El mayorazgo de LabrazRenacimiento, 1919 - 270 páginas |
Otras ediciones - Ver todo
Términos y frases comunes
ábside acercó AINA alcoba Antonio Bengoa Antoñana arriero atravesar azul balcón Barriga-grande Beamonte Blanca brazos brillaba buen caballero caballo cabeza calle campos plan Cañamera capilla Cesárea chimenea cielo cocina cogió Colegiata comenzó contempló convento creo criado cruz cuarto cura daba Diego dijo Domingo Chiqui doña Venus entró eran estaba fuego Goya hablar Hamlet hidalgos hija iban iglesia inglés Labraz lado levantó llamaba llegar llena llevaba luego magistral Mamertín mano Marina Mayorazgo médico MIC MIC MIC SITY MIC UNIV Micaela MICHIG miró míster Bothwell monte muchacha mujer mundo muralla negro negruzcos nieve niña noche obscuro ojos organista oyó pálido parecía pasaba PÍO BAROJA plaza poco rato Predicador preguntó pueblo puerta quiere Quintín RAFAEL CARO RAGGIO Raimundo Ramiro razgo rina Rosarito RSITY UNIV salió sentó SHAKESPEARE subir tenía triste UNIV UNIV UNIVE RSITY UNIVERSI veía ventanas Ventura Rodriguez verdad Verísimo viajeros viejo vivir volvió
Pasajes populares
Página 137 - No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues que todo ha de pasar por tal manera.
Página 6 - Era Labraz un pueblo terrible, un pueblo de la Edad Media. No había calle que no fuese corcovada; las casas tenían casi todas escudos de piedra. Casi todas eran silenciosas y graves; muchas estaban desplomadas, completamente hundidas. En alguno que otro portal dormitaba alguna vieja; pasaba un mendigo tanteando el suelo con la blanca garrota, y los perros famélicos corrían por el arroyo. Había cuatro o cinco iglesias arruinadas; algunas, convertidas en pajarea.
Página 15 - No discutí los gustos arcaicos del inglés, e iba a despedirme de él cuando me dijo que había escrito una novela cuya acción pasaba en Labraz y cuyo personaje más importante era el hidalgo ciego, del cual su amigo me había hablado por la mañana. Añadió que si me interesaba la novela me la prestaría; le contesté que tendría mucho gusto en leerla, y el inglés sacó de un armario un paquete de cuartillas atadas con cinta roja y me las entregó. Yo no me decidí a leerlas hasta pasado algún...
Página 248 - Marchaba Barriga-grande a la corte de un gran rey cuando se encontró en el camino con una zorra que le dijo: "Barriga-grande, ¿adonde vas?" "A la corte". "¿Quieres llevarme contigo?" "Bueno". Se acercó la zorra y Barriga-grande se la tragó. Siguió tranquilamente su camino, ¡ale, ale!, y al poco rato se encuentra con un toro y le dice, como la zorra: "Barriga-grande, ¿adonde vas?
Página 247 - Dimoño ¡y qué grandullón debía de ser el bellaco! «Al nacer, sus padres llevaron una vaca al niño para que bebiera la leche, pero Barriga-grande se echó sobre ella y se la tragó de un bocado. Entonces los padres, viendo la voracidad de su hijo, determinaron abandonarlo en el monte; reunieron todos los bueyes que había en el pueblo y arrastraron a Barriga-grande a un monte muy apartado, en donde lo dejaron.
Página 14 - Entre los escritores españoles, los únicos que me gustan son el autor de La Celestina, el hidalgo de la Oda a su padre y aquel clérigo que cuenta que llegó a un prado verde é bien sencido, de flores bien poblado, logar cobdiciadero .para orne cansado.
Página 250 - Lo echaron encima de la leña, le sujetaron manos y piernas, le ataron y le prendieron fuego a la leña. Se encendió una gran hoguera. La gente decía: "Ahora, ahora ya se quema", cuando Barriga-grande gritó: "Salte, río". Y salió el río y apagó el fuego". Entonces el rey, viendo que era un hombre tan extraordinario, le dio todo el oro que quiso para que fuese a su tierra. Allí Barriga-grande se casó con una giganta y fue muy feliz. Y colorín colorao..., este cuento se ha acabao".
Página 5 - UNA tarde de Agosto fui a visitar Labraz, pueblo de la antigua Cantabria. Me habían dicho que era una ciudad agonizante, una ciudad moribunda, y mi espiritu, entonces deprimido por la amarga tristeza que deja el fracaso de los ensueños románticos, quería recrearse con la desolación profunda de un pueblo casi muerto.
Página 249 - A la una, a las dos... Y ya iban a decir a las tres, cuando Barriga-grande dijo: — Salte, toro—. Salió el toro y cogió a un soldado y lo echó al aire, y luego al otro, y al otro, y no dejó ni uno. »Entonces el rey, viendo que era un hombre tan extraordinario, dijo: » — Nada ; lo que hay que hacer es un monte de leña, echarle encima a Barriga-grande, amarrarle bien y pegar fuego después y hacer una gran hoguera.