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letuarios de los boticarios, e todo esto muy caro: e los omes pobres comian las carnes de los omes muertos.

CAP. CXC.

La historia cuenta, que estando Abenjaf en grand cuyta, que non havia esperança de acorro del mundo, si non del Rey de Çaragoça, que lo embiara a conortar, embiavale sus cartas de noche, ca de dia non osava. E el Rey de Çaragoça embióle dezir que le acorreria, ca el Rey don Alfonso le embiava grand cavalleria con Garcia Ordoñez: e que el Rey don Alfonso que venia quanto mas podia empos él: e que él los acorreria, e que los sacaria de la premia en que estavan, ca havia ende grand pesar, e se tenia por tan cuytado como ellos, por la grand cuyta que passavan: e con esta carta se conortavan ya quanto. E quando esto embiava dezir el Rey, embiava sus cartas a sus privados, para que ellos embiassen dezir a Abenjaf lo mesmo: e ellos embiavanle dezir esso mesmo que el Rey. Estando en esto, embióle dezir un privado, que se dolia dellos, unas palabras encobiertas, para apercebirlos, en que dezia: que el Rey de Çaragoça que queria fazer una torre de candela en el Alcudia, e el entendimiento desto era, que lo que el Rey les embiava dezir alongamiento era. Abenjaf non lo entendió, e embióle dezir: Que qué era lo que le embiava dezir, en qual logar seria aquella torre: e él non le respondió a esto nada.

САР. СХСІ.

Dize la historia, que el Rey de Çaragoça embió sus mensageros al Cid, e que le traxeron muy muchas nobles donas, e muy grand presente: e que le rogava que non apremiasse tanto a los de Valencia, e que dexasse entrar dentro en la villa a los sus mensageros, e fablarian con Abenjaf, en como lo serviesse: mas el Cid non los dexó entrar dentro, pero allá aguisaron como embiaron dentro la carta del Rey, en que dezia: que él embiava su presente grande al Cid, e a rogarle que le non

fiziesse tanto mal, e que tenia que su ruego seria cabido: e si esto non quisiesse fazer, que sopiessen que embiaria grand hueste que lo sacasse de la tierra. E todo esto eran palabras encubiertas, ca dize la historia: que el Rey de Çaragoça e el Cid eran tan amigos, e de un consejo, en tal manera, que ganasse el Cid a Valencia, e gela diesse por grand haver.

CAP. CXCII.

Cuenta la historia, que el Cid embió mover pleytesia a un Moro poderoso de la villa, que dezian Abenmoxiz, que se alçasse contra Abenjaf, e que lo matasse, ó gelo diesse preso, e que lo faria Rey e Señor de Valencia, e del Reyno de Denia. E Abenmoxiz fabló con sus amigos de la villa, e consejaronle que lo fiziesse: e ovolo de saber Abenjaf, e prendiólos, e metiólos en presiones: e diólos en guarda a dos de sus omes buenos en que fiava. E Abenmoxiz fabló con los que lo guardavan, e mostróles toda su fazienda: e prometióles, que si él acabasse aquella demanda, que les faria mucho bien, en tal que lo soltassen, ca él por mandado e por consejo del Rey de Çaragoça lo fazia: e las guardas prometieron de lo fazer. E quando fué la noche, Abenmoxiz e los otros presos, e los que le guardavan, acordaron de se alçar con el Alcaçar, ca dentro yazian presos, e fizieronlo ansi, e començaron de tañer el atambor. E fizieron sobir un pregonero en la torre de una mezquita, que era cerca del Alcaçar e pregonava que se juntassen todos ante el Alcaçar. E quando los de la la villa oyeron el atambor e el pregonero, ovieron muy grand miedo, que non sabian qué era: e ayuntaronse los vezinos, e guardaron sus casas e otrosí los que guardavan las torres e los muros, non se quisieron rebatar fasta que sopieron qué era. E quando Abenjaf oyó este ruydo, ovo muy grand miedo, e preguntava a todos, que qué era aquello, e non le sabian dezir qué era: e a poca de hora ovolo de saber. E eran ya juntados todos los cavalleros e grand gente a su puerta, e mandóles que fuessen al Alcaçar, e que prendiessen a Abenmoxiz, e a todos los que con él tenia. E Aben

moxiz estava a la puerta del Alcaçar con aquella poca de compaña que eran de su consejo, e atendian que les vernia todo el pueblo de la villa en ayuda. E estando ellos assi, llegó la compaña de Abenjaf, e fueron denodadamente a ellos, e prendieronlos e él cuydava que estarian con él los que estavan hy;. pero fuyeron todos los mas, e levaronlo muy abiltadamente a casa de Abenjaf, e mandóle meter en presion, e descabeçar a los otros: e mandó prender a todos los otros en que ovo sospecha, e tomarles todo quanto havian.

CAP. CXCIII.

