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ta Lanzarote, que es la primera. Los escriptores antiguos las llamaron Afortunadas y Beatas, teniéndolas por tan sanas y tan abundantes de todas las cosas necesarias á la vida humana, que sin trabajo ni cuidado vivian los hombres en ellas mucho tiempo. Aunque Solino cuando habla dellas, mucho disminuye la fama de su bondad y abundancia, que conforma mucho mas con lo que al presente son. Otra isla diz que paresce á tiempos á la parte setentrional, que debe ser la Inacesible de Tolomeo, la cual muchos han buscado con diligencia, llevando en ala cuatro y aun siete carabelas hacia ella. Mas nunca ninguno la topa, ni sabe qué puede ser aquello. Canaria es redonda y la mejor; do es fértil, es fertilisima, y do estéril, esterilísima; así que lo bueno es poco y de regadío. No halló Pedro de Vera los canes que dijo el rey Juba, aunque dicen que tomó dellos el nombre. Piensan algunos que los llamaron canarios por comer como canes, mucho y crudo; ca se comia un canario veinte conejos de una comida, ó un gran cabron, que es harto mas. Tenerife, que debe ser la Nivaria, es triangulada y la mayor y mas abundante de trigo; tiene una sierra que llaman el pico de Teida, la cosa mas alta que navegantes saben; la cual es verde al pié, nevada siempre al medio, rasa y humosa en lo alto. El Hierro, segun opinion de muchos, es la Pluitina, donde no hay otra agua sino la que destilla un árbol cuando está cubierto de niebla, y cúbrese cada dia por las mañanas; extrañeza de natura admirable. Vivian todos los de aquellas islas en cuevas y chozas, y la cueva de los reyes de Galdar estaba cavada en vivas peñas, y toda chapada de tablones del corazon de pino, que dicen teda, madera perpetua. Andaban desnudos, ó cuando mucho, con cada dos cueros de cabras, peludos. Ensebábanse mucho para endurescer el cuero, majando el sebo de cabras con zumo de yerbas; comian cebada como trigo, que no lo tenian; comian cruda la carne por falta de lumbre, á lo que dicen; mas yo no creo que caresciesen de lumbre, cosa tan necesaria para la vida, y tan fácil de haber y conservar. No tenian hierro, que tambien era gran falta; y así, labraban la tierra con cuernos: cada isla hablaba su lenguaje, y así no se entendian unos á otros; eran en la guerra esforzados y cuidadosos; en la paz, flojos y desolutos; usában ballestas de palo, dardos y lanzones con cuernos por yerros; tiraban una piedra con la mano tan cierta como una saeta con la ballesta; escaramuzaban de noche por engañar los enemigos; pintábanse de muchas colores para la guerra y para bailar las fiestas; casaban con muchas mujeres, y los señores y capitanes rompian las novias por honra ó por tiranía; adoraban ídolos, cada uno al que queria; aparescíaseles mucho el diablo, padre de la idolatría; algunos se despeñaban en vida á la elecion del señor, con gran pompa y atencion del pueblo, por ganar fama y hacienda para los suyos, de un gran peñasco, que llaman Ayatirma; bañaban los muertos en la mar, y secábanlos á la sombra, y liábanlos después con correas pequeñitas de cabras, y así duraban mucho sin corromperse. Es mucho de maravillar que estando tan cerca de Africa, fuesen de diferentes costumbres, traje, color y religion que los de aquella tierra; no sé si

en lengua, porque Gomera, Telde y otros vocablos así hay en el reino de Fez y de Benamarin, y que caresciesen de fuego, hierro, letras y bestias de cargo; lo cual todo es señal de no haber entrado allí cristianos hasta que nuestros españoles y Betancurt fueron allá; después que son de Castilla, son cristianos y visten como en España, donde vienen con las apelaciones y tributos; tienen mucho azúcar, que antes no tenian, y que les enriquesce la tierra; entre otras cosas que después acá tienen, son peras, de las cuales se hacen en la Palma tan grandes, que pesan á libra, y alguna pesa dos libras. Dos cosas andan por el mundo que ennoblescen estas islas: los pájaros canarios, tan estimados por su canto, que no hay en otra ninguna parte, á cuanto afirman, y el canario, baile gentil y artificioso.

