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no, llegó á un pueblo pequeño de aquella guardianía, llamado Cocalotlan, donde los pocos indios que en él habia le salieron á recebir. Pasó adelante, y andadas otras dos leguas de camino llano y por unas ciénagas secas, llegó ya de noche al pueblo y convento de Teucuytlatlan, donde fué bien recebido y le ofrecieron los indios panales y melones y pescado, y descansó aquella noche; padeció el padre Comisario aquella tarde muy gran calor y tragó mucho humo, porque en saliendo de Tzaqualco halló el camino atajado y tomados los pasos, con el fuego que habian pegado, de tal manera que tuvo necesidad de rodear un buen trecho, y dejando el camino ir por las sabanas y dehesas.

Sábado catorce de Marzo salió de madrugada de Teucuytlatlan, y andadas siete leguas de cuesta arriba, llegó, despues de mediodia al pueblo de Matzamitlan, donde halló toda la gente junta y se le hizo mucha caridad; detúvose allí todo aquel dia.

Domingo de Pasion, quince de Marzo, dijo misa en Matzamitlan muy de mañana uno de los compañeros, oyóla el padre Comisario con los demás frailes y todos los indios del pueblo, y luego partió de alli la vía de Xiquilpa, á donde llegó con mucho sol y muy cansado, andadas aquellas seis leguas de cuesta abajo; fué muy bien recebido, así de los frailes y de muchos españoles que allí se hallaron, como de los indios, los cuales tenian hechos muchos arcos y ramadas, y puestas en ellas muchas banderillas como los de Tzaqualco: acudieron despues con sus ofrendas de pan de Castilla, huevos, plátanos y miel. Allí halló el padre Comisario á fray Francisco Sellez que venia de México con el duplicado de las patentes y con el decreto de la Audiencia cerca

de ellas, como atrás queda dicho, y con otras cartas y recados de España de los prelados superiores; llevósele en su compañía hasta Valladolid, y desde allí le despachó otra vez á México á cobrar otros recados.

Lunes diez y seis de Marzo partió el padre Comisario de Xiquilpa, y andadas tres leguas, llegó al pueblo de los augustinos llamado Xaripu; pasó de largo, y andadas las otras tres leguas, llegó al pueblo y convento de Tarequato dónde fué bien recebido y se detuvo todo aquel dia.

De Tarequato partió el padre Comisario martes diez y siete de Marzo, de madrugada, y andadas aquellas tres leguas y media, llegó al pueblo de Patamba muy de mañana. Pasó de largo, y andada otra legua llegó á otro llamado Ucumicho, ambos de la guardiania de Tarequato. Pasó tambien de largo y andadas otras dos leguas, la legua y media de mal camino, llegó á otro pueblo pequeño visita de clérigos llamado Zapitzirapo, por junto al cual corre un arroyuelo de poca agua. Pasó asímesmo de largo, y andada una legua de buen camino con un sol muy recio y una terrible polvareda, llegó á otro pucblo llamado Tanaco de la guardianía de Tzacapo; no halló en él ningun indio, porque por no estar avisados de su ida eran idos á sus milpas, pero acudieron luego algunos y diéronle de comer de lo que pudieron de presto hallar, que fueron huevos y pan de Castilla.

El mesmo dia despues de comer, viendo que allí no habia recado de dormir y que hacía mucho frio, de noche salió el padre Comisario de Tanaco, y andadas cuatro leguas de camino razonable, llegó puesto ya el sol, ántes que anocheciese, al pueblo llamado Sivina ó Savina, visita de clérigos, donde halló peor recado que en

Tanaco, porque aunque se habia dado aviso á los indios ninguno de los mandadores pareció, porque (segun despues se dijo) habian cargado, como dicen, muy delantero, y mandaba ya otro en casa; proveyó Nuestro Señor de remedio, que unos españoles pasageros enviaron pan y un poco de vino con que se remedió aquella necesidad, hizose lumbre en la chimenea del aposento del clérigo, y tendidas cerca del fuego unas tablas sirvieron de cama, y allí durmió el padre Comisario y los demás hasta las dos de la mañana.

