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comenzaron á hacer monerías y ademanes, dando gritos y alaridos con que los caballos se alborotaron. Pasando adelante con su fiesta y arremetiendo los unos á los otros, trujo de allí á poco el indio sobredicho de la espada blanca, un chichimeca de aquellos, con una cadena al cuello como de trailla, diciendo que lo habia captivado, y haciendo muestras y ademan de quererlo presentar al padre Comisario. El captivo hacía visages, fuerza y piernas, como que se queria soltar, y al fin el de á caballo le hizo soltadizo y se le huyó corriendo como un gamo, que aunque los de á caballo corrieron tras él, él como de antes quedó libre y los unos y los otros fueron delante del padre Comisario, hasta llegar al pueblo, los de á caballo dando carreras por entre los pinos á una parte y á otra, repitiendo muchas veces y diciendo Santiago, Santiago, y los de á pié danzando á uso de chichimecas, llevando en medio de todos á uno á caballo con una cabellera blanca. En la entrada y puerta del patio, estaba todo el resto de la gente, los indios á una banda, y las indias á otra, los cuales, puestos en procesion y de rodillas, pidieron la bendicion al padre Comisario; diósela, y acudieron luego todos á besarle la mano y hábito con una devocion estraña, tenian allí muchas cruces y mangas, y hecho un altar donde habia música de chirimías, y estaba un fraile de Tarecuato vestido con capa, el cual recibió al padre Comisario como si fuera en el convento. Los indios se fueron á la plaza que estaba pegada con el patio de la iglesia, y los chichimecas se subieron á un peñol y castillo de madera muy alto que tenian hecho, en el cual bailaban mientras los de á caballo andaban corriendo al rededor, pero viendo que anochecia se apearon los de á caballo, y bajaron los del castillo, y todos

juntos hicieron un baile y bailaron á su modo un rato al son de un teponastle, hasta que la noche los hizo ir á sus casas. Acudieron muchos indios é indias con presentes de plátanos, manzanas y peras, guayabas y pan de Castilla, y uno ofreció una bota de vino que por allí se estima en mucho; los principales y sus mugeres trajeron tambien sus presentes, y una dellas en nombre de todos con un largo preámbulo, pidió al padre Comisario que pusiese en el convento de Tarequato un religioso mas, para que de quince en quince dias, y las Pascuas, les fuese á decir misa. Dióles el padre Comisario gracias por lo que habian hecho, y agradecióles su devocion, concediéndoles lo que pedian, con que ellos quedaron muy contentos y consolados. Es aquel pueblo muy alegre y sano, y en que se dan muchas frutas de Castilla, traen á él los indios, para beber, una fontecita de muy buena agua y fria, desde muy lejos, atravesando muchas barrancas, y viene por unas canales de madera. Allí en aquel pueblo hizo colacion el padre Comisario, y descansó aquella noche, aunque poco, por el demasiado frio que hacia.

Miércoles diezinueve de Noviembre salió de aquel lugar, cuando ya salia el sol, y andadas tres leguas y me-dia de buen camino entre pinares, la mitad de cuesta arriba, y la otra mitad de cuesta abajo, llegó al pueblo y convento sobredicho de Tarecuato, donde se le hizo muy buen recebimiento; halló allí á los otros dos difinidores de la parte de Xalisco, con los cuales y con los otros dos de la parte de Michoacan y con el provincial, se detuvo en aquel convento en negocios que se ofrecieron tocante á la provincia, hasta el martes siguiente, que fué la fiesta de Santa Catalina, la cual se celebró

(por ser abogada del padre Comisario) con mucha solemnidad y devocion: compúsose la iglesia con muchos arcos y flores, y adornóse el patio de altares, por el cual anduvo la procesion con mucha música y grande acompañamiento de indios y de algunos españoles, á los cuales predicó el padre Comisario. Iba entre los cantores un indio que muy al vivo remedaba la voz de un pájaro que en lengua mexicana se llama cezontlatole, que quiere decir cuatrocientas lenguas, porque (como atras se dijo) hace muchas diferencias de voces y cantos y estas hacia el indio, contrapunteando con las flautas y chirimías, que á todos ponia espanto, hacíalo con una hebra ó telilla de cebolla que se ponia debajo de la lengua, casi sin abrir la boca, cosa cierto muy rara. El pueblo de Tarecuato es de mediana vecindad, mas caliente que frio, por estar fundado al pié de unas cuestas abrigado del Norte, dánse en él todo género de naranjas y limas y otras frutas de tierra caliente y de tierra templada, y viene á él una fuente de agua muy buena. El convento, cuya vocacion es de Santa María de Jesús, está acabado con su iglesia, claustro, dormitorios y huerta, y es de los antiguos, hecho de piedra y adobes; residen en él cuatro frailes á los cuales visitó el padre Comisario. Todos los indios de aquella guardianía son tarascos y caen en en el Obispado de Michoacan.

