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estavan muy enojados dellos, tovieronlo por bien, e dixeronles que se fuessen todos su via: e ellos dixeron, que nunca tan buen dia ovieran. E estonce embiaron los de la villa dezir al Cid Ruydiez, que los dexasse yr en salvo, e el otorgógelo, con pleytesia que le diessen todo el precio quanto valia el pan que le tomaran en la villa, quando mataran a su señor el Rey. E que le diessen mas los dos mil maravedis cada semana que le havian de dar, e non le dieran, desque se alçaran fasta estonce: e que le diessen el mesmo tributo de hy adelante. E ellos complierongelo todo, e embiaron dende los Alarabes: e el Cid mandólos poner en salvo, e fincaron en paz los de Valencia.

CAP. CLXXIV.

Cuenta la historia, que despues desto el Cid fué con su hueste para Cebolla, e non dexó hy gente ninguna, si non los que havian de recabdar sus rentas, con el su Almoxarife. E Abenjaf andava catando carrera como podiesse pagar al Cid el pan, e lo ál que le havia de dar e ovo su postura con los de los castillos, que eran hy en termino de Valencia, como le diessen el diezmo de todo el fructo que oviessen, e de todas las otras rentas. E porque esto fuesse bien fecho, posó Almaxafe en cada logar, uno Christiano e otro Moro, que los recabdassen, en manera que el Cid oviesse su tributo muy bien pagado. E entre tanto llegó mandado a Valencia como se tornavan de cabo los Alarabes, e que non se detenian por ál, si non porque dudava el Adelantado de venir. Quando el Cid sopo estas nuevas, asmó como guisasse que non veniessen assi, ó si veniessen, como podiesse lidiar con ellos. E embió dezir a Abenjaf que les embiasse dezir que non veniessen: ca si en la villa entrassen, quitar le hyan el poder, que havia de ser señor: e que mejor le era de ser ende señor. Mucho plogo desto a Abenjaf, e fizo su fabla con el Alcayde de Xativa, e con él que tenia el castillo Carcagente: e juntaronse con él de ser a una VOZ. E venieron a Valencia, e vino hy el Cid a sus arrabales: e posieron su amor con él en gran poridad: e non quiso ser en

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esta postura Jucar, él que tenia el castillo de Alzira. E estonce corrióle la tierra el Cid, e fizole mucho mal, e fuése sobre ella con toda su hueste: e posó cerca de la villa, e mandó segar todo el pan, e levaronlo a Cebolla, que havia hy fecho el Cid grand puebla con yglesias e con torres, en muy buen logar. E hy fazia meter todo su pan, e todo lo ál que podian haver. E hy passavan todas las recuas que passavan de cada parte, e era por esto el logar muy abondado de todo quanto havian menester: e eran maravillados, porque en tan poco tiempo fizieran una tan grande villa, e tan abondada e rica. E el Cid cuydava haver a Valencia, si los Alarabes non veniessen, e por esto destorvava su venida.

CAP. CLXXV.

Cuenta la historia, que seyendo Abenrazin vassallo del Cid, que fizo avenencia con don Pedro, Rey de Aragon, que le ayudasse a ganar a Valencia, e que le daria grand haver: e dióle un castillo en peños, que dizen Coalha. E en esto non ganaron los Moros nada, ca perdieron el castillo, e demas Abenrazin era vassallo del Cid Ruydiez, e non le fazia mal ninguno en su tierra: e por la postura, que fiziera con el Rey de Aragon, tovo que era engañado con él, comoquier que lo sopo encubrir, ca non lo quiso dezir a ninguno fasta que ovo cogido lo de Algezira Jucar e metido en Cebolla: e desque esto ovo fecho, mandó guisar sus gentes, mas non les dixo donde querian yr. E quando fué la noche, movió dende e fuése contra Albarrazin, e posó a la Fuentellana: e como estava toda la gente de aquella tierra segura, e non se guardavan de guerra, embió sus algaras por toda parte, e mataron mucha gente, e robaron muchos ganados, e cautivaron muchos Moros, e cogieron mucho pan, e embiaronlo para Cebolla: e tanto fué el robo, que traxieron, que Valencia e Cebolla se enriquescieron de ganados e de otras cosas, e todos sus terminos. E estando el Cid Ruydiez sobre Albarrazin, salieron doze cavalleros de la villa, e él andava folgando solo con cinco cavalleros, e fueron contra él por lo matar, ό

para lo cautivar. E él movió contra ellos tan de reziamente solo, que mató dos cavalleros dellos, e derribó otros dos, que fueron cautivos, e venció los otros: e fincó él ferido en la garganta de una lançada, que cuydaron que moreria de aquella ferida: e duró bien tres semanas en sanar della.

CAP. CLXXVI.

