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ñado del guardian del mesmo convento, partió de aquel pueblo despues de comer; y andadas tres leguas, llegó al de Vexotzingo, y habiéndose detenido con los frailes una hora, pasó adelante, y andada otra legua llegó á Calpa, donde se detuvo otra hora, y pasando adelante y por los ranchos bajos, llegó muy mojado á los ranchos altos, una gran legua de Calpa, donde se le hizo mucha caridad y durmió aquella noche.

Otro dia muy de mañana que fué la fiesta de la Ascension, once de Mayo, dicha misa al pueblo, prosiguió su viage, y pasado el puerto, y andadas aquellas cinco leguas, llegó á las once á Amecameca. Diéronle de comer los padres dominicos, y fué á dormir á una visita de Tlalmanalco llamada San Pablo, cuatro leguas de Amecameca. De allí salió viernes de mañana doce de Mayo, y andadas dos leguas llegó á decir misa al convento de la Milpa, adonde halló á sus compañeros, que venian de México, y al padre Comisario con quien se detuvo todo aquel dia, siendo recebido y tratado de él y de todos los demás frailes que alli habia con grandísima caridad y contento.

De como el padre Ponce llegó á Xuchimilco, y de alli dió la vuelta á la Puebla de los Angeles, donde tuvo la Pascua de Spiritu Sancto.

Sábado trece de Mayo queriéndolo así el padre Comisario, salió el padre Ponce del convento de la Milpa con sus dos compañeros, y andadas dos leguas, llegó temprano á comer al de Xuchimilco, donde fué recebi

do y tratado con mucha caridad y regalo, y se detuvo aquel dia y el siguiente. Viniéronle á ver algunas personas de México, que acaso supieron su llegada á aquel pueblo, y al mesmo efecto vino un fraile observante y cuatro de los descalzos, con quien se consoló mucho en el Señor; y si se detuviera allí mas tiempo, acudiera mucha gente de aquella corte à verle. Pero él se volvió luego el lunes de mañana á la Milpa, y despedido del padre Comisario partió con sus compañeros y con el guardian de Nativitas, martes diez y seis de Mayo al amanecer, camino del puerto, para embarcarse para España, y pasando por Amezquite, convento de augustinos, y por Tepupula, convento de dominicos, y por Ayapango, visita nuestra, llegó andadas seis leguas al pueblo y convento de Amecameca, que tambien es de dominicos, cuando los frailes estaban comiendo, los cuales le hicieron mucha honra, caridad y regalo. Detúvose alli todo aquel dia, y convidado dellos, subió á ver y vió el monte y cuevas del Sancto fray Martin de Valencia, y su cilicio y las casullas con que decia misa; todo lo cual, como atrás queda dicho, es tenido en mucha veneracion, así de los frailes y seglares españoles, como de los indios, de los cuales hay puestas guardas que de dia y de noche guardan aquellas ermitas y cuevas, metidos en otras cobachuelas y chozas, padeciendo mucho frio en aquel cerro, con una devocion extraña.

Miércoles de mañana diez y siete de Mayo, salió el padre Ponce de Amecameca, y pasado el puerto, y andadas aquellas cinco leguas, llegó muy cansado á las once del dia á los ranchos altos; allí comió, y prosiguiendo su viage, andada otra legua larga, fué á dormir al convento de Calpa.

Jueves diez y ocho, dejando alli al guardian de Nativitas para que se volviese á su casa, partió de Calpa algo de madrugada, y pasando de largo por Cholula, y andadas finalmente cinco leguas, llegó á decir misa al convento de Santa Bárbara de los descalzos de la Puebla de los Angeles, con los cuales se detuvo todo aquel dia; y luego el viernes de mañana fué á San Francisco, donde vió a los frailes y tomó celda, y habiendo dicho misa salió á negociar á la cibdad; despues comió con los descalzos, y volvió se á dormir á San Francisco, donde se. tuvo hasta el primer dia de Pascua, que despues de misa fué á comér y comió con el Obispo de Tlaxcalla, de quien habia sido convidado, despues de comer fué á los descalzos, con los cuales se detuvo hasta el miércoles siguiente, en el cual luego por la mañana fué á San Francisco y se despidió de los frailes; despues se despidió del Obispo y de los prelados de las órdenes, y se volvió á los descalzos, para desde allí madrugar, luego otro dia, camino del puerto.

