Imágenes de página
PDF
ePub

la culpa desta dilacion nacia de sueceses y franceses, y que si estos deseaban la paz, podian pasar adelante en este tratado con Vuestra Majestad y con el Emperador, del cual resultaria la paz entre los Príncipes Católicos, que es lo que debia procurar el Rey de Francia y los medianeros de aquí; dada esta respuesta, vinieron á mi casa los Plenipotenciarios del Emperador y me dieron cuenta de las órdenes que tenian de Su Majestad Cesárea, que son las mismas que he escrito á Vuestra Majestad, diciendo que estaban resueltos de no dar respuesta al Embajador de Venecia, porque el Emperador les mandaba que no adelantasen estos tratados, y me pidieron que les dijese mi parecer en lo que debian hacer; yo les referí lo que me habia pasado con el Secretario del veneciano, y que no me parecia conveniente dejar de responderle en buena forma, echando la culpa de la dilacion á sueceses y franceses, y mostrándose prontos á pasar adelante en estos tratados si franceses querian ajustarse con el Emperador y con Vuestra Majestad, porque con esto se alcanzaban dos cosas de gran consideracion: la primera, que conoceria el mundo la prontitud de ambas Majestades en la paz entre los Príncipes Católicos; la segunda, que si acaso franceses por haber sueceses roto la guerra á Dinamarca sin su consejo, como publican, y por los movimientos de su Reino y falta de dinero y medios, quisiesen adelantar este tratado sin la dependencia de sueceses, seria de grandísima conveniencia el separarlos, no solamente para el Emperador sino tambien para el Rey de Dinamarca, porque tendria en su favor libres las fuerzas del Imperio, sin poderse quejar de Su Majestad Cesárea, supuesto que la liga que trata no quiere que sea contra franceses ni contra la Princesa de Hesen, sino solamente contra sueceses; esto les ha parecido bien, y así me han ofrecido que hablarian al Embajador en la misma conformidad; y si esta separacion se pudiese hacer en los tratados importaria mucho á Vuestra Majestad y seria motivo para que se ajustasen holandeses, y tal puede ser el estado de las cosas de Francia, que lo admitan. Habiendo yo escrito al marqués de CastelRodrigo la detencion deste tratado por el de Osnabruck, res

ponde en carta de 20 de Abril estas palabras: «< con esto temo que se ha de levantar gran grita de nuesta aversion á la paz, y que tambien ha de resultar el embarazo del tratado de ahí, hélo representado, más está en su opinion.» Vuestra Majestad y sus compañeros verán la forma de gobernarse para no incurrir en ninguno destos escollos, con lo cual parece que el Marqués aprobará todo esto. Dios guarde la Católica y Real persona de Vuestra Majestad como la Cristiandad ha menester.

COPIA DE OTRA CARTA

DE DON DIEGO SAAVEDRA FAJARDO Á SU MAJESTAD, FECHADA EN MUNSTER Á 6 DE MAYO DE 1644.

(Archivo general de Simancas.-Secretaría de Estado.—Leg. 2.345.)

SEÑOR.

En carta de 18 de Enero, que es comun á los tres Ministros que hemos asistido aquí, me manda Vuestra Majestad que procure la union entre el Emperador y el Imperio, y separar á Holanda de Francia, ó que este Rey se una con Vuestra Majestad contra ella, esto último parece imposible, porque no hay intereses con que obligar á Francia, supuesto que en lo que se conquistare en aquellas partes, no se le puede dar parte porque seria poner las provincias obedientes entre la Francia con evidente peligro de perderlas; y ya que plaza á plaza no se puede recobrar lo que ocupan holandeses, segun el estado presente, no queda otro remedio sino procurar ganar al Príncipe de Oranje, ó esperar algun movimiento interno dentro de las provincias unidas, para lo cual importaria mucho la Liga, como sucedió en la pasada; y en cuanto á los primeros dos puntos de unir al Emperador y al Imperio y de separar á franceses de Holanda, ningun medio mejor que el que he señalado á Vuestra Majestad en carta de 5, que es de procurar

con estos medianeros que insistan en procurar la paz entre los Príncipes Católicos, dejando correr aparte el tratado de Osnabruck, como á persuasion suya lo propondrán hoy los Plenipotenciarios del Emperador al Embajador de Venecia; y yo mañana hablaré en ello al Nuncio, á quien por su oficio toca más esto.

