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leccion, traducida al latin: estas dos obritas solo alcanzan hasta la muerte de Atahualpa, y son la base principal y las noticias originales de la conquista del Perú, pues tanto Xerez como Sancho se restituyeron á Sevilla en 4534, es decir, muy al principio de los acontecimientos.

Con mas detencion, profundidad y acierto los refirió el contador Agustin de Zárate en su Historia de la conquista del Perú, que imprimió en 1554, y que después se reimprimió en Sevilla, ocupando tambien un lugar en el tomo i de la coleccion de Barcia; y ciertamente que era acreedor á estas señaladas muestras del aprecio público este trabajo histórico. Su autor, hombre de cuenta y de instruccion, segun Robertson, presenta un cuadro exacto de la conquista y las guerras civiles que la siguieron : como contador real que era, tuvo relaciones con los principales personajes que figuraron en aquel teatro, y noticias exactísimas de cuanto pasaba : fiel al Emperador en los disturbios de los Pizarros, y aficionado á la historia, tuvo que escribirla con reserva y cautela, pues asegura él mismo que á haberse sabido se ocupaba en esta tarea, quizá le hubiera costado la vida su atrevimiento. Volvió por fin á Europa por los Países-Bajos, y publicó la primera edicion de su libro en Ambéres. Sin temor de exageracion puede decirse que la obra de Zárate es quizá el monumento histórico mas bello y acabado que posee nuestra lengua, porque además de un estilo puro y castizo, de una diccion clara, de lo ameno y variado de la materia, y finalmente, de un profundo conocimiento de ella, ostenta en alto grado la sensatez, cordura y veracidad, prendas las mas principales de un escritor de historia.

Por el mismo tiempo dió á luz en Sevilla la primera parte de su Crónica del Perú Pedro Cieza de Leon, escritor poco conocido, pero tal vez el mas digno de atencion de cuantos han tratado del imperio de los Incas: una residencia de veinte y tantos años en aquellas remotas regiones, un conocimiento vasto de sus calidades, producciones y recursos; un estudio concienzudo de las cosas y los hombres de aquel país, le proporcionaron datos que casi puede asegurarse no ha poseido español ninguno de aquellos tiempos; y ciertamente, si hubiese llegado á imprimir las tres partes completas de su obra, difícil seria que compitiese ningun otro escritor con él, ni en la copia de noticias, ni en la suma de hechos importantes, ni en la exacta y completa descripcion de aquella tierra. Por desgracia solo se imprimió un volúmen, que contiene esto último, quedando el resto desconocido ó extraviado; pero tal cual es, la obra de Cieza es la mejor pintura geográ– fica, natural y física del Perú en aquellos tiempos, y revela sucesos que la timidez ó mala fe de otros historiadores ocultó al público. Esta obra se reimprimió en Ambéres al año siguiente de 1555, ha tenido la mala suerte de no volver á publicarse después, echándola muy de menos los aficionados á la lectura de las cosas del Nuevo-Mundo.

y

En 1572 imprimió tambien en Sevilla Diego Fernandez su Historia del Perú, dedicada principalmente á referir las guerras intestinas de los Almagros y Pizarros y la pacificacion de la tierra por el licenciado Pedro de la Gasca. El autor estuvo largos años en América ejerciendo un cargo importante de la magistratura, y es por lo mismo probable adquiriese noticias fidedignas de cuanto refiere, haciéndolo en lenguaje claro, sencillo y natural.

Tales son los trabajos históricos mas conocidos, hechos por los españoles para dar cuenta al mundo sabio de sus empresas en aquel continente: muchos pudiéramos citar todavía que han quedado inéditos, y algunos impresos relativos á expediciones de menor importancia; pero fuera una tarea inútil y pesada la de enumerarlos. Terminado el siglo xvi, continuaron con mayor afan estos estudios, y el inca Garcilaso, Herrera, fray Pedro Simon, Torquemada, el obispo Piedrafita, y otra porcion de escritores distinguidos siguieron la senda abierta por GÓMARA, Bernal Diaz, Zárate y los demás que hemos citado. A proporcion que se extendia la conquista hasta los rinçones mas apartados del nuevo continente, aumentaban los viajes, relaciones y noticias, formando un ramo especial de literatura, que ha excitado poderosamente la atencion en los tiempos en que vivimos, y que se cultiva con extraordinario esmero y afan en una y otra orilla del mar Atlántico. El progreso intelectual de los Estados-Unidos se hace sentir, si no con la misma actividad,

con bastante fuerza en nuestras antiguas posesiones ultramarinas; las prensas de Méjico, Colombia, Perú, Buenos-Aires y otras ciudades reproducen nuestros antiguos historiadores, y hasta imprimen relaciones primitivas y curiosas que el sistema político adoptado por nuestra patria respecto á las colonias habia condenado á la oscuridad y al silencio.

