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dezia verdad en ello: e rogaronle, que pues su Adelantado era, que los guiasse como non vesquiessen en aquella pena: e respondióles, que lo non echaria en olvido, mas que jurava que nunca havrian su amor, fasta que echassen de la villa a los fijos de Abenagir: e a menos desto, que non podrian haver pleyto ninguno con él. Quando esto oyeron los de la villa, alteraronse mucho, assi que dixieron: que mas valdria a todos morir que consentir tal cosa, e fueron fablando dello unos tres dias, e deteniendose que lo no querian fazer. E Abenjaf ovo su consejo con el Cid, e con los cavalleros e omes buenos que eran hy de su parte, como los prendiessen. De sí salió uno de los mayorales de casa de Abenjaf, con grand gente de cavalleros e de omes a pie, que dezian Atecoray, e fué a prender a los fijos de Abenagir. E ellos fueronse meter en casa de un Alfaqui, que era mucho honrado, e era su casa bien cercada de adarves, cuydandose hy defender con aquella poca de gente que tenian con ellos, fasta que se fiziesse el ruydo por la villa, e que los vernia acorro. Mas estos que los fueron a prender, posieron fuego a las puertas de las casas del adarve, e como era la gente mucha e grande, lançaron cantos e texas, porque los fiziessen embargar, e entraron la casa por fuerça, e prendieronlos: e las gentes robaron quanto hy fallaron, e levaronlos a la presion: e quando el ruydo fué sonado por la villa, era ya todo acabado. E fueron presos todos sus parientes, e tovieronlos todo el dia en la presion, e a la noche llevaronlos al Cid al arrabal del Alcudia, e metierongelos en poder.

CAP. CLXXXVI.

Aqui cuenta la historia, que otro dia mañana que fué grande el ruydo por el pueblo de la villa, e ovieron muy grande pesar por aquel fecho tan malo e tan feo que Abenjaf ovo esto acabado, otro dia cavalgó con toda su compaña, e salió fuera a cabo de la puente, a verse con el Cid. E salió contra él el Obispo que se llamava de Albarrazin, con grand compaña de cavalleros, e honraronlo mucho, cuydando que les daria algo:

e venieron con él a la posada del Cid, a la huerta de la Villanueva. E el Cid salió a él a la puerta de la huerta, e abraçólo, e falagólo mucho, e la primera cosa que le dixo fué: que porqué non vestia vestiduras de Rey, ca Rey era? E estudieron fablando una pieça, e el Cid estava catando si le traya algo, porque él fiziesse lo que él queria. E quando vido que le non traya nada, dixole: que si su amor queria, que se partiesse llano de todas las rentas de la villa, assi de las de dentro, como de las de fuera: ca él queria poner quien las recabdasse. E Abenjaf dixo, que lo faria: e el Cid demandóle su fijo que toviesse en rehenes en Cebolla, que de otra guisa non seria seguro dél. E Abenjaf dixo, que lo faria, e partieronse assi aquel dia, e fincó que firmassen otro dia aquella postura: e tornóse Abeniaf a la villa muy triste e muy cuytado, e tovose por engañado del mal su seso. E otro dia embió el Cid por él, que veniesse a firmar la postura: e Abenjaf embióle dezir, que le non daria su fijo, aunque sopiesse perder la cabeça. E el Cid embióle dezir, que pues le fallescia de lo que con él posiera, que nunca avria amor con él, nin creeria ninguna cosa que jamas le dixesse: e cresció el desamor muy grande entre ellos. E estonce mandó el Cid a aquel Moro que prendiera los fijos de Abenagir, que havia nombre Atecoray, que saliesse de la villa, e que se fuesse para un castillo que dizen Alcala; e él fizo su mandado: e el Cid fizo mucha honra a los fijos de Abenagir, e a sus parientes, e dióles de vestir, e prometióles mucha honra. E estonce morieronse tres omes buenos los mas honrados, e los mas sesudos de la villa, e fincó por mayoral Abenjaf en la villa, ca ya non havia quien se lo contrariasse. E el Cid començó como de cabo a fazer guerra la mas cruel que pudo, en guisa que fizo sobir el pan a tres tanto que era de comienço: pero que valia la carga a cien maravedis de plata, e la libra de la carne de las bestias a un maravedi. E el Cid llegóse mas acerca de la villa, assi que se ferian a manteniente. Abenjaf estava muy orgulloso, e desdeñava mucho a los omes: e quando algunos se le yvan querellar, deshonravalos, e maltrayalos: e estava como Rey apartado, e estavan con él trovadores, e los versifi

cadores, e los maestros, departiendo qual diria mejor troba. E él estando en grandes solazes, estavan los de la villa en grand cuyta: lo uno, de la grand premia de los Christianos, e lo ál de la fambre, que morian ende. E Abenjaf mandava tomar todo el mueble de los que morian, e todos los fazia yguales, e de todos llevava quanto podia: e a los que le non davan nada, mandavalos prender e açotar, e meter en fuertes presiones, fasta que llevavan algo. E non havia reverencia ninguna a pariente nin amigo: de guisa, que todos passavan por una regla: ya non preciavan nada lo que havian, e todos vendian, e ninguno comprava. E con todas estas maldiciones que havian los de Valencia, pujaron las viandas a muy grand quantia: ca valia el cafiz de trigo noventa maravedis, e de la cevada ochenta e cinco maravedis. E todas las otras cosas pujaron al diez tanto, mas carne non havia ninguna, nin de bestias, nin de ál: si alguna bestia moria, valia la libra tres maravedis. E cada dia doblavan sus males, lo uno de fambre, e lo otro, que eran mucho combatidos: e tan grande era la fambre, e la flaqueza en ellos, que se llegavan los Christianos al muro, e lançavan las piedras dentro con la mano, e non havian fuerça de los arredrar dende.