Despues desto embió Abenjaf sus mensageros al Rey de Çaragoça por le fazer saber aquel fecho, e levaron consigo preso a Abenmoxiz: e mandóles, que se non partiessen del Rey, nin tornassen a Valencia sinon con él, ca él cuydava que les vernia ende acorro e mandóles que le embiassen siempre las nuevas ciertas: e que sopiessen de los privados como querian fazer. E valia estonce la vianda en Valencia: la libra de trigo tres maravedis, e la libra de cevada dos maravedis, e quarta, e la del panizo dos maravedis e medio, e de las legumbres dos maravedis, e de linueso siete maravedis e medio; la onça del queso un maravedi, e de los figos dos maravedis e medio de plata, la onça de la miel un maravedi, de las alcarchofas dos dineros menos quarta, la libra de las berças un maravedi: e non avia hy ya azeyte ninguno. E estas viandas non las podian haver si non muy caras de los que havian el poder: e comian del cuero de las vacas, e del caldo dellos e los omes pobres comian la carne de los muertos. E estava todo el pueblo en las ondas de la muerte: ca veyan el ome andar, e cayase muerto de fambre: assi que todas las plaças eran llenas de fuessas, e metian ayuntadamente en la fuessa diez omes, ó doze: e los que podian salir de la villa yvanse a meter en poder de los Christianos en cautiverio. E el Cid tenia que salian por consejo de los mayorales, que echassen dende los pobres por se mantener, e pesavale mucho porque salian, ca él por fambre la cuydava tomar antes que les veniesse acorro:

e a las vezes mostrava que le fazian plazer. E acaesció que salieron de la villa omes honrados e fablaron con el Cid, e dixeronle que combatiesse la villa, que la tomaria por fuerça: ca los omes de armas eran pocos, e flacos de fambre.

CAP. CXCIV.

Cuenta la historia, que el Cid ovó su acuerdo e su consejo como combatiesse toda la villa, e ayuntó toda su gente, e castigólos como fiziessen. E fizieron una espoloneada contra la puerta que dizen Albomalieches, que quiere dezir la puerta de la culebra e llegaron fasta el muro. E el Cid entró en un baño que estava cerca el muro con poca de gente, por se guardar de las saetas: e de si ayuntóse el poder de la villa, e a aquella puerta tiravan muchas piedras e saetas, en guisa que los ferian mal, e abrieron la puerta e salieron a ellos, e con la grand quexa de las piedras e de las saetas fizieronse los Christianos afuera, e fincó el Cid en el baño, que non havia poder de salir por la puerta, ca gela combatian muy fuerte: e mandó abrir un portillo contra la otra parte, e salió por hy muy perdidoso e temiendo que fuera mal aconsejado en combatir la villa, e se meter en tal logar, onde ansi saliera a tan grand peligro: e tovo que la mayor guerra que les podia fazer, que era en los matar de fambre. E desque esto acordó, mandó pregonar por todo su real, en guisa que lo oyessen todos los Moros que salieran de la villa, que se tornassen a ella, si non, que los mandaria matar: e de hy adelante quantos saliessen, que todos los matassen: mas por todo esto non dexavan de salir, e derribavanse del muro, e prendianlos en ascuso del Cid: e quantos el Cid fallava dellos, mandavalos quemar ante todo el pueblo, en logar do lo viessen los de la villa. E quemaron un dia ayuntados diez e ocho, e fizieron otro comer a los canes, ca los despedaçavan vivos: e los que podian asconder algunos, embiavanlos por mar e por tierra, que eran los moços e las moças, ca por los otros non davan nada, antes los matavan. E a aquellos que sabian que eran emparentados en la villa, ó que dexavan allá

algo, davanles muchas penas, e colgavanlos de las torres de las mezquitas, que estavan de fuera, e apedreavanlos, e quando los Moros esto veyan, davan grand algo por ellos, e que los dexassen morar en Alcudia con los Moros del Cid. E esto duró bien dos meses, en guisa que non fincó hy en la villa bestia ninguna para cavalgar, mas de tres, ó quatro cavallos, e una mula. E era ya la gente tan flaca de fambre, que non havia ya hy quien podiesse sobir al muro, si non muy pocos de los que havian algo. E la compaña de Abenjaf e de sus parientes eran ya desamparados de poder passar tiempo, e del acorro del Rey de Çaragoça, e de los Alarabes: e tenian ya la muerte por sabrosa, ante que vivir en tan grand lazeria. E aquellos que fincaron de los buenos de la cibdad, fueron a un Alfaqui, que dezian el Bonbuahalit Albataxar, que era ome bueno e honrado e rogaronle que los aconsejasse, ca él veya la grand cuyta en que estavan, e como eran desamparados de todas las ayudas del mundo que cuydavan haver: e que se viesse con Abenjaf, e que sopiesse dél como cuydava fazer, ó qué esperança havia, que assi los dexava morir a todos, e que le dixiesse: que bien sabian ya que todas las ayudas le havian fallecido: e el Alfaqui rescibió su ruego.

CAP. CXCV.

Cuenta la historia, que aquel Alfaqui que se tovo por de buena andança, porque los omes buenos de la villa metieron su fazienda en su mano, e dixoles: Que si querian que tomasse este pleyto en sí, que fuessen todos de un acuerdo, e de un coraçon, ya que mostravan grand saña por la grand cuyta que passavan: e él que faria todo su poder de los ayudar en ello. E de sí ellos prometieronle de quanto él mandasse de lo fazer, e de ser con él en todo lo que él viesse que era bien; e de sí partieronse dél. E Abenjaf sopo luego esto que los omes buenos fablavan con el Alfaqui, e entendió que por la muy grand cuyta en que estavan lo fazian, e puso en su coraçon de ser humildoso, e de fazer todo lo que el pueblo toviesse por bien. E quando se ayunta

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