Tambien me manda Vuestra Majestad que esparza algunos tratadillos que puedan inducir á la paz, deshacer los designios de Francia y descubrir la sincera intencion de Vuestra Majestad, y siempre he trabajado en esto, reconociendo lo que mueven y que de ello se valia Richelieu; y así hice y publiqué dos entre esguízaros que importaron mucho á Borgoña, y despues una carta de un holandés á otro Ministro de aquellos Estados, representándoles la mala razon de Estado en consentir que los franceses tomasen puestos en las provincias obedientes, y estando en esa córte compuse los suspiros de Francia, que agradaron á Vuestra Majestad, y se sirvió de dar intencion que se publicarian; pero hasta ahora no han valido, y luego que llegué aquí imprimí, en Francafort, una carta de un francés á otro del Parlamento de París, que remito á D. Jerónimo de Villanueva, en que se descubre la culpa de franceses en no hacerse la paz, y los daños de proseguir la guerra: la cual carta espero que hará buenos efectos en Francia por lo que aquellos vasallos aborrecen la guerra. Pero mayores se verán de otro tratado que he enviado á imprimir á Bruselas, sin autor ni lugar, en el cual están todos los tratados de Ligas y confederaciones de Francia con holandeses y sueceses, y la que últimamente han hecho con Suecia y el Príncipe de Transilvania á daño del Imperio y de la Cristiandad, poniendo algunas cartas intercetas del Embajador de Francia, residente en Constantinopla, escritas al Transilvano, en que le avisa las diligencias que hacia con el Turco para que le diese licencia de entrar con sus armas en Hungría, y otras cartas de Forstencon y del Salvio, Plenipotenciario de Suecia: y tengo por cierto que será este tratado muy importante para turbar á Francia, porque siendo las últimas consideraciones que estos Plenipotenciarios

han hecho en Holanda, se desengañarán de que aquel Reino procura le paz, sino encender la guerra: de suerte que en esta parte queda servido Vuestra Majestad, y de aquí adelante no tendré ociosa la pluma. Dios guarde, etc.

COPIA DE CARTA

DE DON DIEGO SAAVEDRA FAJARDO Á SU MAJESTAD, FECHADA EN MUNSTER Á 7 DE MAYO DE 1644.

(Archivo general de Simancas.-Secretaría de Estado.-Leg. 2.345.)

SEÑOR.

En carta de 29 de Enero se sirvió Vuestra Majestad de mandar escribirnos que ninguna cosa tratásemos, propusiésemos, ni admitiésemos proposicion ninguna sin comunicarlo todo con el marqués de Castel-Rodrigo, á cuya órden y direccion 'habiamos de estar hasta que llegase el duque de Medina de las Torres; y aunque esta carta nos dejara bastantemente informados, llegan ahora otras dos, una de 18 de Marzo, y otra minuta, sin firma ni fecha: en la primera se sirve tambien Vuestra Majestad de decirnos que se nos ha dado el título de Plenipotenciarios para honrarnos y para que asistamos al marqués de Castel-Rodrigo, y no para que tengamos juntas con otros Ministros, ni adelantemos la materia más de lo que el Marqués nos avisare y tuviere por conveniente, teniendo entendido que este negocio está cometido á él, y que así convendrá, y se nos ordena que con mucha atencion oigamos lo que se nos propusiere, y poniéndolo por escrito avisemos al Marqués sin empeñarnos ni adelantarnos, reservando el responder, segun lo que nos advirtiere el Marqués: y en la minuta dice Vuestra Majestad, oyendo lo que nos propusiesen lo refiramos al Marqués esperando sus órdenes, y que nos contengamos en estos límites sin exceder de ellos ni en obra ni en

palabra un punto, y que de todo lo que le escribiésemos demos cuenta á Vuestra Majestad.

Estas cartas, Señor, repetidas nos tienen confusos y turbados, porque presuponen que habemos excedido ó errado en lo que aquí se ha tratado, y hasta ahora no sabemos en qué, porque no ha habido ocasion, no habiéndose aún abierto la negociacion y solamente los imperiales han venido á consultar con nosotros algunas cosas teniendo órden del Emperador de conferirlo todo con los Plenipotenciarios de Vuestra Majestad, y cuanto ha dado lugar el tiempo lo hemos consultado con los marqueses de Tordelaguna y Castel-Rodrigo, dándoles distinta cuenta de resolucion, y observando religiosamente sus órdenes y advertencias, de los cuales hemos tenido aprobaciones y ninguna reprension, y de todo hemos tambien avisado al mismo tiempo á Vuestra Majestad, sin haber reservado cosa alguna; y con ser los principios de este Congreso tan dificultosos, se han asentado con aplauso general y con satisfaccion de todos los Ministros de Príncipe sin haber nosotros obrado por motivos propios, sino en conformidad de las instrucciones enviadas por el marqués de Castel-Rodrigo; y cuando las envió, no nos dijo que oyésemos solamente, sino que con ellas tendriamos con qué comenzar el tratado y continuarle por muchos dias; y en otra carta repite, que por muchos meses nos podrian servir, sin que por falta de ellas se culpe la dilacion, y no dudamos de que todo se haria más cumplidamente con la autoridad, talento y experiencia del Marqués, y si estuviera cerca, aún de los mismos pensamientos, le hubiéramos dado cuenta. Pero no parece practicable lo que Vuestra Majestad nos manda que en su ausencia no admitamos juntas, ni respondamos á lo que nos propusieren, porque de esta suerte podrian decir los enemigos que Vuestra Majestad procura entretener la paz y no apresurarla, y que nos han enviado más para hacer bulto y apariencia que para tratarla; y en entrando en esta sospecha (como era fuerza) los franceses, ó no habrian venido al Congreso, ó se habrian vuelto y tendrian pretesto para echar la culpa á Vuestra Majestad; fuera de que, teniendo órden (como se ha dicho) los

« AnteriorContinuar »