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siempre los otros Arçobispos de Toledo. E despues ellos poblaron ayuso en el valle la Villa que dizen Alcala de san Juste, en que se fazen las buenas ferias.

CAP. CXXXI.

Cuenta la historia, que el muy noble Rey don Alfonso teniendo que le fiziera Dios mucho bien e mucha merced en la grand conquista de Toledo, e en las otras cosas que acabara, fuése para Castilla e para Leon, e levó consigo al Primado don Bernaldo. E segun dize el Arçobispo don Rodrigo, llegaron a Leon e fallaron hy al Cardenal don Reynel, que era Legado, e ome bueno, e de santa vida. E estonce el Rey por honra dél, tovo por bien, que fiziessen hy Concilio, para confirmar el officio Romano, que era estonce nuevamente en España. E estonce el Legado e el Primado don Bernaldo fizieron Concilio con muy grand clerezia, e con muchos honrados omes que hy se ayuntaron e establecieron muchas buenas cosas sobre los officios de santa Yglesia. E hy mandaron que dende adelante usassen del officio de Roma, puesque tan a coraçon lo avia el Rey don Alfonso. E mandaron a los escrivanos, que non fiziessen de la letra Toledana, que don Gulfilas, Obispo de los Godos, fiziera en el su tiempo: e en las figuras de las letras que usassen del officio Romano. E estando en este Concilio, adolesció la Infanta doña Elvira, hermana del Rey don Alfonso, de guisa que finó; e soterraronla cerca de su hermano, el Rey don Garcia, en la cibdad de Leon, mucho honradamente. Agora dexa la historia de fablar desto, e torna a contar de Alcadir, nieto de Alimaymon.

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CAP. CXXXII.

Cuenta la historia, que Yaya Alcadir, Rey que fué de Toledo, nieto del Rey Alimaymon, ovo su pleytesia con el Rey don Alfonso, quando le embió a dezir que veniesse cercar a Toledo, porque metieran al Rey de Badajoz, e fizo todo su poder

este Yaya, como oviesse el Rey don Alfonso la cibdad, por tal que le ayudasse a ganar a Valencia, que fuera de su padre, e del Reyno de Toledo, e devia ser suya: e sobre esto fuése Yaya para Valencia despues que el Rey ovo a Toledo, en el año que andava la Era en mil e ciento e veynte e siete años. E esto facia él con otorgamiento del Rey don Alfonso, porque le havia de ayudar a tomar a Valencia, e a santa Maria de Albarrazin, e el Reyno de Denia: e bien tenia el Rey don Alfonso que por esta razon seria toda la tierra suya, por la gran discordia que avia entre los Moros. De si Yaya Alcadir vinose para Albarrazin, e de hy embió un su primo para Valencia, que avia nombre Abenalfange, por saber si Abubecar Audalla Adiz que la tenia, si gela queria dar, ó qué era su coraçon e su ardimiento de fazer: ca dudava en él, porque casara su fija con el Rey de Caragoça. E este mensagero fuése para allá, e posó con un Moro a quien dezian Abenlumpo, e estovo hy un tiempo, fasta que fué fecho el casamiento de la fija de Abubecar con el Rey de Çaragoça. De sí adolesció el Aguazil e morió de aquella enfermedad: e fincó hy aquel mensagero, por ver en que pararia aquel pleyto de Valencia despues de la muerte de aquel Moro: ca los Moros andavan muy descarriados e muy cuytados por la muerte del Aguazil: e él dexó dos fijos que eran muy desabondados en su vida, e ansi lo fueron despues.

CAP. CXXXIII.

Cuenta la historia, que despues que morió el Aguazil Abobecar Audalla Adiz, los fijos partieron quanto el dexó, e cada uno dellos mostró grand cobdicia en lo que havian de partir: de guisa que fasta la menor cosa todo lo partieron, e fizieron dos vandos, cuydando cada uno valer mas que el otro. E estos dos hermanos partieronse el uno del otro, e fazian muy grandes vandos: e la gente de Valencia havia muy grand pesar por este desacuerdo, e fizieron ellos otrosí otros dos vandos: e los unos querian dar el señorio al Rey de Çaragoça, e los otros a Yaya Alcadir, nieto de Alimaymon. Esto era por miedo

del Rey don Alfonso, porque sabian el pleyto que havia con él : e porque sabian la mala andança que acaesciera al Rey de Badajoz que veniera por ser Rey de Toledo. E con estas nuevas deste desacuerdo, tornóse Abenalfange, el mandadero de Yaya, e contóle todo en como era: e estonce tovo él que avria la villa, puesque vandos avia: e embió por don Alvar Fañez, que le dixera el Rey don Alfonso que fuesse con él con muy grand pieça de Christianos. E de sí ayuntó toda su gente, cavalleros, e peones, e ballesteros, e fuése para Valencia. E embió dezir a los de la villa en como se yvan para allá, e embiólos falagar de cerca, de un logar que dizen Serra. E los mayorales de la villa ovieron su acuerdo, e cada uno dellos dixo lo que le semejava: pero al cabo acordaron de le dar la villa, e recebirlo por señor. E esto fazian ellos por el Cid, e por el miedo que havian del Rey don Alfonso, e de don Alvar Fañez que yva con él, mas que por amor nin por miedo que le havian a Yaya, e embiaronle respuesta que lo recebirian, e esto con grand humildad.

CAP. CXXXIV.

