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biasse los Alarabes a España, e él embióle un su Alguazil, que avia nombre Ali Abenaxa. E los Alarabes passaron a España por mandado del Rey don Alfonso, e eran muchos ademas, e mucho enforçados. E despues que fueron aquende el mar, cuydava el Rey don Alfonso que serian de su ayuda, e contra todos los otros Moros de aquende el mar: empero ellos acordaronlo de otra manera, e tomaron aquel Ali Abenaxa e alçaronle por Rey. E él non se membrando de su señor que lo embiara por caudillo de aquellos Moros, fizose llamar Miramamolin, assi como su señor. E concordaronse los Moros de

Africa e de España en uno, e fueron todos unos: e partieronse del señorio del Rey don Alfonso, e non le quisieron dar el tributo que le solian dar: e començaronle de fazer grand guerra, e de buscarle mucho mal. E salió a ellos Abenabet, Rey de Sevilla, por vedargelo, e lidiaron con él, non yendo apercebido para lidiar, nin cuydando que se arremeterian a él: e mataronlo. E la razou fué esta, porque su fija era Christiana e casada con el Rey don Alfonso: e tenian que era él Christiano encubiertamente, pues que tan grande avia el amor con el Rey don Alfonso.

CAP. CXLIV.

Andados veynte e tres años del Reynado del Rey don Alfonso, que fué en la Era de mil e ciento e veynte e ocho años, este Rey yaziendo doliente en la cibdad de Toledo, aquel Moro Ali que se llamava Miramamolin, despues que mató a Abenabet, Rey de Sevilla, tornó de su parte los Moros del Andaluzia, e vino con grand hueste de Moros e cercó a Ucles: e el Rey don Alfonso ovo muy grand pesar, porque estava de guisa que la non podia acorrer por su cuerpo. Estonce embió al Infante don Sancho, su fijo, e al Conde don Garcia de Cabra, su amo, e a los ricos omes de su Reyno. E quando llegaron a Ucles, los Moros levantaronse dende, e movieron unos contra otros sus hazes, ayuntaronse en uno dandose muy grandes golpes. Los Christianos non se ayudaron bien, e fueron vencidos, malos de

sus peccados, e de la su maldad. E hy donde estava el mayor poder con el Infante don Sancho e con el Conde don Garcia, hy corrió el mayor poder de los Moros, e firieron de muerte al cavallo del Infante, e cayó luego en tierra. E quando vido el Conde que moriria el Infante, descendió del cavallo e cubriólo del escudo, e defendiólo lo mejor que él podia con el espada, a guisa de buen cavallero, como él era: mas la muchedumbre e el poder de los Moros era a tamaño que lo non podo soffrir: ca le cortaron el pie con una espada: e despues que non pudo tenerse, dexóse caer encima del Infante que era niño, porque moriesse él ante que non el niño. E eran ya vencidos los Christianos, e yvan ya fuyendo e el Conde don Garcia, él que llamavan el Crespo de Grañon, e el Conde don Martin, e los otros condes e ricos omes que estavan con el Infante, acorrieronle e tomaronle, e yvan fuyendo con él. E allegaron a un logar que agora llaman Siete condes, saliendose de la batalla, cuydandose escapar con el Infante: mas la muchedumbre de los Moros que yvan empos ellos passaronles delante, e cercaronlos en el logar, e como ellos non podian fuyr con el niño, mataronlos hy: e los Moros pusieron nombre a aquel logar Sietepuercos, mas el Rey mandó que le llamassen Sietecondes, e assi le dizen. Los condes e los ricos omes e la otra cavalleria que fueron de la batalla, quando llegaron a Toledo muy vergonçosos e muy quebrantados, dixoles el Rey con la grand quexa e con el gran dolor que tenia:,,Do mi fijo, el Infante?"

CAP. CXLV.

La historia cuenta, que quando el Rey don Alfonso sopo que era muerto el Infante don Sancho, su fijo, dixo a aquellos que venian fuyendo de la batalla:,,Do mi fijo ?" E esto dezia él con grand cuyta que tenia en el coraçon, e grand quebranto, diziendoles todavia:,,Do mi fijo mucho amado, alegria del mi coraçon, lumbre de la mi vida, solaz de la mi vegez? O mi fijo espejo en que me solia ver, e en que tomava plazer: O el mi fijo, señor e mi heredero mayor, adó me lo dexastes?" E fazia

