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ron el Alfaqui e Abenjaf, fablaron mucho de la grand cuyta en que estavan, por tomar algun consejo. E fué su acuerdo de Abenjaf de dexarse de todas las otras cosas, e de las ayudas que esperava haver, e pusose en mano del Alfaqui, e rogóle que fuesse medianero entre él e el Cid e los de la villa: e que traxiesse pleytesia entre él e ellos la mejor que él podiesse: pues se non podian mantener nin defender la villa: e desque esto ovieron acordado, partieronse dende avenidos.

CAP. CXCVI.

Aqui cuenta la historia, que en quanto fablavan en esto, que venia Martin Pelaez el Asturiano con una recua en que traya vianda para la hueste del Cid, e en passando cerca de la villa, los Moros salieron a él muy grand gente, para gela tomar: mas él comoquier que traya poca gente, amparóla muy bien, e fizoles muy gran daño, matando muchos de ellos, e metiólos por la villa. A este Martin Pelaez de que vos dezimos, fizo el Cid muy buen cavallero, de covarde que era, segun que adelante vos contará la historia. Al comienço que el Cid cercó la cibdad de Valencia, vinose para él este Martin Pelaez que vos dezimos, que era cavallero, e era natural de Asturias de Santillana: e era fijodalgo, e grande de cuerpo, e rezio de sus miembros, e ome mucho apuesto e de buen donayre: mas con todo esto era muy covarde de coraçon, e mostravalo ya bien en muchos logares onde se acaescia en fecho de armas. E quando llegó al Cid, pesóle mucho, pero non se lo quiso demostrar, ca tenia que non era para su compaña, pero que asmó que pues hy veniera, que él faria dél bueno, esforçandole, aunque non quisiesse. E quando el Cid venia a correr la villa, quando dos vezes, quando tres al dia, segun que havedes oydo en la historia, como era en comienço de la cerca, cada dia havian lides e torneos, porque era siempre el Cid de buena andança. Acaesció un dia que entró en un logar el Cid en un grand torneo, con sus parientes e amigos, e vassallos: e este Martin Pelaez yva bien armado, e quando vido que se juntavan los Christianos e los Moros, fuyó

dende e fuése para la posada: e estudo ascondido fasta que tornó el Cid a yantar. E el Cid sabia muy bien lo que fiziera Martin Pelaez, e de que ovo vencido los Moros, tornóse para su posada a yantar. E el Cid havia por costumbre de comer a mesa alta en su cabo, assentado en su escaño: e don Alvar Fañez, e Pero Bermudez, e los otros cavalleros preciados, comian a otra parte a mesas altas muy honradamente: e non se ossavan assentar con ellos otros cavalleros ningunos, a menos de ser atales que meresciessen de ser hy: e los otros cavalleros que non eran tan provados de armas, comian en estando en mesas de cabeçales. E assi andava ordenada la casa del Cid, e cada uno sabia el logar do se havia de assentar a comer: e cada uno punava quanto podia de ganar la honra para se assentar a comer a la mesa de don Alvar Fañez e sus compañas, ondequier que les acaescia en fecho de armas, faziendo mucho bien: e por esto levavan la honra del Cid adelante.

CAP. CXCVII.

Aqui cuenta la historia, que aquel cavallero Martin Pelaez, cuydando que ninguno non havia visto la su maldad, lavóse las manos en bueltas de los otros, e quisose assentar con los otros cavalleros: e el Cid fué contra él, e tomólo por la mano e dixole:,,Non sodes vos tal que merezcades assentarvos con estos, ca valen mas que vos nin que yo: mas quiero que comades comigo: e vos posedes comigo." E assentó e consigo a la mesa: e él con mengua de entendimiento, tovo que lo fazia el Cid por honrarlo mas que a los otros: aquel dia yantaron assi. E al otro dia el Cid e su compaña fueronse para Valencia, e los Moros salieron al torneo: e Martin Pelaez salió hy muy bien armado, e fué en los primeros que firieron en los Moros, e entrante dello bolvió las riendas e tornóse para casa e el Cid metió mientes en todo quanto fizo, e vido que comoquier que mal fiziera, que fiziera mejor que el primero dia. E desque el Cid ovo encerrados los Moros en la villa, vinose para la posada: e tanto que se assentó a comer, tomólo

por la mano e assentólo consigo, e dixole: que comiesse con él en el escudilla: ca mas merescia aquel dia que non el dia primero. E el cavallero tovo mientes en aquella palabra, e ovo embargo, pero fizo lo que mandó el Cid: e despues que ovo yantado, fuése para su posada, e començó a cuydar en aquella palabra que el Cid le dixera, e asmó que havia visto todo el mal que él fiziera: e estonce entendió que por aquello non le dexava assentar en la mesa con los otros cavalleros, que eran preciados en armas; e que lo assentara consigo, mas por lo enforçar, que por le fazer honra: ca otros cavalleros mejores que él eran hy, e non les fazia aquella honra: e estonce puso en su coraçon de lo fazer mejor que lo non fiziera fasta hy.

CAP. CXCVIII.

