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quedándose con su secretario y con el predicador de la Puebla, y fray García de Arellano, ambos hijos de aquella provincia, y con un corista de Guatemala que el dia antes habia llegado allí con ciertos negocios, salió de aquel pueblo con los españoles sobredichos, y, andadas dos leguas largas de camino muy llano, llegó á un pueblo de indios otomies de aquella guardianía llamado San Lorenzo, donde aquella noche habian dormido los dos frailes de Amozoc; los cuales, segun pareció, ya que no les dejaban ir en compañía del padre Comisario, querian, á lo ménos, ir siempre á la mira para dar prisa al alcalde mayor. Pasaron los españoles con él de largo por aquel pueblo, y andadas otras tres leguas largas, tambien de buen camino, con mucho sol, polvo y cansancio, llegaron á una ventecilla nueva llamada del Canónigo Santiago. Refrescáronse todos con agua fria, que allí hay, que se saca de un pozo, á brazos, y luego prosiguieron su viage, y andada otra legua asimesmo de camino llano, pasaron por junto á otra venta que llaman la Nueva, la cual estaba á la sazon despoblada; y andada otra legua del mesmo camino, llegaron á otra venta llamada de Oliveros, en la cual habia muy mal recado, porque no habia para todos sino un aposento muy patente, exento y desabrigado, y no obstante esto, por ser ya puesto el sol, poco menos, y llegar todos muy fatigados, especialmente el padre Comisario, como mas viejo, se detuvieron allí aquella noche, la cual pasaron muy mal por la poca ropa y menos reparo que habia contra el excesivo frio que allí hace: el agua que allí se bebe, es muy gruesa y salobre, sácase de un pozo con una anoria, pero media legua de allí está una fontezuela de buen agua, de la cual trujeron un cántaro por hacer regalo al padre Comisario, el cual se

detuvo, por estar indispuesto, en aquella posada hasta otro dia por la tarde.

Aquel mesmo lunes (ó el martes siguiente) prosiguiendo el provisor de la Puebla en sus diligencias y excomuniones, hizo matar candelas y que apedreasen las puertas de la casa del alcalde mayor de aquella cibdad, y de un criado del Virey y de los demás, nominatim, descomulgados, y queriendo irá poner cesatio a divinis, llegó, el miércoles treinta de Diciembre, una provision de la Audiencia de México en que le mandaban que, so pena de las temporalidades y ser desterrado de los reinos, alzase el entredicho por treinta dias, y absolviese á los descomulgados por otro tanto tiempo, y pareciese en México con lo procesado, para que se viese si era justa ó no la causa del entredicho y excomunion; cumpliólo así el provisor, y alzado el entredicho, y absueltos los excomulgados por treinta dias, á reincidencia, se partió otro dia para México: lo que cerca desto pasó, adelante se dirá.

No lejos de aquella venta de Oliveros, donde llegó el padre Comisario, está, á la banda del Norte, un buen pueblo de indios mexicanos, llamado San Juan, en el cual solia haber un convento nuestro de la provincia del Santo Evangelio; dejóse á los clérigos, por parecerles á los prelados que estaba á trasmano: moran en aquel pueblo algunos españoles. Estando en aquella venta, supo el alcalde mayor que los dos frailes de Amozoc, que el uno se llamaba fray Pedro Serrano y el otro fray Diego Mendez, estaban allí cerca en una estancia, y no lo pudiendo ya sufrir, les escribió que se fuesen luego á sus casas, y que, si por no irse les sucediese algo, no se espantasen; decia esto porque tenia intento de prenderlos

y entregarlos al padre Comisario, si no se iban; ellos se fueron luego, y no pararon hasta el convento de Xalapa.

Martes en la tarde, veintinueve de Diciembre, salió el padre Comisario de aquella venta, y andada una larga legua de buen camino llano, llegó á otra buena venta llamada de Rodriguez, donde habia mejor recado que en la de Oliveros; diéronle de cenar y cama razonable, pero padeció mucho frio, que lo hace por allí muy recio el agua que allí se bebe es tambien de pozo, gruesa y salobre, pero al padre Comisario y á sus frailes dieron de la fuente sobredicha.

