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visos al prodigio calmo repentino, y repentino en breve volvió á soplar mas furioso, rehaciendo su repeticion los desmayos que causó su pausa, y sin que á resistirlo bastase la robustísima trabazon que construian tantos unidos maderos y tantos repetidos lazos de las cadenas al duplicado choque de uno y otro baxel cedió roto en el puente todo el mayor estribo de la esperanza de los Moros, pasando de la otra parte las dos vencedoras naves, contra que en vano desde el puente mismo, desde el Arenal todo, y desde el castillo de Triana se fulmináron innumerables rayos de arrojadas armas: baxel uno y otro dignos de eterna memoria mas que la decantada nave Argos de los Griegos, y que de la Capitana de Ramon Bonifaz, refiere el Cronista Gila Gonzalez Dávila, que preciándose justamente de haberse fabricado en su puerto, la pone por blason de sus armas la villa de Santander; y que la puso la Santa Iglesia de Sevilla en el primer sello de su Cabildo con una imágen de nuestra Señora en su popa, y la santa Cruz en su gavia, parece colegirse de uno del año de 1256, en que se ve un baxel con sus velas, cuyo árbol remata con una cruz, y en la popa una imágen de nuestra Señora sentada, y se lee en la orla: Signum Capituli Hispalensis: Sello del Cabildo de Sevilla; en escritura original de su archivo, que mencionaré el año mismo, y que me ha dado justo motivo á esté reparo: pues qual otro pudo ser el de tan extraordinario blason hasta ahora de otro alguno no reparado? y porque mejor lo acreditará su copia, me ha parecido ponerla aquí, como tan notable.

ECCL

II

Quanta fué la oposicion de los Moros á lo que tanto les importaba estorbar, poco es menester para in→ ferirlo; y quanta igualmente la prevencion del Rey Santo, que en persona con el Infante Don Alonso, seguidos de lo mas gallardo de sus tropas, se avanzáron por la parte de la torre del Oro contra los Moros del Arenal para retirarlos á la ciudad, y hacer por tierra escolta al Almirante, que acabando de deshacer el puente, como es de entender, volvió á salir salvo con sus dos á que sin duda amaynando las velas, luego que executó el violento y feliz choque, y volviendo las proas hácia la torre del Oro, salia tan aplaudido de los vítores alegres de los Christianos, como de los funestos lamen

naves,

tos de los Moros, que miraban cortada la garganta al cuello de su esperanza. Proeza de las mas heroycas y mas raras que se obráron en esta empresa, en que tantas concurrieron notables, y dia de los mas faustos con que premió el cielo las virtudes de nuestro Santo Conquistador, cuyo esfuerzo solo pudo intentar, cuya virtud merecer, y cuya fe lograr suceso tan á todas luces feliz y glorioso.

Puso este en gran conflicto á los Moros de Sevilla, considerándose destituidos del socorro de Triana, y de la comunicacion del Alxarafe, hallándose en ella, segun lo que despues se vió, mas de quatrocientos cincuenta mil Moros: pero quan gran provision aun incluia, lo muestra haber proseguido su defensa hasta 23 de Noviembre: ahora el siguiente dia 4 de Mayo pasó el Santo Rey con toda la mayor parte del exército à combatir á Triana, ayudando desde el rio el Almirante; mas fué la defensa tan grande, que no se pudo rendir luego; y necesitándose de mas espacio para batir y minar los fuertes muros de su castillo, quedó en su contra el Señor Infante Don Alonso con sus hermanos Don Fadrique y Don Henrique, el Maestre de Santiago Don Rodrigo Gomez, Don Rodrigo Floraz, Don Alonso Tellez, Don Pedro Ponce y otros caballeros que prosiguieron la expugnacion no sin costa de muchos afanes. Entre cuyas bizarrías fué la de Garci Perez de Vargas, que sabiendo que un Infanzon del linage de los Mariños le murmuraba que traxese las hondas por blason, aunque no ménos genuino de los Vargas que de los Mariños, un dia que de la pelea sacaba muy roto el escudo, dixo al Infanzon, que bien argüia, que no merecia aquellas insignias el que tan mal las trataba; que pues él tenia las suyas tan sin daño, viese si otro dia queria experimentar, peleando con los Moros, quál mejor las merecia; consiguiendo así, que turbado y corrido le satisficiese en disculpas, con general aplauso de uno, é igual ignominia de otro,

13 Don Juan Arias, Arzobispo de Santiago, al

TOMO I.

