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lo que era ménester, y aun despues, por la seguridad de su conciencia, se pasó á la isla, donde ayudó lo que pudo y acudió muy bien à todo lo que se le encomendaba. J. Desde aquella cibdad envió el padre Comisario general á pedir con una requisitoria al Obispo de la Puebla, ó á su provisor, que hiciese denunciar y publicar por excomulgados á los veinticinco frailes que él habia declarado en la Puebla por tales, como atrás queda dicho, y, aunque estaba hecha dias habia la dicha requisitoria, no la envió hasta entónces; llegada allá, se publicaban estos, juntamente con los otros, todos los domingos y fiestas: entre estos estaba declarado por descomulgado fray Pedro Serrano, uno de los dos que habian venido desde la Puebla y Amozoc á la mira del padre Comisario, como queda dicho, y allí, en la Veracruz, declaró tambien por incurrido en la mesma censura á su compañero, llamado fray Diego Mendez. Estaban estos dos frailes en el convento de la Veracruz, cuando llegó el padre Comisario á aquella cibdad, y habia de predicar el guardian, aquel dia de los Reyes, en la iglesia matriz, pero, sabido por el Vicario que tenia en el convento á aquellos descomulgados é inobedientes, envióle á decir que, si queria predicar, convenia que primero declarasc ser súbdito del padre Comisario, y echase de su compañía aquellos frailes, y que si no hacia esto que no fuese á predicar, porque no le daria el púlpito. El guardian no se quiso declarar, y, aunque el Vicario le avisó otra vez que no fuese, si no hacia primero lo de suso referido, fué á predicar, pero no le dieron el púlpito ni predicó, y quedó confuso y afrentado, y los vecinos con determinacion de no ir al convento, ni hacer limosna ninguna, pues recebian en él á los descomulgados y el

guardian no queria dar la obediencia al padre Comisario, su prelado; visto esto por el guardian, y hallándose atajado, echó de su conventó á los dichos dos frailes, y hizo que se volviesen hácia México, y despues fué á ver al padre Comisario, y le dió la obediencia; y otro día, que fué jueves siete de Enero, comió con él en la mesma posada, y despues de haber comido le pidió una patente en qué se declarase como no era él de los descomulgados; concediósela el padre Comisario, y hízola leer el guardian en la iglesia mayor, estando junto todo el pue blo, con lo cual quedó la gente quieta y satisfecha, por entónces.ht

Viernes por la mañana, ocho de Enero, despues de misa salió el padre Comisario de la Veracruz, y pasado en canbas el rio que corre á raíz de las casas, prosiguió su destierro, camino de la isla de San Juan de Ulúa; anduvo una legua por entre árboles y arcabucos, al cabo de la cual pasó dos arroyos, de los cuales, y de otros manantiales, se hace jnnto al mesmo camino una lagúna de agua dulce, que cria muchas lizas y otros pescados, y con ellos muchos caimanes ó lagartos muy grandes. Pasada esta laguna anduvo cuatro leguas por la playa y ribera de la mar, por un camino muy malo, que todo es arenal, todo el cual, ó lo más dél, estaba ciego con el arena que un gran Norte del dia antes habia llevado. En estas cuatro leguas se pasan tres ó cuatro arroyos, de buen agua, el penúltimo de los cuales se llama de Vergara, porque dicen que le halló un español deste nombre; finalmente, andadas cinco leguas en toda aquella jornada, llegó á una venta llamada de Buitron, hecha en la mesma playa, frontero de la isla de San Juan de Ulúa, de las tablas y maderos de los navios que se