Loor de españoles.

Tanta tierra como dicho tengo, han descubierto, andado y convertido nuestros españoles en sesenta años de conquista. Nunca jamás rey ni gente anduvo y sujetó tanto en tan breve tiempo como la nuestra, ni ha hecho ni merescido lo que ella, así en armas y navegacion, como en la predicacion del santo Evangelio y conversacion de idólatras; por lo cual son españoles dignísimos de alabanza en todas las partes del mundo. ¡ Bendito Dios, que les dió tal gracia y poder! Buena loa y gloria es de nuestros reyes y hombres de España, que hayan hecho á los indios tomar y tener un Dios, una fe y un baptismo, y quitádoles la idolatría, los sacrificios de hombres, el comer carne humana, la sodomía y otros grandes y malos pecados, que nuestro buen Dios mucho aborresce y castiga. Haules tambien quitado la muchedumbre de mujeres, envejecida costumbre y deleite entre todos aquellos hombres carnales; haules mostrado letras, que sin ellas son los hombres como animales, y el uso del hierro, que tan necesario es a hombre; asimismo les han mostrado muchas buenas costumbres, artes y policía para mejor pasar la vida; lo cual todo, y aun cada cosa por si, vale, sin duda ninguna, mucho mas que la pluma ni las perlas ni la plata ni el oro que les han tomado, mayormente que no se servian destos metales en moneda, que es su proprio uso y provecho, aunque fuera mejor no les haber tomado nada, sino contentarse con lo que sacaban de las minas y rios y sepulturas. No tiene cuenta el oro y plata, ca pasan de sesenta millones, ni las perlas y esmeraldas que han sacado de so la tierra y agua; en comparacion de lo cual, es muy poco el oro y plata que los indios tenian. El mal que hay en ello es haber hecho trabajar demasiadamente á los indios en las minas, en la pesquería de perlas y en las cargas. Oso decir sobresto que todos cuantos han hecho morir indios así, que han sido muchos, y casi todos han acabado mal. En lo al, parésceme que Dios ha castigado sus gravísimos pecados por aquella via. Yo escribo sola y brevemente la conquista de Indias; quien quisiere ver la justificacion della, lea al doctor Sepúlveda, coronista del Emperador, que la escribió en latin doctísimamente; y así quedará satisfecho del todo.

CONQUISTA DE MÉJICO.

SEGUNDA PARTE

DE LA CRÓNICA GENERAL DE LAS INDIAS.

AL MUY ILUSTRE SEÑOR DON MARTIN CORTÉS, MARQUÉS DEL VALLE,

FRANCISCO LOPEZ DE GOMARA.

