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versos no hai sino trece cuyas finales (como rey etc.) no entran en la asonancia o, y estos esparcidos sin regla ninguna, y evidentemente en consecuencia de adulteraciones posteriores tan faciles de explicar en casos de tradicion oral, y aun mas mediando copistas y esto cuando la forma original iba desapareciendo en todos los monumentos de este genero y dando lugar a la asonancia alternada. Cual fuese la casualidad por

que precisamente este solo romance de tantos no sufriria mas alteraciones que estas, eso por supuesto que ni lo sabemos ni nos hace falta saberlo. Al hecho nos atenemos, y ser este tal, cual lo hemos demonstrado, nadie lo podrá poner en duda, mientras no explicare de otro modo mas plausible las particularidades de este romance, que por todas señas pertenece a los pocos verdaderamente antiguos del Cid, como lo verémos mas tarde, en hablando de la clasificacion de dichos romances. A todo esto pues se ha de añadir que tampoco faltan hechos analogos en la poesia contemporanea francesa, pues tanto una de las notoriamente mas antiguas de las chansons de geste, la chanson du Roi Gormond (Chroniques de Philipes Mousques etc., publiées par M. le baron de Reiffenberg. T. II. p. X), como los cantares del harto conocido fabliau d'Au

gones v. 288 - pendones v. 322 Salvadores v. 3078 guarniciones v. 3084 — tajadores v. 3088 sodes v. 3147 conosce v. 3196 etc. etc. usandose evidentemente por albors, pendons etc., cuya forma lemosinante se halla varias veces, como por ejemplo en el poema de Apolonio de Tiro, copla 189: sons, sermons, corazons, aguigons. Y lo que talvez seria de notar es que precisamente en la aventura de las cortes de Toledo, de que hace parte el romance en cuestion, predomina la misma asonancia en o, y se encuentra varias veces la misma forma o anomalia. En cuanto pues a las finales en odo, ado etc. comparense las siguientes del Poema, que todos figuran entre asonancias en o: Alfonso v. 2166, 2169, 2209 etc. Fernando v. 2735- afonta do v. 2738, suyo v. 2260 otros v. 3121 cena do v. 407 - fablemos v.3171 pero v. 3270 sueño v. 4109. Del mismo modo se hallan finales como levantaba v. 3372 - mañana v. 325 etc. entre las asonancias en a y otros asi.

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fijas etc.

casin et Nicolette (que segun todas apariencias son verdaderos romances franceses) estan en versos de ocho silabas y con asonancias consecutivas o tirades monorimes. *) Y nadie por cierto, por poco versado que sea en las discusiones actuales sobre estas materias, ignorará o negará la fuerza de un argumento fundado en las analogias e intima conexidad de todas las lenguas y literaturas no solo neoromanas sino hasta de la alemana e inglesa en la edad media.

Demonstrada pues la forma primitiva del romance castellano, no es mui dificil explicar la transicion de esta a la segundaria bajo el influjo de la poesia joglaresca, que, aunque intimamente conexa y hasta originaria de la poesia popular propriamente dicha, no se debe absolutamente confundir con ella pues otra cosa es lo que un individuo del pueblo componia y cantaba a su proprio gusto y placer y él de sus vecinos, y otra cosa lo que un joglar componia o se componia para su uso para cantar al pueblo por las plazas y calles. La poesia joglaresca en España como en Francia se levantó poco a poco de entre la popular bajo el influjo de la poesia clerical latina y particularmente de las prosas o secuencias que se cantaban originalmente con participacion del pueblo. Y bajo este influjo se formó el verso alejandrino de doce, catorce o diez y seis silabas, juntandose dos de los versos de seis su ocho silabas de los cantares populares usados originariamente tanto de los joglares como de los poetas populares propiamente dichos, y

*) El lector que quiera a fondo instruirse de todas las cuestiones pertenecientes a esta materia, hallará un verdadero tesoro de profunda y varia erudicion, de sano juicio, ingeniosa perspicacidad y buen gusto en una obra reciente (Ueber die Lais, Sequenzen und Leiche etc. Heidelberg 1841) de nuestro estimadisimo amigo, el señor Fernando Wolf en Viena, harto conocido por juez mui competente en literaturas de la edad media y principalmente neoromanas; y anadirémos que no nos da poca confianza en el buen fundamento de nuestra opinion sobre la forma primitiva del romance castellano el ver que en cuanto al verso breve o de redondilla está conforme con la que dicho amigo tiene adoptada. (Vease mas particularmente la nota 10. p. 166.)

que en esta operacion el primer verso, cuya final caia en la cesura del alejandrino, perdiese poco a poco su asonancia, ya se ve que no podia suceder de otra manera. Sin entrar en demonstracion mas prolija sobre estos puntos, que mas pertenecen a la historia literaria en general que a nuestro asunto particular, nos contentamos aqui de referirnos a la obra, que acabamos de citar, del señor Wolf, en la que todas estas cuestiones estan tratadas con toda la eficacia que se puede pensar y que permite el estado actual del caso, aunque siempre quede mucho que decir y averiguar en cuanto a la influencia reciproca entre la poesia popular y los demas generos de poesia tanto latina como vulgar. *)