De como el padre Ponce partió de la Puebla y llegó al puerto de San Juan de Ulúa, y de lo que le sucedió en la Veracruz con los frailes.

Despedido el padre fray Alonso Ponce del Obispo de Tlaxcalla y de los frailes observantes de San Francisco de los descalzos de Santa Bárbara y de los prelados de las demás religiones, y aun del que era alcaide de la fortaleza de San Juan de Ulúa cuando el Virey le envia

ba á España, que à la sazon estaba por alcalde mayor de aquella cibdad, á quien fué á visitar con no poca edificacion del pueblo, salió con sus dos compañeros de la Puebla de los Angeles, jueves de mañana, veinticincode Mayo, y andadas tres leguas llegó al pueblo y convento de Amozoc, donde fué bien recebido y hospedado; dijo misa, y habiéndole dado de comer temprano, salió de allí con mucho sol, por huir del aguacero de la tarde que se temia, y andadas otras tres leguas, llegó entre doce y una á la cibdad y convento de Tepeaca, donde asimesmo fué bien recebido y se detuvo hasta otro dia por la mañana, que partió de allí, y andadas otras tres leguas llegó á decir misa á Tecamachalco, donde se le hizo mucha fiesta y regalo, como en los demás con. ventos, porque todos los frailes en general le eran particularmente aficionados, y como ya tenian libertad y no estaban debajo de la tiranía de fray Pedro de San Sebastian, mostraban sin temor ninguno esta aficion y voluntad; y era mucho de notar lo mucho que sentian que se les fuese y dejase aquellas provincias, en tiempo que ya las conocia todas y á los religiosos dellas, y sabia por vista de ojos y larga experiencia lo que en cada una era menester, así en comun como en particular, y aun decian que esta mudanza de prelado, á tal sazon, no era conveniente á las provincias.

Llegado pues el padre Ponce á Tecamachalco, le certificaron que la flota estaba ya aprestada, y que no aguardaba mas de que llegase la plata del Rey, la cual era partida de México, porque llegada esta luego se habia de hacer à la vela; y así por esta causa, luego en comiendo, salió de aquel convento, y andadas dos leguas llegó al de Quechulac, en el cual se detuvo menos de

dos horas; de alli salió acompañado del guardian, y pasado un pueblo llamado Santiago, llegó ya noche, andadas dos leguas, á otro llamado San Francisco, ambos visitas de Quechulac; llevó aquellas dos leguas por guía un indio populoca, el cual le guió por un atajo de tan mal camino, que fué milagro no despeñarle á él y á sus compañeros, porque era una sierra muy alta, empinada y pedregosa, por donde aun los indios á pié pasan con trabajo y dificultad; daba el viento en el rostro, y era tan recio y deshecho que no dejaba andar las cabalgaduras, ántes las hacia volver atrás y cada momento las sacaba del camino, el cual apenas se parecia. Al padre Ponce que ya estaba hecho á ver y pasar semejantes caminos y pasos, no se le hizo aquel muy peligroso, pero el pobre guardian, que pocas veces ó ninguna se habia visto en tales trances, iba lleno de miedo y medio turbado, y al fin se hubo de apear, pareciéndole que así iba mas seguro, pero quiso Dios que se descubrió otra senda mas usada y menos mala, y por ella acabamos de subir la cuesta, despues bajado un gran trecho, y pasadas algunas barranquillas llegamos al pueblo sobredi. cho, donde, aunque tarde acudieron los indios á darnos colacion y reposamos aquella noche.

Sábado veintisiete de Mayo, dejando allí al guardian de Quechulac, salió el padre Ponce al amanecer de aquel pueblo, y andadas dos leguas llegó á San Jerónimo Alxuxuca; pasó de largo, y andadas siete leguas, llegó cansadísimo y muy fatigado, antes que el sol se pusiese, á Quauhtotolapan, donde habia dormido jueves dos de Marzó, yendo de Xalapa á Tecamachalco; halló allí muy ruin recado, porque los indios eran pocos y no estaban avisados. Durmió en aquel pueblo aquella noche con menos

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