A ninguno debo intitular, muy ilustre Señor, la Conquista de Méjico, sino á vuestra señoría, que es hijo del que lo conquistó, para que, así como heredó el mayorazgo, herede tambien la historia. En lo uno consiste la riqueza, y en lo otro la fama; de manera que andarán juntos honra y provecho. Mas empero esta herencia os obliga a seguir mucho lo que vuestro padre Fernando Cortés hizo, como á gastar bien lo que os dejó. No es menor loa ni virtud, ni quizá trabajo, guardar lo ganado, que ganar de nuevo, pues así se conserva la hacienda, que sostiene la honra, para conservacion y perpetuidad de lo cual se inventaron los mayorazgos; ca es cierto que con las muchas particiones se disminuyen las haciendas, y con la diminucion dellas se apoca y aun acaba la nobleza y memoria; aunque tambien se han de acabar tarde ó temprano los mayorazgos y reinos, como cosa que tuvo principio, ó por falta de casta ó por caso de guerra, donde siempre suele haber mudanza de señoríos. La historia dura mucho mas que la hacienda, ca nunca le faltan amigos que la renueven, ni le empecen guerras; y cuanto mas se añeja, mas se precia. Acabáronse los reinos y linajes de Nino, Darío y Ciro, que comenzaron los imperios de asirios, medos y persianos; mas duran sus nombres y fama en las historias. Los reyes godos de nuestra España, con Rodrigo fenecieron, mas sus gloriosos hechos en las corónicas viven. No debriamos poner en esta cuenta los reyes de los judíos, cuyas vidas y mudanza contienen grandes misterios; empero no permanecieron mucho en el estado de David, varon segun el corazon de Dios. Son de Dios los reinos y señoríos : él los muda, quita y da á quien y como le place; que así lo dijo él mesmo por el Profeta; y tambien quiere que se escriban las guerras, hechos y vidas de reyes y capitanes, para memoria, aviso y ejemplo de los otros mortales; y así lo hicieron Moisen, Esdras y otros. santos. La conquista de Méjico y conversion de los de la Nueva España, justamente se puede y debe poner entre las historias del mundo, así porque fué bien hecha, como porque fué muy grande. Por ser buena la escribo aparte de las otras, para muestra de todas. Fué grande, no en el tiempo, sino en el hecho; ca se conquistaron muchos y grandes reinos con poco daño y sangre de los naturales; y se baptizaron muchos millones de personas, las cuales viven, á Dios gracias, cristianamente. Dejaron los hombres las muchas mujeres que tenian, casando con una sola; perdieron la sodomía, enseñados cuán sucio pecado y contra natura era; desecharon sus infinitísimos ídolos, creyendo en nuestro Señor Dios; olvidaron el sacrificio de hombres vivos, aborrescieron la comida de carne humana, soliendo matar y comer hombres cada dia; ca estaban tan cautivos del diablo, que sacrificaban y comian mil hombres algun dia en solo Méjico, y otros tantos en Tlaxcallan; y por consiguiente en cada gran ciudad cabeza de provincia; crueldad jamás oida, y que desatina el entendimiento. Permanezca pues el nombre y memoria de quien conquistó tanta tierra, convertió tantas personas, derribó tantos dioses, excusó tanto sacrificio y comida de hombres. No encubra el olvido la prision de Moteczuma, rey poderosísimo; la toma de Méjico, ciudad fortísima, ni su reedificacion, que fué grandísima. Esto basta por memorial de la conquista: no parezca loar mi propria obra si todo lo trato, pues quien la considerare, sentirá mas de lo que yo puedo encarescer en una carta. Solamente digo que vuestra señoría, cuya vida y estado nuestro Señor prospere, se puede preciar tanto de los hechos de su padre como de los bienes, pues tan cristiana y honradamente los ganó.

SEGUNDA PARTE

DE LA CRÓNICA GENERAL DE LAS INDIAS,

QUE TRATA DE LA CONQUISTA DE MÉJICO.

Nascimiento de Fernando Cortés.

Año de 1485, siendo reyes de Castilla y Aragon los católicos don Fernando y doña Isabel, nasció Fernando Cortés en Medellin. Su padre se llamó Martin Cortés de Monroy, y su madre doña Catalina Pizarro Altamirano: entrambos eran hidalgos, ca todos estos cuatro linajes Cortés, Monroy, Pizarro y Altamirano son muy antiguos, nobles y honrados. Tenian poca hacienda, empero mucha honra; que raras veces acontesce sino en per⚫sonas de buena vida, y no solamente los honraban sus vecinos por la bondad y cristiandad que conoscian en ellos, mas aun ellos mesmos se preciaban de ser honrados en todas sus palabras y obras, por donde vinieron á ser muy bienquistos y amados de todos. Ella fué muy honesta, religiosa, recia y escasa; él fué devoto y caritativo. Siguió la guerra cuando mancebo, siendo teniente de una compañía de jinetes por su pariente Alonso de Hermosa, capitan de Alonso de Monroy, clavero de Alcántara; el cual se quiso hacer maestre de su órden contra la voluntad de la Reina, á cuya causa le hizo guerra don Alonso de Cárdenas, maestre de Santiago. Crióse tan enfermo Fernando Cortés, que llegó muchas veces á punto de muerte; mas con una devocion que le hizo María de Estéban, su ama de leché, vecina de Oliva, sanó. La devocion fué echar en suerte los doce apóstoles, y darle por abogado el postrero que saliese, y salió sant Pedro, en cuyo nombre se dijeron ciertas misas y oraciones, con las cuales plugo á Dios que sanase. De allí tuvo siempre Cortés por su especial abogado y devoto al glorioso apóstol de Jesucristo sant Pedro, y regocijaba cada un año su dia en la iglesia y en su casa, donde quiera que se hallase. A los catorce años de su edad lo enviaron sus padres á estudiar á Salamanca, do estudió dos años, aprendiendo gramática en casa de Francisco Nuñez de Valera, que estaba casado con Inés de Paz, hermana de su padre. Volvióse á Medellin harto ó arrepentido de estudiar, ó quizá falto de dineros. Mucho pesó á los padres con su ida, y se enojaron con él porque dejaba el estudio; ca deseaban que aprendiese leyes, facultad rica y de honra entre todas las otras, pues era muy buen ingenio y hábil para toda cosa. Daba y tomaba enojos y ruido en casa de sus padres, ca era bullicioso, altivo, travieso, amigo de armas; por lo cual determinó de irse por ahí adelante. Ofrecíansele dos caminos á la sazon harto á su propósito y á su inclinacion: uno

