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que queria mantener. E sobre esto embióle otra carta en que le embió dezir, que eran traydores, él e quantos eran en la villa de Valencia: e que nunca quedaria de les fazer mal, fasta que vengasse la muerte del Rey Yaya. E embió cartas luego a los castillos de enderredor, que le trayessen vianda quanto oviessen menester para su hueste: e los que lo non fiziessen, que los estragaria quanto podiesse: e ellos embiaronle dezir que farian quanto él mandasse en esta razon: salvo Aboheça Abenlumpo, que lo non quiso fazer, que era ome entendido, e entendió a qué havia a recabdar el fecho del Cid: mas embió dezir a Abenrazin, señor de Albarrazin, que le daria a Morviedro, e los otros castillos que él tenia, e él que se aveniesse con el Cid: ca él non queria contienda ninguna con él si non salir tan solamente con su compaña, e con su cuerpo en paz. Quando Abenrazin oyó este mandado, plogole mucho, e fuése para Morviedro quanto mas pudo, e apoderóse en el castillo. E esto fué a veynte e seys dias despues de la muerte del Rey de Valencia.

CAP. CLXVIII.

Cuenta la historia, que desque Abenrazin fué apoderado del castillon de Morviedro, fué para el Cid, e puso su amor con él en tal manera, que le diesse vianda de sus castillos, e el Cid que le non fiziesse guerra: e Aboheça Abenlumpo fuése para Baeça con su compaña. E el Cid fincó sobre Cebolla, e yvan sus algaras a correr a Valencia dos vezes cada dia: e matavan muchos Moros, e cativavan muchos: e robavan todos los ganados, quantos les fallavan, de los muros a fuera: pero mandó el Cid Ruydiez, que non fiziessen mal a los labradores de las aldeas, mas asseguróles que labrassen por pan e por vino e esto fazia él, porque lo cuydava él coger para cercar la villa. E en todo esto tenia cercado el castillo, que non entrava uno nin salia otro, e el real era mucho abastado de todo quanto havian menester, ca trayan cada dia robo de Valencia, e en el castillo havia poca vianda, e assi passaron un tiempo.

CAP. CLXIX.

Cuenta la historia, que Abenjaf estando en Valencia, assi como avemos dicho, llamó los cavalleros que eran en la villa, que fueron vassallos del Rey Yaya, e embió por otros que fueron a Denia, e llegó trezientos cavalleros: e mantenialos del pan que fuera del Cid, e de las rentas, e de los algos de los que fueron officiales del Rey, que eran ydos de Valencia, e del Almoxarifadgo: e todo esto fazia él sin consejo del Alcayde del Alcaçar, nin de otro ninguno, nin dava por todos nada. E despues que el Alcayde e los Alarabes vieron esto, que era a tan apoderado en la villa, e todas las cosas fazia por sí sin consejo dellos, pesóles a ellos e a los fijos de Abenagir: e fizieron su consejo, e posieron su amor en uno contra él: e fueron de hy adelante en un vando, e querianle muy grand mal. E Abenjaf otrosí sopolo, e queriales muy grand mal, e maltrayalos e porfaçava de ellos. E en todo esto el Cid tenia cercado a Cebolla, e corria cada dia a Valencia por las puertas, dos vezes, ó tres: e estos trezientos cavalleros que tenia Abenjaf salian allá, e matavan dellos cada dia los Christianos muchos, e de los otros de la villa: en guisa que cada dia avia llantos en los Moros. E en estas bueltas fué preso un rico ome Moro, que era Alcayde de un castillo, que dizen Alcala, que era cerca de Torre Alva, que dió por sí diez mil marcos de plata, e otras donas nobles.

CAP. CLXX.

La historia cuenta, que quando sopo el Cid Ruydiez el gran desamor que era entre Abenjaf e los Alarabes, e los fijos de Abenagir, buscó arte e manera como los podiesse fazer mal andantes: e embió mucho en poridad a poner su amor con Abenjaf, en tal manera que echasse los Alarabes de la villa, e si esto fiziesse, que assi quedaria él señor: e él faziendo esto, que lo ayudaria, e que le seria bueno, assi como él sabia que fuera al Rey de Valencia, e que lo defenderia. Quando esto oyó Abenjaf, plogole mucho, ca cuydó fincar Rey de Valencia,

e consejóse con Abenfarax, Alguazil del Cid, que tenia preso: e Abenfarax con cuyta de salir de la presion, consejólo que lo fiziesse, e que oviesse amor del Cid Ruydiez. Estonce embió dezir al Cid, que faria todo quanto él mandasse por haver su amor e començó de menguar las viandas a los Alarabes, deziendo que les non podia dar nada, ca non havia de que lo complir: e esto fazia él porque se fuessen. En esto embió dezir Ali Abenaxa, el Adelantado, que estava en Denia, a Abenjaf, que le embiasse del haver que tomara al Rey Yaya que matara, para embiar al Miramamolin allen del mar, con que guisasse para passar aquen del mar, para venir sobre el Cid que les fazia todo mal.

CAP. CLXXI.

