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opinion pública. Ella no se mendiga ni pretende; se deja conquistar. Sus juicios no se doblan al ruego, ni se prostituyen al favor: pero jamás se niegan al mérito. Nace y se forma en silencio, se alimenta y crece con el aprecio de la imparcialidad, y con la aprobacion de la sabiduría, y cuanto mas lentos son sus progresos, tanto son mas seguros y durables. Pero al fin, cuando cobra aquella fuerza imperiosa que la hace superior á Jos mayores obstáculos, y arrastra en pos de sí todos los votos, entonces el pasmo de la ignorancia y la confusion de la envidia harán mas dulce y mas plausible la gloria de su triunfo. Per. mitidme, pues, que mientras llega este dia de consuelo y justicia, que no puede estar muy distante para nuestro Instituto, discurra un rato con vosotros sobre la importancia de la geografía histórica, que hemos agregado al plan de vuestra educacion, y cuyas primicias hemos presentado ya al público. Este estudio, tan recomendable por su objeto, como por el auxilio que presta á las demas ciencias, lo es mucho mas á mis ojos por el desprecio ó el olvido con que ha sido mirado en otros Institutos. Es bien raro por cierto que ninguna de nuestras escuelas generales le haya adoptado hasta ahora en los planes de su enseñanza, y que adoptado alguna vez en los de educación privada, haya sido confundido en la literatura cual si solo servir pudiese para ornamento de la memoria. Tócanos, pues, á nosotros vengar á la geografía de este agravio: tócanos darle el digno lugar que sus recientes progresos le han adquirido entre las ciencias útiles; y á este Instituto, erigido en los fines del siglo XVIII para servir de modelo á los que la nacion se apresurará á multiplicar en el XIX, le toca abrir en este como en otros ramos de enseñanza pública, la senda gloriosa por donde nuestra posteridad debe caminar á la verdadera ilustracion. La mas sencilla, la mayor recomendacion de esta ciencia, se encierra en su nombre; porque geografía quie. re tanto decir como pintura ó descripcion de la tierra. Pero si reflexionais que ella debe conduciros al conocimiento del lugar que fué señalado á nuestro planeta en el gran sistema del universo, al de su figura y tamaño, al de los climas y regiones en que está dividido, de los mares que le abrazan, de las montañas que le cruzan, de los pueblos y naciones que le habitan, y finalmente, al de esta superabundancia de bienes y consue

Jos que la bondad del Criador derramó en su superficie, ó encerró en sus entrañas para dicha del hombre, fácilmente concebiréis cuanta sea la estension, cuanta la escelencia de este nuevo estudio.

Pero esta escelencia se realzará mas á vuestros ojos, cuando reuniendo el estudio de la historia al de la geografía, consideraréis la tierra como morada del género humano. Entonces este estudio, levantándoos á mas alta contemplacion, os pondrá delante los hombres de todos los tiempos, como los de todos los paises, las varias sociedades en que se reunieron, las leyes é instituciones que los gobernaron, y los ritos, usos y costumbres que los distinguieron. El os descubrirá las secretas causas, y las grandes revoluciones que levantaron los im. perios de la tierra, y los borraron de su sobrehaz; y en el rápido torrente de tantas generaciones, viendo al hombre subir lentamente desde la mas estúpida ignorancia hasta la mas alta ilustracion, ó caer precipitado desde las virtudes mas sublimes á la mas corrompida depravacion, conoceréis que no puede presentarseos un estudio mas provechoso ni mas digno del hombre.

Y todavía este estudio recibe mayor recomendacion por el auxilio que presta á las demas ciencias; pues si bien se adelanta y perfecciona por ellas, tambien las vuelve con usura lo que recibe, concurriendo á perfeccionarlas. El conocimiento de la naturaleza es el fin á que se encaminan todas las ciencias; pero el hombre no puede subir á este conocimiento sino por el estudio del planeta do tiene su morada, y por el exámen de las relaciones que le enlazan con el gran sistema del universo. La misma astronomía, que mas que otra alguna ha concurrido á ilustrar los principios geográficos, parte desde el conocimiento de este planeta á contemplar los cielos, y busca en él sus puntos de apoyo para fijar la situacion de los astros, señalar sus órbitas, y seguir su curso en los inmensos desiertos del espacio. En él toma la geometría el tipo original y eterno de sus medidas, para perfeccionar sus teorías y aplicarlas despues á tantos usos públicos, como la hacen recomendable. La geografía dirige al navegante por los inciertos mares, al mismo tiempo que abre al geólogo todos los ángulos de la tierra ; y conduciendo por su inmenso ámbito al historiador y al estu

dioso de la naturaleza, desenvuelve á sus ojos todos los seres que debe describir, todos los hechos que debe recoger, todos los fenómenos que debe someter á la observacion y á la esperiencia para indagar estas leyes eternas á que obedece constantemente el universo, y que forman el grande y universal objeto de las ciencias. Pero las que pertenecen á la política tienen aun mas clara dependencia de la geografía. ¿Pueden por ventura sin su conocimiento organizarse las sociedades, ni regularse su gobierno ? Ella es la que fija sus límites, y los subdivide; la que determina los objetos de las leyes y su conveniencia, y la que señala la necesidad y el provecho de sus instituciones. Sin ella no puede la política combinar sus empresas la magistratura dirigir su vigilancia y providencias, ni la economía perfeccionar su sistema y sus planes. La agricultura, la industria y el comercio deben consultarla á todas horas; ya sea para dirigir sus operaciones, ya para rectificar sus cálculos, ó ya para buscar, determinar y estender la esfera de sus consumos; y si es cierto que las ciencias morales se apoyan principalmente sobre el conocimiento del hombre, ¿cuánta luz, cuánto auxilio no podrán esperar de la geografía histórica, la única que le puede presentar en todas las épocas, en todos los climas, en todos los estados y en todas las situaciones de la vida pública y privada?

