Cancionero vasco (basco) poesías en lengua euskara, reunidas en colección, y accompañadas de tr. castellanas, por J. Manterola

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Página 258 - Pastor santo, tu grey en este valle hondo, escuro, con soledad y llanto, y tú, rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro? Los antes bienhadados, y los agora tristes y afligidos, a tus pechos criados, de ti desposeídos, ¿a do convertirán ya sus sentidos? ¿Qué mirarán los ojos que vieron de tu rostro la hermosura, que no les sea enojos? Quien oyó tu dulzura, ¿qué no tendrá por sordo y desventura?
Página 318 - Que no le enturbia el pecho de los soberbios grandes el estado, ni del dorado techo se admira, fabricado del sabio moro, en jaspes sustentado. No cura si la fama canta con voz su nombre pregonera, ni cura si encarama la lengua lisonjera lo que condena la verdad sincera.
Página 322 - Y como codiciosa De ver y acrecentar su hermosura, Desde la cumbre airosa Una fontana pura Hasta llegar corriendo se apresura. Y luego sosegada El paso entre los árboles torciendo, El suelo de pasada De verdura vistiendo, Y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea, Y ofrece mil olores al sentido, Los árboles menea •Con un manso ruido, Que del oro y del cetro pone olvido.
Página 322 - ... pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea, y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruido que del oro y del cetro pone olvido. Ténganse su tesoro los que de un flaco leño se confían : no es mío ver el lloro de los que desconfían cuando el cierzo y el ábrego porfían. La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna, al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía.
Página 320 - Un no rompido sueño, un día puro, alegre, libre quiero; no quiero ver el ceño vanamente severo de a quien la sangre ensalza o el dinero.
Página 269 - Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada, María, te ofrezco desde este día, alma, vida y corazón. Mírame con compasión. ¡No me dejes, Madre mía!
Página 318 - ¡Qué descansada vida la del que huye el mundanal ruido, y sigue la escondida senda por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido!
Página 258 - ¡Y dejas, Pastor santo, tu grey en este valle hondo, escuro, con soledad y llanto, y tú, rompiendo el puro aire, te vas al inmortal seguro!
Página 320 - Vivir quiero conmigo, gozar quiero del bien que debo al cielo, a solas, sin testigo, libre de amor, de celo, de odio, de esperanzas, de recelo.
Página 324 - La combatida antena cruje, y en ciega noche el claro día se torna, al cielo suena confusa vocería, y la mar enriquecen a porfía. A mí una pobrecilla mesa de amable paz bien abastada me baste, y la vajilla de fino oro labrada sea de quien la mar no teme airada.

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