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DE LAS COSAS QUE SUCEDIERON

AL PADRE

FRAY ALONSO PONCE

EN LAS PROVINCIAS DE LA NUEVA ESPAÑA.

De unos despachos que recibió el padre Comisario general, de España, y como prosiguió su visita hasta Tarecuato.

Estando el padre Comisario general en Cintzuntza recibió un pliego de cartas que le vino de España, en la flota que poco antes habia llegado, en el cual le vino una patente del padre fray Gerónimo de Guzman, Comisario general de todas las Indias, en que revocaba las licencias que tenia dadas á frailes destas partes para ir á España, mandando que no las cumpliesen sin comunicarlas primero con el padre Comisario, á cuya disposicion dejaba su cumplimiento; y con esta patente le vino otra del mesmo, en que declaraba el breve cerca de recurrir los frailes á tribunales fuera de la órden, diciendo inTOMO LVIII. 1

currir en las penas en el breve contenidas los que, direcle ó indirecte, por sí ó por tercera persona, acudieren á los dichos tribunales; y desde allí, de Cintzuntza, escribió á los prelados de la órden, avisando lo qué de nuevo pasaba en la provincia del Sancto Evangelio, y pidiendo pusiesen en todo remedio, y luego prosiguió su visila, como agora se dirá.

Domingo nueve de Noviembre salió de Cintzuntza el padre Comisario ya de dia, con una mala y espesa niebla, y caminando por junto à la laguna sobredicha, y pasado un riachuelo y unas casas y milperías, y andada legua y media llegó á un bonito pueblo de los mesmos indios y Obispado, visita de clérigos, llamado Santa Fé. Pasó de largo, y andada otra legua y media de camino pedregoso, en partes orilla de la mesma laguna, llegó á decir misa al pueblo y convento de San Hierónimo Purenchequaro, en el cual fué muy solemnemente recebido, con mucha música de trompetas y chirimías, y muchos indios á caballo y tres ó cuatro danzas, en una de las cuales salió un indio en figura de la muerte, y con el otro en figura y trage de negro, diciendo muchas gracias, así á los frailes como á los indios y á le mesma muerte, con la cual fué un rato jugando al quince con unos naipes viejos, y cuando no jugaba taǹía una guitarra y decia donaires, hablando como negro bozal. Tenian hechas los de San Hierónimo muchas ramadas, y en una dellas estaba un indio viejo que representaba á San Pedro, con unas grandes llaves en la mano, y en la otra una red grande levantada en alto, en la cual habia asidos algunos peces; en otra ramada estaban San Pedro y San Andrés, el San Pedro con otras llael San Andrés con otra red, la cual tendió al tiem

ves y

po que el padre Comisario pasaba, y parecieron en ella muchos pececillos de los de aquella laguna, sobre la cual estaba fundado aquel pueblo, en su mesma orilla: es de mediana vecindad de indios tarascos, y de los mesmos son los demás de aquella guardianía, y todos caen en el mesmo Obispado de Michoacan. Tiene aquel pueblo el mesmo temple que Cintzuntza, y así se dan en él las mesmas frutas y mucho trigo, como en Cintzuntza, y los pescados de por allí son mejores que los de la banda de Cintzuntza, por estar más guardados del Norte, no hay de allí á Cintzuntza por el agua más de una legua de travesía, pero por tierra hay las tres atrás referidas, porque se dobla una punta que hace allí la laguna. El convento es pequeño, hecho de adobes, y aun no estaba acabado, tiene muy buena vista á la laguna; moraban en él dos religiosos, visitólos el padre Comisario y detúvose con ellos aquel dia y el siguiente.

Martes once de Noviembre partió de San Hierónimo de dia claro, y andado un cuarto de legua, llegó á otro pueblo del mesmo tamaño y de aquella guardianía, llamado San Andrés, puesto junto á la mesma laguna ; hizosele alli muy buen recebimiento, y á instancia y por consuelo de los indios entró á ver la iglesia y casa que estaban haciendo para los frailes que pretenden tener allí, y dejándolos muy contentos y consolados pasó adelante, y pasado un poblecito de cinco ó seis casas, llamado Tzuptzeo, de la mesma guardianía, llegó á otro mayor de los mesmos indios y Obispado, visita de clérigos, llamado San Francisco, una legua de San Hierónino; recibiéronle allí con música de trompetas, y acudieron muchos indios á tomar su bendicion. Pasó adelante, y andadas tres leguas y pasada á la meitad del camino una fuente,

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y poco más adelante dos poblezuelos de los mesmos indios y Obispado, visita de clérigos, llegó finalmente al pueblo y convento de Tzacapo, á tiempo que dijo misa, donde fue muy bien recebido; salieron una gran legua más de treinta indios á caballo, con mil disfraces, y fueron todo aquel trecho corriendo y haciendo mal á los caballos, y jugando y regocijándose con otros veinte indios de á pié, que en trage de chichimecas con sus arcos y flechas y cabelleras, iban haciendo mil monerías. Pasó el padre Comisario unos arroyos y ciénagas, por una calzada y puentes de madera, y llegado al pueblo salió un indio con vara de alguacil y vestido de español, caballero en un buey grande, con una manta vieja pintada, por gualdrapa, que le cubria todo de piés á cabeza, como dicen, el cual era tan manso que le llevaban los indios de un cabestro que le habian echado al pescuezo, y aun era tan lerdo y espacioso, que para que anduviese le iban picando con la punta de un cuchillo por encima de la gualdrapa; al paso del buey fué el padre Comisario muy despacio hasta llegar al convento, en cuyo patio y puerta habia tantos indios é indias que no le dejaban pasar, acudiendo todos á besarle la mano y hábito; luego acudieron con sus ofrendas de pan de Castilla, y plátanos y pescado. El convento, cuya vocacion es de Santa Ana, tenia acabada la casa con su claustro, dormitorios y huerta, la iglesia se iba haciendo; moraban allí tres religiosos, visitólos el padre Comisario y detúvose con ellos aquel dia y el siguiente; el pueblo está fundado á las haldas de unas serrezuelas, y junto á las mesmas casas hay muchos ojos y manantiales de agua muy buena, de los cuales se hace un riachuelo, de este una laguna, allí junto, en que se crian almejas y

y

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