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Así, si en lugar de juzgar de nuestros dramas por la escena, se hubiera V. dirigido á quien le señalase las mejores comedias de Calderon, Moreto, Zamora y Cañizares, hallaria en ellas cosas escelentes y dignas del mas encarecido elogio. Estas son las que alaban nuestros literatos, pero las alaban sin desconocer sus defectos, y están muy lejos de compararlas á los pocos, poquísimos dramas perfectos que poseen otras naciones. Justos apreciadores del mérito aplauden las obras escelentes y vituperan las despreciables; hacen justicia á unas y otras, y entretanto conservan religiosamente el depósito del buen gusto, mientras llega el feliz momento de comunicarle al pueblo. Si no se clama abiertamente contra el mal gusto del vulgo, esto debe atribuirse á otras causas que, aunque remotas, no por eso influyen menos en la necesidad de tolerarle. Los que le defienden son mas en número, están bien hallados con él, se burlan de los que piensan de otro modo, y los señalan con el dedo. En fin, entre ustedes quien combate las preocupaciones comunes es un hombre celoso, entre nosotros suele pasar por entusiasta. Pero esto pasará. La luz de la ilustracion no tiene un movimiento tan rápido como la del sol; pero cuando una vez ha rayado sobre algun hemisferio, se difunde, aunque lentamente, hasta llenar los mas lejanos horizontes; y, ó yo conozco mal mi nacion, ó este fenómeno va ya apareciendo en ella.

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Otra razon hay para que el mal gusto triunfe por mas largo tiempo sobre nuestro teatro. La profesion histrionica está entre nosotros en el último desprecio, y se ejerce en casi todo el reino por personas de ínfima estraccion, sin cultura, sin educacion y sin conocimientos algunos. Los teatros de las provincias están dirigidos por otras personas, á quienes el interés y la avaricia gobierna enteramente. Conocen el mal gusto del vulgo, y no pretenden reformarle, sino ponerle á logro. El Gobierno mira con abandono un ramo de policía combatido en los púlpitos, desestimado de las personas austeras, y nada favorecido de las que no lo son. Vea V. aquí porqué no hace progresos el teatro, y porqué continua tratado con tanto descuido, como si en su reforma no interesasen la gloria y las costumbres de la nacion. Pero sobre este abandono lloran en silencio las musas y sus amadores, y alguua vez se oyen sus gritos clamando contra la preocupacion, que al fin han de vencer y desterrar.

Ni crea V. que el Delincuente es la única cosa que ha producido la imitacion de los buenos modelos. Yo conozco, y pudiera citar algunos dramas del mismo género escritos modernamente, que tienen un mérito muy sobresaliente; pero sust autores los guardan con mas cuidado que el que yo tuve con el mio, y se libran de muchas desazones, que á mí me ha costado su publicacion. Conocen que no ha llegado aun el momento de

entregar al público estos testimonios de sus útiles tareas, y se contentan con esperarle, fiando su desagravio á la posteridad.

Concluyo con tres súplicas, que dirijo á V. con el mayor encarecimiento. Primerà que pues en poder del amigo D. Ramon Cárlos de Miera existe una copia del Delincuente, mas completa y correcta que la que sirve al teatro, tenga V. la bondad de arreglar á ella su traduccion. Segunda: que haga siempre un misterio de mi nombre, sin fijarle en ninguna copia de su traduccion, y mucho menos si la diere á la prensa. Tercera: que me haga el favor de franquear al mismo señor Miera esta traduccion, para que yo tenga el gusto de leerla y de copiarla.

En lo demas debe V. vivir seguro de mi gratitud al singular honor que me ha hecho en creer esta obrilla digna del aprecio de su nacion, y en encargarse de comunicársela. Conozco que ganará en este cambio, adquiriendo gracias y perfecciones que no tiene, y que al fin elevarán al Delincuente á un grado de estimacion, que no mereceria sin el trabajo de V.

¡Ojalá pueda yo acreditarle esta gratitud con testimonios mas infalibles! Viva V. seguro de ella, como del sincero afecto con que quedo su muy reconocido, fino y obligado servidor.-Q. S. M. B. Sevilla 13 de setiembre de 1777.— Señor.

COMEDIA

INTITULADA

EL DELINCUENTE HONRADO.

Es cosa muy terrible castigar con la muerte una accion que se tiene por honrada.

ACT. 1. ESCEN. V.

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