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á personas del cuerpo capitular de la Iglesia. Estò movió al Marques á informar al Papa de la antigua dignidad de su casa, diciendo, que era cosa muy sabida en España, que los Reyes de Castilla en quanto Reyes de Leon, y los Marqueses de Astorga en quanto sucesores de los Villalobos, eran Canónigos de Leon, por cuyo título tenian silla propia en el Coro de esta Iglesia, y si alguna vez asistian á los Oficios Divinos en el Coro, percibian los mismos emolumentos, y distribuciones, que los otros Canónigos. Añadió, que apreciaba mas que todos los honores, y preeminencias de su esclarecida casa esta dignidad, que gozaba en la Iglesia de Leon, y que era tan antigua en su linage, que se contaban ya ocho siglos de posesion.

El Papa oyó con particular atencion, y gusto la noticia que le dió el Marques, y que nunca habia oído antes, y determinó remitir las letras del Obispo Don Fray Juan de Toledo á la Congregacion de Cardenales, que se dice del Concilio. Era sumo el deseo que todos tenian de instruirse sobre este asunto, y para que su curiosidad quedase satisfecha, quiso el Marques que se formase un escrito en que se exhibiesen las pruebas de su Canonicato. Encargó este trabajo al célebre Jurisconsulto Antonio Agraz de Spuig, Marques de Unia, el qual compuso una disertacion, en que con razones, exemplos, y testimonios de los historiadores de España, comprobó no ser tan incompatible la dignidad de Canónigo en una persona del siglo, que no pueda dispensarse en esta materia por algunas cincunstancias, y motivos especiales, y que de este modo la gozaba desde tiempos muy remotos la casa de los Marqueses de Astorga, como testifican los escritores de España. Esta disertacion, que se imprimió despues en Roma año de 1672. instruyó, y convenció á los Cardenales de modo, que

no solo dieron crédito á lo que decia el Marques de Astorga de su Canonicato, sino que se alegraron mucho de tener tan fundadas noticias de esta tan especial prerogativa.

Es finalmente grande la nobleza, y honor del Cabildo Legionense, por los muchos individuos de alto origen, de mucha doctrina, y de elevada dignidad. Fue Canónigo y Subdiácono de esta Iglesia Don Fernando, hijo del Rey Don Alonso IX. de Leon, que falleció en 11. de Enero de la Era 1324. Despues del año 1304. en que se ajustaron las paces entre Castellanos y Aragoneses, se proveyó un Canonicato de esta Iglesia en el Infante Don Juan, hijo de Don Jayme II. de Aragon, que tomó posesion de él en el año de 1311. Fueron tambien Canónigos de esta Igle. sia Juan de Grajal, cuya memoria ha quedado perpetuada en un excelente epitafio, que se lee en el Claustro de la Catedral. Alvaro Diaz, que despues fue Abad de Valladolid, y murió segun el Kalendario de esta Iglesia, en 29. de Diciembre de la Era 1314. Bernaldo, Obispo de Zamora, que murió en 13. de Agosto de la Era 1205. Don Garcia, Arcediano de Mayorga, y despues Obispo de Sigüenza. Don Gonzalo, Arcediano de Valderas, que gobernó el Obispado de Zamora á fines del siglo XIII. Hugolino, Obispo de Parma, varon de grande ánimo, prudencia, y constancia, que falleció en el año de 1377. Don Fernando Enriquez hijo de Don Fadrique Enriquez, Almirante de Castilla, que tomó posesion del Arcedianato de Mayorga en el año de 1482. Don Francisco Enriquez hijo de Don Alvaro de Borja, Caballero de Santiago, y Embaxador en Roma, Arcediano de Valderas. El Cardenal Gil de Albornoz, Arzobispo de Toledo, despues de Canónigo, y Dignidad de esta Iglesia. Don Pedro Cardenal de Aragon, Canónigo, y Arcediano de Mayorga. Don Diego Ramirez de Guz

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man natural de Leon, y Obispo de Oviedo, Arcediano de Saldaña desde el año 1399. Alvar Perez Varreguin electo Obispo de Orense, Dean de esta Iglesia hasta el año de 1425. en que tomó posesion del Dea-. nato Don Alvar Perez Osorio. Siguiéronse á estos el famoso Don Rodrigo Sanchez de Arevalo, el Cardenal Quiroga, el Cardenal Cervantes, Don Pedro de Castro, Arzobispo de Granada, Don Juan del Caño, Don Juan Bautista Acevedo, Obispo de Valladolid, Presidente de Castilla, é Inquisidor General, Don Fernando Acevedo, Arzobispo de Burgos, Presidente de Castilla, y otros muchos.

