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se dieron á S. M. munchas ciudades y provincias que antes no tenia salvo Hernando Cortés.

Hecho esto vino Diego de Ordaz que habia ido con un navío por la costa del Norte en busca de Hernando Cortés, y afirmó que era muerto y trajo ciertos indios que lo decian. Los procuradores de los pueblos, por escusar alborotos y escándalos, viendo lo que habia hecho Rodrigo de Paz y otro alboroto que ansí mismo anduvo levantando Francisco de las Casas, y que tambien se sonaban no mejores nuevas de Pedro de Albarado que estaba en Guatimala, viendo la calidad desta tierra, y lo que antes habia pasado en ella, por conservalla en paz, y que no se levantase alguna tirania hasta que S. M. proveyese, dijeron que pues el poder de S. M. no espiraba por muerte de Hernando Cortés Ꭹ quedaba en el fator y veedor á quien el lo dejó, que era bien de jurallos, y juraronlos por gobernadores hasta que S. M. proveyese de gobernador, y ellos juraron á los procuradores de mantenellos en justicia. Hecho esto levantaronse ciertos indios en la provincia de Guaxaca, diz que con acuerdo del dicho Pedro de Albarado; fué el veedor á los pacificar y á poblar una villa que ahí estaba señalada con los Indios que Hernando Cortés allí tenia, y pacificó los Indios.

Pasado, Señores, todo esto, un domingo en la noche, veinte y ocho de enero, llegaron cartas del gobernador á San Francisco, donde estaban munchos de los suyos retraidos, unos por la muerte de Cristóbal Dolid, y otros por que prendieron al teniente Gomez Nieto en las Higüeras 2, y le quitaron la vara del Rey y lo encadenaron y hicieron muchos vituperios, y despoblaron el pueblo que allí estaba poblado; y otros por otros delitos contra los cuales se procedia á pregones. Juntose con ellos el tesorero armado Ꭹ otra mucha gente. El fator tambien juntó gente consigo, si bien concurrió la mayor parte al favor del gobernador y del tesorero y de los dichos delincuentes. El contador y yo con él fuemos por parte del fator á dar en ello algun medio; hizimos apear al tesorero y hizo hazer cabildo ally junto con San Francisco. El tesorero y contador por su abtoridad tomaron varas de justicia en la calle; el contador

Oaxaca ú Oajaca.

Las Hibueras.

siempre ha dicho que contra su voluntad se la dieron, y fueron al dicho cabildo con ellas adonde el dicho tesorero prendió luego un alcalde y dos regidores, y hizo quel dicho cabildo los eligiese por tenientes de gobernador, diciendo quel pueblo los pedia, y así se hizo y vinieron sobre el fator con mano armada, al cual combatieron y prendieron teniendo la vara del Rey en la mano, y quitaron la juridicion que estaba por S. M. y volvieronla á Fernando Cortés, y tomaronla ellos en su nombre, sabiendo ellos lo que dél tenian escrito á S. M., y luego enviaron á prender al veedor que estaba en Guaxaca, el cual huyó y se metió en un monesterio, y de allí lo enviaron á sacar, y pusieron los presos en dos cámaras sín ninguna lumbre, con muchas prisiones y en sendas jaulas y con muchas guardas, y sin tener mas poder que este que he dicho que les dió Méjico, mandaron en todas las otras juridiciones de toda la tierra y hicieron teniente de Medellin y de Villa-Rica á Alvaro de Sayavedra, pariente del gobernador, el cual era uno de los dichos retraidos y pregonados por la prision del dicho Gomez Nieto, y por haber despoblado la dicha villa y por otros delitos. Asimismo hicieron alguacil mayor á Juan de Hinojosa, que era uno de los dichos retraidos y pregonados por los mismos delitos; y asimismo hicieron su alcalde mayor al bachiller Juan de Ortega, al cual se le habia notificado ante mí una cédula de S. M. para que se fuese á personar ante los oidores de Santo-Domingo, y le fué puesta pena que lo cumpliese; contra el cual habia tambien cierta pesquisa sobre la muerte de Cristóbal Dolid, la cual el dicho fator queria enviar, al tiempo que él fuese, á los dichos oidores. Asimismo soltaron á Juan Rodriguez de Villafuerte, que estaba preso á muncho recabdo con dos testigos de vista, que señalaban otros tres que estaban presentes cuando él dijo sobre un gobernador que decian quel Rey enviaba, puesta la mano en el espada y sacándola hasta la mitad en son de amenaza contra el Rey y contra quien por él viniese : « venga quien quisiere, que jurado hemos de no dar la tierra al Rey, sino defendersela, » y deste hicieron guarda mayor del fator y veedor. Soltaronse asimismo otros presos de la carcel que estaban presos por feos delitos, y fueron presos y perseguidos y retraidos otros munchos que no los habian cometido, sino que eran amigos del fator y veedor, los cuales agora han mandado soltar sin pena.

