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llegó, entró en lo mas llano de la villa, e Abenmaçor alçóse a lo mas alto, e a las otras fortalezas que hy havia, e amparó lo mas de la villa. E el Rey tovolo cercado, combatiendo cada dia la villa bien quatro meses, e yvales falleciendo la vianda, tambien a los de la hueste como a los de dentro, e non podian los de Valencia complir la costa a don Alvar Fañez, quanto mas la del Rey. De sí entendió el Rey que fuera mal aconsejado, mandó al uno de lo fijos de Abobecar que fiziesse la costa a don Alvar Fağez treynta dias: e mandó prender a un su Almoxarife que era Judio, en Valencia, e fizole tomar quanto havia: e mientra duró este haver, folgaron los de Valencia.

CAP. CXXXVII.

Cuenta la historia, que quando vido Abenmaçor que era talante del Rey por lo matar, e que lo apremiava cada dia quanto podia, que embió mandado a Abenalfange, que era estonce Rey de Denia, e de Tortosa, que le veniesse en acorro, e que le daria a Xativa, e los otros castillos que havia. Quando lo oyó Abenalfange, plogole mucho: e embió un su Alcayde luego, que le dezian el Esquierdo, e metióse con él en el Alcaçar. Entre tanto el Rey de Denia guisó su hueste de Christianos, por miedo de Alvar Fañez Minaya: e traxo consigo a Giralte el Romano con grande cavalleria de Franceses: e vinose para Xativa como Leon fambriento: e puso tal espanto en el Rey de Valencia, que ovo de fuyr de alli: e metióse en la isla de Yucar, e dende fuése para Valencia, teniendose por escarnido, e por deshonrado: e Abenalfange ovo estonce a Xativa, e los otros castillos que tenia Abenmaçor. E despues que el Rey de Valencia escapó de hy deshonrado e perdidoso, porque don Alvar Fañez non ayudó como podiera: los que tenian los castillos por el Rey de Valencia fueron perdiendo dél vergüença, e los de Valencia tambien en guisa que dezian que querian antes ser de Abenalfange que dél: ca non podian la grand costa suya e de los Christianos mantener. E Abenalfange estovose en Xativa ya quantos dias, e despues vinose para

Valencia, cuydandola haver: e passó por un logar, que era oratorio de los Moros en sus fiesta: e dizenle en Arabigo Axarea : ca sabia la grand premia que havian de los Christianos, e el desamor que avian con su señor. E andudo por la Villa enderredor por do quiso, veyendole el Rey de Valencia: e don Alvar Fañez estava presto con su gente por miedo de los Franceses: e desque Abenalfange fizo esto, aderesçó para Tortosa su camino. E el Rey de Valencia era en grand cuyta con don Alvar Fañez, que le demandava su dispensa, e buscó carrera como gela compliesse: ca prendió los fijos de Abubecar, e muchos omes buenos de la Villa, e llevó de ellos grand haver ademas.

CAP. CXXXVIII.

Aqui cuenta la historia, que se avino el Rey con don Alvar Fañez, en tal manera, que fincasse con él, e dióle muy buenas heredades en que visquiesse. E quando vieron los Moros que tal poder avia don Alvar Fañez, yvanse para él quantos garçones e quantos malfechores havia en la villa. E era en poder de Christianos la villa de Valencia, de guisa que los Moros eran a tan desperados de mejorar que ermavan la Villa: e yvanse quanto podian, e non preciavan nada las heredades, ca non eran seguros de los cuerpos, nin de los haveres. Estonce guisóse don Alvar Fañez, e entró correr la tierra de Abenalfange, e corrieron tierra de Buriana, e otras tierras, e quebrantó villas e castillos, e mató muchos Moros, e cautivó e traxo muchas ganados de vacas, e de ovejas, e de yeguas: e mucho oro, e mucha plata: e tornóse para Valencia con toda su presa.

CAP. CXXXIX.

Cuenta la historia, que despues que el fijo de Abubecar salió de la presion en que lo metiera el Rey de Valencia, puso amor con don Alvar Fañez, e con el Aguazil del Rey, e con un Judio, mensagero del Rey don Alfonso. E embiaron todos rogar

al Rey don Alfonso por él, que lo oviesse en guarda, e a todo lo suyo, en manera que le non fiziesse mal el Rey de Valencia, nin le tomasse ninguna cosa de lo suyo: e él que diesse al Rey don Alfonso cada año en servicio treynta mil maravedis. E el Rey don Alfonso rescebió su ruego, e tomólo en su acomienda: e embiá á rogar al Rey de Valencia por él, que le non fiziesse ningun mal nin tuerto, nin le tomasse ninguna cosa de lo suyo. E quando llegó el plazo, fué el Judio a Valencia por cosas que avia menester de recaudar con el Rey, e demandóle los treynta mil maravedis.

CAP. CXL.

