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el padre Comisario, y pasó adelante, y acabada de subir aquella abra, fué por otra bajando al rededor del mesmo volcan, y dejando en el camino muchas casas caidas y arruinadas, y vestigios y señales de edificios y pueblos antiguos, y al rededor del volcan muchos y muy grandes montes de peñascos y peñas quemadas, que (segun le dijeron) habian salido de aquel volcan, cuando, como queda dicho, reventó, llegó á unos llanos, donde habia algunas milpas de maíz y una fuente ó pozo, al pié de una sierra ó cuesta de un camino muy empinado; subióla el padre Comisario y halló en lo alto ocho indios á caballo que le estaban aguardando, el uno dellos llevaba una bandera, y los demás iban con adargas hechas de varillas y guarnecidas de plumas de papagayos coloradas y amarillas, muy vistosas; todos fueron desde allí hasta el pueblo, que hay muy buena media legua, haciendo fiestas, corriendo sus caballos, y dando gritos y alaridos. A la entrada del pueblo, el cual se llama Tepequechpan, cuatro leguas de Xala y de aquella guardianía, estaba toda la gente puesta en procesion con cruz, andas y imágenes, hechos tambien algunos altares; recibieron al padre Comisario con mucho contento y alegría, ofreciéronle muchos plátanos, pan de Castilla y una bota de vino, y muchas truchas, que el dia siguiente hicieron provecho. Hablan los de aquel pueblo la lengua de Xalisco; es pequeño y de gente muy devota, detúvose allí el padre Comisario aquella noche,

Sábado diez y siete de Enero salió muy de madrugada de Tepequechpan, y andadas dos leguas y pasados en ellas dos arroyos, llegó aun siendo de noche á un poblecito llamado Zapotlanejo, visita de clérigos del mesmo Obispado de Guadalajara. Pasó de largo, y andadas

otras dos leguas, en que se pasan otros cuatro ó cinco arroyos y algunas barranquillas, llegó al amanecer á otro arroyo que corre por junto á una estancia de vacas, y prosiguiendo su viaje y pasados otros dos arroyos y una fuente que nace en el mesmo camino, y despues un riachuelo, y andadas otras tres leguas, llegó á un poblecito pequeño de la guardianía de Xalisco, llamado Analco; allí descansó un poco y comió, y luego volvió á su tarea, y pasado el riachuelo sobredicho, que ya es rio por habérsele juntado otro, y andada una buena legua de buen camino, llegó antes del dia al pueblo y convento sobredicho de Xalisco, donde fué muy bien recebido, y se le hizo mucha fiesta. Salieron muchos indios de á pié con adargas de plumas de papagayos como las otras, é iban delante del padre Comisario tirándose naranjas unos á otros y recibiendo los golpes en las adargas, dando voces y alaridos. El pueblo de Xalisco es de mediana vecindad de indios que hablan una lengua llamada tecual, sin la cual hay otras dos en aquella guardianía, una es la vaynamota, y otra se llama pinome; todos estos pueblos, caen en la jurisdicion de Guadalajara y en aquel Obispado, el cual, por aquel pueblo (como dicho es) se llama tambien de Xalisco. Es aquel pueblo cálido, dánse en él muchos plátanos y todo género de naranjas, muchas granadas y hortalizas de Castilla, y frutas de la tierra; dáse por allí mucha miel blanca, muy buena y delicada, que se lleva á México y á otras partes, y se tiene y estima en mucho; los indios de tierra de Xalisco traen el traje de los mexicanos, pero las indias, en lugar de los vaypiles, traen unos como capisayos con dos puntas ó picos largos, uno detrás y otro delante, con unas labores en ellos azules y

blancas, vistosas desde lejos. Este mesmo traje usan en Centipac y en Acaponeta, y aun las indias chichimecas de la sierra, y áun casi esta mesma manera de capisayos usan los de Nicaragua, como atrás queda dicho, salvo que no tienen los picos tan largos. El convento es pequeño y muy viejo, hecho todo de adobes, con su iglesia, y cubierto de paja y tiene una bonita huerta, la cual se riega con agua de pié; la vocacion del convento es de San Juan Bautista, moraban en él dos religiosos, visitólos el padre Comisario, y detúvose con ellos aquel dia y el siguiente, acudieron los indios con sus presentes de gallinas, plátanos, mojarras, miel y pinol, y una botijuela de vino; está de allí la mar del Sur siete leguas, y péscanse por allí sardinas, que en la vista y sabor parecen mucho á las que se toman en el mar de España.