En todas estas cosas, aunque culpó á los dichos tesorero y contador, parece que el contador siempre decia que no podia mas ni osaba contradecir al tesorero de miedo de los parciales del dicho Fernando Cortés.

Los que, Señores, tenian la parcialidad del dicho Hernando Cortés por desarraigar el nombre de S. M. de la tierra, buscaban maneras de prender á los dichos tesorero y contador, que fueron algunas veces avisados; una de las cuales se lo descubrí yo, y pusieronse á recabdo; pero si Dios no lo remediara no se pudiera escusar, y si se hiciera, Dios sabe quien mandara de Nueva-España. Tambien, Señores, se movieron otros diciendo, que el fator y veedor estaban presos contra justicia, y quel tesorero y contador no fueron jueces para los prender, y reponiendo una fuerza por otra, ordenaron de sacallos de la prision, lo cual fué descubierto antes que se pusiese en efeto, y fueron algunos de ellos presos, contra los cuales procedió el bachiller Juan de Ortega, no poco apasionado en servicio de Hernando Cortés, el cual degolló tres y ahorcó cuatro y desterró otros y condenó á perdimiento de bienes, sin otorgalles apelacion, y si muncho se tardara la venida de Hernando Cortés, sabe Dios si parara aquí.

Después desto, Señores, vino el gobernador Hernando Cortés llamandose señoria, y los dichos tesorero y contador le hicieron recibimiento con arcos triumfales y con munchos entremeses, y las cruces salieron hasta la plaza á lo recibir; y aquí quiero tener la mano de ciertos entremeses que pasaron enviándole á pedir misericordia para sus vasallos. Fuese á posar á San Francisco; vino nueva que era venido un juez del Rey á Medellin y los frailes pidieronle al veeder, el cual antes no les habia querido dar, y dioselo porque fué sacado de su monesterio, y esto hecho no sé á qué proposito, aunque algunos lo tienen por claro, el dicho Hernando Cortés quitó los alcaldes y regidores que estaban hechos y puso otros sus parientes y criados. Hecho esto llegó una carta de Luis Ponce, que haya gloria, con otra de S. M. haciéndole saber su venida, el cual le envió á hacer banquetes por el camino. Luis Ponce se dió priesa y entró en esta ciudad, y antes que entrase, y entonces, el veedor que estaba en San Francisco y el tesorero y

1 Expresion equivalente á « me abstengo de referir » ó « quiero pasar por altó ».

contador tenian muncha gente allegada en su favor, y presentó su provision de juez de residencia, y fué recibido, aunque algunos quieren decir que si no estoviera la tierra en bandos que se mostraban claros, se le hiciera el recibimiento que á los otros pasados. Y luego como fué recebido al oficio, adoleció, y Hernando Cortés, cómo supo su venida, y después de recibido, hacia repartimiento de indios á muy gran priesa, y hizo pregonar conquistas y armadas, y Luis Ponce le envió á decir desde la cama que no lo hiciese, pues no podia, y que hiciese su residencia clara.

