Imágenes de página
PDF
ePub

dad de Santo-Domingo donde en esta su Real Abdiencia1 he hecho esta misma relacion que á V. A. se envia.

[ocr errors]

Esta relacion se halla unida á una carta de los oidores de Santo Domingo al Emperador, su fecha á 30 de agosto de 1520 y firmada por el lic. Villalobos, Matienzo, Figueroa, Pasamonte, Alonso Davila, Ampies y el mismo Ayllon (Lucas Vazquez de), que era uno de los oidores. Empiezan diciendo como ocho meses antes habian enviado á su compañero Ayllon para estorbar la pasada de Narvaez contra Cortés, y el alzamiento de Cuba, si quedaba desamparada de españoles. Que no envian los autos de lo que pasó, porque aun no son venidos el secretario y alguacil que con él fueron. Concluyen manifestando sus temores de que se susciten escándalos en la tierra nuevamente descubierta, y la necesidad de enviar alli persona de autoridad que contenga á los desobedientes, é impida cualquier desacato contra la Real Audiencia. « Aqui (añade) son gente muy osada y bulliciosa, y V. M. debe proveer con tal rigar que entiendan ha de ser muy temida y obedecida su Real Audiencia. >>

IV.

Segunda carta-relacion de Hernan Cortés al Emperador: fecha en Segura de la Sierra á 30 de octubre de 1520.

Muy alto y poderoso, y muy católico Príncipe, invictísimo Emperador y Señor nuestro : En una nao que de esta NuevaEspaña de V. S. M. despaché á 16 de julio del año de 1519, envié á V. A. muy larga y particular relacion de las cosas hasta aquella sazon, después que yo á ella vine, en ella sucedidas. La cual relacion llevaron Alonso Hernandez Puertocarrero y Francisco de Montejo, procuradores de la Rica-Villa de la Veracruz, que yo en nombre de V. A. fundé. Y después acá, por no haber oportunidad, así por falta de navíos y estar yo ocupado en la conquista y pacificacion desta tierra, como por no haber sabido de la dicha nao y procuradores, no he tornado á relatar á V. M. lo que después se ha hecho; de que Dios sabe la pena que he tenido Porque he deseado que V. A. supiese las cosas desta tierra; que son tantas y tales, que, como ya en la otra relacion escribí1, se puede intitular de nuevo emperador della, y con título y no menos mérito que el de Alemaña, que por la gracia de Dios V. S. M. posee. E porque querer de todas las cosas des

De este y de otros pasajes en que Cortés alude á una carta-relacion anterior se deduce que era distinta en su contexto de la enviada por los regidores y justicias de la Villa-Rica de la Veracruz, segun ya advertimos en la Introduccion.

tas partes y nuevos reinos de V. A. decir todas las particularidades, y cosas que en ellas hay y decir se debian, seria casi proceder á infinito, si de todo á V. A. no diere tan larga cuenta como debo, á V. S. M. suplico me mande perdonar; porque ni mi habilidad, ni la oportunidad del tiempo en que á la sazon me hallo, para ello me ayudan. Mas con todo, me esforzaré á decir á V. A. lo menos mal que yo pudiere la verdad, y lo que al presente es necesario que V. M. sepa. E asimismo suplico á V. A. me mande perdonar si todo lo necesario no contare el cuándo y cómo muy cierto, y si no acertare algunos nombres, así de ciudades y villas, como de señoríos dellas, que á V. M. han ofrecido su servicio y dádose por sus súbditos y vasallos. Porque en cierto infortunio agora nuevamente acaecido, de que adelante en el proceso á V. A. daré entera cuenta, se me perdieron todas las escrituras y autos que con los naturales destas tierras yo he hecho, y otras muchas cosas.

