Imágenes de página
PDF
ePub

DICTAMEN

Que dió la clase de agricultura de la Sociedad económica de Madrid, para evacuar un informe pedido por el Consejo Real, sobre las causas de la decadencia de estos cuerpos (66).

EXCмO. SEÑOR.

La clase de agricultura, esponiendo á V. E. su dictámen acerca de lo que se debe informar al Consejo, en cumplimiento de su órden de 14 de julio último, comunicada por Don Pedro Escolano al Excmo. Sr. Director, dice:

Que esta órden fué espedida á impulsos de otra de S. M., dirigida al mismo supremo tribunal, con fecha de 28 de junio anterior, la cual solo se inserta en estracto en la que se nos ha comunicado.

La del Consejo se reduce á dos puntos: 1.° saber de todas las sociedades del Reino las causas de la decadencia que se hubiere notado, ó notare en ellas, ya en la concurrencia de sus individuos á las Juntas, y ya en el desempeño de las funciones de cada uno; y 2.o que se le propongan los medios de atraer á ellas las personas celosas y arraigadas, para remediar esta decadencia, con espresion de si será conducente á este fin la perpetuidad de los directores.

La Real órden que dió impulso á la del Consejo, despues de recordar el objeto con que se han establecido las sociedades; las pruebas que dieron desde luego de su utilidad en beneficio comun; las señales de proteccion con que S. M. las distinguió, y los buenos efectos que á ellas se siguieron, asegura que se van ya desvaneciendo las buenas esperanzas que tan felices principios prometian, pues se notaba en ellas alguna decadencia, sin duda originada de los partidos que se habian formado entre sus individuos : que de aquí era, que entre tantos establecimientos como se habian erigido de esta clase, se hallaban muy pocos miembros que ejercitasen sus talentos en utilidad comun; y que deseoso S. M. de ocurrir al remedio de este mal, animando de nuevo semejantes establecimientos, habia encargado al Consejo que le propusiese los medios que creyese mas efectivos á este intento.

Tal es el espíritu de las órdenes sobre que se debe informar al Consejo. La clase para desempeñar la parte de este encargo que V. E. se ha dignado confiarle, las ha leido y meditado una y otra vez ha tenido varias conferencias sobre su contenido: ha repasado la serie de sus operaciones, y recorrido todas las actas donde están consignadas; y teniendo á la vista la breve historia de su vida, encuentra en ellas abundante materia para satisfacer á los deseos de la superioridad y del cuerpo.

Desde luego puede asegurar la clase dos verdades que la deben llenar de consuelo: primera, que comparado su presente estado con cualquiera de las épocas que le han precedido, está muy lejos de la decadencia que se supone; pues ora se gradue esta por la concurrencia de sus individuos á las juntas semanales, ora por los objetos en que se ocupa, ora, en fin, por el celo y la ilustraaion con que los desempeña, nada encuentra que la haga digna de la general censura que envuelve la órden superior, y cree por lo mismo que en este punto hable con otras sociedades.

La segunda es, que si en algun tiempo se pudo creer que la clase estuvo en decadencia, este mal no debe imputarse á la division ó mala avenencia de sus individuos, sino á otras causas unidas á su constitucion, é independientes por la mayor parte de su arbitrio.

En los principios de su creacion se ocupó esta clase en ilustrar con varias memorias y discursos algunos puntos del grande objeto que le está encargado. La parte que le toca en las memorias impresas del primer biennio ; las que existeu en poder de los redactores del segundo, y los documentos que guarda el archivo de la Sociedad, darán siempre testimonio de lo que se adelantó en este punto.

Este era por entonces el espíritu del cuerpo. Privado de fondos y proporciones para promover efectivamente la agricultura, creyó que su instituto debia reducirse á derramar por todas partes luces y conocimientos. Para derramarios era menester adquirirlos. No fué otro el fin de tantos escritos. Tratábase de fijar los verdaderos principios de la primera de las artes; de acomodarlos á nuestro clima y nuestro suelo, de investigar todas las verdades subalternas contenidas en ellos;

y para esto era indispensable leer, meditar, hacer pruebas experimentos, escribir y deliberar. Esto debió hacer la clase, y esto hizo en los primeros años.

Aun no habia salido de ellos, cuando el Consejo le cometió un objeto, para el cual se hubiera hallado muy insuficiente, si se hubiese descuidado de estudiarle con anticipacion. Habla del informe de la ley Agraria.

Descubrir las verdaderas causas del atraso de nuestra agricultura; hallar los medios mas convenientes para restablecerla; conciliar la libertad, sin la cual nada prospera, con las leyes, cuya intervencion hacian necesaria los abusos; hacer feliz la suerte de los colonos, sin ofender los sagrados derechos de la propiedad; convertir la cria de ganados, tan funesta al cultivo (67), en su mejoramiento y extension; batir de lleno la ignorancia; declarar la guerra á las preocupaciones nacidas de ella; y en una palabra, curar de raiz unos males envejecidos, nacidos con la constitucion, fortificados con las leyes, y que el tiempo habia hecho habituales y casi incurables: tal fué la empresa cometida á la clase por el Consejo en 1777.