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un duelo a tan grande, que los coraçones de los omes partia, e non quedava demandando su fijo. E respondióle estonce el Conde don Gomez: ,, Señor, que nos demandades el vuestro fijo, que non lo distes a nosotros?" E dixo el Rey: Si yo lo dí a otro, a vosotros embié con él por guardadores e amparadores del su cuerpo: e aquel a quien lo yo dí, tomó muerte amparandole, e complió su debdo: mas vos que lo desamparastes, qué buscades acá?" Estonce respondió un cavallero que dezian Alvar Fernandez, que era muy buen cavallero e atrevido, e dixo:,, Señor, despues que vos reynastes acá, siempre vos trabajastes por ganar cibdades, e villas, e castillos, e esparzistes mucha sangre: e pues que la buena ventura fué de los Moros, e la andança mala nuestra, e veyendo que por nos non se podia vencer el campo, e que si todos morieramos que seria gran daño, e que se perderia porende la tierra que vos ganastes con muy grand trabajo, e que non avriades con quien la defender, e que los vuestros buenos fechos e grandes fincarian como muertos e perdidos, nos, tomando del mal lo mas menos e mas poco, acordámos que pues el fijo perdistes, que non perdiessedes la tierra: e esto es lo que nos fizo venir. E, señor, si Dios por los nuestros grandes peccados nos dió esta andança mala que nos metió en tan grand cuyta e en gran daño, darnos ha otra vez buena andança, quando la su voluntad fuere." E muy bien oyó lo que el cavallero dixo al Rey: mas con todas las palabras buenas non le podian quitar del coraçon la grand quexa que tenia por la muerte del Infante su fijo, e quanto mas le dezian, tanto mas se quexava e se quebrantava todo con el dolor del fijo. E estonce perdieron a Cuenca, e Amasatrigo, e a Huete, e Ucles. E despues que el Rey vido tanto daño e tanto mal en su Reyno, e como venia una grand partida dello a causa de los fijosdalgo de su señorio, e por la su mengua, preguntó a los altos omes, e sabios, e entendidos: porqué non podian soffrir los cavalleros las lazerias de las armas? e ellos dixeron, que porque entravan a menudo en los baños de sus Reynos, e se davan mucho a los vicios; e mandó estonce el Rey derribar todos los baños del su Reyno, e fizo

mucho trabajar a los sus cavalleros en guerra e en huestes. E como era ome de muy grand coraçon, maguer que ovo muy grand pesar por el fijo, esforçóse muy bien, e guaresció mucho ayna de la gran dolencia que avia.

CAP. CXLVI.

Aqui cuenta la historia, que tan grande fué la saña que ovo el Rey don Alfonso en su coraçon contra los Moros, lo uno por el fijo que él mucho amava, e lo ál por el gran daño que avia rescebido en la tierra, e de los logares que le avian tomado, que a la hora que fué sano e pudo cavalgar, ayuntó muy grande hueste de todos sus Reynos, e fuése para tierra de Moros derechamente, para do estava aquel Moro Ali, que se llamava Miramamolin: e estava en Cordova, e cercóle hy. E despues que vido el Rey Moro el grand poder que traya el Rey don Alfonso, non osó lidiar en campo con él: e embióle mover. pleytesia que seria su vassallo, e que le daria parias de todo aquende el mar. E andando en esta pleytesia, salió da noche aquel Miramamolin, e el Moro Audalla con muy grand compaña de Moros al Rey, cuydando lo quebrantar a desora. E los Christianos acogieronse a las armas, e lidiaron con ellos, en guisa que mataron la mayor parte de los Moros, e cautivaron muchos: e prendieron a Audalla, el Moro que matara al Rey Abenabet, suegro del Rey don Alfonso: e este fizo a Ali que se llamasse Miramamolin. E mandóle el Rey traer ante sí, e mandólo todo despedaçar a ojo de los de la Villa: e despues mandó llegar todas las pieças, e mandó fazer un grand fuego, e mandó traer los mas honrados omes de los Moros que hy prendieran, e fizolos quemar en aquel fuego con las pieças des Moro Audalla. E los Moros de la Villa quando esto vieron, fueron mucho espantados: : e affirmaron luego con el Rey el pleyto que ante trayan fablado, segun que antes avedes oydo: e dieronle luego mucho oro e mucha plata, e muchas donas de grand precio, e fincaron por sus vassallos. E despues que él ovo esto acabado, entendió que dexava a aquel Moro Ali quebrantado, que le tanto

daño fiziera: e tornóse para su tierra con grand honra e muy rico: e escarmentó dessa vez muy mal a los Moros. E luego empos esto passó allende la mar Yuçaf Miramamolin de Marruecos, e cortó la cabeça a aquel Ali, segun vos lo contará la historia adelante.

CAP. CXLVII.

Andados los veynte e quatro años del Reynado del Rey don Alfonso, teniendose mal trecho, porque perdiera a Cuenca, e a todo lo mas de la tierra que le diera su muger la Reyna doña Leonor la Çayda, sacó su hueste muy grande, e fué sobre Çaragoça, e cercóla, e non se querria devantar de sobre ella, fasta que la tomasse. E davanle muy grand haver que la descercasse, mas non queria el Rey, ca avia muy grand coraçon de la tomar, porque era en comarca del Reyno de Navarra, con quien él non estava bien, nin lo amava. E cuydando aver la tierra mas de ligero, mandó que non robassen, nin fiziessen mal a los Moros de las aldeas: e segurólos que labrassen e criassen, e que le diessen el pecho que davan al Rey Moro. E esto fazia él, cuydando aver la tierra en poco tiempo, ca bien sospechava, que si los Moros passassen de Afria, que la non podia ganar, como cuydava: ca él sabia ya nuevas del Miramamolin de Marruecos que era en Cepta, con grand poder de Moros, que queria ya passar e traer consigo tambien a Christianos como a Moros, que non queria ál de la tierra si non el señorio, e los derechos que havia del Rey para sus Moros: e que les non faria otro mal nin otro desafuero, como les fazian los otros Reyes, que les tomavan mas de su derecho, e passavan contra ellos sin razon. E él yaziendo sobre Çaragoça, los Moros ovieron su consejo, e embiaron dezir al Miramamolin que les acorriesse, e que non se perdiesse la Villa, e que los sacasse de servidumbre del Rey don Alfonso. E estando el Rey en esta contienda, passó aquende el mar Yuçaf el Miramamolin, e grand poder de Moros con él, e arribaron en Algezira. E cuenta la historia, que la razon que mas fizo passar aquende el mar a

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