Cuenta la historia, que otro dia salió el Alcayde Aboheza con las llaves de la villa, e todos con él, e rescebieronlo muy bien, e entregaronle el Alcaçar: e rescebieronle por señor. E luego a pocos de dias morió el Rey de Çaragoça, Abet Abenuz: e este Alcayde Aboheça Abenlumpo quisierase partir del pleyto de Valencia, quando morió Abubecar el Aguazil, e yrse para el castillo de Morviedro que era suyo, por la discordia que havia entre los de la villa: e tomó consejo con un Escrivano que era mucho su amigo, que havia nombre Mahomad Abencayn, e contóle como faria. E quando lo oyó el Escrivano, pesóle mucho, e dixole, que non era bien nin guisado de dexar la villa en tal sazon como aquella, e fizolo fincar hy, e fizieron amos pleyto de se amar e ayudarse contra todos los omes del mundo, con los cuerpos e con los haveres. E este Aboheza tenia a Morviedro, e a Castro, e embióles guardar con omes de que él fiava, e sus parientes: e tambien a Santa Cruz que era suya,

e otros castillos que eran en su poder: e quando salió a recebir al nieto de Alimaymon con las llaves de la villa, prometióle muchas mercedes, e falagóle mucho. E el Rey Alcadir despues que ovo su Reyno asossegado, fizo su Aguazil mayor a Aboheça, e dióle poder en todo su Reyno. E maguer que todo esto le fazia, temiase del Rey en su coraçon, porque se tomara con Abubecar en su vida: e por esto non sabia qué se fiziesse, si se partiria dél, ó non, por tal de perder duda en su coraçon: pero durava todavia en quanto podia de lo servir muy bien e lealmente, por amor de le fazer perder al Rey la mala voluntad, si la havia.

CAP. CXXXV.

Cuenta la historia, que tan de coraçon le fazia servicio, e tan lealmente, que el Rey le fizo su privado mas, e honrólo mucho e fizole pleyto con jura, e con carta muy firme, que nunca le quitaria aquella privança, nin le dexaria por otro : e que ninguna cosa se faria en el Reyno menos dél: e con esto asseguróse Aboheça, e perdió la duda que avia en el coraçon. E de sí, los que tenian los castillos, traxeron grandes presentes e muchas donas a su señor, con grand obediencia, e con grand humildad, segun que los Moros lo saben fazer. E esto fazian ellos por segurar el coraçon a su señor, que fuesse dellos seguro, e embiasse a don Alvar Fañez para su tierra, e non les faria a tan grand costa como les fazia, que les costava cada dia secientos maravedis: e el Rey non havia tesoro en Valencia, nin era tan rico que lo podiesse cumplir: e por esta razon quexavanse mucho los Moros con la grand costa. Otrosí el Rey temiase que si embiasse a don Alvar Fañez, que se le alçarian los Moros: e para mantener esto echó grand pecho a la villa, e en el termino, diziendo que lo queria para cevada. E cogieron aquel pecho, tambien del rico, como del pobre, e del grande como del pequeño: e esto ovieron ellos por muy grand mal, e por desafuero, e temian que se perderia por él Valencia, como se perdiera Toledo. E tanto les pesava con este pecho, que

lo trayan por proverbio por la villa, diziendose unos a otros : ,,Daca la cevada." E aun dizen, que havia hy un grand alano, que era de la carnesceria con que matavan las vacas, e quando le dezian: Daca la cevada,

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començava a reñir e a ladrar. E dixo un Sabio: Gracias aya Dios, porque havemos muchos en la villa que semejan aquel perro, que quando les dizen: Daca cevada, assi les pesa como al perro, e dan vozes como él:“ e passaron ansi unos pocos de dias.

CAP. CXXXVI.

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Cuenta la historia, que quando los de los castillos traxeron sus presentes a su señor, e a su Rey, que un Moro que avia nombre Abenmaçor, que tenia a Xativa, que non quiso venir nin embiar ningun servicio. E el Rey Alcadir embió por él que veniesse ante él, e Abenmaçor non quiso venir: e embióle un mensagero con sus presentes muy ricos, e embióle dezir que non podia venir, pero que lo non fazia por escusa ninguna, mas que seria siempre a su servicio: e que le pedia en merced como a señor que le dexasse aquel logar como estava, e le daria las rentas dél: pero si lo quisiesse para poner hy a otro, que lo tomasse e que le diesse alguna cosa en que vesquiesse, ca él non queria ál sino la su voluntad, e vivir con su merced. E el Rey aconsejóse con su Aguazil Aboheça: e él consejóle que rescibiesse el ruego de Abenmaçor, e que le dexasse aquel logar assi como lo tenia, e que embiasse a don. Alvar Fañez que le fazia hy grand costa, e que passasse algun tiempo en paz e en asossiego: e que endereçasse su Reyno lo mejor que podiesse. E en esto todo consejavalo muy bien e verdaderamente; mas el Rey non lo quiso creer, e tomó consejo de los fijos de Abobecar, que se metian por sus privados, e dixoles lo que consejara su Aguazil. E ellos dixeronle que le aconsejara mal, e que lo non fiziesse, mas que sacasse su hueste e fuesse sobre Abenmaçor, e que le tomasse la villa de Xativa: e él tovo que le aconsejavan bien, aunque non era ansi. E estonce sacó su hueste e fuélo cercar: e el primero dia que

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