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mas yo non quiero assi: e tengo por bien, que los omes honrados de vos, que moredes en la villa en vuestras casas, con todas vnestras compañas, e que ayades todas vuestras heredades; e que ninguno de vos non tenga mas de una bestia mular: e que non usedes de armas, nin las tengades sino quando yo mandare: e toda la otra gente que salga de la villa a morar al arrabal del Alcudia, do yo solia estar: e que ayades dos mezquitas, una en la villa, e otra en el arrabal: e que ayades Alfaquis, e que usedes de vuestra ley: e que ayades vuestros Alcaldes, e vuestro Aguazil, assi como los he puesto: e que ayades vuestras heredades, e que me dedes en servicio el diezmo de los frutos: e la justicia que sea mia: e yo que mande labrar moneda, qual me yo quisiere. E los que quisieredes fincar comigo en este señorio, fincad: e los otros yd con Dios en buena ventura, con los cuerpos tan solamente: e yo vos mandaré poner en salvo." Quando esto oyeron los Moros de Valencia, fueron muy tristes: mas en tiempo estavan que non podían ál fazer, sinon lo que él mandasse: e luego a la hora encomençaron a salir de la cibdad con sus mugeres e con su fijos, si non los que mandó el Cid que fincassen en la villa: e ansi como los Moros yvan saliendo, ansi yvan los Christianos entrando, que moravan en el Alcudia. E dize la historia, que tanta gente salió, que dos dias duró que non fazian ál si non salir, sin la que fincava por mandado del Cid: mucho fué el gozo e el alegría que el Cid e los suyos fazian aquel dia: e de hy adelante fué el Cid llamado señor de Valencia.

CAP. CCXII.

Cuenta la historia, que despues que fué sabido por todas las tierras en como el Cid Ruydiez avia ganado la noble cibdad de Valencia, diz que lo sopo Ali Abenaxa, Adelantado de los Alarabes e embió hy un su yerno, que era Rey de Sevilla, que cercasse al Cid en Valencia: e dióle treynta mil omes de armas. E este Rey vinose a muy grand priesa para Valencia, e cercó hy al Cid: e estonce el Cid guisóse muy bien con todas sus gen

tes, e salió a lidiar con él. E segun cuenta la historia, fué la batalla cerca de Valencia, a par de la huerta que llaman Villanueva e fué muy fuerte la batalla, e al cabo venció él de la buena ventura, e fué en alcance empos ellos fasta Xativa: e yendo en alcance matando e firiendo, diz que morieron en el rio de Xativa bien quinze mil Moros: e fué ende el Rey fuyendo con tres golpes grandes. En este alcance fué muy bueno Martin Pelaez el Asturiano, assi que non ovo hy tal cavallero que tan bueno fuesse en armas, nin que tanto levasse ende prez. E tanto que el alcance fué acabado, tornóse el Cid al campo do fuera la batalla, e mandó coger el despojo, e las tiendas de los Moros: e tan grande fué el algo que ende ovieron, que copo a la peonia diez mil marcos de plata: e tornóse el Cid para Valencia mucho honradamente, e fué muy bien recebido.

CAP. CCXIII.

Cuenta la historia, que essa noche ovo el Cid su acuerdo con don Alvar Fañez, e con los otros omes honrados de su poridad en quien él mas fiava, para ordenar su fazienda: por razon que se temia que se le yria mucha gente, porque estavan ricos, e se tornarian para sus tierras. E acordaron de mandar pregonar por toda la cibdad, que ninguno non fuesse osado de se yr sin mandado del Cid: ca él que de otra guisa se fuesse, perderia quanto levasse, e mas que lo mandaria matar por ello: e por ser ende mas cierto, mandó meter en nomina quanta gente hy avia, tambien de cavallo como de pie: e mandó a Pero Bermudez e a Martin Antolinez fazer esta nomina. E fallaron que avia hy mil e quinientos cavalleros de linage, e de otra gente de cavallo quinientos e cincuenta: e de omes de pie e de armas bien cinco mil e quinientos, sin rapazes e sin otra gente. E el Cid estando ordenando esto, llególe a Valencia el Obispo don Hieronymo, que se havia dende ydo por miedo de los Alarabes, assi como ha contado la historia. Quando lo sopo el Cid, plogole mucho de coraçon, e cavalgó luego, e fuélo ver a su posada, e ovo con él grand plazer, porque le vido acompañado

de muchos clerigos buenos e honrados: e ovieron su acuerdo, que el Obispo con sus clerigos recolassen las mezquitas que eran en Valencia, e que ordenasse ende yglesias, onde sacrificassen el cuerpo de Jesu Christo: e dió luego rentas ciertas para la mesa del Obispo, e para sus Canonigos, e estableseieron nuevas colaciones. E a la mayor posieron nombre San Pedro, e a la otra Santa Maria de las Virtudes, porque era cerca del Alcaçar onde yva el Cid a oyr las horas mas a menudo. E desta manera ordenó el Cid su cibdad, que la fizo Obispado por honra de la Fé Catholica.

CAP. CCXIV.