Lunes diez y nueve de Enero salió el padre Comisario muy de madrugada de Xalisco, y andada una gran legua de camino llano, llegó aun muy de noche à un bonito pueblo de aquella guardianía llamado Tepic. Pasó de largo, y andadas cuatro leguas de cuesta abajo entre llanos, de tierra muy calurosa, en que se pasan muchas barranquillas y ocho arroyos, y un rio, con una obscuridad tan grande, que hizo errar el camino á la guía, llegó finalmente temprano á un rancho que unos indios chichimecas cristianos de paz tenian hecho junto á un arroyo, allí le dieron de comer y hicieron mucha caridad y descansó un buen rato.

Despues de haber comido partió el padre Comisario de aquel rancho, y pasado el arroyo sobredicho subió y bajó unas malas cuestas, y pasados otros dos arroyos y andadas cinco leguas, llegó muy cansado y quebranta

do al Rio Grande de Toluca, tantas veces nombrado. Pasáronle los indios en una barbacoa ó zarzo, hecho de palos secos, los demás frailes pasaron por el vado, á caballo, el rio sobredicho, porque aunque llevaba mucha agua, por allí va muy ancho y estendido, y por ser como era tiempo de seca se pudo vadear; para tiempo de aguas tiene allí un español una barca en que pasa la gente y las recuas, ó harrias. De la otra parte del rio, junto á la mesma ribera, está un pueblo llamado Vitzcuintlan, de la guardianía de Centipac (de donde eran los indios que pasaron al padre Comisario) y allí estaba el guardian aguardándole con los demás indios del pueblo, los cuales le hicieron muy buen recebimiento, y estaban todos indios é indias, las bocas abiertas, abobados y admirados de verle; hace en aquel lugar, y en los demás de la guardianía de Centipac, mucha calor, y hay tantos moxquitos que dan demasiada pena y pesadumbre sus importunas picadas. Para remedio de esto se usan en aquella tierra en las camas pabellones hechos de mantas de algodon, y aun no basta; entonces no habia muchos destos animalejos por ser tiempo seco, el mejor de todo el año, mas con todo esto fatigaban mucho; los indios de aquel pueblo hablan una lengua llamada pinutl, detúvose con ellos el padre Comisario aquel dia, y el siguiente, que fué la fiesta de San Sebastian, en que les dijo misa, y acudieron á oirla y á verle otros muchos indios de aquella comarca, y entre ellos algunos chichimecas de la sierra. Ofreciéronle gallinas, plátanos, huevos, chile, miel, lezas y tortugas, y los chichimecas que eran cristianos le presentaron, en señal de paz y subjection, tres manojos de flechas aderezadas y puestas á punto.

El mesmo dia de San Sebastian, martes veinte de Enero, salió el padre Comisario de Vitzcuintlan, despues de comer, y andadas dos leguas cortas de camino muy llano llegó á otro bonito pueblo de los mesmos indios pinutles, y de la mesma guardianía de Centipac, llamado Santiago Tecomatlan. Estaba toda la gente junta y recibiéronle con mucha fiesta y solennidad; hubo chichimecas contrahechos de á pié y de á caballo, que con limones ceoties (de que por allí hay muchos y muy grandes) se tiraban unos á otros, y recibian los golpes en las adargas muy pintadas que llevaban, hubo tambien una danza de negros, tambien contrahechos, los cuales, al son de un tamboril y una flauta, danzaban muy graciosamente y los unos y los otros fueron delante del padre Comisario hasta llegar al patio de la iglesia, donde era tanto el concurso de gente y los que acudian á besarle la mano y el hábito, que no le dejaban andar; gente por cierto muy devota y sincera: allí en Santiago celebró el padre Comisario otro dia la fiesta de Santa Inés, devota y abogada suya, á la cual acudieron los indios de aquel pueblo y de otros vecinos á regocijarla y á oir misa como si fuera dia de Pascua, y ofrecieron muchas cosas de comer; unos trujeron gallinas, otros batatas, otros plátanos, otros ostras frescas en piedra, y otros pescados del mar del Sur que está cerca de allí.

Miércoles veintiuno de Enero salió el padre Comisario despues de comer de aquel pueblo, y con él tres ó cuatro indios á caballo, los cuales fueron un gran trecho delante dél haciendo mal á los caballos, y tirándose con limas como el dia antes; volviéronse á sus casas y prosiguió el padre Comisario su camino, y andadas dos leguas y media de camino llano, en que se pasa un arro

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