No os negaré yo que los hombres, abusando de la geografía, han prostituido sus luces á la direccion de tantas sangrientas guerras, tantas feroces conquistas, tantos horrendos planes de destruccion esterior, y de opresion interna, como han afligido al género humano; pero ¿quién se atreverá á imputar á esta ciencia inocente y provechosa las locuras y atrocidades de la ambicion? No será mas justo atribuir á sus luces estos pasos tan lentos, pero tan seguros, con que el género humano camina hacia la época que debe reunir todos sus individuos en paz y amistad santa? No será más glorioso esperar que la política, desprendida de la ambicion, é ilustrada por la moral se dará priesa á estrechar estos vínculos de amor y fraternidad universal, que ninguna razon ilustrada desconoce, que todo corazon puro respeta, y en los cuales está cifrada la gloria de la especie humana ? Entonces ya no indagará de la geografía naciones que conquistar, pueblos que oprimir, regiones que

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enbrir de luto y horfandad, sino paises ignorados y desiertos, pueblos condenados á obscuridad é infortunio, para volar á su consuelo, llevándoles con las virtudes humanas, con las ciencias útiles y las artes pacíficas, todos los dones de la abundancia y de la paz, para agregarlos á la gran familia del género humano, y para llenar así el mas santo y sublime designio de la creacion.

Por mas distante que se halle de la presente corrupcion esta halagüeña perspectiva, no parecerá agena del espíritu humano al que, siguiendo su historia, calculare por los pasos dados los que puede dar todavía hacia su perfeccion. Esta historia acredita que los hombres se cultivaron al paso que se conocieron y reunieron ; que sus luces se adelantaron á la par de sus descubrimientos, y que la geografía fué siempre ante ellos alumbrándolos en la investigacion y conocimiento de la naturaleza. A la luz de esta antorcha se fueron disipando poco á poco los seres monstruosos, los errores groseros y las fábulas absurdas que habia forjado el interés combinado con la ignorancia, y que tan fácilmente adoptara la sencilla credulidad.

Cuando no se habia esplorado la tierra, fué tan fácil creerla llena de sátiros y faunos, de centauros y esfinges, como suponer dríadas y náyades en bosques y rios nunca vistos, ỏ tritones y sirenas en mares nunca surcados. Sobre esta credulidad levantaron sus descripciones los antiguos naturalistas: ella dió asenso á los gigantes y pigmeos, y á los monóculos y hermafroditas ella forjó la salamandra, y el basilisco, y el pelícano alimentado con la sangre materna, y al fénix renaciendo de sus cenizas ella, en fin, abortó estos entes quiméricos, estas propiedades maravillosas, estas ocultas y estupendas virtudes, que embrollando la antigua historia natural, la convirtieron en un caos confuso de portentos y fábulas. Y por ventura, ¿pudo tener otro orígen aquella supersticion, que tanto ha corrompido la antigua moral, y cuyos restos han penetrado hasta nosotros por medio de tantos siglos y generaciones? Vosotros veis que cuando los entes mitológicos no existen ya entre los adornos de la poesía, todavía un mundo ideal, poblado de seres imaginarios, llena de terror al vulgo crédulo con sus genios y hadas, sus espectros y duendes, sus brujas y adivinos, sus encantos y sortilegios. Tan horrenda creacion

sino

solo pudo concebirse en la ignorancia de la naturaleza. Pero al fin la geografía descubrió todos sus espacios, la verdad los iluminó, y el mundo mágico va desapareciendo por todas partes.

Una ojeada, aunque rápida, sobre la geografía de los antiguos (15), acabará de convenceros de esta verdad. Veréis pòr ella cuan lentamente procedieron los hombres en el conocimiento de la tierra, y á cuantos y cuan groseros errores dió crédito su primera ignorancia. Hubieron de correr muchos siglos, y de sucederse muchas generaciones, antes de alcanzar unas verdades que vosotros habeis aprendido en pocos dias. Sea esto dicho no para vuestro orgullo, sino para vuestra en, señanza. Por mucho que se haya adelantado en este camino, vosotros estais forzados á seguirle con la misma lentitud, aunque con mayores auxilios; y si teneis alguna ventaja sobre vuestros mayores, la debeis á las luces que han esparcido sobre él, y á las ilustres fatigas que emplearon en franquearle y abrir sus senderos. Sigámoslos, pues, un instante; y observando sus pasos, veréis en las dificultades mismas que vencie. ron, cuan dignos se han hecho de vuestra gratitud y veneracion.

Hubo un tiempo en que el hombre, no sospechando mas tierra que la que alcanzaban sus ojos, juzgaba que el horizonte natural la circunscribia. Notando que el sol se escondia tras la cumbre vecina, esperaba tranquilo verle asomar al otro dia por la montaña opuesta, ó salir de entre las aguas del mar cercano. Forzado despues por sus necesidades á mudar de residencia y clima, hubo de ensanchar el mundo; pero habia cruzado ya muchas y distantes regiones, cuando empezó á concebir la tierra como una llanura inmensa, rodeada en torno por las aguas, y cubierta de la ancha bóveda del cielo. Aquí solo llegó la geografía en la infancia del espíritu humano: esta era la geografía de los sentidos, y esta es todavía la del hombre salvaje, cuya razon no se elevó sobre sus necesidades naturales.

Pero al fin los hombres, mirando al cielo, dieron un paso en el conocimiento de la tierra; y aquí verdaderamente empezó la geografía racional. Observando que en proporcion que se adelantaban, aparecian en el cielo nuevos astros, y sobre el

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