La historia cuenta, que despues que el Cid ovo vencida la batalla del Rey de Sevilla, e la cibdad fecha Obispado, segun que vos havemos contado, vinole en miente de su muger doña Ximena Gomez, e de sus fijas doña Elvira, e doña Sol, que él dexara en s. Pedro de Cardeña: e tovo por bien de embiar por ellas. E mandó llamar a don Alvar Fañez, e a Martin Antolinez de Burgos: e fabló con ellos, e rogóles, que pues Dios le havia tanto bien fecho en todas las cosas que començara, e les quisiera dar heredad en que vesquiessen, que les rogava que fuessen a Castilla al Rey don Alfonso, su señor, e queria que le levassen presente del bien que Dios les avia fecho e el presente, que fuesse de dozientos cavallos, enfrenados, e ensellados, e que le besassen las manos por él: e que le embiasse a su muger doña Ximena Gomez, e a sus fijas: e que le dixessen el bien e la merced que Dios le avia fecho, e como era a su servicio con Valencia, e con quanto él havia. E otrosi les dixo: que les rogava que levassen mil marcos de plata al monesterio de san Pedro de Cardeña, e que los diessen al Abad don Sancho: e mandóles dar treynta marcos de oro para doña Ximena, su muger, para con que se guisasse de venir. E mandóles dar trezientos marcos de oro, mas otros trezientos de plata, para quitar las arcas de arena que empeñara en Burgos a los Judios: e mandóles que dixessen a Rachel e Vidas, que le perdonassen el engaño

del arena, que con cuyta lo fiziera, e dixo:

E vos, Martin Antolinez, fuestes ayudador, pero loado sea el nombre de Dios por siempre, porque me dexó quitar mi verdad:" e dixoles que les diessen mas por ganancia lo que ellos quisiessen. E mandóles que levassen consigo toda su compaña, porque mas aconsejados e acompañados fuessen, e mas honrados veniessen con doña Ximena: e la compaña era esta: dozientos cavalleros que eran de don Alvar Fañez, e de Martin Antolinez cincuenta: e mandóles dar recabdo para toda su despensa, e para todas las cosas que oviessen menester muy complidamente.

CAP. CCXV.

La historia cuenta, que movieron de Valencia don Alvar Fañez e Martin Antolinez: e andudieron por sus jornadas, e llegaron al Rey de Castilla a la cibdad de Palencia. E quando llegaron, salia el Rey don Alfonso de Missa, e vido los cavalleros e la gente muy grande, e preguntó, que quien eran: e dixeronle, en como era gente del Cid, que venian a él con muy grand presente. E don Alvar Fañez e Martin Antolinez descendieron al Rey, e besaronle las manos, e encomendaronle el Cid, assi como lo él mandara. E el Rey rescibiólos muy bien, e preguntóles:,,Qué nuevas me traedes del Cid, mi vassallo leal, el mas honrado novel que nunca fué armado en Castilla?" Quando esto oyó don Alvar Fañez, plogole mucho, e dixo:,,Señor Rey don Alfonso, el Cid allá ado está vos embia a besar las manos, e encomendarse en la vuestra merced, como a señor natural, a cuyo servicio es. Señor, despues que el Cid se partió de vuestra merced, venció tres lides campales, que ovo con Moros e con Christianos malos, e ganó estos castillos: Xativa, e Onda, e Celfa, e Peñacadilla, e Moriella, e Cebolla: e con estos la muy noble cibdad de Valencia, para honra de la Fé de Jesu Christo, e de vos, señor: e fizola Obispado: e fizo ende Obispo al honrado don Hieronymo, vuestro capellan. E de las ganancias que fizo, señor, embiavos estos dozientos cavallos: e vos, señor, mandadlos tomar." E quando esto oyó el Rey, fué muy "E

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alegre e maravillandose, alçó la mano, e escomençóse a santiguar, e dixo: Si me vala San Isidoro, mucho me plaze de la buena andança del Cid, e bien recibo yo el su don de buena mente. Estonce don Alvar Fañez e Martin Antolinez besaron las manos al Rey, e mandóles dar recado de todo: e dióles un portero con su carta, que les fiziesse dar quanto oviessen menester, mientra fuessen por sus Reynos. E Alvar Fañez e Martin Antolinez espidieronse del Rey, e endereçaron su camino, e fueronse para Burgos.

CAP. CCXVI.

E desque llegaron a Burgos, embiaron por Rachel e por Vidas, e demandaron las arcas, e dieronles trezientos marcos de oro, e trezientos de plata, assi como el Cid mandara: e rogaronles que perdonassen al Cid el engaño de las arcas, ca con grand cuyta fuera fecho. E ellos dixeronle, que le diesse Dios mucha vida e mucha salud, e que le diesse poder, porque ensalçasse el Christianismo, e abaxasse el Paganismo, ca ellos por pagados se tenian dél. E desque esto fué sabido por la cibdad de Burgos, el bien e la mesura que el Cid fiziera contra los mercaderes, en les mandar quitar las arcas llenas de arena, e de tierra, e de piedras, tovieronlo por grand maravilla, e quedavan fablando en la mesura, e en la lealtad del Cid, e bendiziendolo, rogandolo a Dios, que acrescentasse la honra del Cid e de los suyos. Desque esto fué acabado, fueronse para san Pedro de Cardeña, e con ellos el portero del Rey, que les fazia dar quanto havian menester: e fueron muy bien recebidos de doña Ximena Gomez e de sus fijas, e fué muy grande el alegria que con ellos ovieron, e tan grande fué el plazer, que lloravan. E desque fué assossegada su grand alegria, doña Ximena Gomez preguntó:,,Como va a mi señor el Cid?" E don Alvar Fañez dixole, en como era en Valencia sano e alegre, e que ella e sus fijas gradesciessen a Dios mucho quanto bien e quanta merced les Dios havia fecho, que havia ganado de Moros pieça de castillos, e la noble cibdad de Valencia, onde queria levar a

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