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do á los demonios, los cuales, á unas coplas que les cantaban á canto de órgano, en oyendo en ellas el nombre de Jesus, caian todos en tierra y temblaban, haciendo mil visages y meneos en señal de temor y espanto. A la puerta del patio estaba el golpe de la gente, hombres y mugeres, sin número, puestos todos en procesion, con muchas cruces y andas y mucha música de flautas y trompetas; y finalmente, faé recebido con mucha fiesta, solemnidad y devocion. Acudieron luego los indios con presentes de gallinas, miel, melones, aguacates, zulumuyes, así los principales como otros particulares, y no solo aquel dia sino todos los demás que alli estuvo hicieron esto. Es aquel pueblo de mucha vecindad de indios mayas, y de los mesmos son los demás de la guardianía, está fundado en llano, á raíz de la sierra sobredicha y dánse en él muchos árboles frutales de los de Indias, de tierra caliente; tiene dos anorias, con que se saca agua para el sustento de todos. El convento es una casa pequeña de cal y canto, sin claustro, con otras tantas celdas y otra sala para el Santi simo Sacramento, como la de Oxkutzcab. Tienen los indios su ramada, muy grande y bien hecha, y en ella una buena capilla, todo dentro del patio, el cual está cercado de naranjos y tiene cuatro capillas, en cada esquina la saya. La huerta del convento es buena y grande, y hay en ella muchos naranjos, guayabos, aguacates, zapoles, plátanos, zulumuyes, pitahayas y un coco muy hermoso; riégase todo esto y la hortaliza con agua que viene de una de las dos anorias del pueblo. Moraban alli dos religiosos; visitólos el padre Comisario, y detúvose con ellos cinco dias, así por negocios que se ofrecieron, como porque estaba indispuesto.

De la cueva de Tikax.

Tres cuartos de legua de aquel pueblo de Tikax, entre Oriente y Sur, está una cueva muy vistosa y notable, que á estar en España se estimara en más de lo que se estima dónde ella está, porque para un ermitaño ó religioso que quisiera vivir en soledad y darse á la contemplacion era muy á propósito, y si para recreacion la quisieran, era tambien para esto muy acomodada. Está aquella cueva debajo de la sierra de suso referida, la cual se atraviesa, yendo desde Tikax, para llegar á la boca . Hay antes de llegar á ella unas sabanas y dehesas muy anchas y espaciosas, en que se hallan venados y conejos; á la boca desta cueva tiene su dueño, que es un indio de aquel pueblo, plantados algunos aguacates y guayabos y otros árboles frutales, con otros de flores de la tierra, de buen olor; están estos árboles en la ladera de la dicha sierra, en una concavidad á manera de patio ó corral, al cual se baja por dos ó tres gradas, y tiene al un lado unas cobachas en las cuales se puede amparar mucha gente del agua que llueve. Yendo por este patio á la banda del Poniente, hay una gran bóveda clara y patente y muy capaz, con algunas entradas á los lados á manera de retretes, hecho todo naturalmente en la peña viva, en los cuales con harta facilidad se podrian hacer celdas y aposentos; es muy recreable aquella bóveda y en tiempo de mas calor está mas fresca, tiene dos bocas en lo alto, y por ellas salen algunos piés de cacao que esTOMO LVIII. 50

tán plantados en el suelo en frente dellas, los cuales como casi todo el año tienen la hoja verde y fresca y echan á su tiempo las mazorcas del cacao, hacen aquel lugar mas agradable y deleitoso; desde esta bóveda se baja, por una escalera de palo de diez á doce escalones, á un gran patio redondo y claro, de paredes muy altas, de peña viva, el cual es una arbertura que allí hizo naturaleza en aquella sierra. En este patio hay algunos piés de cacao, y en la pared dél una gran puerta muy alta y ancha por la cual se entra á la cueva, la cual es muy larga, y tiene dos mangas, una mas larga que otra; hay en ella muchas bóvedas, unas mas altas y mas de ver que otras, pero todas admirables; entre estas hay una altísima que parece que fué capilla de alguna iglesia, en cuyo cimborrio estuvieron fijadas muchas estrellas, por orden y concierto, y que despues las arrancaron, quedándose allí los hoyos y señales, porque así tiene aquella bóveda hechos muchos cóncavos y hoyos, por el órdeu sobredicho y en medio dellos uno mayor que los demás : otras hay donde del agua que de lo alto se distila, quedan cuajadas muchas diferencias de labores, y unas molduras plateadas muy galanas como de hábitos ó de otras ropas, que colgadas de los cuellos hacen muchas arrugas muy vistosas. Desta agua que se distila, y vá cuajando hay en otras partes muchos racimos colgando, y aun dellos han llegado ya muchos al suelo, y asi se pasa entre unos y otros, y hiriendo en ellos con alguna piedra suenan como si fuesen mármoles; son tantos estos pilares que en alguna manera parecen á los de la iglesia vieja de la cibdad de Córdoba, que fué antiguamente mezquita de moros, que así mesmo son muchos. Bien adentro desta cueva está una abertura ó boca, ca