Estando assi, llegó mandado cierto a los de Valencia, en como venia la hueste de los Alarabes, e que eran ya en Lorca, e que venia hy por caudillo Ali Abenaxa, que era yerno de Ali Abenaxa, porque fincó él doliente en Murcia: e con estas nuevas plazia mucho a los de Valencia, e fablavan como se podian vengar de Abenjaf, del mal que les fazia. E Abenjaf estava en grand cuyta por lo que dezian por la villa, ca gelo dezian a él : e embió mandado al Cid en poridad, que se veniesse quanto podiesse: ca él estava sobre Albarrazin faciendo quanto mal podia. E con estas nuevas vinose el Cid Ruydiez para Cebolla, e venieron hy a él el Alcayde de Xativa, e el Alcayde de Carchaira, e Abenjaf: e firmaron su pleyto con él de cabo, que toviessen en uno en todas cosas, e que se ayudassen. E fizieron una carta para el caudillo de los Alarabes, que sopiesse en como el Cid havia pleyto con el Rey don Pedro de Aragon, que le veniesse ayudar contra ellos: e que le embiavan aconsejar que non veniesse a Valencia, e que se guardasse; si non, que havria de lidiar con él, e con ocho mil cavalleros de Christianos, los mas guerreros del mundo: e si se atrevia a lidiar con ellos, que veniesse, con que catasse lo que queria fazer; e partieronse con este miedo mas al cabo non dexó el Moro de venir, maguer vido la carta.

CAP. CLXXVII.

Cuenta la historia, que demandó el Cid Ruydiez a Abenjaf, que le diesse una huerta, que era cerca de la villa de Valencia, en que fuesse a folgar quando quisiesse folgar con

alguna gente, e con la otra gente que estaria emparexada. E esto fazia él con maestria, porque cuydassen los Alarabes que se pagava mas dél que dellos, e que entendiessen que con plazer de los de la villa le dieran aquel logar: e todo esto era por destorvar que non veniessen los Alarabes, e Abenjaf otorgógela. E el Cid non se acordó de entrar en ella por el logar do tenia la entrada, e dixole, que le mandasse abrir una puerta que dizen el Quexar, ca non podia entrar por aquellas angosturas. Abeniaf mandó abrir aquella puerta por donde el Cid mandava: e quando sopo el dia que havia a venir, mandó tender muy ricos estrados de paños de oro, e de otra manera: e mandó adobar gran yantar de muchos manjares: e atendióle todo el dia, e non vino hy el Cid; e embióse escusar, que non podia hy venir aquel dia: e la razon porque non vino fué, por ver si se quexarian los de la villa por ello. E assi fué, que se quexaron mucho por ende los fijos de Abenagir, e todo el pueblo, e quisieronse alçar contra Abenjaf, mas non osaron con miedo del Cid, nin quisieron desavenencia con él, por miedo que les estragaria el Cid quanto havian fuera de la villa.

CAP. CLXXVIII.

Quando los de la villa cuydaron que venian los Alarabes, estavan atendiendo e diziendo: „,Felos aqui do vienen!" E en esto passaron ya quantos dias, en tanto quedó el ruydo de los de la villa, que havian por la huerta, que Abenjaf dava al Cid. E tanto que el ruydo fué quedado, vino el Cid sin sospecha e metióse en la huerta, e apoderóse del arrabal del Alcudia: e esto fué porque moravan hy Christianos con los Moros, e vivian en paz. E de hy llegó cierto mandado, que la hueste de los Alarabes era en Lorca, e que venian para Murcia, e que non tardavan por ál, si non porque adolesciera el su caudillo: mas que ya era sano, e que venian ya quanto podian. Mucho plogo con estas nuevas a los fijos de Abenagir, e a grand partida de los de la villa: assi que ovo muy grand miedo Abenjaf, e començó a falagar los de la villa, e a dezirles: que non ovies

CAP. CLXXXI.

Cuenta la historia, que los Moros que moravan en los arrabales, non estavan bien seguros del Cid, e todo lo mejor que havian metianlo en la villa, e lo ál fincava en las cavas. E quando el Cid fué cierto que non venian los Alarabes, tornóse para la huerta a su posada, e mandó robar e quebrantar los arrabales, que estavan arrededor de la villa, si non él de Alcudia, porque lo rescebian de grado: e los Moros metianse a la cibdad con sus mugeres, e con lo que podieron. Quando los Christianos robaron los arrabales, robaron los Moros su parte, assi que non fincó si non la madera que tomavan los Christianos para fazer casas en los reales: e quando ellos vieron el estragamiento que les fazian, salieron de la villa, e metieron quanta madera podieron haver. E quando todo fué allanado, catavan los Christianos las cavas, e fallavan grand haver, e mucho pan. E allegóse el Cid mas a la villa, e cercóla enderredor, e lidiava cada dia en las barreras, dandose grandes lançadas e espadadas a manteniente, unos contra otros. E los Moros estando assi acuytados, llególes carta del Adelantado de los Alarabes: que se non tornavan para Algezira con miedo, nin por otra cosa, si non que non tenian vianda para la hueste, e por las grandes aguas que fazia: mas que era su voluntad de todo en todo de los acorrer, e de los sacar de la premia en que estavan, mas que se guisavan quanto podian: e que se efforçassen, e que non diessen la villa. Grande fué el alegria que los Moros ovieron con estas nuevas, e juntaronse todos con los fijos de Abenagir: e acordaronse de amparar e de estar firmes : e decian que Abenjaf fiziera tornar la hueste de los Alarabes, porque le fizieron entender el desacuerdo que era en la villa. E Abenjaf estava apercebido con grand gente, guardandose quanto podia, atendiendo si se moverian contra él; e pujó estonce la vianda en Valencia bien al doble de como era ante.

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