Desde este convento despachó el padre Comisario general á México á fray Francisco Sellez, que es el otro religioso que vino desde Guatemala, con recados para el Virey, Audiencia y oidores como queda dicho, el cual, despues de haber estado recluso y detenido en el convento de San Francisco de México muchos dias, á voz que el Virey ó Audiencia lo mandaba, al fin sin nego

de

ciar cosa alguna, le dieron libertad para que se fuese donde quisiese, él se vino á la presencia del padre Comisario y le alcanzó en Erongaricuaro, y de allí fué en su compañía hasta Tarecuato, desde donde le envió con cartas para el mesmo Virey y para los oidores, entre los cuales habia ya dos nuevos que habian venido de España en aquella flota, representando á los unos y á los otros los daños y inconvenientes que se seguirian si pasase adelante y se ejecutase lo proveido por la Audiencia, en razon de que el padre Comisario no usase de su jurisdiccion con los frailes de la provincia del Santo Evangelio; y dando facultad al mesmo Sellez para poder pasar en el convento de Tlatilulco, ó en el de San Cosme de los descalzos, ó donde le pareciese estaria mas seguro para negociar aquello, y cobrar otros recados que esperaba de España, y se entendia venian en la flota; lo que Sellez negoció adelante se dirá á su tiempo, agora será bien pasar adelante con el proceso de la visita.

Miércoles veintiseis de Noviembre salió el padre Comisario muy de mañana de Tarecuato, y pasado allí junto al pueblo una muy honda barranca por una puente de piedra, y andadas tres leguas en que se pasan dos ó tres arroyos y una fuente, llegó buen rato despues de salido el sol, á un pueblo de los mesmos indios y Obispado, visita de augustinos, llamado Xaripu. Saliéronle á recebir con música de trompetas, y á la entrada del pueblo estaba toda la gente junta aguardando á que pasase y les diese la bendicion, y los que no pudieron acudir allí, salieron despues á las encrucijadas y aun á la salida del pueblo corriendo al mismo efecto; tenian barridas todas las calles por donde el padre Comisario habia de pasar, y antes de llegar al pueblo habian arrancado muchas

piedras para allanar el camino, todo con tanta devocion que á los muy indevotos se la pusieran. Pasó adelante el padre Comisario, y pasados otros dos ó tres arroyos y andadas otras tres leguas, llegó al pueblo y convento de Vanimba, llamado Xiquilpa en lengua mexicana, donde se le hizo muy buen recebimiento, así por parte de los religiosos, como de los indios; media legua antes del pueblo estaba hecha en el camino una ramada, y de ella colgada una campana, la cual tañeron los indios y la repicaron cuando pasó el padre Comisario, regocijando tambien la fiesta con una danza de chichimecas contrahechos; hasta alli salió el corregidor de aquel pueblo y comarca con otro español, y le acompañó hasta Xiquilpa. Está fundado aquel lugar en un llano ó valle al pié de un cerro muy alto y cercado por otra parte de otros, y así es tierra caliente en que se dan naranjas, cidras, limas y limones, y otras frutas de tierra caliente; corre por él un bonito arroyo, es de mediana vecindad, de indios tarascos y tzaultecas, que es lengua por sí, y muchos dellos saben la lengua mexicana, los de las vísitas de aquella guardianía casi todos son tarascos, y los unos y los otros caen en el Obispado de Michoacan. Hay alli junto á Xiquilpa, muchas y muy buenas dehesas en la ribera de la laguna de Chapala, en las cuales, en tiempo de seca, se apacienta infinidad de ganado menor de lo que va de México y Queretaro y otras partes como en España en Extremadura. El convento, cuya vocacion es de San Francisco nuestro Padre, estaba acabado con su claustro, dormitorio é iglesia, todo pequeño y hecho de adobes; tiene una bonita huerta en que entra un golpe de agua que se saca de el arroyo sobredicho, con que se riegan muchos naranjos, cidros, limas y limones, plá

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