En este tiempo aquejole el mal, y llegó el licenciado Marcos de Aguilar que venia por inquisidor, y fué rogado que socorriese al servicio de S. M.; y pues Luis Ponce se aquejaba, tomase la vara de alcalde mayor por él, y así se hizo; pero antes le dije yo pensando que viviera Luis Ponce, que si no toviese judicatura le aseguraria diez mil pesos de oro en un año por el abogacia, segund los nogocios estaban trabados, mayormente que los seis mil dellos sabia yo dos partes que se los dieran; el cual me respondió que no dejaria de servir á S. M. en tiempo de tanta necesidad por ningund interese. Y cómo ya se conoció que Luis Ponce no podia vivir, trespasó al dicho licenciado todos los poderes que de S. M. traia, y el gobernador Hernando Cortés envió á embargar todos los navíos de Medellin. Y el dia que falleció Luis Ponce los procuradores de los pueblos, persuadidos por alguna persona diabólica, hicieron requirimiento á Hernando Cortés que tornase á tomar la gobernacion en si, y otro tal hicieron al cabildo de la ciudad para que se la diese; el cual cabildo estaba ayuntado antes que enterrasen á Luis Ponce en la iglesia de esta ciudad con muncho alboroto y gente armada de la que antes se habia ayuntado á dormir en casa del dicho Hernando Cortés; y el dicho cabildo envió á decir al licenciado Marcos de Aguilar que pues por muerte de Luis Ponce habia espirado su poder, que les diese la vara ó fuese al cabildo á mostrar por qué cabsa la tenia. El estaba muy enfermo y viejo, y respondió como sano y varon, y pusoles ciertas penas, y dijoles que cuando aquella le tomasen, aunque estaba viejo y flaco, que les pareceria otra cosa, y que palos habia para hacer otras para los castigar. El veedor, tesorero y contador tenian ayuntada gente consigo de los servidores de S. M. para socorrer al licenciado, y luego fueron á la iglesia el contador y el tesorero á contradecir

aquel cabildo, y lo que querian hacer, y dijeron á Hernando Cortés que allí estaba, algunas palabras, por las cuales se suspendió aquel cabildo. Los que se mostraron servidores del Rey estaban esperando ser sacrificados, segund la costumbre de los indios, si el licenciado dejase la vara. En fin, Señores, han pasado aquí munchos requerimientos y abtos; pero el gobernador Hernando Cortés no ha querido dejar el repartimiento de los Indios, ques el señorío de la tierra.

Antes que muriese Luis Ponce, Hernando Cortés tuvo maña de hacer á Francisco de Orduña, què fué su secretario y criado, que pujase la escribania de la gobernacion, el cual la pujó en doscientos mil maravedis, y si Luis Ponce no muriera, segund los criados de Hernando Cortés decian, no parara en dos mil ducados hasta que Orduña la hobiera, porque le convenia á Hernando Cortés; y cómo falleció Luis Ponce, paró allí y no se pujó mas. Esto parece claro ser de las cosas de Hernando Cortés, porque cómo es poderoso de dinero, guia las cosas á su modo.

Aquí, Señores, se han dicho por algunos criados y parciales de Hernando Cortés munchas palabras osadas en deservicio de S. M., como es notorio, diciendo que Hernando Cortés y ellos ganaron la tierra y quél es señor della y la ha de mandar, y que aunque venga el Emperador en persona, cuanto mas otro gobernador, que no se debia recibir; y cuando veen elegir por alcaldes y regidores á algunos servidores del Rey, dicen que no es menester mas para que si S. M. enviase otro gobernador que lo reciban, y otras munchas palabras dinas de muncho castigo. Andan, Señores, aquí munchos amigos suyos cerreros1, á quien él ha hecho valer en la tierra, los cuales no saben que es yugo de Rey. A mi pobre juicio seria menester castigar á los unos, y dezepar 2 la mala planta de la tierra.

Algunos dicen aquí que levantaban á Hernando Cortés en Castilla que no habia de recebir á quien el Rey enviase, y que ya se ha visto su mentira, pues recibió á Luis Ponce con tanto favor y banquetes. Otros dicen contra esto que reniegan de los banquetes, y

Así en el original : « potro cerrero llaman aun en la Extremadura baja al potro no domado, y en esta acepcion es sinónimo de cerril. »

2 Está por descepar, desarraygar ó sacar de quajo.

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