si en la cumbre de la sierra, á manera de boca de pozo, por la cual entra alguna luz y claridad, y aunque está muy alta algunos indios descienden por ella, por unas raices de un árbol de aquella tierra que llegan abajo, y cogen agua de un pozo que está allí hecho en redondo en la peña viva, de estraña hondura, el cual casi siempre está lleno y es el agua muy buena. Sin esta agua deste pozo se recoge dentro de la mesma cueva, en unas pilillas de piedra puestas allí para el efecto, otra agua maravillosa, fresca y muy delgada, de la que se destila por lo alto de otra bóveda en la cual no se cuaja tanto como en las demás. Dicen algunos que aquella cueva fué antiguamente zonote lleno de agua, y que por algun accidente reventó y que huyéndose toda el agua, excepto la del pozo sobredicho, quedó lo demás en seco. Hay en el suelo de aquella cueva grandes simas y aberturas muy hondas, y á los lados algunas cobachas que no les hallan cabo, porque no quieron entrar á buscarle, lo cual parece favorecer á la opinion sobredicha; lo cierto y verdadero es, que el estar la cueva muy obscura y haber en ella estas cobachas, simas y aberturas, fuerza á los que quieren verla á que lleven hachas encendidas, porque sin ellas no verian nada y se despeñarian en aquellas simas y barrancas, las cuales son cierto espantosas; otras muchas particularidades se callan de aquella cueva, por no dar fastidio al que esto leyere.

Seis leguas de Tikax comienzan los pueblos de la provincia de Petu de los mesmos indios mayas, partido de un clérigo del mesmo Obispado de Yucatan, y como cuarenta leguas mas adelante entre Oriente y Sur, está la villa de Salamanca de Bacalar, de diez ó doce vecinos españoles, algunos de los cuales tienen en enco

mienda unos poblezuelos de indios de la lengua de vaimil, que casi es como la de Campeche: de los unos y de los otros tiene cargo en lo espiritual un clérigo. Hay por allí muchas lagunas y dáse algun cacao; para ir allá desde Mérida se pasan algunas ciénagas y lagunas, y desde alli se embarcan para Honduras y Guatemala, yendo á salir al Golfo Dulce ó á Puerto de Caballos; allí en Bacalar se acaba el Obispado de Yucatan, y por allí confina con el de la Verapaz.

De como el padre Comisario visitó el convento de Mani y el de Humun, y de la cibdad de Mayapan.

Jueves veintidos de Septiembre salió el padre Comisario de Tikax á las dos de la mañana, la via de Oxkutzcab, y andadas aquellas tres leguas por el mesmo camino que á la ida habia llevado, llegó antes del dia al dicho pueblo, donde halló á aquella hora toda la gente junta, que le estaba aguardando con algunas danzas y bai les, con muchas ramadas y música, Hiciéronle aun mas fiesta que la otra vez y entróse en el convento, donde esperó á que amaneciese, y luego prosiguió su viage, y andadas dos leguas de camino razonable llegó temprano al pueblo y convento de Mani. A la una legua habia hecha una gran ramada con algunos ranchos en que estaban muchos indios principales, para dar recado si acaso alguno de los frailes llevase necesidad de desayunarse; en toda la otra legua sismpre fué encontrándose indios de Mani y de otros pueblos de aquella guardiania,

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