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A la Real Academia Sevillana de Buenas Letras

OFRENDA HUMILDE DE SU CORRESPONDIENTE

Cesáreo Fernandez Duro.

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N lugar de las Amescuas, en Navarra, llamado con variedad Gues, Egues y Goen en

tiempos primitivos, dió solar y orígen á familia que en la reconquista de España se hizo ilustre. Tenía palacio nombrado Egueo con armas de piedra y otros signos de casa infanzona, que Don Juan de Arezaboleta explicó en memorial impreso en Pamplona el año 1585, con copia de escrituras de donaciones, privilegios y fundaciones de remota fecha, á partir de Laqueti de Goen, que vivía en la Era 1030, año de 992. La misma diferencia de nombres de la localidad hubo en los apellidos usados por la familia, en que aparecen un Sancho de Egues, un Fernando de Egueo, un Garcia de Goen, hasta prevalecer el de Egues desde el siglo XIII. Hallándose en la conquista de Tudela poblaron en ella, obteniendo repartimientos de que vino á fundarse mayorazgo á su tiempo.

Juan de Egues, que sirvió á los reyes D. Fernando el Católico, Cárlos V y Felipe II en guerras y jornadas, casó con doña Luisa de Beaumont, descendiente de la casa real de Navarra y de Francia, llamada entre los nuestros de «Beamonteses, » como á la del marido apellidaban de los «Egueses. >>

Los hijos unieron ambos apelativos firmándose desde entonces Egues y Beaumont, y dejando de enumerarlos segun constan en el referido Memorial de D. Juan de Arezabaleta, en diversas informaciones tambien impresas que posee la casa y en el árbol y genealogía de la coleccion de D. Luis de Salazar y Castro que guarda la Real Academia de la Historia, (1) basta al objeto del presente escrito consignar que D. Martin de Egues y Beaumont, natural de Tudela, colegial y catedrático en Salamanca y oidor en la Casa de la Contratacion de Sevilla, procedió con satisfaccion tanta del Rey que le hizo merced de hábito en la Orden de Calatrava el año 1612. Casó en Sevilla con D.a Juana Verdugo de la Cueva, natural de la misma ciudad, hija del doctor Sancho Verdugo, alcalde de aquella Audiencia, siendo su primogénito D. Diego de Egues y Beaumont, nacido sin duda en Sevilla tambien, aunque no se dice. D. Martin, su padre, pasó de oidor á la Chancillería de Valladolid, donde ejerció diez años, y habiendo ocurrido los disturbios y sediciones de los Vicuñas en el Perú, fué elegido para reprimirlos, comisionándole con el cargo de presidente de la Audiencia de las Charcas, al efecto. Logró la quietud deseada, sin disfrutar gran cosa de la satisfaccion, pues murió al cabo de catorce meses en tanta pobreza, que hubo de dar la Audiencia mil pesos para los gastos de su entierro.

Entonces empezó su carrera D. Diego, siguiéndola con reputacion en multitud de cometidos civiles, militares, de administracion, política y gobierno que acreditaron sobresalientes dotes, instruccion general, actividad desusada y mucho celo y valor. Acaso en la preferencia que dió al servicio

(1) Hállase en el tomo C. 32.

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de mar influyó el casamiento de su hermana doña Ana con D. Pedro de Ursua y Arizmendi, Señor de los palacios de los mismos nombres y de la baronía de Oticoren en Navarra, Almirante que entonces era de la Armada de la guarda de la Carrera de Indias, mas adelante su Capitan general, premiado por el Rey con la dignidad de su Consejo de guerra y los títulos de vizconde de Ursua y conde de Gerena, villa situada á cuatro leguas de Sevilla, que adquirió.

Sin ser D. Diego de aquellas figuras de primer órden que llenan ó abrillantan la historia de los tiempos de su vida, merece en justicia renombre y significacion distinguida, sirviendo por otro lado en gran manera al estudio de las causas de decadencia y desmoralizacion que señalan el reinado de Felipe IV, con desdichado efecto en la marina y natural consecuencia en las relaciones con las Indias.

D. Diego de Egues fué en los primeros años page del Rey, como distincion concedida á la nobleza de su casa; marchó al Perú con su padre, y á la muerte de éste, compadecido el virey Conde de Chinchon de la pobreza y orfandad en que quedaba, aunque no tuviera cumplidos veinte y un años de edad, le expidió título de Corregidor y capitan á guerra de la villa de Oropesa y valle de Cochabamba, donde vino á acreditar su energía suceso impensado. Teniendo preso en su casa á un revoltoso, que entre otros delitos contaba el de haber disparado un arcabuzazo á otro corregidor confinante, vinieron de noche á librarle doce camaradas de la misma laya, y para ello empezaron por prender fuego á la casa, disparando sobre la puerta y ventanas á cuantos asomaban, hiriendo á dos criados de don Diego y amenazando tostarle de no entregar al de

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