Cuenta la historia, que sobre esta demanda ovo Abenjaf consejo con el pueblo, qué faria en razon del aver que embiava pedir el Adelantado para allende el mar: e los unos acordavan que gelo embiassen, e los otros que non: pero al cabo acordaron que gelo embiasse. E estonce Abeniaf tomó todo el haver, e ascondiólo todo lo mejor para sí, ca non sabia ninguno quanto era, e lo ál embiólo con aquellos mensageros que hy ordenaron: e el uno fué Abenfarax, Aguazil del Cid, que prestava dello, e salieron de Valencia en grand poridad. E estonce Abenfarax buscó carrera como lo fiziesse saber al Cid, e embióle mandado: e el Cid embió empos ellos con la esculta, e prendieronlos, e tomaronles el haver todo quanto levavan, e traxieronlo al Cid, e gradesció mucho a Abenfarax, porque le fiziera haver el algo, e prometióle mucho haver e mucha merced por ello: e fizolo mayoral de todos los Moros que eran sus subjetos. E estonce dió el Alcayde el castillo de Cebolla al Cid Ruydiez, e fincó con él: e estonce el Cid puso su Alcayde en el castillo, e vinose con él sobre Valencia, e posó en una Aldea que dizen Deroncada. E porque era la sementera fecha, mandó quemar todas las aldeas de enderredor, e las barcas del rio: e echóse sobre Valencia, e cercóla de todas partes, e derribó

quantas torres e casas havia enderredor: e la madera embióla a Cebolla, para fazer una puebla enderredor del castillo: e desque fué tiempo de coger el pan, mandólo coger e guardar.

CAP. CLXXII.

Cuenta la historia, que en esta sazon llegó al Cid el Aguazil del Rey de Çaragoça, con grand haver que embiava para quitar los cautivos por duelo que havia dellos, e por haver galardon de Dios: e el Aguazil venia otro tanto por fablar con Abenjaf, que diesse la villa al Rey de Çaragoça, e que lo ampararia, e que echassen los Alarabes de la villa: e ansi vidose con Abenjaf, mas non pudo recabdar nada. E estando hy este Aguazil, combatió el Cid al arrabal que dizen Villanueva, e entrólo por fuerça: e morieron hy muchos Moros, e ganaron muy grand haver: e mandó levar la madera para Cebolla, e puso hy el real. Otro dia fué el Cid Ruydiez a otro arrabal que dizen Alcudia, e estava hy muy grand gente de Moros: estonce mandó fincar una pieça de gente a la puerta que dizen de Alcantara, que la combatiessen en quando él lidiava con aquella gente que querian amparar el arrabal, e cuydando que con la merced de Dios entraria la villa. E el Cid con sus compañas entró por aquella grand gente de Moros, firiendo e matando muy sin piedad: e entró muy presto el cavallo Bavieca del Cid en los Moros muertos, e cayó en tierra, e fincó el Cid Ruydiez apeado, mas dieronle luego el cavallo: e començó su demanda tan reziamente como ante, en guisa que los ovo de meter por las puertas a mal de su grado, seyendo mal trechos. E otrosí, los que dexara a la puerta llegaron a la puerta, e mataron quantos Moros fallaron de fuera: e combatieron tan fuerte, que ovieron de entrar en la villa, si non por los moços e por las mugeres, que estavan en los muros e en las torres, que les tiravan muchas piedras. E entretanto fizose el apellido en la villa, e salieron los Moros, e lidiaron con los Christianos ante la puente desde la mañana fasta medio dia: e fué muy grande la mortandad de los Moros: e desque se partieron, tornóse el Cid Ruydiez para su real.

CAP. CLXXIII.

Cuenta la historia, que despues que ovo comido el Cid, a la possiesta, tornó a combatir el arrabal del Alcudia: e tan grande fué la priessa que les dió, que cuydaron ser entrados por fuerça: e con grand cuyta llamaron,, Paz! paz!" e el Cid mandó que non combatiessen. E salieron a él una pieça de los omes buenos que hy moravan, e fizieron su pleytesia con él lo mejor que pudieron, e entregaronle el logar: en tal manera, que fincassen ellos hy de morada: e puso hy el Cid Ruydiez sus guardas, e tornóse para su real. E otro dia fuése para allá, e venieron ante él los Moros, e él conortólos mucho, e prometióles mucha merced: e mandó que labrassen e criassen seguramente, e que le diessen su derecho, segun que lo davan a su Rey: e puso hy Almoxarife Moro, que havia nombre Yuçaf, e mandóles que a aquel recudiessen con todos sus derechos. E mandó, que todos los Moros que hy quisiessen venir morar, que veniessen seguros, e que traxiessen hy viandas, e otras cosas a vender: e por esta razon fué mucho abondado aquel logar de mercaderias de muchas partes que hy trayan. E desque el Cid Ruydiez ganó los arrabales, vedóles las entradas e las salidas: e fueron tan cuytados que non sabian que se fazer, e eran arrepentidos, porque non fizieran lo que les embió dezir el Rey de Çaragoça: ca veyan que non havian acorro ninguno, nin tenian que dar a los cavalleros: e Abenjaf estava ya quanto enforçado, por quanto havia amor con el Cid en su poridad. E quando se vieron tan cuytados, juntaronse todos los cavalleros, e el otro pueblo de la villa, e ovieron su consejo, como oviessen amor con el Cid, en qualquier manera que podiessen, como fincassen en la villa en paz, fasta que oviessen mandado del Rey de allende el mar, E con este acuerdo embiaron dezir al Cid Ruydiez, que se verian con él si por bien toviesse, e él tovolo por bien. E estonce venieron ante él una pieça de omes buenos, e desque fablaron con él, dixo el Cid: que non havrian hy pleytesia ninguna con él, si non echassen a los Alarabes de la villa: e fueronse dende con essas nuevas. Quando los de la villa oyeron esto, como

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