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en su pueblo para la fiesta de la Purificacion de Nuestra Señora; á los cuales, ó no se ha de dar, ó dándoseles, se ha de cumplir en todo caso, porque aunque son inclinadísimos á mentir, y se dan de ordinario tras su inclinacion, abominan mucho no solo la mentira, pero aun lo que tiene apariencia della.

Domingo primero de Febrero acudieron muy de mañana los indios de aquel pueblo y de otros comarcanos á ver al padre Comisario; ofreciéronle muchos y muy buenos melones, plátanos, chile verde, huevos, pan de Castilla, gallinas y una bota de vino, y muchas y muy buenas truchas que se toman de un rio que corre cerca de allí; agradecióselo el padre Comisario, y díjoles luego misa para partirse luego á Auacatlan, que está tres leguas más adelante, desde donde les envió un fraile que tambien se la dijo el dia siguiente, que era la fiesta de la Purificacion, y les bendijo las candelas. Luego, en diciendo misa, salió el padre Comisario general de aquel pueblo, ya altillo el sol, con el mesmo acompañamiento de danzas y chichimecas y gente de á caballo, con que aquella noche habia entrado, los cuales le acompañaron un buen trecho y luego se volvieron á sus casas; entre estos salió un indio caballero en una yegua, la cual tenia la una mano uua tercia más larga que la otra, y con llevar arrastrando toda aquella tercia, y una uña de casi un palmo toda hueca, la hacia de correr, por hacer fiesta al padre Comisario, y ni él ni ella cayeron. Aquellas tres leguas que hay desde Tetitlan á Auacatlan, son casi todas de buen camino y llano, el cual va al rededor del volcan de Xala, de quien atrás queda dicho, por un valle demasiadamente caluroso, pásase un arroyo de agua tibia y que huele á piedra azufre, el cual na

ce de la raiz y pié del volcan; desde lo alto del volcan sobredicho, desciende uno como rio muy ancho, de piedra negra requemada, de grande altura, el cual atraviesa el camino y todo el valle hasta llegar muy cerca del rio de Auacatlan, que corre por una barranca por el cabo del mesmo valle. Tiénese por cosa muy cierta que en los siglos pasados reventó aquel volcan, y echó de sí aquella piedra, la cual es tanta que pone admiracion y espanto á los que la ven, y entre los indios viejos, que afirman esto, hay tradicion de sus antepasados que donde está agora aquella piedra, habia antiguamente un pue blo de indios, y que por ser muy dados á vicios, como otro Sodoma, permitió Dios que reventase aquel volcan, y que ellos muriesen cubiertos de aquella piedra que dél salió; y que sea aquella piedra de la reventazon de aquel volcan es cosa verisimil, así por otras reventazones que ha habido en estos tiempos, como fué la del volcan del Bombacho junto á Nicaragua, como atrás se dijo, y la del volcan de Guatemala y de otros, como porque desde abajo se ve el lugar desde donde comienza aquel rio de piedras, el cual está como si en la ladera de una sierra se hiciese un pozo ó cueva, y fuesen desde la boca echándola tierra y piedras para abajo, que en lo alto queda hecho como un lomo ó valladar, y desde allí se va siguiendo lo que asi va descubriendo hacia abajo; así está aquella piedra, y como salió con impetu y en tanta cantidad, una fué rempujando á otra, hasta que llegó lo que primero salió cerquita del rio, yendo tras ello lo demás como iba saliendo, y cuando se consumió el fuego ú otra cosa, que con violencia muy grande lo echaba fuera, cesó de salir más piedra, y así no pasó el rio adelante, como faltó lo que la arrojaba ý empujaba, y como salió