Aqui cuenta la historia, que otro dia tornóse el Cid e los suyos, e Martin Pelaez, e fueronse para Valencia, e los Moros salieron al torneo muy denodadamente, e Martin Pelaez fué en los primeros, e ferió muy de rezio en los Moros, e derribó e mató luego un buen cavallero, e perdió luego hy todo el mal miedo que havia: e fué aquel dia uno de los mejores cavalleros que hy ovo. E quanto duró el torneo, nunca quedó matando, e feriendo, e derribando en los Moros, fasta que metieron los Moros por las puertas adentro de la villa, en manera que se maravillavan los Moros dél, e dezian: Qué de donde veniera aquel diablo, que nunca hy le vieran? E el Cid estava en logar que lo veya muy bien todo quanto fazia, e metia hy muy bien. mientes: e havia ende muy grand plazer, porque tambien olvidara el grand miedo que solia haver. E despues que los Moros fueron encerrados, tornóse el Cid e todos los suyos para la posada, e Martin Pelaez muy manso e muy assossegado, e fuése para su posada en guisa de buen cavallero. E desque fué hora de comer, el Cid atendió a Martin Pelaez, e desque llegó, lavaronse las manos: e el Cid tomólo por la mano, e dixole: „Mi amigo, non sodes vos tal que merezcades ser comigo de aqui adelante, mas assentadvos con Alvar Fañez e con estos buenos

cavalleros: ca los vuestros buenos fechos que oy fezistes vos fazen ser compañero dellos :" e de hy adelante fué metido en la compaña de los buenos. E dize la historia, que desde aquel dia en adelante fué aquel cavallero, Martin Pelaez, muy bueno e muy enforçado en todos los logares en que se acertava en fecho de armas e vesquió siempre con el Cid, e servióle muy bien e verdaderamente.

CAP. CXCIX.

Cuenta la historia, que despues que el Cid ganó la cibdad de Valencia, que el dia que vencieron e arrancaron al Rey de Sevilla, que fué hy este Martin Pelaez tan bueno, que sacando ende el cuerpo del Cid, non ovo hy tan buen cavallero, nin que a tanto afan llevasse en fecho de armas, tambien en la fazienda como en el alcance. E tan grand mortandad fizo en los Moros aquel dia, que quando tornaron de la fazienda, todas las mangas de la loriga traya llenas de sangre, bien fasta los cobdos, e por quanto él aquel dia fizo, fué el su fecho escrito en esta historia, porque el su nombre nunca muera: e quando el Cid lo vido venir en aquella manera, fizole grand honra, qual nunca fizo a cavallero que oviesse fasta aquel dia, e desde aquel dia adelante metiólo en todos sus fechos, e en sus poridades, e fué mucho su privado. E en este cavallero, Martin Pelaez, se cumplió el exemplo, que dize: Que quien a buen arbol se allega, buena sombra le cubre: e quien a buen señor sirve, buen galardon alcança: ca por el servicio que fizo al Cid, llegó él a buen estado, onde fablan dél como ya vos diximos: ca el Cid lo sopo fazer buen cavallero, e usar bien de cavalleria, como faze el buen criado al cavallo. Mas agora dexa la historia de fablar desto, e torna a la pleytesia del Alfaqui, e de Abenjaf, que movieron al Cid.

CAP. CC.

Cuenta la historia, que el Alfaqui que embió sus mensageres a un Almoxarife del Cid, que avia nombre Audalla Adiz: e

era ome bueno, e amavalo mucho el Cid, porque le servia, e nunca se partiera dél despues que su merced oviera. E desque Audalla Adiz sopo en como querian pleytesia, fabló con el Cid en ello muy desengañadamente: e el Cid mandóle que entrasse a la villa, e que fablasse con ellos, e que sopiesse qué era lo que querian. E él entrava a la villa e fablava con ellos lo que el Cid mandava: e otrosí dezia al Cid lo que le dezian los de la villa, fasta que traxo pleytesia entre ellos, ansi como vos diremos agora. Abenjaf embió tres omes buenos con el Almoxarife, por confirmar la pleytesia que trayan, que era a tal: Que embiassen los de Valencia mandado al Rey de Çaragoça, e a Ali Abenaxa, que era Adelantado de los Alarabes, e señor de Murcia, que les veniessen acorrer fasta quinze dias; e si los non acorriessen en este plazo, que diessen la villa al Cid: por tal pleyto, que fincasse Abenjaf poderoso en la villa assi como era de antes, e seguro de su cuerpo e de su haver, e de su muger, e de sus fijos: e que fuesse veedor de todas las rentas de la villa, él e el Almoxarife del Cid: e que fuesse Aguazil de la villa un Moro que dezian don Yucan, que recabdava lo del Cid en el tiempo del Rey Yaya: e despues que fué muerto el Rey su señor, nunca se quitó del Cid: e fizolo Alcayde de un castillo, e fallólo siempre leal e a su servicio. E por esto fiava el Cid dél, que fuesse Aguazil, e que toviesse las llaves de la villa con gente de Christianos: e el Cid que morasse en Cebolla, e non les mudasse sus fueros, nin sus costumbres, nin la moneda.

que

САР. ССІ.

Aqui cuenta la historia, que firmaron esta pleytesia, segun lo avedes oydo. E luego otro dia embiaron cinco omes buenos por mensageros al Rey de Çaragoça, e otros tantos a Murcia. E estos mensageros non havian de levar ninguno dellos mas de cincuenta maravedis para su despensa, e que fuessen por mar fasta Denia en nave de Christianos: e dende allá que fuessen por tierra. Desque entraron los mensageros con su

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