Imatges de pàgina
PDF
EPUB

S. IV. Necesidad de fijar en este tratado la topografia y gerarquía de las iglesias titulares.

Entre las dificultades que surgian para la publicacion de los apuntes del Sr. Fort, era una de ellas el fijar los nombres de esas iglesias y tambien el paraje donde radican ó estubieron situadas, pues que muchas de ellas ya no existen. No sabemos si entraba esto en su plan, pues ninguna indicacion hay acerca de ello en sus apuntes. Mas era preciso hacer uno y otro, y nada fácil ejecutarlo, pues á veces ni los geógrafos, ni los que tratan de estos asuntos, ni tampoco los Diccionarios, ni aun los Anuarios Pontificios están concordes sobre su topografía y la dependencia de metrópolis, que en algunas de ellas fué muy varia.

El P. Florez puso al frente de la España Sagrada (tomo 1.° de ella) lo que llamó Clave geográfica, que en su segunda parte es un tratado muy curioso de geografia sagrada, con las divisiones y subdivisiones de los Patriarcados, Exarcados y provincias eclesiásticas de todo el orbe católico. Pero en el deseo de abreviar, faltan allí las noticias do muchas sedes eclesiásticas antiguas y modernas, y por tanto no satisface á la necesidad de aclarar este punto, cuando hay que hablar concretamente sobre esas iglesias en este tratado. Preciso era, por tanto, decir algo siquiera de aquellas, las cuales fuera preciso citar por haber llevado Obispos españoles aquellos títulos y figurar con ellos á veces en nuestros anales.

La ignorancia de la geografia antigua en esta parte ha dado lugar á errores groseros, aun en épocas recientes y en documentos oficiales. La Real Academia de la Historia vió con disgusto que en el Concordato novísimo de 1851 se estampase en su artículo 5.° el error craso de llamar Clunia á CiudadReal, siendo sabido que Clunia, límite occidental de la Celti

(1) Véase el tomo 2.° de la descripcion de Osma por Loperraez.

beria, estaba en Coruña del Conde, Obispado de Osma, y que todavía se reconocen el sitio de la poblacion y sus vestigios. Este error se ha repetido en la bula de creacion del priorato de las Ordenes militares en Ciudad-Real, volviendo á llamar Clunia á esta poblacion, que debiera llevar más bien el respetable título Oretano, puesto que se halla tan próximo el lugar de Granátula, donde se ven los vestigios de la célebre iglesia de Oreto. Esto indica que en esa parte de la geografia antigua no está mejor la curia romana que la española. Y si en las cosas domésticas se ha cometido en la segunda mitad de este siglo error tan grosero, y con mucho mayor culpa de España que de Roma, ¿qué aciertos podremos esperar respecto de países remotos, extraños y relegados completamente á la historia de tiempos muy remotos?

Como los Obispos españoles, que obtuvieron títulos en paises ocupados por infieles (in partibus infidelium), y que ni directa ni indirectamente dependían de España, no pertenecieron á la gerarquía eclesiástica de nuestra iglesia, parece que no había necesidad de pasar á inquirir tampoco dónde estuvieran aquellas sillas extrañas que ocuparon de nombre y por honor en remotos y á veces poco frecuentados países. Al fin el título de España Sagrada, que el P. Florez dió á esta obra, hacía ajenas de ella las investigaciones acerca de esas iglesias episcopales, que con la nuestra nada han tenido que les fuera comun. Pero tambien parecía demasiado duro hablar de esos Obispos, á quienes tales títulos se dieron, y pasar por alto el punto donde estaba la iglesia cuyo título se les dió. Por otra parte, aunque algunos de ellos son sabidos y muy conocidos, otros son oscuros y casi ignorados; y en cuanto á la pronunciacion y modo de escribir esos nombres, hay tal variedad y discordancia, que a veces se duda si es uno mismo el pueblo á que á se alude, ó si está en distintos países. Diócesis hay que se ha designado con dos y hasta con tres nombres como si fue

ran distintas sillas, cual sucede con la de Utica y otras. Si hubieran de citarse todos los absurdos que sobre este particular se han escrito, podría hacerse un catálogo curioso. En el siglo pasado los traductores del Ministerio de Estado en la interpretacion de lenguas, al verter al castellano las bulas, escritas con los detestables caractéres lombardos ó longobárdicos, que en buen hora acaba de eliminar nuestro Bmo. Padre Leon XIII (q. D. g.), solían no saberlos leer bien y menos traducir. De ahi vino el que vertieran Obispo de Larén, por Episcopus Larensis, Obispo de Arcén, por Episcopus Arcensis, y así de otros muchos, y luego en la Gaceta y en todos los documentos oficiales sagrados y profanos se continuaban diciendo estos desatinos.

En época bien reciente se ha estado llamando al Auxiliar de Toledo, Sr. D. Francisco Sales Crespo, Obispo de Archis, preguntando todas las personas curiosas dónde estaba Archis? cómo se pronunciaba? si debía decirse Archis ó Arquis? (1) sin que se diera oportuna respuesta; y, como los Diccionarios geográficos no sacaban tampoco de este apuro, fué preciso acudir al gran Diccionario de Moroni, donde se halló Archis como sufragánea de Tiro, citada por Guillermo de Tiro en su historia Belli Sacri, y al mismo tenor por Renan y otros modernos (2).

