El mayorazgo de Labraz

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Renacimiento, 1919 - 270 páginas
 

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Página 137 - No se engañe nadie, no, pensando que ha de durar lo que espera más que duró lo que vio, pues que todo ha de pasar por tal manera.
Página 6 - Era Labraz un pueblo terrible, un pueblo de la Edad Media. No había calle que no fuese corcovada; las casas tenían casi todas escudos de piedra. Casi todas eran silenciosas y graves; muchas estaban desplomadas, completamente hundidas. En alguno que otro portal dormitaba alguna vieja; pasaba un mendigo tanteando el suelo con la blanca garrota, y los perros famélicos corrían por el arroyo. Había cuatro o cinco iglesias arruinadas; algunas, convertidas en pajarea.
Página 15 - No discutí los gustos arcaicos del inglés, e iba a despedirme de él cuando me dijo que había escrito una novela cuya acción pasaba en Labraz y cuyo personaje más importante era el hidalgo ciego, del cual su amigo me había hablado por la mañana. Añadió que si me interesaba la novela me la prestaría; le contesté que tendría mucho gusto en leerla, y el inglés sacó de un armario un paquete de cuartillas atadas con cinta roja y me las entregó. Yo no me decidí a leerlas hasta pasado algún...
Página 248 - Marchaba Barriga-grande a la corte de un gran rey cuando se encontró en el camino con una zorra que le dijo: "Barriga-grande, ¿adonde vas?" "A la corte". "¿Quieres llevarme contigo?" "Bueno". Se acercó la zorra y Barriga-grande se la tragó. Siguió tranquilamente su camino, ¡ale, ale!, y al poco rato se encuentra con un toro y le dice, como la zorra: "Barriga-grande, ¿adonde vas?
Página 247 - Dimoño ¡y qué grandullón debía de ser el bellaco! «Al nacer, sus padres llevaron una vaca al niño para que bebiera la leche, pero Barriga-grande se echó sobre ella y se la tragó de un bocado. Entonces los padres, viendo la voracidad de su hijo, determinaron abandonarlo en el monte; reunieron todos los bueyes que había en el pueblo y arrastraron a Barriga-grande a un monte muy apartado, en donde lo dejaron.
Página 14 - Entre los escritores españoles, los únicos que me gustan son el autor de La Celestina, el hidalgo de la Oda a su padre y aquel clérigo que cuenta que llegó a un prado verde é bien sencido, de flores bien poblado, logar cobdiciadero .para orne cansado.
Página 250 - Lo echaron encima de la leña, le sujetaron manos y piernas, le ataron y le prendieron fuego a la leña. Se encendió una gran hoguera. La gente decía: "Ahora, ahora ya se quema", cuando Barriga-grande gritó: "Salte, río". Y salió el río y apagó el fuego". Entonces el rey, viendo que era un hombre tan extraordinario, le dio todo el oro que quiso para que fuese a su tierra. Allí Barriga-grande se casó con una giganta y fue muy feliz. Y colorín colorao..., este cuento se ha acabao".
Página 5 - UNA tarde de Agosto fui a visitar Labraz, pueblo de la antigua Cantabria. Me habían dicho que era una ciudad agonizante, una ciudad moribunda, y mi espiritu, entonces deprimido por la amarga tristeza que deja el fracaso de los ensueños románticos, quería recrearse con la desolación profunda de un pueblo casi muerto.
Página 249 - A la una, a las dos... Y ya iban a decir a las tres, cuando Barriga-grande dijo: — Salte, toro—. Salió el toro y cogió a un soldado y lo echó al aire, y luego al otro, y al otro, y no dejó ni uno. »Entonces el rey, viendo que era un hombre tan extraordinario, dijo: » — Nada ; lo que hay que hacer es un monte de leña, echarle encima a Barriga-grande, amarrarle bien y pegar fuego después y hacer una gran hoguera.

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