba tiene una montaña muy alta y por la de abajo una hondura de barrancas que parece llegar al profundo; es muy angosto y lleno de piedras, así fijas como move lizas, y poco usado, y así es menester ir por él con grandísimo tiento y muy poco a poco para no rodar y hacer

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se pedazos, pero con el favor de Dios pasó el padre Comisario estas dificultades sin peligrar ni caer. Llámanse aquellas cuestas y sierras en lengua mexicana Malinalco, y corrupto el vocablo por los españoles, las llaman de Marinaloca; bajado lo mas áspero de aquella cuesta llegó el padre Comisario á un rancho que los indios habian hecho en el mesmo camino, en que le pensaban dar de comer (junto al cual nace una fuente de agua tibia) pero llegó tan de mañana que no habia nadie en él, y así pasó adelante y acabadas de bajar las cuestas llegó á las diez del dia á un arroyo de agua fria, donde tomó un poco de refresco y descansó un rato; cerca de aquel arroyo habia algunos platanares y muchos paredones de casas, doude segun decian los indios hubo un pueblo llamado Malinalco, del cual tomaron el apellido las cuestas y sierras sobredichas. Partió el padre Comisario de aquel arroyo, y pasado otro y subida una costezuela entró en camino llano, y andada por él una legua, llegó á un poblecito llamado San Marcos, siete leguas de Itztlan, de la guardianía de Etzatlan donde se le hizo muy buen recebimiento; salieron algunos indios á caballo casi una legua del pueblo, y llegado á él el padre Comisario halló junta toda la demás gente, á la puerta de la iglesia. Acudieron luego con sus ofrendas de melones y plátanos, pan y vino, así los de aquel lugar como otros de la comarca, y de estos vino uno con un gran manojo de rábanos: allí comió el padre Comisario y descansó toda la siesta.

El mesmo miércoles en la tarde salió de San Marcos, y pasados dos arroyuelos y unas ciénagas, que en invierno se pasan mal, y andadas tres leguas no largas de camino llano, por un valle muy ancho y largo en que

se apacienta, y entonces estaba agostando, mucha suma de ganado menor de lo de Querataro y México; llegó temprano al pueblo y convento de Etzatlan, donde fué muy bien recebido, y acudieron los indios con melones, pan de Castilla, gallos y gallinas de la tierra, con mucha devocion. Visitó el padre Comisario aquel convento, porá la ida no le habia visitado, y detúvose allí hasta el viernes siguiente.

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Allí en Etzatlan halló el padre Comisario dos frailes descalzos de los nuestros de México que le iban á dar la obediencia en nombre de todos los demás, porque luego como supieron lo que su provincia habia ordenado, sin aguardar á ver la patente que fray Francisco Sellez llevaba, se sujetaron y acudieron como siervos de Dios y religiosos á la obediencia; recibiólos bien el padre Comisario y despachólos luego, y así se volvieron otro dia camino de México.

Viernes en la tarde, seis de Febrero, salió el padre Comisario de Etzatlan, y andadas dos leguas y media en que se pasa un arroyuelo, llegó temprano al pueblo de Ayaualulco, donde fué muy bien recebido, y descansó aquella noche; habian aquella tarde pegado fuego á las sabanas y dehesas de aquel camino, lo cual hacen para que luego en lloviendo salga yerba nueva para el ganado, y casi en todas aquellas dos leguas y media llevó fuego y humo el padre Comisario de una parte y de otra del camino, con lo cual y con el calor del sol que era recísimo, llegó muy caluroso y cansado al pueblo: cuando así se queman las sabanas y montes en aquella tierra, y en otras muchas de la Nueva España, andan volando muchos cuervos, y otras aves que llaman buharros, en lo alto sobre el fuego, haciendo caracoles y dando vuel

tas, y en pasando el fuego se abaten y bajan á la tierra quemada y andan por ella á caza de las lagartijas y otras sabandijuelas, que el fuego ahogó ó dejó medio muertas, lo cual causa admiracion, y convida á alabar á Dios que tal instinto dió á aquellas aves para procurar su sustento.

Sábado siete de Febrero salió el padre Comisario de Ayaualulco tan de madrugada, que á las ocho de la mañana tenia andadas siete leguas y estaba en el pueblo y convento de Cocula, de donde habia partido un lunes en la tarde, doce del pasado, como atrás queda dicho; no pensaron los indios que llegara tan de mañana, y así estaban descuidados, aunque ya comenzaban á barrer las calles, y tenian hechos algunos arcos para su recebimiento. Son todas aquellas siete leguas de camino llano, y pásanse en ellas unas malas ciénagas y dos riachuelos (lo cual pasó de noche el padre Comisario) y últimamente un arroyo cerca de Cocula, en el cual pueblo se detuvo todo aquel dia y el siguiente.

Dc como el padre Comisario general fué al convento de Aut lan y de la provincia de Martinmonge y villa de la Purificacion.

Prosiguiendo el padre Comisario su visita, salió del convento y pueblo de Cucula la via de Autlan, lunes nueve de Febrero no muy de madrugada; y tornando á pasar el arroyo sobredicho, y andadas seis leguas de muchas cuestas y camino pedregoso, llegó, ya muy alto el sol, á un pueblo de aquella guardianía, llamado Tecolut

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