Miércoles diez y ocho de Marzo salió de Sivina á las tres de la mañana, y andadas dos leguas llegó antes que fuese de dia al pueblo y convento de Pechataro; descansó un poco en la portería, y cuando ya amanecía tornó á su camino, y andada una larga legua de cuesta abajo, llegó á un pueblo pequeño, visita de clérigos, llamado Axuno. Pasó de largo y andadas dos leguas, tambien de cuesta abajo, entre llanos, llegó al pueblo y convento de Patzquaro donde se detuvo todo aquel dia y el siguiente. Estando en aquel convento recibió ciertas cartas y tuvo algunos avisos en que le hacian saber que convenia en todo caso que fuese á Acambaro, á cosas de su oficio, y que era necesaria allá su presencia, y así determinó pasar allá, porque le parecieron justas las causas y razones que habia para ello.

Viernes veinte de Marzo salió el padre Comisario, poco de madrugada de Patzquaro, y andadas aquellas siete leguas, llegó á las once del dia muy fatigado al convento de Valladolid, donde pensaba tener la semana Santa, como atras queda dicho, y predicar á los españoles: pero por la razon arriba dicha no se hizo así, y así pasó á Acambaro.

TOMO LVIII.

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Sábado de Ramos, veintiuno de Marzo, habiendo despachado para México á fray Francisco Sellez, y con él por su compañero á un fray Juan Dominguez, lego, hijo de la provincia del Santo Evangelio, salió el padre Comisario de madrugada de Valladolid, y andadas aquellas tres leguas y media, en que se pasan tres arroyos, llegó poco despues de salido el sol al pueblo de Hindaparapeo; pasó de largo, y andadas las otras tres y media, en que se pasan cinco ó seis arroyos, llegó muy cansado y quebrantado al convento de Tzinapiquaro, donde fué muy bien recebido, y descansó hasta la tarde. El mesmo sábado en la tarde partió de allí, y andadas tres leguas (dejando á la una y media un poblecito llamado Santa Clara) llegó puesto ya el sol al pueblo y convento de Acambaro, donde fué asimesmo muy bien recebido, y se detuvo hasta el viernes Santo en la tarde.

Estando el padre Comisario general en Acambaro, envió recados bastantes á dos frailes de la custodia de Zacatecas, para que fuesen á la provincia de Chiametla y villa de San Sebastian, que es en la Nueva Vizcaya, adelante, y no lejos, del convento de Acaponeta, como que. da dicho, y apaciguasen ciertos indios que se habian alzado y rebelado, despues de haber muerto á unos españoles sus encomenderos, con achaque y ocasion de que los trataban mal. Envió estos frailes à peticion é instancia de la Audiencia real de Guadalajara, en cuya jurisdicion cae aquella tierra, porque con amor y buenas palabras y medios convenientes los redujesen, atento à que por guerra era trabajoso negocio y casi imposible, porque se habian subido á unas sierras y se les iban juntando chichimecas de guerra en su ayuda.

Asimesmo porque necesariamente se habia de dete

ner algunos dias en Acambaro en negocios forzosos y no podia ir en persona á visitar los conventos de Pirihuan y Tantzitaro, que eran los dos de los tres que no se habian visitado, envió su comision para que los visitase el guardian de Tarequato, fraile viejo, docto y religioso, y que muchas veces habia sido difinidor en aquella provincia y en aquel capítulo salió por provincial. Este los visitó y acudió con la visita á Uruapan: lo que de aquellos dos conventos se supo, de frailes que habian morado en ellos, es lo que sigue.

De los conventos de Pirihuan y Tantzitaro, y del valle de Pirihuan.

El convento de Tantzitaro, cuya vocacion es de Santa Cruz, está acabado, con su iglesia, claustro, dormitorio y huerta; es todo de cal y canto y de mediana capacidad, en que moraban dos religiosos. El pueblo no es muy grande, y cae en tierra fria, pero las visitas de aquella guardianía casi todas caen en tierra caliente, y hay por allí algunos rios de truchas; los indios de toda la guardianía son tarascos, excepto tres pueblos que son mexicanos tecos, y unos pocos que tienen otra lengua peregrina y particular, pero los unos y los otros entienden la tarasca, y estos últimos se confiesan en ella y en la mexicana, y todos caen en la parte y Obispado de Michoacan, y son de la jurisdicion de México; moraba entónces en toda aquella guardianía solo un español, demás del corregidor y encomendero.

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