La historia cuenta, que por amor del Rey don Alfonso estava guardado el fijo de Abubecar, que non le fazia mal ninguno: pero estavase en su casa que non salia fuera. E non se assegurando en esto, dizen que un dia que foradó la pared de su casa, e salió fuera de noche en vestiduras de muger: e estudo todo el dia en una huerta, e quando fué la noche, cavalgó en un cavallo, e fuése para Morviedro: e Aboheça el Aguazil quando lo sopo, prendió un su fijo, e dióle sobre fiadores a un su tio, que dezian Abenhuya: e esto era por el haver del Rey don Alfonso que demandava el Judio. E embiaron a Morviedro por el haver, e avenieronse estonce, e dióle la metad, que fueron quinze mil maravedis en oro, e en plata: e que a la otra venida le diesse la otra metad: e tornóse el Judio para el Rey don Alfonso. E a esta sazon salió de la presion el otro su hermano, por ruego del Rey don Alfonso, e fuése luego para él: e fueronse estonce muchos buenos de la Villa para Morviedro, porque non eran seguros de los cuerpos nin de los haveres. Mas agora dexa la historia de fablar de Yaya Alcadir, Rey de Valencia, e torna a contar de como passaron los Alarabes a España, e de como mataron a Abenabet, Rey de Sevilla.

CAP. CXLI.

Cuenta la historia, que la razon porque passaron los Moros de Africa a España fué esta. Ya vos contámos como el Rey don Alfonso ovo cinco mugeres, una empos otra, que ovieron estos nombres: Doña Ynes, e doña Costança, e doña Beatriz, e doña Guisabel, e doña Blanca. E despues de la muerte destas mugeres, estando el Rey don Alfonso de por casar, en esta sazon reynava en Sevilla Abenabet, un Moro de buenos costumbres e muy poderoso. E havia acá en el Reyno de Toledo las villas e los castillos que vos contamos de suso : Cuenca, e Ucles e Ocaña, e Consuegra, e otros logares. E el Rey Abenabet avia estonce una fija donzella muy fermosa, e de buenas costumbres, e amavala mucho, e avia nombre Çayda: e por la honrar mas e que oviesse mejor casamiento, dióle a Cuenca, e todas las otras villas e castillos que avemos contado, con buenas cartas e con buen recaudo.

CAP. CXLII.

Cuenta la historia, que el Rey don Alfonso seyendo biudo, estava muy enforçado e aventurado de grandes fechos. E porque avia ganado a Toledo, e con todo esto non dexava de contender en armas, tanto que Moros e Christianos, todos havian que ver con él, e sonava la su buena fama por el mundo. E ovolo de saber la donzella, doña Çayda, fija del Rey Abenabet de Sevilla, e tanto fué del bien que oyó dezir de su cavalleria, que se enamoró dél, aunque nunca lo viera, mas por el buen prez que dél oyó, e crescia de cada dia: e tan grande fué el amor que dél ovo, que buscó carrera como su amor podiesse aver cima. E como las mugeres son sabidoras e sotiles para fazer las cosas que han talante, e como el Rey don Alfonso era cerca, porque andava en su conquista, embióle dezir ella con sus mensageros, que fuesse la su merced que toviesse por bien de la ver, e toviesse por bien de se casar con ella: que le daria las villas e los castillos que ella avia: e quando el Rey don

Alfonso oyó este mandado, plogole mucho; e embióle dezir, que la yria a ver donde ella toviesse por bien. E los unos dizen que vino a ella a Consuegra, que era suya, cerca de Toledo, e otros dizen que a Ocaña, que era suya; mas sea donde quiera, despues que el Rey don Alfonso la vido, pagóse della mucho, tanto que fué complido lo que ella queria: ca la vido muy fermosa e de muy buen donayre: e fué tan enamorado della como ella dél: e ovieron su fabla, e dixo ella: que si casasse con ella que le daria quanto ella avia. E dixo el Rey: „A vos conviene que seades Christiana;" e ella dixo que lo faria muy de buena mente, e que faria quanto él mandasse. E el Rey don Alfonso entendiendo que era grand ayuda para la su conquista lo que la Çayda dava, e que avria porende mejor a Toledo, ovo su consejo con los Condes, e con el Cid, e con los omes buenos, e aconsejaronle que lo fiziesse. E tornaronla estonce Christiana, e casó con ella, e ella entrególe a Cuenca, e a todos los otros logares. E quando la batearon, mandó el Rey que non le pusiessen nombre Maria, porque él non queria pleyto de muger que oviesse nombre Maria, e pusieronle nombre Leonor. E ovo en ella un fijo que dixeron don Sancho Alfonso e dióle el Rey a criar al Conde don Garcia de Cabra.

CAP. CXLIII.

Cuenta la historia, que catando el Rey don Alfonso el deudo que havia con Abenabet, Rey de Sevilla, padre de doña Leonor la Cayda, su muger, que ovieron de alli adelante grand amor, e grand conoscencia en uno. E viendo como ellos eran los mayores omes de España, por amor de los meter todos so su tributo, este Rey don Alfonso ovo consejo con su suegro, e por consejo dél embió allende el mar por los Alarabes, que era estonce la mejor cavalleria que avia en los Moros. E era estonce señor de Marruecos e de Benamarin Yuçaf Aben Texafin: e por honrar mas a su señorio, llamavase Miramamolin en Arabigo, que quiere tanto dezir, como señor de todos los otros señores. A este Yuçaf embió el Rey don Alfonso a rogar, que le em

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