¿Cuánto estudio, cuánta aplicacion, cuánta filosofía no eran necesarios para ilustrar un objeto tan importante y delicado! Es preciso hacer justicia al celo de los socios que se reunieron entonces para su desempeño. Parte del mismo año de 77, todo el siguiente de 78, y hasta abril de 79, se consagraron á esta ilustracion, que fué materia de un crecidísimo número de juntas extraordinarias, de conferencias, de disputas, de escritos, en que se esclarecieron muchos artículos de la legislacion agraria, y se adelantaron considerablemente los conocimientos de la clase.

Pero es preciso confesar, que la materia era todavía muy superior á ellos. Así, ó bien sea por el desmayo que esta conviccion debió producir, ó por alguna de las otras causas que suelen interrumpir semejantes trabajos, la clase suspendió estos para volverlos á continuar, como lo hizo en 81 y 82, de que dan testimonio muchas de nuestras actas.

Ni cesaron entre tanto las operaciones de la clase, dedicada simultáneamente á otros importantes objetos. Lo que trabajó, adelantó y escribió acerca de la extension de plantíos de árbo

les en las cercanías de la Corte, es ciertamente digno del mayor aprecio, y no lo son menos diferentes informes, pedidos por el Supremo Consejo, y no pocas memorias escritas sobre varias materias de su instituto.

No negarémos, que desde 82 á 84 se notó algun atraso en nuestros trabajos. Las juntas por aquellos años fueron muy poco numerosas, y los sócios, libres del único vínculo que los conservaba unidos, esto es, de la concurrencia semanal, contrajeron cierta tibieza, de que no pudo dejar de resentirse el despacho de los negocios.

Este es precisamente aquel estado de inercia y tabidez que tanto debilita estos cuerpos; el único que es capaz de acabarlos, y por lo mismo aquel al cual se debe hacer mas abiertamen te la guerra.

Pero en medio de él será siempre digno de alabanza el celo de unos pocos individuos, en quienes, por decirlo así, se reconcentró la vitalidad de la clase, los cuales, escribiendo varias memorias, y despachando los informes y censuras pedidas por el Consejo, lograron al menos paliar el mal, ya que no pudieron curarle del todo.

A ellos, á sus instancias y clamores se debe el nuevo espíritu con que la clase recobró sus tareas en 84. Desde entonces empezaron las juntas á ser mas concurridas; la aplicacion, el celo y la emulacion renacieron, y V. E. es buen testigo de que por aquel tiempo volvió á aparecer esta clase en las actas generales con el decoro que tan constantemente con

serva.

El expediente de la ley Agraria la empeñaba con nueva razon, no solo por el atraso en que estaba, ó por las nuevas instancias hechas por el Consejo, sino principalmente porque habia mostrado la experiencia que solo al favor de un nuevo y extraordinario esfuerzo pudiera ilustrarse completamente. Con este objeto pidió socorro á la Sociedad, asoció á sus trabajos á varias personas instruidas de otras clases, dividió la materia en artículos, encargó á cada uno la ilustracion separada de aquel en que tenia mayores conocimientos, y facilitó así el desempeño de una empresa, que dos veces habia abandonado como superior á sus esfuerzos.

Algunos individuos han ilustrado completamente su parte,

otros han asegurado á la clase que la presentarán muy luego, y todos trabajan actualmente en el desempeño de sus encargos. La extension del objeto en unos, su dificultad en otros, las frecuentes comisiones con que se distrae su comision á otros puntos, y sobre todo las ocupaciones ordinarias de la clase, y las públicas y domésticas de cada individuo, han retardado algun tanto la perfeccion de esta obra ; pero no han menguado la esperanza de que se consiga cumplidamente por el medio adoptado; y entonces la publicacion de sus trabajos dará un grande aumento al crédito de la clase y de la Sociedad.

Entre tanto se trabaja con ardor en la traduccion de Columela, que por ser el príncipe de los geopónicos latinos, y natural de nuestra España, tenia un doble derecho á que corriese en el idioma del dia. La clase, al mismo tiempo que hace en esto un servicio el mas señalado á la nacion, la va á vengar de la nota de perezosa, justamente fundada en el poco aprecio con que miró hasta ahora una obra tan excelente.

Estos trabajos y otros de que la Sociedad es el mejor testigo, debidos al ce lo de los individuos que actualmente concurren á esta clase, son los mejores apologistas de su aplicacion y de su celo, y los defienden de la nota general con que se ha querido desairar á las Sociedades. ¿Y cuánto no tendria que añadir la clase si pudiese extender sus reflexiones á los trabajos de las demas, cuya ilustracion y desvelo han fijado en ellas una de las épocas mas señaladas y gloriosas?

Es pues preciso confesar, que por nuestra parte no se conoce ningun mal, ni por lo mismo ninguna necesidad de remedio.

La clase hace al público todo el bien que puede; todo el que es proporcionado á sus facultades y á su constitucion, y todo aquel que debe esperar de ella el Gobierno esto siente la clase, y esto cree que se debe informar al Consejo.

Mas no por eso piensa que serán frustrados los deseos del Gobierno, si volviendo por un instante la vista á estos cuerpos, se resuelve de una vez á sacar de ellos todo el fruto que pueden producir, cuando sean un objeto mas distinguido de su proteccion.

En esta parte debe responder la Sociedad con la mayor gra

« AnteriorContinuar »