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que veniessen hy el Lunes: e esto era por maestria. E quando fué el Lunes, juntaronse como de cabo en la huerta, e de sí salió el Cid a ellos, e assentóse en su estrado, e los Moros fizieronle su querella: e desque el Cid ovo oydo sus razones, començóles de dezir unos ensiemplos, e unas razones, que non eran semejantes a lo que les dixera el dia primero; ca les dixo: ,,Demandovos consejo si es bien que finque yo sin mis omes? ca si yo sin ellos fincasse, seria a tal como él que ha el braço diestro, e non ha braço siniestro: e como la ave que non ha alas, e como el lidiador que non tiene lança nin espada. Pues la primera cosa que yo he de ordenar, es fecho de mi gente, en fazer en como vivan ricos e honrados, en guisa, que me puedan servir e guardar la mi honra: ca pues Dios me quiso dar la cibdad de Valencia, non quiero que aya hy otro señor si non yo. E por ende vos digo e vos mando, que si queredes estar bien comigo, en guisa que vos faga siempre merced, guisad como metades en mi poder al traydor de Abenjaf: ca sabedes en como mató al Rey, vuestro señor e suyo, e quanto mal e quanta lazeria vos fizo levar en esta cerca: pues non es guisado que ningun traydor que matasse a su señor viva entre vos: ca la su traycion confonderia la vuestra lealtad: e guisad en como se cumpla mi mandado." E quando esto oyeron los Moros honrados, fueron espantados, pero que sabian que dezia verdad quanto en la muerte del Rey, su señor: mas pesavales por quanto les salia de la promesa que les fiziera ante. E los Moros respondieron, que fablarian en ello, e que le tornarian respuesta. E estonce apartaronse cinco de los mejores e mas honrados, e llamaron a la fabla a Audalla Adiz, e dixeronle:,, Pedimoste por merced que nos conseges del mejor e mas leal consejo que en ti oviere: ca pues de nuestra ley eres, deveslo fazer, e la razon que te pedimos por merced es esta: El Cid nos prometió la otra vez muchas cosas, e veemos agora que nos mueve otras razones nuevas, de que nos toma muy grand estrañeza: e porque tu sabes mas sus costumbres, que nos fagas entender su voluntad: ca aunque nos queramos ál fazer, non estamos en tiempo, si non lo que él mandare." Quando esto oyó el Al

moxarife, dixo:,,Omes buenos, este rahez es de entender: ca bien sabemos todos la grand traycion que Abenjaf fizo contra vos todos, en matar a vuestro señor el Rey: ca comoquier que haviades estonce premia de los Christianos, non era a tan grande, nin soffriades tanta cuyta nin tanto mal como despues que él mató a vuestro señor el Rey. Mas pues Dios lo ha llegado a este tiempo que lo él lazere, guisad de todo en todo como lo metades ende en poder del Cid: e yo sé que le faredes en ello grand plazer. E non vos catedes, nin vos receledes de ál, ca comoquier que el Cid en alguna cosa cumpla su voluntad, mejor es de tener a él por señor, que non al traydor que tanto mal vos fizo soffrir: ca cosas deste mundo ayna se passan. E el coraçon me dize que ayna saldremos de la premia del Cid e de los Christianos: ca el Cid es ya encima de sus dias, e despues de su muerte los que fincaremos vivos, seremos señores de nuestra cibdad." Quando esto oyeron los omes buenos, gradescierongelo mucho, e tovieronse por bien aconsejados, e dixeron que lo farian muy de grado: e de sí partieronse de la fabla, e dixeron al Cid que complirian su mandado.

CAP. CCVIII.

Aqui cuenta la historia, que desque los omes buenos se partieron del Cid, entraron a la cibdad, e tomaron mucha gente armada, e fueron onde morava Abenjaf, e combatieron las casas, e quebrantaron las puertas, e entraron por fuerça dentro e prendieron a Abenjaf e a su fijo e a toda su compaña, e levaronlos todos delante el Cid. E el Cid mandó meter en grandes presiones a Abenjaf, e a todos los que entendió que eran en su consejo en la muerte del Rey Yaya Alcadir, nieto del Rey Alimaymon: e desque esto ovo acabado, dixo el Cid a los omes buenos:,, Pues vos complistes mi mandado, tengo por bien de vos fazer merced en lo que entendieredes que es cosa aguisada que vos compliere: e vos decid lo que queredes, e yo faré lo que entendiere que devo fazer: pero en tal manera, que la mí morada sea dentro en la villa de Valencia, dentro en el Alcaçar,

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e los mis omes Christianos tengan todas las fortalezas de la cibdad." E los Moros, quando esto oyeron, ovieron muy grande pesar, pero encubrieronlo, e dixeron al Cid: ,,Señor, sea como vos tovieredes por bien, e vos lo otorgamos. Estonce dixo el Cid: que les mantendria todos sus usos e costumbres de su ley: e que en esto que demandassen lo que toviessen por bien, e que en esto les otorgaria lo que le demandassen: e quanto en el señorio, que él queria ser señor de todo en todo: e ellos que labrassen e criassen, e que le diessen su diezmo, ca non queria ál dellos. Quando esto oyeron los Moros, plogoles mucho, ca pues fincavan en su villa, e en sus casas, e en sus heredades, e en sus usos, e en sus costumbres, e les fincavan sus mezquitas, tenian que non estarian mal. E estonce dixeron al Cid, que fincasse por Aguazil aquel que él posiera primero, e que les diesse por Alcalde a un Alfaqui, que dezian Aya Traxi: e él que posiesse aquellos que él quisiesse de su mano, que le ayudassen a juzgar el pueblo todo de los Moros: e ansi fincaria él sin enojo de oyrlos de cada dia, sino quando acaesciessen grandes pleytos: e él otorgógelo todo, e ellos besaronle las manos, e tornaronse para la villa.

