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te y en la otra se le hizo mucha caridad y regalo, de que llegó necesitadísimo, porque en todos aquellos seis dias que duró la navegacion, no habia comido ni sosegado de el grande almareamiento. Desde allí escribió al padre Comisario, con los dos frailes que le habian ido á llamar, avisándole de su llegada, y que se iria al convento de Xalapa á aguardar lo que le ordenase y mandase. Hay desde Campeche á San Juan de Ulúa cien leguas, pocas menos, y entiéndese esto por mar, porque por tierra pasan de doscientas.

De como el padre Ponce pasó por la Veracruz, y fué á Xalapa, y de como se habia ya tenido capitulo provincial y por que causa.

Habiendo el padre Ponce descansado dos dias en la isla de San Juan de Ulúa, embarcóse en una chalupa el martes de carnestolendas, de mañana, catorce de Febrero, y pasó á la otra banda á la venta de Buitron, donde el año antes le habian tenido preso; hízosele alli mucha caridad á él y á otros siete frailes, porque los otros tres ya se habian ido adelante, y detúvose allí todo el dia.

Miércoles de la ceniza, quince de Febrero, salió de aquella venta con cuatro de los frailes sobredichos, tan de madrugada, que andadas cinco leguas llegó al salir del sol á la cibdad y convento de la Veracruz; fué muy bien recebido de los frailes que estaban en el monesterio, y acudió luego á visitarle y darle el parabien de su llegada la gente principal del pueblo, así eclesiásticos como TOMO LVIII.

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seglares, con un contento y alegría estraña, y no solamente hacian este sentimiento los españoles, así hombres como mugeres, pero aun tambien los negros y negras, acordándose los unos y los otros de cuando le vieron el año antes llevar preso por allí á la isla, rodeado de alguaciles y arcabuceros, y que no le dejaron entrar en el convento. Detúvose en la Veracruz hasta el domingo siguiente, diecinueve de Febrero, en el cual predicó al pueblo en la iglesia parroquial, á ruego y instancia del Vicario y de los demás clérigos y frailes; oyóle toda la gente, y cuando le vieron entrar en la iglesia y subir al púlpito, no acababan de bendecir á Dios y darle gracias porque le habia vuelto á aquella tierra: quedaron todos muy edificados de aquel sermon, y no poco instruidos.

Aquel mesmo dia á las tres de la tarde salió el padre Ponce de la Veracruz con sus dos compañeros y con fray Francisco Sellez, y andadas cinco leguas con un sol recísimo, llegó muy noche á la venta de la Rinconada, donde fué estraño el contento que recibió el ventero con su visita; hízole mucha fiesta y regalo, y no acababa de mostrar el gozo y alegría que sentía en su co

razon.

Aquella noche picó á uno de los compañeros del padre Ponce una chinche voladora, y le dejó tanta ponzoǹa en una pierna, que como luego se puso en camino se le enconó y puso de tal suerte, que tuvo muchos dias que curar, y aun le fué forzado purgarse y con la purga llegó muy al cabo; tan malos y pestilenciales son aquellos animalejos.

Lunes veinte de Febrero salió de aquella venta á las tres de la mañana, y andadas tres leguas llegó al salir del sol á la venta del Rio; pasó de largo, y andadas

otras cuatro, llegó entre las diez y las once á la del Lencero, donde fué tan bien recebido, y se le hizo tanta caridad y regalo como en la Rinconada, y aun mas. Detúvose alli hasta la tarde que volvió á su camino, y, andadas otras tres leguas, llegó antes que el sol se pusiese al pueblo y convento de Xalapa. Saliéronle á recebir los indios principales, con música de trompetas, flautas y chirimías, y ofreciéronle muchos ramilletes muy galanos hecho de flores odoriferas, con grandísima devocion y contento, y este mesmo mostraron los religiosos que allí habia y toda la demás gente del pueblo, así españoles como indios. Detúvose en aquel convento hasta el martes siguiente, aguardando al padre Comisario general, ó el órden que le quisiese dar; predicó el domingo al pueblo, con mucho aplauso y contento de todos, y tenia determinado de predicar los demás domingos, y aun los viernes de la cuaresma, si le dejasen estar alli, con que todos estaban contentisimos, porque así por su doctrina muy sana y sólida, como por su vida y lo mucho que habia padecido con tanta paciencia, le tenian particular amor y devocion; pero no tuvo efecto esto, por lo que adelante se dirá,

