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y á los vanos entretenimientos, se congregan para hacer de su tiempo el uso mas honesto y provechoso; que sin otro impulso que el de la caridad, sin mas estímulo que el de su mismo honor, y sin otra recompensa que el gusto de hacer bien á sus hermanos, trabajan todo el año en este importante objeto, dedican á él sus luces, su tiempo y su descanso, le promueven por todos los medios que están en su arbitrio, y al mismo tiempo que llenan las obligaciones de su instituto, cooperan, por decirlo así, con el Gobierno en el importante ministerio de labrar la felicidad del Estado; es sin duda un objeto el mas recomendable, lo debe ser en todos tiempos y paises, y lo será singularmente para aquellas almas privilegiadas, á quienes ha tocado alguna vez con su fuego el amor de la patria.

Pero ¿cuánto mas lo debe ser en el dia, en que deseando comunicar este mismo amor á todos los corazones, convocan tantos y tan respetables testigos para esponer ante sus ojos el fruto de sus tareas? el dia en que les ofrecen las pruebas menos equívocas de su aplicacion y sus desvelos? el dia, en fin, en que sometiéndose voluntariamente al juicio del mismo público, para quien trabajan, le presentan los tiernos objetos entre quienes han repartido su beneficencia y sus desvelos ?

Vosotros, señores, estais mirando el mas recomendable de todos en estas inocentes criaturas, que hemos librado del desamparo y la miseria. Las obras delicadas que salieron de sus manos, al mismo tiempo que dan el mejor testimonio del esmero con que hemos promovido su enseñanza, testifican tambien que no será pasajero ni momentáneo el beneficio que han recibido de nosotros, sino tal que puedan librar sobre él la subsistencia de toda su vida; y los rudimentos de la religion, en que han sido instruidas, el amor al recogimiento y al trabajo que se les ha inspirado, y las máximas de honestidad y modestia que se han inculcado frecuentemente en sus oidos, acaban de completar este beneficio, y prometen á la Sociedad y al público que serán algun dia modelos de aplicacion y de virtud en aquellas mismas familias que las habian abandonado.

Pero si alguno quisiere poner en duda esta verdad, que compare su situacion presente con la que tenian cuando la Sociedad volvió hácia ellas su vista y su cuidado. Privadas por la Providencia de sus padres, ó reducidas por el abandono de es

tos á una mas peligrosa horfandad, vivian espuestas á todos los males que suelen acarrear el desamparo y la pobreza. La pereza y la ignorancia crecian con ellas, y el vicio las acechaba desde lejos, aguardando el momento de su adolescencia para perderlas eu sazon. En este punto mil, enemigos lidiarian contra ellas, y nadie en su favor. Una muchedumbre de deseos, que nacen en aquella edad, y se aumentan con la misma imposibilidad de cumplirlos; la libertad inseparable de su misma indigencia, la necesidad de buscar socorros en un camino sembrado de lazos y peligros, la ociosidad, la desnudez, el desamparo, y sobre todo la fuerza del mal ejemplo, auxiliada de los atractivos del lujo, las arrastrarian violentamente á la corrup cion; y un solo paso dado hácia ella, decidiendo para siempre su suerte, las hubiera quitado hasta el arbitrio de volver á su preciosa inocencia. ¡ De tantos riesgos las sal vó la próvida mano que hoy las presenta al pueblo en que nacieron como otras tantas víctimas arrancadas al desenfreno y la licencia pública! ¿Qué objeto mas propio de nuestro benéfico Instituto? mas acreedor á los desvelos del Gobierno? mas digno de la ternura y de la gratitud de los corazones, en que se abriga la caridad pública?

Pero por mas importante que sea este objeto, no es el único á quien la Sociedad ha consagrado sus tareas: otros muchos de público y general interés la han ocupado útilmente. La agricultura, como el primer manantial de la riqueza, ha merecido siempre su primera atencion. Despues de haber perfeccionado sus instrumentos, y despues de haber reunido las luces de la especulacion y la esperiencia, para mejorar el laboreo de las tierras, quiso estender sus miras al mejoramiento de los abonos. Esta escelente idea, así como los medios de realizarla, se debieron á un altoļmagistrado (18), tan recomendable por la estension de su celo, como célebre por la de sus talentos, y á quien jamás dejará de reconocer la Sociedad por su primer bien hechor, y por el mas justo acreedor á su gratitud y alabanzas. Penetrados de la utilidad de sus miras, las propusimos á los sabios españoles, y los escitamos al trabajo por medio de una útil y honrosa recompensa. Nuestra voz penetró hasta el retiro de los claustros, y un individuo, que supo conciliar el estudio de las verdades dogmáticas con el de los prin

cipios económicos, salió de ellos para arrebatar la corona que parecia destinada á otras manos.

Los oficios, en calidad de fuentes de la industria, nos merecieron igual desvelo. Convencidos de que el honor, segun la frase de Ciceron, es tambien el alimento de las artes, tentó por este medio la aplicacion de los artistas, y ofreciéndoles premios, en que á un pequeño interés iba unida mayor suma de gloria, los e mpeñó en una competencia, que hizo redoblar los esfuerzos de su ingenio. Las obras que tenemos á la vista prueban hasta que punto correspondió el suceso á nuestras esperanzas.