CAP. CCIX.

Dize la historia, que fasta aquel dia que ordenó de entrar el Cid a la villa a morar, que la tovo cercada nueve meses, e a cabo deste tiempo fué apoderado de la villa muy complidamente: e estudo en pleytesia con los Moros un mes, en assossegarlos, e ansi se complieron diez meses: e complieronse postrimero dia de Julio, en la Era de mil e ciento e veynte e cinco años, quando andava el año de la Encarnacion de nuestro Señor Jesu Christo, en mil e ochenta e siete años. E desque el Cid ovo acabadas todas sus pleytesias con los Moros, en este tiempo que vos diximos, entró en la cibdad de Valencia su seña tendida, e todos los suyos con él, sus armas enfiestas mucho ordenadamente, faziendo muchas alegrias. E descendió el Cid en el Alcaçar, e mandó dar buenas posadas a todas sus compañas

aderredor dél: e mandó poner la su seña encima de la mas alta torre por honra. E desde este dia en adelante fué apoderado el Cid de todos los castillos e fortalezas que eran en el señorio de Valencia: e fincó assossegado con lo que Dios le dió, e con muy grand alegria él e todas sus gentes.

CAP. CCX.

Cuenta la historia, que mandó el Cid levar Abenjaf a Cebolla, e dieronle grandes penas fasta que llegó a punto de muerte: e tovieronlo allá dos dias, e tornaronle a Valencia a la huerta del Cid: e hy escrivió una carta con su mano, de todo quanto havia e hy dió escriptos los sartales, e las sortijas que vos contó la historia que tomó al Rey su señor quando lo matara: e otrosí escrivió las preseas de casa, e lo que le devian: e non escrivió el haver monedado que havia en oro, e en plata: e leyeron esta carta ante el Cid. Estonce el Cid mandó llamar de los Moros mas honrados una pieça, e fizo traer ante sí a Abenjaf, e demandóle, que si havia mas de aquello que le dava por aquel escripto: e él dixo, que non, e fizo ende jura ante todos. Estonce el Cid fizo catar muy as condidamente en todas las casas de los amigos de Abenjaf, jurando, que si cosa negassen que suyo fuesse, e despues lo sopiesse, que los mandaria matar por ello e de mas, que les tomaria quanto oviessen. E ellos quando esto oyeron, lo uno por miedo del Cid, lo ál por estar bien con él, traya cada uno muy grand haver, diziendo:,, Señor, esto nos dió en guarda Abenjaf, que si escaesciesse de muerte, que lo partiria conusco." E mandó catar e cavar en las casas de Abenjaf, e fallaron muy grand haver en oro, e en plata, e en aljofar, e en piedras preciosas: e todo esto descubrió un su siervo. E quando el Cid lo vido todo ante sí, plogole mucho, e mandó llamar los Moros, ante quien Abenjaf jurara, al Alcaçar, e assentóse en su estrado muy noblemente: e delante los Christianos e los Moros mandó traer a Abenjaf, e a todos los otros presos con él. E mandó al Alfaqui que fiziera Alcalde, que juzgasse, que qué muerte merescia segun su ley quien ma

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tara a su señor: e de mas que era perjuro, porque jurara que non havia mas algo de lo que diera por escrito. E el Alcalde e los otros Moros juzgaron, que lo apedreassen, e dixeron: ,,Esto fallamos de ley, mas vos fazed como tovieredes por bien : empero pedimosvos merced por su fijo, que es niño de pocos dias, que lo mandedes soltar: ca non ha culpa en lo que fizo su padre." Estonce dixo el Cid, que por amor dellos que le perdonava, mas que se fuesse luego de la cibdad, que non queria que hy morasse fijo de traydor: e mandó que apedreassen a Abenjaf, e a todos los que fueron en consejo de matar al Rey su señor, assi como lo ellos juzgaran. E estonce levantaronse los mas honrados, e besaronle los pies e las manos por la merced que fazia al fijo de Abenjaf: e levaron apedrear a Abenjaf, e a otros veynte e dos con él. E mandó a los omes buenos que veniessen ante él otro dia, que queria ordenar como fuesse su vida entre ellos.

CAP. CCXI.

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La historia cuenta, que essa noche fabló el Cid con don Alvar Fañez, su primo, e con Pero Bermudez, e con todos los otros que eran de su consejo, e ordenaron como fuesse su vida entre ellos e los Moros. E otro dia fueron ayuntados los Moros honrados en el Alcaçar, como les fuera mandado: e el Cid assentóse en un estrado, e aderredor dél todos los omes honrados, e començó su razon en esta guisa: Omes buenos del aljama de Valencia, vos sabedes quanta ayuda e quanto defendimiento yo fize a vuestro señor Yaya el Rey, e a vos fasta su muerte: ove grand pesar dél, e puné de lo vengar assi como vos sabedes, e levé grand lazeria en ganar a Valencia. E pues Dios tovo por bien que yo sea señor della, quierola para mí, e para los que me la ayudaron a ganar: salvo el señorio del Rey don Alfonso de Castilla, mi señor, a quien mantenga Dios por muchos tiempos e buenos al su servicio: pues vos todos en mi poder sodes, para fazer todo lo que yo quiero de vos, en los cuerpos, e en los haveres, e en las mugeres, e en los fijos;

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