Miércoles treinta de Diciembre, salió de aquella posada al amanecer, y andada una legua de camino llano, pasó por junto á otra venta, que llaman de Pizar

ro,

y andadas otras tres leguas y media, por unos campos y llanos muy largos, anchos y penosos, pasó por junto al hospital de Perote, del cual queda dicho atras, no entró dentro por estar un poco apartado del camino y porque el alcalde mayor no gustaba de llevarle allá, pareciéndole que no estaria allí seguro, y así anduvo otra media legua y llegó á una venta que llaman tambien de Perote, á la cual viene un arroyo de agua muy buena, y no poco fria, que desciende de una sierra muy ta, que llaman asimesmo de Perote, en la cual hay nieve casi todo el año y está á la banda del Sur de la venta; allí, en aquella venta, se detuvo todo aquel dia y la noche, en la cual hizo muy recio frio.

al

No lejos de aquella venta, á la banda del Norte, está un pueblo grande de indios mexicanos, llamado Xalatzingo, en que solia haber un convento nuestro de aquella mesma provincia y dejóse y dióse à clérigos, como el otro de San Juan; dánse en aquella comarca muchas nue

ces de la tierra, y aun de las de Castilla, dánse piñones, tambien de la tierra, los cuales son mas chicos que los de Castilla, pero tienen el mesmo sabor y la mesma calidad: certificaron al padre Comisario (aunque es dificultoso de creer) que los árboles que llevan aquesta fruta no la dan sino de siete á siete años.

Estando en aquella venta recibió el padre Comisario general una carta del guardian del convento de San Francisco, de la Puebla, en que le pedia que le absolviese de la excomunion, alegando ciertas causas y razones para excusarse de no haber acudido á sus mandatos. Respondióle el padre Comisario lo que convino, pero no le envió la absolucion, porque él pedia que fuese en secreto, y su culpa habia sido pública y notoria y no queria salir de ella.

Jueves treinta y uno de Diciembre, último dia del año de ochenta y siete, salió el padre Comisario al amanecer de la venta de Perote, y pasados dos ó tres arroyuelos, que descienden de la sierra nevada sobredicha, y andada legua y media, por entre pinares, de razonable camino, llegó á otra venta que llaman de la Cruz Blanca, junto á la cual corre otro arroyuelo; pasó de largo, y pasado otro arroyo y algunas costezuelas, y andada media legua, tambien entre pinares, pasó por junto á otra venta, y andada otra legua del mesmo camino, entre pinares, llegó á otra venta que llaman de las Vigas, junto á la cual corre otro arroyo; allí le dieron de comer y descansó un rato, y luego prosiguió su viage, y andadas dos leguas largas de cuesta abajo, entre llanos, y la una dellas de mal país, que de una y otra parte del camino estaba lleno de piedras secas y requemadas, como escoria de herrerías, llegó á otra venta llamada de la Hoya;

pasó de largo por hacer jornada y poder llegar otro dia á decir misa á Xalapa, y andada otra legua grande de mal camino, de muchas costezuelas y algunos revento-: nes, con mucho barro, llegó, poco antes que anocheciese, á otra venta que llaman del Soldado: hízosele allí mucha caridad, y descansó toda la noche. Viene à aquella venta un arroyo de agua muy buena y es tierra aquella templada, donde no hace tanto frio como en Perote, mas, con todo eso, se siente mucho desde media noche abajo.

Viernes primero de Enero de mil quinientos ochenta y ocho años, salió el padre Comisario de aquella venta, antes que el sol saliese, y andada una legua larga de cuesta abajo, de camino muy mojado, pasó por junto á otra que llaman de Roman, por cerca de la cual corre un buen arroyo; y andada otra legua tambien de cuesta abajo, entre llanos y del mesmo camino, llegó á otra venta que dicen del Montañés ó de Sedeño: pasó de largo, y, andada otra legua, llegó al pueblo de Xalapa á las nueve de la mañana y lleváronle á la posada del alcalde mayor; luego dijo misa en un hospital que allí tienen los hermanos de San Hipólito de México, para curar los pobres que suben de las flotas, dieron para ello recado los frailes de nuestro convento, aunque ninguno dellos se atrevió á ir á ver al padre Comisario, por no caer en la indignacion de fray Pedro de San Sebastian. Dicha misa, porque la casa del alcalde mayor era pequeña, llevaron al padre Comisario á otra de un español, escribano y vecino de aquel pueblo, en la cual estuvo hasta el lunes siguiente y se le hizo mucha caridad y regalo, ayudando para esto los frailes y síndico de aquel convento que, para el padre Comisario y sus frailes, y para los españo

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