era á Nápoles con Gonzalo Hernandez de Córdoba, que llamaron el Gran Capitan; el otro á las Indias con Nicolás de Ovando, comendador de Larez, que iba por gobernador. Pensó cuál de los dos viajes le estaria mejor, y al cabo acordó de pasar á Indias, porque le conoscia Ovando y lo llevaria encargado, y porque tambien se le acodiciaba aquel viaje mas que el de Nápoles, á causa del mucho oro que de allá traia. Mas entre tanto que Ovando aderezaba su partida y se aprestaba la flota que tenia de llevar, entró Fernando Cortés una noche á una casa por hablar á una mujer, y andando por una pared de un trascorral mal cimentada, cayó con ella. Al ruido que hizo la pared y las armas y broquel que llevaba, salió un recien casado, que, como le vió caido cerca de su puerta, lo quiso matar, sospechando algo de su mujer; empero una vieja, suegra suya, se lo estorbó. Quedó malo de la caida, recresciéronle cuartanas, que le duraron mucho tiempo; y así, no pudo ir con el gobernador Ovando. Cuando fué sano, determinó de pasar á Italia, segun ya lo habia primero pensado, y para ir allá echó camino de Valencia; mas no pasó á Italia, sino andúvose á la flor del berro, aunque no sin trabajos y necesidades, cerca de un año. Tornóse á Medellin con determinacion de pasar á las Indias; diéronle sus padres la bendicion y dineros para ir.

La edad que tenia Cortés cuando pasó á las Indias.

Tenia Fernando Cortés diez y nueve años cuando el año de 1504 que Cristo nasció, pasó á las Indias, y de tan poca edad se atrevió á ir por sí tan lejos. Hizo su flete y matalotaje en una nao de Alonso Quintero, vecino de Palos de Moguer, que iba en conserva de otras cuatro, con mercadería; las cuales tuvieron próspera navegacion de Sant Lúcar de Barrameda hasta la Gomera, isla de Canaria, donde se proveyeron de refresco y comida suficiente á tan largo camino como llevaban. Alonso Quintero se partió, de codicioso, una noche sin hablar á los compañeros, por llegar antes á Santo Domingo y vender mas aína ó mas caro sus mercadurías que ellos; pero luego que hizo vela, cargó tanto el tiempo, que quebró el mástil de la nave; por lo cual le fué forzado tornar á la Gomera, y rogar á los otros lo esperasen, que aun no eran partidos, mientras él adobaba su mástil. Ellos lo esperaron, y se partieron todos juntos, y caminaron á vista unas de otras gran pedazo de mar. Quintero, que vió el tiempo hecho, se adelantó otra vez de

le

la compañía, poniendo, como de primero, la esperanza de la ganancia en la presteza del camino; y como Francisco Niño de Guelva, que era el piloto, no sabia guiar la nao, llegaron á cabo y á tiempo que no sabian de sí, cuanto mas dónde estaban. Maravillábanse los marineros, estaba triste el piloto, lloraban los pasajeros, y ni sabian el camino hecho ni por hacer. El patron echaba la culpa al piloto, y el piloto al patron; ca, segun paresció, iban reñidos. Ya en esto se apocaban ban las viandas y faltaba el agua, ca no bebian sino de la que llovia, y todos se confesaron. Unos maldecían su ventura, otros pedian misericordia, esperando la muerte, que algunos tenian tragada, ó ir á tierra de caribes, donde se comen los hombres. Estando pues en esta tribulacion, vino á la nao una paloma el viernes Santo, ya que se queria poner el sol, y sentóse en la gabia. Todos la tuvieron por buena señal; y como les paresciese milagro, lloraban de placer : unos decian que venia á consolarlos, otros que la tierra estaba cerca ; y así, daban gracias a Dios, y enderezaban la nave hácia donde volaba la ave. Desapareció la paloma, y entristescieron mucho; pero no perdieron esperanza de ver presto tierra; y así, luego la mesma Pascua descubrieron, la isla Española; y Cristóbal Zorzo, que guardaba, dijo: «Tierra, tierra; » voz que alegra y consuela los mareantes. Miró el piloto y conosció ser la punta de Samana, y dende á tres ó cuatro dias entraron en Santo Domingo, que tan deseado tenian; donde ya estaban muchos dias habia las otras cuatro naos.