En la otra relacion, muy excelentísimo Principe, dije á V. M. las ciudades y villas que hasta entonces á su real servicio se habian ofrecido, y yo á él tenia sujetas y conquistadas. Y dije asımesmo que tenia noticia de un gran señor que se llamaba Muteczuma, que los naturales desta tierra me habian dicho que en ella habia, que estaba, segun ellos señalaban las jornadas, hasta noventa ó cien leguas de la costa y puerto donde yo desemDarqué. Y que confiando en la grandeza de Dios, y con esfuerzo del real nombre de V. A., pensaba irle á ver do quiera que estuviese; y aun me acuerdo que me ofrecí, en cuanto á la demanda deste señor, á mucho mas de lo á mí posible, porque certifiqué á V. A. que lo habria preso ó muerto ó súbdito á la corona real de V. M. Con este propósito y demanda me partí de la ciudad de Cempoal, que yo intitulé Sevilla, á 16 de agosto, con quince de caballo y trescientos peones lo mejor aderezados de guerra que yo pude y el tiempo dió á ello lugar; y dejé en la villa

1 Lo mismo que « sujetado ».

2 Cempoal conserva hoy su nombre; dista de Veracruz cuatro leguas; y sus ruinas dan á entender la grandeza de la ciudad; pero es distinto de otro Zempoal en el arzobispado de Méjico, que dista deste doce leguas. Asi lo declara el arzobispo Lorenzana en su nota á este pasaje, y como nadie hasta ahora ha puesto en duda sus vastos conocimientos en las antiguedades mejicanas, hemos conservado sus anotaciones, principalmente las referentes á la topografia.

de la Veracruz ciento y cincuenta hombres con doze Te caba, haciendo una fortaleza, que ya tengo casi acabada, y dejé toda aquella provincia de Cempoal y toda la sierra comarcana1 á la dicha villa, que serán hasta cincuenta mil hombres de guerra y cincuenta villas y fortalezas, muy seguros y pacíficos, y por ciertos y leales vasallos de V. M., como hasta agora lo han estado y están; porque ellos eran súbditos de aquel señor Muteczuma, y segun fuí informado, lo eran por fuerza y de poco tiempo acá; y como por mí tuvieron noticia de V. A. y de su muy real y gran poder, dijeron que querian ser vasallos de V. M. y mis amigos, y que me rogaban que los defendiese de aquel gran señor que los tenia por fuerza y tiranía, y que les tomaba sus hijos para los matar y sacrificar á sus ídolos, y me dijeron otras muchas quejas dél; é con esto han estado y están muy ciertos y leales en el servicio de V. A. é creo lo estarán siempre por ser libres de la tiranía de aquel3, y porque de mí han sido siempre bien tratados y favorecidos. E para mas seguridad de los que en la villa quedaban, traje conmigo algunas personas principales dellos, con alguna gente, que no poco provechosos me fueron en mi camino. Y porque, como ya creo, en la primer relacion escribí á V. M. que á algunos de los que en mi compañía pasaron, que eran criados y amigos de Diego Velazquez', les habia pesado de lo que yo en servicio de V. A. hacia, é aun algunos dellos se me quisieron alzar y írseme de la tierra, en especial cuatro españoles, que se decian Juan Escudero y Diego Cermeño, piloto, y Gonzalo de Ungría, asimismo piloto, y Alonso Peñate; los cuales, segun lo que confesaron espontáneamente, tenian determinado de tomar un bergantin que estaba en el puerto con cierto pan y tocinos, y matar al maestre dél, y irse á la isla Fernandina á hacer saber á Diego

Es parte de la Sierra Madre, donde están los totonacos.

2 Antes de subir á la sierra camino de la Huasteca se ve una zanja muy profunda, que los habitantes de Cempoal hicieron para defenderse de los mejicanos.

3 Con los tributos los tenia tiranizados, y asombra ver lo que pagaban.

Este Diego Velazquez es el mismo que, segun las historias de Solis, Torquemada y Herrera, hizo tanta contradiccion á Cortés, y puso en duda el crédito y fidelidad deste, enviando al rey siniestros informes desde la isla de Cuba, donde estaba de gobernador y de que fué conquistador; era natural de Cuéllar y antes criado de don Bartolomé Colon. . En el cod. de Viena « Periate ».

A la isla de Cuba la llamaron Fernandina por el rey don Fernando el Católico, y á la de Santo Domingo, Isabela, por la Reina Católica.

« AnteriorContinuar »