Parece que lo más sencillo en estos casos, hubiera sido acudir á nuestros Diccionarios geográficos.

Dos tenemos que, si fueran buenos, hubieran allanado estas y otras dificultades. El uno es del siglo pasado, escrito en inglés y traducido del francés por D. Juan de la Serna, im

(1) Los escritores del siglo XVII escribían el nombre del Nuncio Facheneti foneticamente Fagueneti, tal cual lo oían pronunciar á los italianos.

(2) Renan le llama Arka (Missions de Phenicie). El Anuario de 1879, pág. 259, pone Archis, Arcen, pero fija la sede en la Pisidia. El del caballero Pietri de 1851 omitía Arce y Archis y ponía Arca en la Armenia 2.a

preso en casa de Ibarra el año 1763 en tres tomos en 4.° de unas 400 páginas cada uno.

El otro con el titulo de Diccionario geográfico universal, redactado por una sociedad de literatos y publicado en Barcelona el año de 1851 en diez tomos fen 4.o, de unas 900 páginas cada uno y edicion compacta.

Por desgracia en estos diccionarios faltan muchos y muy importantes pueblos, citados y conocidos en España, tales como Berito (1), Biblos y otros. Ademas los nombres están pésimamente traducidos, como sucede con Biserta, á la cual ambos llaman Biserte. Así que, aun cuando se ha echado mano de ellos algunas vecesal ver la inutilidad de sus noticias se han omitido en la mayor parte.

Por ese motivo se prefirió establecer el método siguiente. Pónese al pie de cada Obispado la colocacion gerárquica que le da el P. Gams, advirtiendo si es iglesia sufragánea ó metropolitana. Como la obra del P. Gams es más moderna que la de Le Quien, se omiten las citas de éste para abreviar.

En pos de esto se ponen la situacion y gerarquía que le dan los Anuarios Pontificios, y con la propia ortografía, que en unos y otros se les atribuye.

A veces, se citan los dos Diccionarios geográficos aludidos, y aun el muy voluminoso de Moroni, y finalmente, lo que con respecto á alguno que otro dice el Sr. Fort, con relacion á los documentos que había consultado, sobre todo para arreglar el punto aún más difícil de la ortografía, del cual hay que tratar especialmente.

(1) Lo más extraño es la falta de mencion de Berito, que no se halla ni por Beiruth, ni Beyrut, ni Bayrut ó Baruth, nombres todos que se le han dado. Esto es tanto más extraño, cuanto que hablándose mucho en varias narraciones de nuestras iglesias del célebre Cristo de Berito, que fué azotado por los judíos, el nombre de aquel pueblo era popular en España, pues en Balaguer, Zaragoza, Tudela y otros puntos son venerados algunos Crucifijos de los cuales se dice que subieron hasta allí por el Ebro y se suponen ser el de Berito.

[ocr errors][merged small][ocr errors]

Finalmente se pone despues de los nombres, tal cual los expresan los Diccionarios, el episcopologio de Gams, y los Anuarios Pontificios de 1851 y 1879, el nombre ó nombres que daba el Sr. Fort al Obispado, con relacion à las Gacetas, crónicas y otros documentos que había consultado, y al Anuario de 1871, de que solía valerse.

En el texto figuran los pueblos tal cual él los escribió, pero á la cabeza del artículo se pone el nombre del pueblo en letras más gruesas, tal cual se debe escribir y pronunciar á nuestro juicio.

S. V. Ortografia y pronunciacion de esos titulos episcopales.

Llegamos ya á la parte más escabrosa y difícil de este trabajo, pues, si la topografía es dudosa, y sobre todo en lo relativo á las innumerables iglesias de Africa, todavía lo es más en lo que concierne al modo de escribir sus nombres, y dada la rapidez y casi violencia con que se hacen ahora estas mutaciones, á disgusto de la gente conservadora, tradicionalistas y etimologistas. Puede servir en esto de ejemplo un pueblo de los primeros que ocurren como titulares.

El nombre de Adramit, en latin Adramyttium, se ha escrito de muy distintos modos; Adramita, Adramite, Adrasmito y Adramitto. En latin se ha escrito viciosamente Adramitium, Adramytum, Adramythum y aun con alguna variante más. El P. Gams lo escribe correctamente Adramyllium. La Gerarchia della Santa Chiesa impresa en Roma, en 1851, en la imprenta Cameral, ó sea de la Cámara Apostólica, por el caballero Gerónimo (Girolamo) Petri, oficial de la secretaría de Estado, da dos iglesias Adramitenses, una sufragánea de Efeso, que llama en italiano Adramitto, y otra arzobispal en Africa á la cual llama Adrumeto ó Adramitto, con notoria confusion, llamando luégo á esta sede Adrumetense. Es extraño que siendo la ver

TOMO LI.

« AnteriorContinua »