El tiempo que residió Cortés en Santo Domingo.

No estaba el gobernador Ovando en la ciudad cuando llegó Cortés á Santo Domingo; mas un secretario suyo, que se llamaba Medina, lo hospedó, é informó del estado de la isla y de lo que debia hacer. Aconsejóle que avecindase allí, y que le darian una caballería, que es un solar para casa, y ciertas tierras para labrar. Cortés, que pensaba llegar y cargar de oro, tuvo en poco aquello, diciendo que mas queria ir á recoger oro. Medina le dijo que lo pensase mejor; ca el hallar oro era dicha y trabajo. Volvió el Gobernador, y fué Cortés á besarle las manos y á darle cuenta de su venida y de las cosas de Extremadura, y quedóse allí por lo que Ovando le dijo; y dende á poco se fué á la guerra que hacia Diego Velazquez en Aniguaiagua, Buacaiarima y otras provincias que aun no estaban pacíficas, con el alzamiento de Anacoana, una viuda, grande señora. Dióle Ovando ciertos indios en tierra del Daiguao, y la escribanía del ayuntamiento de Azúa, una villa que fundara, donde vivió Cortés cinco ó seis años, y se dió á granjerías. Quiso en este medio tiempo pasar á Veragua, que tenia fama de riquísima, con Diego de Nicuesa, y no pudo, por una postema que se le hizo en la corva derecha, la cual le dió la vida, ó á lo menos le quitó de muchos trabajos y peligros que pasaron los que allá fueron, segun en la historia contamos.

Algunas cosas que acontescieron en Cuba á Fernando Cortés.

Envió el almirante don Diego Colon, que gobernaba las Indias, á Diego Velazquez que conquistase á Cuba, el año de 11, y dióle la gente, armas y cosas necesarias.