D

exemplo de otros Prelados que personalmente asistian á este famoso sitio, vino á él con una lucida compañía de caballeros Gallegos con que se alojó cerca del arroyo Tagarete hácia aquella parte, que anegando sus aguas el prado de Santa Justa, los vapores que levanta el sol en el verano llenan de humedad nociva el ayre con ofensa de las cercanas habitaciones; efecto que presto experimentáron el Arzobispo y su gente, que enfermáron los mas, exponiéndose á que los Moros, sabidores de su flaqueza, los molestasen, que tomáron á su cargo vengar valerosos Don Pedro Ponce, Don Rodrigo Floraz, y Don Alonso Tellez, con el Adalid Domingo Muñoz, y les dispusieron una celada, dexando para atraerlos, desviados y sin guarda algunos carneros, á cuya presa avanzándose engañados los Moros con muerte de mas de quinientos, y de cincuenta valerosos Gazules (linage entre ellos estimado) pagáron la osadia, dexando bien satisfecho al Arzobispo, que poco despues no sin interposicion de otros sucesos sangrientos, agravada su enfermedad, hubo de obedecer en retirarse el precepto del Santo Rey, que le mandó volver á su tierra; Prelado insigne, que hubo de ceder á la indisposicion á despecho de su valor, nacido del generoso tronco de los Mexías.

14. A este tiempo los Moros en su defensa malogrando la fuerza, pensaban ardides por la industria de Ŏrias Alfaqui, docto, que á visitar las Mezquitas de Andalucía, santuarios á su modo, habia poco antes venido del Africa; de aquellos que entre ellos protestan ambicion grande con máscara de Religion (vicio de todas gentes) este pues (entre otros) fraguó un engaño, con que pensó dar muerte al Infante Don Alonso, ó cautivándole, hacer de su Real persona prenda que obligase á su padre á levantar el sitio, haciendo que algunos Moros principales le ofreciesen dos torres, de apoderado, podria serlo presto de la ciudad. Rezeló el Infante sabio el paliado trato, y envió en su lugar, aunque le pedian que fuese en persona, á Don Pedro de Guzman, que llegando con recato dudoso, se evadió

que

de la sospecha y verdadera traicion con muerte de solo un caballero; suceso que el Conde Don Pedro de Portugal en su Nobiliario refiere con mas circunstancias, que hacen poco al caso, porque tienen mas viso de cuentos fabulosos que de historia; y la de este sitio con tan soberano Caudillo pide mayor gravedad de narraciones. A él á este tiempo señala la Crónica que llegó el Concejo de Córdoba, y que pusieron su estancia cerca mucho de la ciudad; ocupando el Maestre de Santiago el cerco que dexó el Arzobispo Don Juan Arias, en que se ve que ó se habia ganado Alfarache, ó cesado la oposicion del Rey de Niebla Aben Amafon, contra que guerreó el Maestre en aquella parte; pero ni de la toma de aquel fortísimo castillo, ni de la de Triana dicen cosa alguna las Historias; y así es de entender, que se incluyéron en la entrega de Sevilla el progreso, de cuyo sitio apretándose cada dia mas, no dexaba de tener algunos siniestros sucesos, qual el en que fué muerto Don Sebastian Gutierrez, Rico Ome, y estuvo á igual peligro, aunque se libró, Don Diego Sanchez de Fines, saliendo los dos á escoltar los herberos; faccion que fué siempre peligrosa, y que no sola esta vez causó infeliz fracaso, porque presto en otra muriéron los mas de sus defensores con la varia fortuna de la guerra.

15 Mejor suceso tuvo el Almirante en impedir, poniendo su armada en medio al Moro Orias, que habia pasado de la parte de Triana, la vuelta y el socorro que pretendia introducir, hasta que del todo quedó impedida la comunicacion, de que presto nacieron las pláticas de la entrega, no sin que precediesen diferentes sucesos, que aunque se ignora su individualidad, los insinua la Crónica. Cosa seria, dice, dificultosa poderte escribir é contar todas las cosas que pasáron en este cerco de Sevilla; y asimismo quántos trabajos y miserias pasáron los que en aquel cerco se halláron ántes que la ciudad tomasen. Fatigada la soldadesca con la falta de mantenimientos, y molestias de las inclemencias de los temporales, se conturbaban en pláticas peligrosas, y escaso el dinero atra-,

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