En aquel convento y en el de la Veracruz supo el padre Ponce, por cosa cierta, que el padre Comisario habia celebrado capítulo provincial la tercera dominica despues de la Epifanía, y que en él habia sido electo en provincial y confirmado fray Domingo de Areyzaga, fraile principal de aquella provincia, que otra vez la habia gobernado, y que se habian hecho las demás elecciones de difinidores y de guardianes; y no faltaba quien pusiese mácula en este capítulo y culpase al nuevo Comisario, por haberle tenido sin aguardar á que lle

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gase su antecesor, de quien decian fuera razon que se informara qué personas habia en la provincia beneméritas, y á quien no convenia dar oficios, y si tenia procesos hechos contra algunos, porque todo esto, y especial lo último, mayormente habiendo sucedido los alborotos que se han visto, era mucho de considerar y parece que obligaba á no tenerle hasta saber la verdad de todo. En lo que mas culpaban al padre Comisario, era en haber admitido á las elecciones, y consentido en que fuesen electos sin haber visto ni sentenciado sus causas, á muchos de los que por el padre Ponce estaban públicamente excomulgados, como fueron fray Pedro de la Cruz en discreto de la Puebla, fray Pedro Oroz en difinidor, fray Buenaventura de Paredes asimesmo en difinidor y en guardian de México, fray Alonso Diaz en guardian de Tehuacan, y fray Pedro de Requena en guardian de Cuauhtitlan; y aun por esto vinieron á decir que no habia de hacer nada en el castigo de los rebeldes y excomulgados, pues no solo no castigaba á los sobredichos, mas antes los premiaba poniéndolos en oficios. Pero él se descargaba con decir que halló tal la provincia y tan alterada, que fué menester abreviar con todo, porque no sucediese otro alboroto peor que el pasado, y que admitió á las elecciones á los excomulgados por la mesma razon, y por otras que por evitar prolijidad se dejan de poner aquí.

De como llegó órden del padre Comisario al padre Ponce para que subiese ȧ Tecamachalco y él fué allá, y de una recia enfermedad que le sobrevino.

Estando el padre Ponce en Xalapa con intento de predicar, como dicho es, toda la cuaresma, lunes en la tarde veintisiete de Febrero le llegó una carta del padre Comisario, en que, con palabras muy comedidas, le decia que fuese al convento de Tecamachalco, y que allí se verian, por ser aquella tierra mas sana y haber en ella mas comodidad para comunicarse. Visto esto por el padre Ponce se puso en camino, y salió de Xalapa miércoles, de mañana, primero de Marzo, llevando consigo á sus dos compañeros y á fray Francisco Sellez, y andadas dos leguas y pasados en ellas cuatro arroyos, llegó temprano á un bonito pueblo de aquella guardianía, llamado Coatepec, muy vicioso y fértil de plátanos y otros frutales, que se riegan con acequias de agua muy buena, que entra en el mesmo pueblo y pasa por todas las calles y casas. Recibiéronle los indios con música de trompetas, flautas y chirimías, y ofreciéronle dos grandes racimos de plátanos y muchas piñas de tierra caliente; agradecióles su devocion y caridad, y pasó adelante, y andadas otras dos leguas, en que se pasan dos o tres arroyos y un rio, llegó á otro pueblo mayor de la mesma guardianía, llamado Xicochimalco, donde se le hizo el mesmo recebimiento, que toda es gente muy devota. Pasó adelante porque aun era tem

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