CAP. CLXXXVII.

El Cid aviendo a coraçon de tomar la villa, puso un engeño a la puerta de la villa, e fazia muy gran daño en la villa, e en el muro e los Moros fizieron otro engeño con que quebrantaron él del Cid. E el Cid con grand saña fizo fazer tres engeños, e fizolos poner a tres puertas de la villa, e fazian muy gran daño a maravilla: e las viandas sobian cada dia en el precio, de guisa que las non fallavan caras nin baratas. E ovo hy grand mortandad en los pobres de fambre: e con grand cuyta comian los canes, e los gatos, e los mures, e abrian las camaras privadas, e los caños de la villa, e sacavan el orujo de las uvas que comian, e lavavanlo en el agua, e comianlo: e los mas ricos comian la carne de las bestias. E quando podian salir, yvanse meter en poder de los Christianos, e dellos matavan,

e dellos cautivavan, e vendianlos a otros Moros: e davan un Moro por un pan, e por un tercio de vino: e a tanto que los fartavan, luego morian: e los mas rezios vendianlos a los Christianos mercaderes que venian hy por mar de muchas partes. E quanto havian de vicio e de fartura los Moros de la puebla del Cid, dos tanto era la lazeria e la fambre a los Moros de la villa: e eran ya tanto descorazonados e tan desesperados, que estavan hy como dize el Philosopho en el Proverbio: Si fuere a diestro, matarme ha el aguaducho e si fuere a sinistro, comerme ha el Leon, e si fuere adelante, moriré en la mar: e si quisiere tornar atras, quemarme ha el fuego.

CAP. CLXXXVIII.

Cuenta la historia, que con la grand cuyta y premia que los Moros de la villa havian del Cid, acordó Abenjaf de embiar mandado al Rey de Çaragoça que los acorriesse, cuydandose que lo faria. E llamó un Moro que sabia Aljamia, e castigólo como saliesse de noche, en guisa que lo non tomassen los Christianos e que se fuesse al Rey de Çaragoça con aquella carta que le dava, e que le daria el Rey de Çaragoça por el mandado buenas albricias, e demas que le faria siempre merced por ello e porque los de la villa acordaron que le embiassen en la carta llamar Señor, pesó a Abenjaf, pero embiógelo dezir. De sí fuése el mandadero con las cartas, e los de la villa eran en grand cuyta, que non fallavan vianda a comprar a cafiz nin a fanega, si non a onças, ó lo mas a libras. E valia la libra del trigo un maravedi e medio, e de la cevada un maravedi, e la ochava del panizo a maravedi e quarta, e de las legumbres un maravedi, e de la linaza un maravedi menos quarta, e del queso tres dineros, e de la miel tres dineros, e de los figos un dinero, e la libra de las berças cinco dineros, e la panilla de azeyte ocho dineros, e la libra de la carne de las bestias seys maravedis, e la libra de los cueros de las vacas e de las bestias cinco dineros, e la onça de las alcarchofas un dinero menos quarta, e una cabeça de ajos un dinero, la libra

del orujo de las uvas medio dinero de plata. E el mensagero llegó con su carta al Rey de Çaragoça, e desque la vido, non tornó cabeça en ello, nin cató por el mensagero, nin le dieron tan solamente del agua por la mensageria, nin le fizieron ninguna cosa de quanto Abenjaf le dixera que le farian por el mandado que llevava: e fué ende triste, por quanto non fallava cobro ninguno.

CAP. CLXXXIX.

Cuenta la historia, que embió su carta de mensageria el Rey de Çaragoça a Abenjaf, en esta manera: Que tal cosa como demandava que non la podia fazer, menos de embiar pedir ayuda al Rey don Alfonso de Castilla, con que podiesse yr: e esto que lo faria luego, ca non se atrevia a lidiar con el Cid, e entretanto que se defendiesse lo mejor que podiesse, e que le embiasse dezir como le yva, ó qué queria fazer, e que havria sobre ello su acuerdo e tornóse el mensagero muy lazerado con esta carta. E era ya la fambre a tan grande en la villa, que non fallavan cosa a vender de comer, e moria mucha gente de fambre. E con la grand cuyta salian a los Christianos, e non se davan nada que los cautivassen, nin que los matassen: ca tenian que mejor muerte era que non morir de fambre. E estonce mandó Abenjaf catar la vianda por la villa, por todas las casas, e do lo fallavan tomavangelo, e non les dexavan si non quanto les abondasse para medio mes, ca les fazian encreyente que los acorreria el Rey de Çaragoça, e que les traeria mucha vianda. Pero la vianda que fallavan por las casas mandavala tomar para sí e para sus guardas lo mas, e lo ál mandavalo vender en esta manera que non tomassen mas de quanto les abondasse un dia: e lo ál tomavalo, e non lo pagava: e con este miedo los que tenian alguna cosa de pan, soterravanlo, porque non gelo tomassen, ca se temian de ser mal pagados: e por esta razon non fallavan pan caro nin barato. E los que ál non tenian, comian yervas que compravan, e espinos, e cueros, e nervios, e los

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