A Comparative View of the Spanish and Portuguese Languages: Or, An Easy Method of Learning the Portuguese Tongue for Those who are Already Acquainted with the Spanish

Portada
Hilliard and Brown, 1831 - 104 páginas
 

Páginas seleccionadas

Otras ediciones - Ver todo

Pasajes populares

Página 79 - ... -¡Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados; y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío.
Página 98 - Nunca te guies por la ley del encaje, que suele tener mucha cabida con los ignorantes que presumen de agudos. " Hallen en tí más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico.
Página 87 - Quijote — . ¿No oyes el relinchar de los caballos, el tocar de los clarines, el ruido de los alambores?
Página 85 - Vizcaya, que viene armado con las armas partidas á cuarteles azules, verdes, blancas y amarillas, y trae en el escudo un gato de oro en campo leonado...
Página 99 - Al que has de castigar con obras no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.
Página 84 - Laurcalco, señor de la puente de plata: el otro de las armas de las flores de oro, que trae en el escudo tres coronas de plata en campo azul, es el temido Micocolembo, gran duque de Quirocia: el otro de los miembros giganteos que está á su derecha mano es el nunca medroso Brandabarbaran de Boliche, señor de las tres Arabias...
Página 80 - Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otero, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra...
Página 80 - Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron á cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo.
Página 88 - ¿Quién podrá decir que esta señora que está a mi lado es la gran reina que todos sabemos, y que yo soy aquel caballero de la Triste Figura que anda por ahí en boca de la fama?
Página 83 - Pentapolin del arremangado brazo, porque siempre entra en las batallas con el brazo derecho desnudo. » — « ¿Pues por qué se quieren tan mal estos dos señores?» preguntó Sancho.— «Quiérense mal...

Información bibliográfica