CAPÍTULO VIII.

Sitio y título antiguo de la Iglesia de Leon. Devocion de los Legionenses al glorioso Mártyr san

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Cypriano.

L primero de los escritores, que nos dieron noticia de la Iglesia principal de Leon, fue el Obispo de Astorga Sampiro, cuyo Cronicon testifica, que en el tiempo anterior al reynado de Don Ordoño II. estaba la Sede Episcopal en un Templo dedicado á los santos Apóstoles san Pedro y san Pablo fuera de los muros de la ciudad, el qual permanece en nuestros dias con el nombre de san Pedro de los Huertos. Á Sampiro siguieron Don Rodrigo, Arzobispo de Toledo, y Don Lucas, Obispo de Tuy, escribiendo, que Don Ordoño para dar gracias á Dios por las insignes victorias que le habia concedido, ordenó, que el Obispo de Leon Frunimio trasladase á sus palacios Reales la Catedral, que era la Iglesia de san Pedro, la qual no correspondia por su pequeñéz á la gran. deza de su Corte, y estaba muy expuesta á las in

vasiones de los Arabes, por estar fuera de la fortaleza.

Dariamos crédito á la autoridad de escritores tan respetables, como se lo han dado otros mas modernos, si no se hubiesen reconocido despues de ellos, y en nuestra misma edad otros monumentos mas fidedignos, que hacen evidencia de que el título, y' sitio de la Catedral Legionense fue diverso del que señalaron los referidos autores. Acerca del título exîste en esta Iglesia un Martyrologio del siglo XH. en que se lee anotado el dia y año de la Consagracion de la Catedral antigua por estas palabras: V. Kal. Junii, dedicatio altaris B. Mariæ sub Era DCCCCIII. Siendo pues el año aquí expresado muy anterior al reynado de Don Ordoño II. se infiere, que la advo cacion de santa María no fue ordenada por este Príncipe, sino que tuvo origen mas remoto, y por consiguiente, que la Iglesia de san Pedro, que ahora existe fuera de los muros, no fue la Sede Episcopal antés de Don Ordoño.

En el año de 874. el Obispo Legionense Frunimio, primero de este nombre, ofreció á su Catedral algunas alhajas, y en el principio de la escritura de donacion puso los santos titulares, á quienes la dedicó, diciendo: Á la Reyna celestial Virgen María, y al digno de veneracion san Cypriano Obispo, cuyas reliquias están depositadas en el Templo consagrado á su nombre en la ciudad de Leon, territorio de la provincia de Galicia, &c.

Así el título como el sitio, que tuvo la Catedral antes de Ordoño II. constan tambien de la donacion que este Rey hizo á la Iglesia en 14. de Diciembre del año de 916. mencionando, y confirmando las posesiones que habian concedido sus predecesores Ordoño I. y Don Alonso el Grande. Porque dice, que

ofrece todas las cosas que expresa en la escritura á la gloriosa Virgen María, cuya Iglesia estaba dentro de los muros de Leon, del mismo modo que Don Ordoño 1. su abuelo, y Don Alonso el Grande su: padre las habian ofrecido antes á aquel mismo santo. lugar. Parece pues indubitable, que el título de la Iglesia de Leon fue siempre el de santa María, y así. mismo que la Catedral nunca estuvo fuera de los muros, sino dentro de la ciudad. Y á la verdad no cabia en buena razon, que una poblacion tan antigua, y de tanto concurso de gente tuviese fuera de sus. murallas la Iglesia principal, especialmente atendiendo al gravísimo inconveniente, que en ello habia, á causa del riesgo de estar expuesta á las guerras, y combates contínuos de los enemigos de la religion christiana.

Por los testimonios, que dexo exhibidos, se conoce bien la devocion, y el amor, con que la Iglesia de Leon ha venerado, y honrado al glorioso Mártyr san Cypriano de muchos siglos á esta parte. Los fieles Legionenses respetaron tanto la doctrina de este santo, quando vivia en la tierra, que en las di ficultades, que se les ofrecieron en un asunto de la mayor importancia, acudieron á él deseosos de proceder sin error en aquella materia, como vimos en otro lugar. El santo alabó grandemente la religiosa solicitud, y la integridad, y fé, con que los de Leon pretendian informarse de la verdadera doctrina, y disciplina de la Iglesia Romana, y los exhortó á conservar con temor santo la sencilléz, y firmeza de la fé, que en ellos resplandecia. Agradecidos pues los Christianos de Leon á los singulares favores, que el santo les hizo en vida, quisieron despues de su glorioso martyrio perpetuar su memoria por todos los siglos venideros. Todo el mundo celebraba ya en la

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