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Fernando Cortés fué á la conquista por oficial del tesorero Miguel de Pasamonte, para tener cuenta con los quintos y hacienda del Rey; y aun el mesmo Diego Velazquez se lo rogó, por ser hábil y diligente. En la reparticion que hizo Diego Velazquez después de conquistadâ la isla, dió á Cortés los indios de Manicarao, en compañía de su cuñado Joan Xuarez. Vivió Cortés en Santiago de Barucoa, que fué la primera poblacion de aquella isla. Crió vacas, ovejas é yeguas; y así, fué el primero que allí tuvo hato y cabaña. Sacó gran cantidad de oro con sus indios, y en breve llegó á ser rico, y puso dos mil castellanos en compañía de Andrés de Duero, que trataba. Tuvo gracia y autoridad con Diego Velazquez para despachar negocios y entender en edificios, como fueron la casa de la fundicion y un hospital. Llevó á Cuba Juan Xuarez, natural de Granada, tres ó cuatro hermanas suyas y á su madre, que habian ido á Santo Domingo con la vireina doña María de Toledo, el año de 9, con pensamiento de casarse allá con hombres ricos, ca ellas eran pobres; y aun la una dellas, que habia nombre Catalina, solia decir muy de veras cómo tenia de ser gran señora, ó que lo soñase, ó que se lo dijese algun astrólogo, aunque diz que su madre sabia muchas cosas. Eran las Xuarez bonicas; por lo cual, y por haber allí pocas españolas, las festejaban muchos, y Cortés á la Catalina, y en fin se casó con ella, aunque primero tuvo sobre ello algunas pendencias y estuvo preso; ca no la queria él por mujer, y ella le demandaba la palabra. Diego Velazquez favorescíala por amor de otra su hermana, que tenia ruin fama, y aun él era demasiado mujeril. Acusábanle Baltasar Bermudez, Joan Xuarez, dos Antonios Velazquez y un Villegas para que se casase con ella; y como le querian mal, dijeron muchos males dél á Diego Velazquez acerca de los negocios que le encargaban, y que trataba con algunas personas cosas nuevas en secreto. Lo cual, aunque no era verdad, llevaba color dello; porque muchos iban á su casa, y se quejaban del Diego Velazquez, porque ó no les daba repartimiento de indios, ó se lo diera pequeño. Diego Velazquez creyó esto, con el enojo que dél tenia porque no se casaba con la Catalina Xuarez, y le trató mal de palabras en presencia de muchos, y aun lo echó preso. Cortés, que se vió en el cepo, temió algun proceso con testigos falsos, como suele acontescer en aquellas partes. Quebró el pestillo del candado del cepo, tomó la espada y rodela del alcaide, abrió una ventana, descolgóse por ella, y fuése á la iglesia. Diego Velazquez riñó á Cristóbal de Lagos, diciendo que soltara á Cortés por dineros y soborno, y procuró de sacarlo por engaño de sagrado, y aun por fuerza; mas Cortés entendia las palabras y resistia la fuerza; empero descuidóse un dia, y cogiéronle paseando delante la puerta de la iglesia, Joan Escudero, alguacil, y otros, y metiéronlo en una nave so sota. Entonces favorescian muchos á Cortés, sintiendo pasion en el Gobernador. Cortés, como se vió en la nave, desconfió de su libertad, y tuvo por cierto que lo enviarian á Santo Domingo ó á España. Probó muchas veces á sacar el pié de la cadena, y tanto hizo, que lo sacó, aunque con grandísimo dolor. Trocó luego aquella mesma noche sus vestidos con el mozo que lo servia; salió por la bomba sin ser sentido; colóse de

presto por un lado del navío al esquife, y fuése con él; mas porque no le siguiesen, soltó el barco de otro navío que allí junto estaba. Era tanta la corriente de Macaguanigua, rio de Barucoa, que no pudo entrar con el esquife, como remaba solo y cansado, ni aun supo tomar tierra, temiendo ahogarse si trabucaba el barco. Desnudóse, y atóse con un tocador sobre la cabeza ciertas escripturas que tenia, como escribano de ayuntamiento y oficial del tesorero, y que hacian contra Diego Velazquez; echóse á la mar, y salió nadando á tierra. Fué á su casa, habló á Joan Xuarez, y metióse otra vez en la iglesia con armas. Diego Velazquez envió á decir entonces á Cortés que lo pasado fuese pasado, y fuesen amigos como primero, para ir sobre ciertos isleños que andaban alzados. Cortés se casó con la Catalina Xuarez, porque lo habia prometido y por vivir en paz, y no quiso hablar á Diego Velazquez en muchos dias. Salió Diego Velazquez con mucha gente contra los alzados, y dijo Cortés á su cuñado Joan Xuarez que le sacase fuera de la ciudad una lanza y ballesta, y él salió de la iglesia en anocheciendo, y tomando la ballesta, se fué con el cuñado á una granja do estaba Diego Velazquez con solos sus criados, que los demás estaban aposentados en un lugar allí cerca, y aun no habian venido todos, como era la primera jornada. Llegó tarde, y á tiempo que míraba Diego Velazquez el libro de la despensa; llamó á la puerta, que abierta estaba, y dijo al que respondió cómo era Cortés, que queria hablar al señor Gobernador, y tras esto entróse dentro. Diego Velazquez temió, por verle armado y á tal hora; rogóle que cenase y descansase sin recelo. El dijo que no venia sino á saber las quejas que dél tenia, y á satisfacerle y á ser su amigo y servidor. Tocáronse las manos por amigos, y después de muchas pláticas se acostaron juntos en una cama; donde los halló á la mañana Diego de Orellana, que fué á ver al Gobernador y á decirle cómo se habia ido Cortés. Desta manera tornó Cortés á la amistad que primero con Diego Velazquez, y se fué con él á la guerra, y después que volvió se pensó ahogar en la mar; ca veniendo de las bocas de Bani, de ver unos pastores é indios que traia en las minas á Barucoa, donde vivia, se le trastornó la canoa de noche y media legua de tierra y con tempestad; mas salió á nado, y á tino de una lumbre de pastores que cenaban junto á la mar: por semejantes peligros y rodeos corren su camino los muy excelentes varones, hasta llegar do les está guardada su buena dicha.

