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Alfonso, para demandar e acaloñar la su deshonra." E Pero Bermudez tornóse luego otro dia para Molina, donde estava el Rey Abencaño, que fizo mucha honra a las dueñas, e a don Alvar Fañez, e a todos los otros que hy eran: que les dió siempre todo quanto ovieron menester. E movieron de Molina, e el Rey con ellas, que non se quiso partir de ellas fasta en Valencia, do era su señor, el Cid, faziendoles mucha honra e mucho servicio e mucho gelo gradesció el Cid, que los salió a rescebir dos leguas. Quien vos podria contar los duelos que fazia el Cid con sus fijas desque las vido él e su compaña: e non tan solamente los Christianos, mas los Moros que yvan con ellas. E desque llegaron a Valencia, e entraron en el Alcaçar donde estava doña Ximena Gomez, su madre, quien vos podria dezir el duelo que con ellas fazia: e con ella muchas dueñas que desto non callavan: e tres dias duró, que desto non quedavan de dia nin de noche, assi como si las toviessen delante muertas. E mientra ellas fazian este duelo, el Cid gradesció mucho a Abencaño, el Rey, su vassallo, quanto bien fiziera a sus fijas, e a sus compañas: e prometióle de le amparar e defender de quantos contra él veniessen. E de sí fuése muy pagado el Rey para Molina.

CAP. CCXLVII.

Cuenta la historia, que despues desto el Cid campeador quisose partir para las cortes de Toledo, e dexó en Valencia por caudillo al Obispo don Hieronymo, e a Martin Pelaez el Asturiano e dexó hy con ellos quinientos cavalleros, todos fijos dalgo. E de sí fabló con sus fijas, e mandóles e rogólas que le dixessen la verdad de todo el fecho como passara, e que le non dixessen mentira: e ellas fizieronlo ansi, que le non negaron ende nada. E de sí movió el Cid de Valencia, e con él don Alvar Fañez Minaya con dozientos cavalleros, e Pero Bermudez con ciento, e Martin Antolinez con cincuenta, e Martin Fernandez con otros cincuenta: e Feliz Ferruz e Benito Sanchez con ciento: e estos eran quinientos cavalleros. E Martin Garcia e

Martin Salvadorez con cincuenta, e Pero Gonçalez e Martin Muñoz con cincuenta cavalleros, e Diego Sanchez de Arlança con cincuenta cavalleros, e don Nuño, él que pobló a Osma, con quarenta cavalleros, e Gonçalo Muñoz de Orbaneja, e Muño Rabia, e Yvañez Cornejo con sessenta cavalleros, e Muño Fernandez, el señor de Monteforte, e Gomez Fernandez, él que pobló a Pampliega, con sessenta cavalleros: e don Garcia de Roa, e el Serrazin, su hermano, señor de Aça, con noventa cavalleros, e Antolin Sanchez de Soria, entre fijos e parientes levava quarenta cavalleros: ansi se complió el cuento de nuevecientos cavalleros: e levava quinientos escuderos de pie, fijosdalgo, sin los otros de criazon de su casa: e sin otra gente de pie que era mucha e todos yvan muy bien vestidos, e de muy buenos paños, e muy buenos cavallos para ayudar al Cid, en la corte, e en la guerra. E tomó su camino a jornadas sabidas para Toledo. E en aquel tiempo era ya el Rey en Toledo, e eran hy llegados los Infantes de Carrion: e quando llegó al Rey mandado de como venia el Cid, plogole mucho con él, e mandó que le diessen los palacios de Galiana en que posasse. E el dia en que ovo de entrar el Cid en Toledo, salió el Rey a recebirlo, bien a dos leguas de la villa, e fizole mucha honra de lo qual pesó a los que le mal querian. E quando el Cid llegó al Rey, besóle la mano, e el Rey abraçólo e rescibióle muy bien, e dixole, que fuesse muy bien venido: e plogole mucho con él. E el Cid le respondió, e dixole: Que le tenia en merced por quanto aguisado fazia contra él. E el Rey le dixo otra vez al Cid: Mandévos tomar posada en los mis palacios de Galiana, porque posedes cerca de mí." E el Cid le dixo:,, Señor, dévos Dios vida por muchos tiempos e buenos: mas en los vuestros palacios non ay ninguno que pose si non vos, señor: mas si la vuestra merced fuere, en los palacios de San Servan posaré mas sin enojo, ca viene comigo muy grand gente e para haver mejor logar donde folguemos: e quando quisieredes fazer vuestras cortes, fazerlas hedes en los palacios de Galiana, que ay mejor anchura que non en el vuestro Alcaçar. E el Rey tovo por bien lo que el Cid dezia, e fué el Rey con el Cid a la

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posada. E hy dixo el Rey:,, Pues aqui sodes todos juntados, seredes todos mañana ante nos en los palacios de Galiana, e saberedes por lo que fuestes aqui llamados." E desque esto ovo dicho, fuése el Rey para su posada, e derramaron las otras gentes para sus posadas: e el Cid fincó en la yglesia de San Servan, e mandó fincar sus tiendas enderredor por essos oteros: e todo ome que viesse la posada que el Cid tenia, podria dezir, que semejava una grand hueste.

CAP. CCXLVIII.