Mengua fuera para la nacion cuyos hijos acometieron tan ilustres hechos, y los consagraron después con la pluma para leccion y estudio de la posteridad, quedarse atrás en tan noble tarea: harto tiempo hemos descuidado nuestras glorias, ya arrastrados de una pereza y desidia imperdonables, ya ocupados en cuestiones vitales que nos tocaban mas de cerca y en que se interesaban nuestra seguridad, bienestar é independencia; y estas razones de patriotismo, y hasta de decoro, recomiendan altamente una nueva publicacion de nuestros antiguos monumentos literarios, sobre todo de los relativos al memorable descubrimiento y conquista del continente americano. El benemérito y erudito Navarrete abrió este camino publicando las importantes tareas de los navegantes españoles en los siglos xv y xvi: trabajo lleno de interés y hecho concienzudamente, que llamó la atencion de los sabios; pero suspensa aquella obra, todavía quedaban sumidas en el olvido las primeras relaciones de los escritores de América, que, publicadas en el siglo xvi, solo se habian repetido, y eso inexacta é incompletamente, á mediados del xvin.

Persuadido de esto el editor de la BIBLIOTECA DE AUTORES ESPAÑOLES, ha creido que debia dar lugar en ella á los historiadores antiguos y primitivos de América, es de r, r, á los que escribieron durante el siglo XVI, porque los posteriores mas deben considerarse como imitadores de los primeros que como autores originales. Pero por razones obvias se ha reducido á cierto número el de los que ha de abrazar en su plan, dejando algunos otros por voluminosos, por poco importantes, por desconocidos ó por puestos ya bajo otra jurisdiccion. Inaugurada por la Academia real de la Historia la publicacion de la Historia general, de OVIEDO, parece haber comenzado una serie de trabajos, que continuará con fray Bartolomé de las Casas y otros autores relegados hasta ahora al polvo de los archivos; pero esta publicacion, hecha por un cuerpo oficial con dispendios autorizados en los fondos públicos y condiciones especiales, nada tiene que ver con la que presentamos á nuestros lectores. Mas modesta en sus formas, redúcese solamente á reproducir y entregar al dominio público libros apreciables, pero poco conocidos, y cuya rareza y escasez los tienen casi del todo apartados de la circulacion literaria.

Fijando los limites en que ha de encerrarse la coleccion que emprendemos, debemos decir que comprenderá el primer volúmen las Cartas relaciones de HERNAN CORTÉS, las dos obras de Gómara de la Historia general de Indias y Conquista de Méjico, el Sumario de la historia natural de las Indias, de OVIEDO, y los Naufragios y comentarios de ALVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA; reservando para un segundo la Conquista de Nueva-España, de Bernal Diaz del Castillo, y las Historias del Perú, de Francisco de Xerez, Pedro Cieza de Leon, y Agustin de Zárate. Con esto quedarán ilustrados los dos hechos principales de la historia del nuevo continente, y cumplido el deseo de los que no quieren ver sepultadas en un eterno olvido estas reliquias de nuestra grandeza política y literaria.

Aquí debiéramos concluir, si no juzgásemos conveniente y aun necesario hacer algunas reflexiones sobre el carácter de nuestras composiciones en prosa relativas á la América, comparándolas con los poemas que nuestros antepasados compusieron sobre el mismo asunto. Desde luego llama la atencion la superioridad reconocida é indudable de nuestros escritores de América á los que trataron la historia de la metrópoli. No pueden en verdad competir en atractivo, amenidad y sencillez Mariana, Morales, Sandoval ni Garibay con GÓMARA, Bernal Diaz y otros, ni se ha escrito ninguna época de la historia patria con la claridad y sustancia que Agustin de Zárate desplegó al referir las guerras del Perú: dificil es explicar este hecho, que ninguno negará; si bien puede tener origen en la misma naturaleza de sus respectivas tareas: los unos escribian lo que veian delante de sus ojos; los otros encontraban el asunto que debian esclarecer perturbado con las ti

nieblas de los tiempos y la multitud de falsos cronicones que crearon una devocion indiscreta y uņa piedad ignorante ; de manera que mientras aquellos no tenian mas que copiar la imágen de la verdad, estos se fatigaban en desenvolverla de los falsos ornatos con que la habian ataviado el error y la mentira.