Descubrimiento de la Nueva-España.

Francisco Hernandez de Córdoba descubrió á Yucatan, segun ya contamos en la otra parte, yendo por indios ó á rescatar, en tres navíos que armaron él y Cristóbal Morante y Lope Ochoa de Caicedo, el año de 17. El cual, aunque no trujo sino heridas del descubrimiento, trajo relacion cómo aquella tierra era rica de oro y plata, y la gente vestida. Diego Velazquez, que gobernaba la isla de Cuba, envió luego el año siguiente á Joan de Grijalva, su sobrino, con docientos españoles en cuatro navíos, pensando ganar mucha plata y oro, para las cosas de rescate que enviaba, donde Francisco Hernandez decia. Fué pues Juan de Grijalva á Yucatan,

peleó con los de Champoton, y salió herido. Entró en el rio de Tabasco, que nombran por eso Grijalva, en el cual rescató por cosas de poco valor mucho oro, ropa de algodon y lindas cosas de pluma. Estuvo en Sant Joan de Ulúa; tomó posesion de aquella tierra por el Rey en nombre de Diego Velazquez, y trocó su mercería por piezas de oro, mantas de algodon y plumajes; y si conosciera su bondad dicha, poblara en tan rica tierra, como le rogaban sus compañeros, y fuera lo que fué Cortés; mas no era tanto bien para quien no lo conoscia; aunque se excusaba él que no iba á poblar, sino á rescatar y descubrir si aquella tierra de Yucatan era isla. Tambien lo dejó por miedo de la mucha gente y gran tierra, viendo que no era isla; ca entonces huian de entrar en Tierra-Firme. Habia eso mismo muchos que deseaban á Cuba, como era Pedro de Albarado, que se perdia por una isleña; y allí, procuró de volver con la relacion de lo hasta allí succedido á Diego Velazquez. Corrió la costa Juan de Grijalva hasta Pánuco, y tornóse á Cuba, rescatando con los naturales oro, pluma y algodon, á pesar de todos los mas, y aun lloraba porque no querian tornar con él : tan de poco era. Tardó cinco meses desde que salió hasta que tornó á la mesma isla, y ocho desde que salió de Santiago hasta que volvió á la ciudad, y cuando llegó no lo quiso ver Diego Velazquez; que fué su merescido.

El rescate que hubo Joan de Grijalva.

Rescató Juan de Grijalva con los indios de Potonchan, de Sant Joan de Ulúa y de otros lugares de aquella costa tantas y tales cosas, que amaran los de su compañía de quedarse allí, y por tan poco precio, que holgaran de feriar con ellos cuanto llevaban. Valia mas la obra de muchas dellas que no el material. Hubo, en fin, lo siguiente:

Un idolico de oro, hueco.

Otro idolejo de lo mesmo, con cuernos y cabellera, que tenia un sartal al cuello, un moscador en la mano, y una pedrecica por ombligo.

Una como patena de oro delgada, y con algunas piedras engastadas.

Un casquete de oro, con dos cuernos y cabellera negra. Veinte y dos arracadas de oro, con cada tres pinjantes de lo mesmo.

Otras tantas arracadas de oro, y mas chicas.
Cuatro ajorcas de oro muy anchas.

Un escarcelon delgado de oro.

Una sarta de cuentas de oro huecas, y con una rana dello bien hecha.

Otra sarta de lo mesmo con un leoncico de oro.
Un par de cercillos de oro grandes.

Dos aguilicas de oro bien vaciadas.

Un salerillo de oro.

Dos cercillos de oro, y turquesas, con cada ocho pinjantes.

Una gargantilla para mujer, de doce piezas, con veinte y cuatro pinjantes de piedras.

Un collar de oro grande.
Seis collaricos de oro delgados.
Otros siete collares de oro con piedras.
Cuatro cercillos de hoja de oro.

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