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de Enrique siete años, sacó el Rey su hueste muy grande, e fué correr tierra de Moros, e unos castillos de que venia muy grand mal a los Christianos: e corriólos e metiólos so su señorio. E eran estos, Gormaz, e Vado del Rey, e Aguilera, e Berlanga, e la Ribera de san Juste, e santa Maria de Guermezes : e muchas atalayas que avia hy estonce: e derribólas todas, porque eran por hy descubiertos los Christianos, quando entravan a correr a tierra de Moros. E estavan sobre el monte de Valloys, que es sobre el rio de Xalon: e otras fortalezas que avia en el valle de Bargatares, e enderredor de Carracena, azia Medina, que eran fechos por guardas de los ganados, e de los labradores, e derribólas todas. E de alli fuese para Cantabria, e echó dende los Moros: e metió so su señorio todas las montañas de Oca: e destruyólo todo a fierro e a fuego. E de que esto ovo fecho fuése luego para Toledo, e cautivó muchos Moros, e fizo muchas mortandades, e destruyó e quemó a Talamanca, e Alcala, e a Uzeda: e a otros logares del señorio de Toledo e ganó muchos ganados e haveres, e partiólo todo con su cavalleria. E de alli fuése para Guadalfajara, e destruyóla, e quemó todo quanto falló, e cercó la Villa, e mandóla combatir con muchos engeños. E ellos quando se vieron assi apremiados e cercados, e quanto havian fuéra destruydo, embiaron dezir a Allimaymon Rey de Toledo, que oviesse cuydado de guardar su Reyno, por batalla, ó por otra manera qualquier de fecho, ca si non lo fiziesse toda la tierra avia perdido. E el Rey de Toledo quando esto oyó, tomó el consejo quel davan: e tomó mucho oro e mucha plata, e muchos paños preciados, e embiólo todo al Rey: e embióle pedir merced que le diesse tregua, e que lo vendria a ver. E el Rey diógela, e vino ante él muy omildosamente, e pidióle por mer-. ced, que le non fiziesse tanto mal, e que oviesse en guarda a él e a su Reyno, ca todo seria a su mandamiento, e fincó por su vassallo que le diesse cada año parias: e tornóse el Rey para Leon muy rico e muy honrado. E en este año murió el Papa Clemente, e fué puesto en su logar Damaso el segundo e fueron con él ciento e sessenta e quatro Apostolicos. Desde

veynte e seys años del Reynádo del Rey don Fernando, fasta en treynta e dos, non fallamos ninguna cosa que de contar sea, que a la historia pertenezca, sinon tanto que en el vigesimo sexto año de su Reynado murió el Papa Damaso, e fué puesto en su logar Leon el nono: e fueron con él ciento e sessenta e cinco Apostolicos. E este fué muy buen Papa e santo. E quando ovo de rescebir la consagracion del Papadgo oyeron vozes de Angeles que cantavan e dezian: Ahe, que cuydó cuydado de paz, dize el Señor!" E este santo hombre compuso cantos de muchos santos, e de la santa Yglesia: e este rescibió un dia un pobre malato en su casa, e mandóle poner un lecho ante la puerta de su camera, e darle todas las cosas que él avia menester, e serviólo: mas quando vino la noche e la puerta fué cerrada de la casa del Papa, non le fallaron. E por aquello entendió el Papa que rescibiera a Jesu Christo en aquel pobre.

CAP. XVII.

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Andados treynta e tres años del Reynado del Rey don Fernando, que andava la Era de la Encarnacion en mil e sessenta años, e la Era del Emperador en mil ochenta e siete años: e del Emperador Enrique en catorze años; e el Rey don Fernando estando en su Reyno assossegado e rico, e abundado de todo bien, la Reyna doňa Sancha su muger, por acrescentar la fe, e la honra, e el alteza, e la buena andança de su marido e de los Reyes onde ambos venian dixo: que mandasse fazer sepoltura en Leon para él e para los que dél veniessen, e fuesse honrada e buena: e que la honrasse de muchas buenas riquezas de todos los santos que pudiesse haver. Ca la cibdad de Leon es assentada en todo el mejor logar del Reyno, e es muy sana tierra e buena, e de buenos ayres, e abundada de todas las cosas que menester sean, e deleytosa: e aun sin todo esto complida de buenos santos e muchos, que tomaron hy martyrio por amor de Jesu Christo. E el Rey don Fernando era su voluntad de se enterrar en el monasterio de San Fagundo, que era logar que amava mucho, ó en el de S. Pedro de Arlança:

mas pues que vió la voluntad de la Reyna tovolo por bien: e mandó començar ende una yglesia muy noble para su enterramiento e de los que dél veniessen, que se hy quisiessen enterrar. E estando él en este pensamiento, asmó como podria mejor honrar aquel logar: e falló, que si él podiesse haver algunos de los cuerpos santos que fueron martyrizados en Sevilla para traer alli, que assi honraria muy bien su yglesia: pero entendió en sí que esto non lo podria haver sin fazer gran guerra al Rey de Sevilla. Estonce sacó su hueste muy grande, e movia para Portogal: e los de Coymbria quexaronsele mucho del gran daño que rescebian de Montemayor. E el Rey con gran saña fuéla a cercar, e pusole muchos engeños a derredor, e fizoles tanta premia, que fue voluntad de Dios que gela dieron. E Ruydiez de Bivar fizo mucho bien en aquella cerca: e yendo él guardador por los que yvan por la yerva e por vianda, ovo tres lides muy grandes que venció: e por priessa en que se vió nunca quiso embiar pedir acorro al Rey: e por esto ganó muy grand honra e prez, e fizolo el Rey cabeça de su casa, e dióle ende el poder. Estonce movió el Rey su hueste por el Algarve, quemando, robando, e matando quanto falló fasta Sevilla. E estonce Abenafac Rey de Sevilla, veyendo el grand robo e el grand mal que yva por su Reyno, embió sus mensageros al Rey don Fernando, en que le embió pedir por merced que queria ser su vassallo e darle sus parias, e que le non fiziesse mas mal: e que oviesse en guarda a él e a su señorio, e en encomienda. E estonce demandó el Rey por todos sus omes buenos, e demandóles consejo como faria, e ellos consejaronle que tomasse el aver muy grande que le davan, e que rescebiesse el Moro por su vassallo. El Rey vió que le consejavan bien, e que tenia tiempo para demandarle lo que tenia pensado, para honra de la yglesia que començara. E embió dezir al Rey de Sevilla, que si queria aver su amor, que le diesse los cuerpos de Santa Justa e de Santa Rufina: si non, de otra manera non podia aver su amor. E el Rey de Sevilla embióle dezir, que todas las cosas que él toviesse que de grado gelas daria, e le serviria con ellas: mas que él non sabia donde yazian: e

que puñasse de saber donde yazian, e que él que sabria de su parte, e que si las pudiessen aver que gelas daria de grado. E el Rey don Fernando gradesció mucho a Dios quanta merced le fiziera en acabar tan alta cosa: e rescibió al Rey de Sevilla por vassallo e tomó el aver. E tornóse para Çamora que era mucho despoblada: e los de Leon avianle ya pedido por merced que la fiziesse poblar, ca nunca se poblara despues que Almançor destruyera a ella e a Leon. En este año morió el Papa Leon, e pusieron en su logar el Obispo de Colonia, que fue llamado Victor el segundo: e fueron con él ciento e sessenta e seys Apostolicos.

CAP. XVIII.

Estando el Rey poblando la cibdad de Çamora, embió por sus omes buenos de la tierra, para aver consejo con ellos del estado de su Reyno. E entre todos los omes buenos que hy venieron, vino hy el Obispo don Alvaro de Leon, e don Ordoño Obispo de Astorga, que eran omes buenos, e plogo mucho al Rey con ellos. E rogóles que fuessen por él al Rey de Sevilla, que le avia mandado los honrados cuerpos de Santa Justa, e de Santa Rufina. E los Obispos como eran buenos e sabios, e entendidos, complieron el mandado del Rey: e dixeron que yrian recabdar este mensage: porque entendian que era servicio de Dios, e honra de la Christiandad. Estonce el Rey mandóles dar quanto oviessen menester, e mandó que se fuessen su camino e embió con ellos al Conde don Nuño, e otros dos ricos omes: al uno dezian don Fernando, e al otro dezian don Gonçalo. E entretanto que ellos fueron su camino, el Rey ordenó el estado de su Reyno, e pobló la cibdad de Çamora: e dióle muchas franquezas e libertades, que fasta oy dia han.

CAP. XIX.

El Rey estando assi en Çamora con toda su gente, llegaron a Çamora los mensageros de los Reyes Moros, que eran

vassallos de Ruydiez de Bivar, con muy grandes averes que trayan en parias. E él estando con el Rey llegaron estos mensageros a él, e quisieronle besar las manos, e llamavanle Cid. Mas Ruydiez non les quiso dar la mano fasta que besassen la del Rey. Estonce ficieron como él les mandó: e desque besaron las manos al Rey fincaron los finojos ante Ruydiez, llamandolo Cid, que quiere dezir tanto como señor: e presentaronle grand aver que le trayan. E Ruydiez mandólo tomar, e mandó que diessen el quinto al Rey, por reconoscimiento de señorio e el Rey gradesciógelo mucho, mas non quiso ende tomar nada. E estonce mandó el Rey que le dixessen Ruydiez mio Cid, por lo que los Moros lo llamavan. Agora dexa la historia de fablar desto, e torna a fablar de los Obispos, los quales fueron en la mensageria al Rey de Sevilla.

CAP. XX.

Cuenta la historia, que despues que los Obispos e las otras compañas se partieron del Rey, andaron sus jornadas ciertas, fasta que llegaron a Abenafac Rey de Sevilla. E él quando supo como eran mensageros del Rey don Fernando salió a ellos, e rescibiólos muy bien, e preguntóles por el Rey su señor, e que era por lo que venian: e ellos contaronle la razon porque eran venidos. E estonce Abenafac ovo su consejo con sus omes buenos, que faria lo que el Rey le embiava dezir. E avido su consejo dixo: que de los cuerpos santos non sabia nada, mas que les daria las parias de grado. E los Obispos quando esto oyeron ovieron su acuerdo de estar tres dias en oracion e en ayuno, que Dios por la su merced les mostrasse algun miraglo, porque veniessen ado estavan los cuerpos santos, e bolviessen con honra. E desque ovieron assi estado en oracion tres dias, aparescióles el santo Confessor san Isidoro, alli donde yazian en oracion, e dixoles:,,Siervos de Dios, non es volutad dél que levedes de aqui los cuerpos santos de las virgines: ca esta cibdad ha de ser conquerida de los Christianos, e quiere que finquen hy por consolamiento della: mas tiene por

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