No es menos notable el fenómeno que resulta de la comparacion de nuestros prosadores y poetas de América. Ya el ilustre Humboldt, en su Cosmos, ha hecho esta curiosísima observacion, que por poco conocida creemos conveniente repetir, arriesgando, aunque con timidez, alguna explicacion de ella. Al paso que los historiadores descubren alguna vez la impresion que en ellos causaba aquella naturaleza nueva, gigantesca y sublime, apenas se encuentra en ninguno de nuestros poetas el menor vislumbre de este sentimiento, eminentemente poético. La Araucana, de Ercilla, el Cortés valeroso y la Mejicana, de Laso de la Vega, el Arauco Domado, del padre Oña, las Elegias de varones ilustres de Indias, de Castellanos, la Argentina, de Barco Centenera, y otra porcion de escritos métricos, malamente llamados poemas, nada dicen de los efectos que en la imaginación de sus autores debió causar el espectáculo de un nuevo continente con una vegetacion del todo desconocida; sus inmensos bosques, sus caudalosos rios, sus volcanes, sus cordilleras, cubiertas de eternas nieves, ninguna inspiracion comunicaron á los hombres que, dedicados al culto de las musas, parece deberian mirar con predileccion y cariño las bellezas naturales; y así es que los poemas citados son simplemente relaciones rimadas de los hechos que ocurrian. Si es permitido aventurar alguna conjetura sobre esta circunstancia notable, que invierte, por decirlo así, el carácter é índole de estos dos géneros literarios, parécenos que puede consistir en dos causas: la primera en el sello que imprimió á nuestra poesía la novedad introducida en ella á principios del siglo xvi por los partidarios de la escuela italiana, y la segunda en el modo de ver las cosas los respectivos escritores. Estas indicaciones merecen alguna explicacion, que si bien puede juzgarse ajena del asunto principal que tratamos, no lo es tanto como á primera vista parece, pues conduce en último resultado á demostrar el principal mérito de nuestros historiadores de América.

La alteracion que sufrió la poesía española en la época que hemos citado consistió principalmente en dar toda importancia á las formas, descuidando hasta cierto punto las demás condiciones', y haciéndola de pura imitacion; perdió pues su carácter nativo, su originalidad y frescura, ganando por otra parte en pureza, correccion y elegancia; los ritmos italianos la dieron mayor armonía, y la copia de las ideas y pensamientos clásicos se llevó á tal extremo, que en cualquiera situacion en que se hallase el poeta, su imaginacion le trasladaba á los tiempos mitológicos y á los antiguos imperios de Grecia y Roma. Solo así puede explicarse, por ejemplo, que Ercilla, para entretener á los soldados después de una marcha penosa por las soledades de los Andes, les cuente una noche los amores de Dido y Enéas, en vez de trasmitir á sus lectores los efectos que en su fantasía causaba el grandioso espectáculo que la naturaleza ofrecia á sus ojos; solo así se comprende el olvido de este elemento poderoso de poesía entre los que se dedicaron á celebrar en verso las hazañas de los conquistadores del Nuevo-Mundo.

Si pasamos á los escritores en prosa, hallamos satisfactoriamente explicada la circunstancia de la mayor atencion que prestaron á los objetos naturales: muchas de las relaciones originales son obra de los mismos capitanes y aun soldados: las marchas trabajosísimas que tuvieron que hacer por un país enteramente desconocido, los obstáculos que la naturaleza les oponia, las sierras ásperas y encumbradas que tenian que vencer, los inmensos rios, pantanos y ciénagas que con grandes peligros se vieron obligados á salvar, les hacian forzosamente fijar su atencion en ellos, dándoles algun lugar, y no el menos importante, al referir sus hechos y aventuras. Del mismo modo las diligencias que practicaban para buscar el sustento necesario en ocasiones de escasez y aun hambre, les condujeron como por la mano al exámen y reconocimiento de animales y vegetales, dando principio de este sencillo modo al estudio de las producciones de aquellas tier

ras; y si á esto se añade el estado de exaltacion de los ánimos, arrastrados unos á tamaña empresa por la codicia, otros por el sentimiento religioso, y otros, finalmente, por el ansia de distincion y de gloria, verémos que este mismo calor y entusiasmo pudo dar muy bien cierto colorido poético á narraciones que hoy leemos con interés muy inferior al de los que las extendian en medio de aquella conmocion que naturalmente excita en el hombre un país nuevo, unos pueblos ignorados y una naturaleza que jamás ha conocido.

Desde que GONZALO FERNANDEZ DE OVIEDO abrió la puerta al estudio de la historia natural de América con su Sumario breve, impreso en Toledo el año de 1527, trabajo en que incidentalmente se ocuparon GÓMARA, Cieza y de propósito el famoso Francisco Hernandez, entre otros, fué progresando el conocimiento de aquellas regiones, hasta el punto de que á mediados del siglo xvn el talento perspicaz del jesuita Cobo vislumbró ya el sistema ingenioso y pintoresco de la geografia de las plantas, que el insigne Humbold ha desenvuelto con tanta elegancia como verdad en nuestros tiempos. Hé aquí explicado ligeramente el genio de nuestra historia americana, y el atractivo irresistible que proporciona su lectura, aun comparándola con las obràs que tratan de la misma materia revestidas con los encantos del verso. Largo tiempo ha pasado desde que HERNAN CORTÉS, GÓMARA y demás autores que nuevamente publicamos cogieron la pluma para comunicar á la posteridad las noticias de aquellos países y sucesos en ellos ocurridos: un aplauso constante y no interrumpido ha galardonado sus tareas; y al darlas á luz después de un olvido casi completo, tenemos fundadas esperanzas de que la generacion actual no les dispensará menos favorable acogida que las pasadas.

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