Hasta aqui la analogia general entre la poesia francesa y la castellana; pero luego entran diferencias mui evidentes. Mientras en Francia la poesia joglaresca logró el grado de popularidad y cultivo que prueba el vasto numero de chansons de geste conservadas en los archivos Ꭹ bibliotecas y el mas vasto todavia de que se halla noticia, en España no pasó de algun que otro ensayo, no pudiendo luchar contra la forma mas antigua, mas simple y popular de los romances de redondillos, a que los joglares tarde o temprano tubieron que volver, sopena de perder la popularidad de que dependia su existencia. Ademas de ser mui conforme al caracter general de la historia de la literatura española, en que siempre el elemento popular tiene mas parte que no en la francesa y otras, lo dicho resulta indudablemente del mismo hecho de no haberse conservado sino un solo cantar de gesta joglaresco o de alejandrinos en España, es decir el Poema del Cid. A esto

*) No podemos menos de observar que la forma de poesia popular latina que mas corresponde al alejandrino del Poema del Cid, y que talvez influiria en su formacion, es la que presenta la cancion de San Augustin contra los Donatistas, destinada notoriamente para ser cantada por el pueblo; cuya forma de diez y seis silabas con asonancia consecutiva o en tirades monorimes mui bien podia haberse conservado entre el pueblo y clero cristiano en Africa y luego en España a pesar de todo lo que pasó sobre estos paises.

añadirémos sin embargo que, segun se nos ha informado, existe en Paris en un manuscrito de nuestra cronica un trozo de poesia relativo tambien a las aventuras del Cid, y que hasta obtener mas amplas noticias estamos mui inclinados de mirar como enteramente analogo al Poema del Cid en cuanto al genero y clase a que perteneceria. Y hasta nos ha ocurido la duda si no seria otra cosa que la perdida primera mitad de aquel. Aunque pues se pueda admitir que no seria absolutamente el unico poema castellano de la misma clase, el no haberse conservado sino este prueba dos cosas, la una que nunca esta forma poetica fué mui popular en Españna, o que por lo menos no pudo mantener tal popularidad, la otra que de todos los poemas que se compondrian en esta forma él del Cid fué el mas distinguido. *)

Oponiendose pues el genio y gusto popular a estos versos de diez y seis silabas, y manteniendose la popularidad de los redondillos, no habia mas que deshacer lo que se habia hecho y volver a poner dos redondillos por un alejandrino. Pero el redondillo, en pasando por esta operacion, no podia conservarse enteramente intacto, o, por decir mejor, no podia recobrar lo que habia perdido en aquel transito por el intermedio alejandrino es decir la asonancia de los versos impares perdida por superflua en la cesura del alejandrino. No habiendo por otra parte razon ninguna para quitar a los versos pares la que tenian, conservada en la final del alejandrino, ya tenemos el romance segundario y comun de redondillos con asonancia alternada. Esta transformacion sin duda alguna se podria demonstrar con toda evidencia, si se hubiesen conservado o los romances antiguos correspondientes a la segunda parte del Poema, o viceversa la parte del Poema correspondiente a los romances

*) El no pertenecer a esta clase de poesias ni las legendas de Berceo, ni el Alejandro, ni el poema del conde Fernan Gonzalez, que citan los traductores españoles de Bouterweck, resulta de varias razones que no es menester deducir aqui, pues basta el hecho de no haberse estos cantado, mientras el Poema del Cid bien se sabe se llama expresamente un cantar. Vease ademas lo que sobre esto dice Wolf en la obra arriba citada (nota 83).

conservados. Pero no siendo por desgracia asi

pues hasta aquel romance que hemos reconocido primitivo, y que, como el Poema, trata de las cortes de Toledo y aun tiene algunos rasgos correspondientes, sin embargo no es de los que tenia presente o de que se valió el autor del Poema nos debemos contentar con los principios generales que resultan de los hechos que hemos mencionado, y esto lo podemos tanto mas que sin duda alguna el lector despreocupado ya quedará convencido de que la cosa no se pudo regularmente pasar de otra manera. Que aquella operacion se haya hecho efectivamente con los mismos romances primitivos y el Poema del Cid y otros (si existian), ni lo dudamos, ni lo podemos probar, ni hace al caso, porque el resultado siempre era lo mismo, aunque solo se haria en la idea, por decirlo asi, esto es componiendose romances enteramente nuevos, pero bajo la influencia de aquella operacion ideal. Que esto se haria al principio por los joglares, y que esta nueva forma de romance seria de cierto modo el romance o cantar joglaresco, no lo negarémos; pero con la conexion tan intima y la influencia reciproca que en España mucho mas talvez que en otros paises mediaba entre la poesia relativamente popular y la relativamente culta o artificial (intimidad tan notoria que no es menester comprobarla aqui), tampoco se puede dudar ni extrañar que mui pronto esta nueva forma se adoptase tambien por el pueblo en los romances que componia y cantaba independientemente de los joglares. Esto sin embargo no es decir que los romances o cantares joglarescos no se hayan distinguido en nada de los populares; pues no solo se conservarian entre los joglares por mas o menos tiempo algunos poemas en alejandrinos, como él del Cid, sino que hasta los romances joglarescos *) tendrian mas extension, apro

Aunque las cronicas solo hablan de los cantares de los joglares, no hai duda de que tambien se llamaban romances, como (ademas de la natura de las cosas y el uso comun) lo prueba el poema de Apolonio de Tiro, donde Tarsiana, haciendo de joglaresa y cantando al pueblo una relacion de sus aventuras, „,tornóles a rezar un romance bien rimado."

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