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pierden en aquel puerto y costa; junto á esta venta hay otras dos, y algunas otras casas, hechas de la mesma manera, en que se recogen los de la flota y encierran y guardan sus mercaderías y haciendas. De allí á la islá hay menos de media legua, pásase en todo tiempo salvo cuando corre Norte, porque entónces, si no es que sea muy bonancible, no se puede pasar. Allí, en la venta sobredicha de Buitron, aposentaron al padre Comisario y le dieron de comer y le tuvieron hasta la tarde, que fue una chalupa, en la cual le pasaron á la isla con muy buen tiempo: salióle á recebir, á lengua del agua, el castellano del fuerte, subióle á la fortaleza y él y su muger le hicieron aquel dia, y todo el tiempo que alli estuvo (que fué hasta los quince de Febrero de aquel año), mucha caridad y regalo. Hizo aquella noche cola. cion con ellos, y luego le llevaron á aposentar al hospital, y allí fué su posada todo aquel tiempo: iba casi siem pre á comer á la fortaleza, y cenaba en el hospital, donde asimesmo se le hizo mucha limosna y caridad; volviéronse á sus casas el alcalde mayor de Chalco y los otros españoles, despues de haber entregado al padre Comisario al dicho castellano, y él recibidole y encar gádose dél. Desta isla queda ilicho atrás lo que basta; decirse ha agora algo de lo mucho que sucedió 'en ella, y fuera della, tocante á este propósito, en el interin que estuvo en ella el padre Comisario general.

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De algunas cosas que sucedieron en la isla, cerca de los negocios del padre Comisario general, y su prision y destierro.

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Miércoles trece de Enero llegó á la isla de San Juan de Ulúa, á la presencia del padre Comisario, el fraile lego de la Veracruz, que (como queda dicho), le habia ido á ver el dia que allí entró con licencia, que para ello le habia dejado; de suerte que ya con el padre Comisario general estaban en la isla cinco fráiles.

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Jueves catorce fué à la dicha isla el Vicario de la cibdad de la Veracruz, con comision del provisor de Tlaxcalla para hacer sus diligencias, procediendo con todo rigor de derecho, para que diese el castellano libertad al padre Comisario general. Hizolas, y por no acudir el castellano á lo que pedia el dicho Vicario, procedió contra él, hasta declararle por excomulgado, y poner entredicho en la isla; y hecho esto se volvió otro dia á la Veracruz, habiendo el castellano apelado en forma de aquellos mandatos y excomunion.

Jueves veintiuno de Enero llegaron á la isla los tres frailes que desde Guamantla habían ido á México, como queda dicho, mas no llevaron ningun despacho, y luego, tras ellos, el mesmo dia, llegaron otros tres de la mesma provincia, obedientes al padre Comisario; y este mesmo dia celebró el dicho padre Comisario la fiesta de Santa Inés, y predicó á la gente de la isla, arriba en la fortaleza, porque, por causa del recio Norte, no

pudo predicar en la iglesia: oyéronle los soldados y la gente del alcaide, y los frailes, y á todos dió mucho gusto su sermon.

Viernes veintidos de Enero llegó asimesmo á la isla fray Cristóbal Gomez, el comisario de fray Pedro de San Sebastian, con recados del mesmo fray Pedro de San Sebastian, para poder prender los que no le obedeciesen, y con carta del Virey al castellano de aquel fuerte, para que le diese favor y ayuda, todo con ánimo é intento (á lo que se entendió) de que el padre Comisario quedase solo y desamparado de todos, pensando que por esta vía le acobardaria, para que dejase de hacer el deber y acudiese á su gusto; iba con el fray Cristóbal, otro fraile mozo, uno de los tres que fueron á Metepec, á echar de aquel convento al guardian y á su compañero, como atrás queda dicho. El castellano los despidió presto, y trató con el padre Comisario que él tambien despidiese los frailes que de nuevo habian ido á la isla; al fray Cristóbal y á su compañero, no hubo quien los hablase en la Veracruz, ni querian acudir los vecinos al convento, porque el guardian los habia recebido en él.

Lunes veinticinco de Enero, habiendo ya el padre Comisario despedido siete frailes, y estando todos allá, en la tierra firme, para irse con los recados y licencias que llevaban, y quedándose con otros cuatro, llegó una carta del Virey para el castellano, en que le decia: que no dejase pasar ningun fraile de nuestra órden á la isla, al padre Comisario, y que echase della á los que estaban en su compañía, no dejándole sino solo á su secretario al cual solamente dejase embarcar con él, y que se aprestase la barca en que le habian de llevar, que era TOMO LVIII. 21

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