aquella piedra de dentro del volcan, rehundió la tierra y piedra que habia encima para henchir aquel volcan, y así quedaron en lo alto hechos los tres hoyos que atrás quedan dichos. Es toda aquella piedra negra y requemada como escorias de hierro, y en toda ella no hay árbol ni yerba ninguna, ni señal de haberla habido en algun tiempo, y tiene una negregura tan estraña que desde un poco lejos parece sombra de algun monte; y está de tal suerte, que parece que la echaron á rodar desde arriba y la derramaron á carretadas con muy grandes carros. Por encima de aquellas peñas pasa el camino que las atraviesa, teníanle aderezado los indios, quitadas muchas dellas y echado en su lugar mucha tierra, y así le pudo pasar el padre Comisario, al cual salieron á recibir, media legua antes de llegar á Auacatlan, dicz ó doce españoles que residen en aquel pueblo y su comarca, y con ellos más de cuarenta indios á caballo, los cuales fueron corriendo hasta el lugar, y haciendo caracoles del padre Comisario; iban tambien treinta indios coanos á pié con mucha plumeria en las cabezas y adargas, con sus arcos y flechas, de la manera que suelen ir á pelear, y los unos y los otros iban dando gritos y alaridos á su modo; hubo tambien muchas danzas que regocijaron asimesmo la fiesta, y con todos estos y otra mucha gente sin número, pasados muchos arcos y ramadas, en que habia algunos altares, y en ellos puestos algunos melones, llegó el padre Comisario al dicho pueblo de Auacatlan, tan lleno de polvo él y los que con él iban, que españoles é indios todos parecian de un color. Está fundado aquel pueblo en un valle muy gracioso y fértil, llamado de Auacatlan, donde se dan naranjas, limas, limones y cidras en mucha

abundancia, dánse muchos y muy buenos melones, y los habia entónces maravillosos; dánse plátanos, uvas negras y blancas, granadas, higos, membrillos y otras frutas de Castilla, y dánse piñas de la tierra, gengibre, cardos, habas, garbanzos, ajos y cebollas, y otras muchas hortalizas y legumbres, porque es tierra templada, más caliente que fria. Por aquel valle, y por medio de aquel pueblo, muy cerca de nuestro convento, pasa un bonito rio, en el cual se crian muchas y muy buenas truchas, las cuales no suben ni llegan al pueblo, porque legua y media de allí da el rio un salto de una peña muy alta que lo estorba; sin este hay otros alguuos en aquella guardianía que tambien llevan truchas y son de la mesma manera que las de España, y tan buenas como ellas: para pasar aquel rio de una parte á otra, dentro de Auacatlan, tienen hecha los indios una puente de madera. Es aquel pueblo de mediana vecindad, de gente muy devola de nuestro estado; acudieron luego aquel dia y el siguiente, así ellos como los comarcanos á ver al padre Comisario, y ofreciéronle melones, plátanos, tomates, gallinas, pan de Castilla y truchas, y vino y otras cosas de comer, y los coanos asimesmo le ofrecieron melones, traidos de su tierra, y un venado asado; tambien acudió allí el cacique de la provincia de Vaynamota, llamado don Miguel, á traer la respuesta de lo que de tratar con los demas caciques de aquella provincia, cerca de los frailes que pedian en lugar de los que habian muerto, y la respuesta que dió fué que no le habian respondido nada, y que por esto entendia que no querian acudir á lo que el padre Comisario pedia, y que así él con sus indios se queria quedar á morar en Xala, y pidió á los principales los diesen donde, los cuales los

habia

acomodaron bien, y ellos quedaron al parecer consolados, aunque más quisieran llevar frailes á su tierra. Los indios de Auacatlan tienen la mesma lengua que los de Xala, y llámase xuchipilteca porque debe de ser la mesma que tienen los de Xuchipila, pero no obstante esto, los más de ellos entienden y hablan la mexicana, y en ella se confiesan y se les predica, y aun entre ellos moran algunos mexicanos de los que fueron con los españoles cuando la conquista; en las visitas de aquel convento hay otras tres lenguas, diferente una de otra, y los unos y los otros caen en la jurisdicion de Guadalajara. El convento es de adobes y cubierto de paja, con su claustro, dormitorios é iglesia, y aun no estaba acabado; tiene una buena huerta de mucha arboleda y hortaliza, riégase con agua de pié, que se saca del rio sobredicho, y su vocacion es de San Juan Evangelista; moraban allí dos religiosos, visitólos el padre Comisario, y detúvose con ellos hasta el martes en la tarde. Alli tuvo la fiesta de la Purificacion, la cual se celebró con mucha solennidad, bendijo las candelas, dijo la misa y predicó á los españoles: los indios de Auacatlan mostraron al padre Comisario una provision real, que habian sacado de la Audiencia de Guadalajara contra un español, y en todo su seso le pedian que echase en ella su firma para que el español lo creyese.

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