Cuenta la historia, que el Rey mandó yr adobar los palacios de Galiana a Benito Perez, su repostero, para otro dia que se havian de començar las cortes: e él endereçó el palacio mayor en esta manera: en el suelo puso estrados de tapetes, e las paredes e lo de encima todo cubierto de paños de oro muy ricos: e pusieron en el mayor logar la silla Real, en que se assentasse el Rey: la qual silla era muy noble e muy rica, ca él la ganara con Toledo, que fuera de los Reyes dende: e enderredor fizieron muy nobles estrados en que se assentassen los Condes e los omes honrados, que eran venidos a las cortes. E otrosí el Cid sopo en como endereçavan los palacios de Galiana, e mandó llamar a un escudero mancebo, que era ome fijodalgo, e su criado, de que fiava mucho, el qual havia nombre Fernand Alfonso e mandóle que tomasse el su escaño de marfil, que él ganara con Valencia, e que lo fuesse armar en el mejor logar del palacio, cerca de la silla del Rey, e porque ninguno non le pudiesse fazer mal nin deshonra en su escaño, dióle cien escuderos, todos fijosdalgo, que fuessen con él: e mandóles, que fasta otro dia que él allá fuesse, que non se partiessen dél. E desque ovieron yantado, mandaron cargar el escaño, e fueron con él al palacio de Galiana, e armaronlo cerca de la silla del Rey, assi como el Cid lo avia mandado: e todo aquel dia e aquella noche estudieron hy guardando el escaño, fasta otro dia que el Cid se vino assentar en él, cada uno dellos su espada al cuello: ca el escaño era muy noble, e muy sotil de labor: de

guisa, que todo ome que lo viesse diria que era silla de ome bueno, e que pertenescia para tal, qual era el Cid. E el escaño estava cubierto de paños de oro muy ricos: e so los paños un cabeçal de floxel, cobierto de un tartari muy noble.

CAP. CCXLIX.

Cuenta la historia, que otro dia desque el Rey ovo oydo la Missa, fuése para los palacios de Galiana, donde se havian de ayuntar a las cortes: e entrando el Rey por los palacios de Galiana de pie, yvan los Infantes de Carrion con él, e otros Condes e ricos omes honrados de los que non amavan al Cid: e quando vieron el escaño, començaron de dezir e de escarnescer. E dixo el Conde Suero Gonçalez al Rey:,, Señor, sea la vuestra merced, que me digades, aquel talamo que pusieron hy cerca de la vuestra silla, para qual dueña lo pusieron hy? si verná vestida de almexia, y de algrinales blancos en la cabeça: ó como verná hy guarnida? E, señor, tal escaño como aquel para vuestra merced pertenescia, ó lo mandad tomar, ó lo mandad quitar de hy." E esto oyólo Fernand Alfonso, que guardava el escaño, e dixo:,, Conde, mal vos razonays, e mal dezides de aquel, porque non havedes porqué lo dezir: que él que se ha de assentar en el escaño mas vale que non vos, nin que todo vuestro linage: que fasta el dia de oy varon ha parescido a todos sus enemigos, que non dueña, assi como vos dezides: e si dezides de non, yo vos porné hy las manos, e vos lo faré conoscer ante mi señor, el Rey don Alfonso, que aqui está: ca de tal logar só, que me non podedes desechar de vuestro par: e la meatad de las armas vos daré de avantaja. Destas palabras pesó mucho al Rey, e a los Condes, e a todos los omes honrados que hy estavan. E el Conde era muy sañudo, e ome de mala parte e sobraçó el manto, e quiso yr ferir a Fernand Alfonso, diziendo:,, Dexadme, yré ferir aquel rapaz, que se atreve a mí. E Fernand Alfonso metió mano a la espada, diziendo: : que si non fuesse por el Rey, que él lo castigaria de las locuras que estava diziendo. E el Rey viendo estas palabras

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que yvan cresciendo de mal en peor, partiólos que non oviessen mas mal, e dixo: Non ha ninguno de vos razon porque retraer el escaño del Cid: ca él se le ganó a guisa de buen cavallero, e esforçado qual él es: e non sé Rey en el mundo que mas merezca este escaño que el Cid, mi vassallo: e quanto él mas mejor e mas honrado es, tanto só yo mas honrado por él. E este escaño ganó él en Valencia del nieto de Alimaymon, que fué Rey e señor de Valencia, e de Toledo: e con él mucho oro, e mucha plata, e muchas piedras preciosas: e venció muchas lides de Christianos e de Moros, e de las ganancias que él ovo, siempre me embió mi parte, e muy grandes presentes, e muy ricos, quales nunca embió vassallo a señor: e esto me fizo en reconoscimiento de señorio. E vosotros que estades profazando, qual de vosotros me embió nunca tales presentes como él? E si alguno de vos le ha embidia, faga tales fechos como él, e yo assentarle he comigo por honrarle." E destas palabras, que ovo el Conde Suero Gonçalez, oyó mucho ayna las nuevas el Cid, e pesóle mucho de coraçon.

CAP. CCL.

Cuenta la historia, que desque esto acaesció, mandó llamar el Cid a don Alvar Fañez e a Pero Bermudez, su sobrino, e mandó que llamassen sus compañas, e dixoles assi:,,Cavalguemos e vayamos a la corte: que por ventura nos venimos aqui por fazer un riepto, e por ventura havemos de fazer dos, ó tres, por locura de algunos que se mueven contra nos: e yd todos apercebidos, que me ayudedes todos, diziendo e faziendo a lo que vos llamare: e todavia guardando la honra e el señorio del Rey don Alfonso, nuestro señor: e guardadvos, que ninguno de vos non diga palabra desaguisada, nin pelee, ca non es guisado." E desque esto ovo dicho de esta guisa, mandó que le diessen la bestia, e cavalgó el Cid con todos sus nuevecientos cavalleros, e fueronse para el palacio de Galiana, donde el Rey le estava atendiendo. E desque el Cid entró por el palacio, levantóse el Rey a él, e rescebióle muy bien. E dixo

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