Tal es, señores, en compendio, la materia de la presente sesion. La Sociedad se abstiene de propósito de publicar los trabajos de todo el año, porque ni quiere molestar con su menuda relacion á tan distinguido concurso, ni hacer vana ostentacion de sus tareas. Bástale tener en la confianza con que la honran el alto ministerio y el primer tribunal de la nacion la prueba menos equívoca de su aplicacion y su celo. Esta confianza la proporciona el provechoso arbitrio de esponer libremente su dictámen sobre todas las materias que tienen relacion con su instituto, y la empeña mas y mas cada dia en el cuidado de no desmerecerla. ¡Ojalá que pueda desempeñarla dignamente en el exámen de dos grandes objetos cometidos actualmente á su informe: las leyes agrarias y gremiales, que darán materia á sus trabajos en el año próximo! Y ojalá que en el estudio de ellos logre atinar con aquellas sublimes verdades, de que están pendientes el bien y la prosperidad de la nacion!

Entre tanto es justo que yo pague á nombre de la Sociedad el tributo de gratitud que es debido al celoso Primado que tan constante y generosamente concurre á promover nuestros deseos; al Ilustre Ayuntamiento que nos abriga en su seno y fomenta con sus auxilios; al piadoso clero, que siguiendo el ejemplo de sus prelados, ha reunido las funciones de su ministerio á las de nuestro Instituto, en beneficio de sus prójimos y de la causa pública; y finalmente, á los distinguidos ciudadanos que no se han desdeñado de venir á solemnizar con nosotros este acto de beneficencia pública, ni de recompensar por este medio el celo con que los amigos de Madrid trabajan continuamente por el bien y la felicidad de sus hermanos.

DISCURSO

Pronunciado en la Sociedad de Amigos del Pais del Principado de Asturias (19).

SEÑORES:

Si el amor de la patria fuese en mi un sentimiento estéril y subordinado al amor propio, como suele ser por desgracia aquel de que la mayor parte de los hombres se gloria, difícilmente pudiera persuadiros que en este instante, y en medio de tantos y tan distinguidos patriotas, escita en mi corazon una muchedumbre de sentimientos, mas fáciles de percibir que de esplicar; pero como hablo á una asamblea de personas que animadas del mismo afecto, ni pueden desconocer las verdaderas señas del amor patriótico, ni ignorar los efectos que produce en los corazones que inflama, no tengo empacho de deciros, que todos los esfuerzos de la elocuencia serian insuficientes para hallar palabras bastante significativas con que esplicar las ideas que me inspiran en este momento el lugar en que me hallo, el objeto que me hace hablar, y las personas que me escuchan.

Permitid, pues, que en lugar de un discurso pomposo (que solo pudiera ser fruto de otra imaginacion fria y tranquilamen. te aplicada á ataviarle con los adornos facticios de la elocuencia), os declare sencillamente alguna parte de la dulce satisfaccion que gozo al verme sentado entre vosotros. Permitidme que entregado á los agradables sentimientos que escita en mi corazon vuestra presencia, siga en la esposicion de mis iden aquel mismo desórden con que atropelladamente se suce ! las sensaciones que las producen. Permitidme, en fin, abriendo mi alma á la muchedumbre de afectos que en dran la amistad, el parentesco y el paisanaje en un cora nacido para sentirlos con la mayor delicadeza, se ocupe e ramente en gozar las dulzuras de este dichoso instante, en da todo cuanto la rodea concurre á llenarla de la mas pura y brosa satisfaccion.

Sí, señores: es instante es para mí completamente dicho

no solo porque miro entre vosotros á mis parientes, á mis amigos y paisanos, y á los compañeros de mi niñez y mis primeros estudios, sino principalmente porque estoy sentado entre una porcion escogida de patriotas, seriamente aplicados por el bien y felicidad de mi pais. Muchos de vosotros sois testigos de las ansias con que he deseado la ereccion de esta sociedad: muchos, del gozo con que celebré su solemne aprobacion, y todos del ardor con que he concurrido al complemento de sus útiles designios. Ahora puedo renovar en vuestra presencia estos mismos sentimientos: testificaros de nuevo el deseo que me consume de la felicidad de mi pais, y lo que es para mí de inesplicable complacencia, aseguraros que he visto y observado por mí mismo que ya reside en nuestra patria una gran parte de aquella misma felicidad que todos desea

mos.

En efecto, en el discurso de mi viaje he visto por todas partes la abundancia y la prosperidad: he visto la agricultura increiblemente estendida; y reducidos á cultivo, no solo las vegas y los valles, sino tambien las hondas cañadas y las altas cimas de los montes. He visto considerablemente aumentada la cria de ganados, y abiertos en los sitios mas ásperos y difíciles una muchedumbre de hermosos prados, que aseguran para lo sucesivo su aumento y subsistencia. He visto introducido el uso de diferentes instrumentos y abonos, y labradas y engrasadas las tierras con un esmero imponderable; y finalmente, he visto el manantial de riqueza, que producen la aplicacion y el trabajo, en las inmensas porciones de frutos estraidos á los mercados de Castilla, cuyo valor no solo igualará, sino que debe esceder en mucho á los que recibimos de otras provincias.

Y no creais, señores, que son estas las únicas ventajas en que libra Asturias la esperanza de su felicidad. El estado de su industria es igualmente ventajoso, en especial, si hablamos de aquella que por estar abrigada en el seno de las familias, se llama industria popular. Apenas hay consejo en Asturias, donde no se hilen y tejan los lienzos, sayales y paños ordinarios de que se visten sus naturales, y donde no se fabriquen sus ropas, sus calzados, sus muebles, sus instrumentos rústicos, y lo demas necesario para el uso de la vida. De aquí es que

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