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neficencia del Soberano, y de la ilustracion de su ministro. Él fijó con eternas señales los límites del continente de España, ofreciendo á sus pilotos y al estranjero navegante una senda segura en sus mares, una cierta guia en los arrumbamientos de sus costas, una sonda y una luz constante en las radas y puertos do quieran conducir sus naves. Nuevas cartas esféricas se suceden todos los dias, y enriquecen nuestra coleccion hidrográfica, y estienden tan importante beneficio á los vastos continentes de nuestras colonias; y si algun hado adverso no detuviese tan loable impulso, la hidrografía española, ilustrando la mayor porcion de la tierra, restablecerá el nombre de España al digno lugar que ocupó algun dia, y que ya le destina la posteridad en la historia geográfica.

¡Ojalá que pudiese yo tambien revindicar para mi patria la gloria de haber perfeccionado su topografía interior: gloria debida en otro tiempo al celo de Felipe II, y á las sabias operaciones y tareas del maestro Esquibel; pero de que se hizo indigno el triste siglo XVII, que con el fruto y las reliquias de esta empresa, la primera acometida, y la única acabada en Europa, perdió tambien, para mayor baldon suyo, su rastro y su memoria! Ojalá que condolida de pérdida tan lamentable, ojalá que ansiosa de repararla, vuelva los ojos á este objeto, y reuniendo tantas luces astronómicas y geométricas como andan dispersas y ociosas por nuestra juventud militar, las consagre á la formacion de una nueva y exacta carta de nuestra Península ! De aquella carta tan deseada, sin cuya luz la política no formará un cálculo sin error, no concebirá un plan sin desacierto, no dará sin tropiezo un solo paso ; sin cuya direccion la economía mas prudente no podrá, sin riesgo de desperdiciar sus fondos, ó malograr sus fines, emprender la navegacion de un rio, la abertura de un canal de riego, la construccion de un camino, ó de un nuevo puerto, ni otro alguno de aquellos designios que abriendo las fuentes de la riqueza pública, hacen florecer las provincias, y aumentan el verdadero esplendor de las naciones.

Miremos como una desgracia del espíritu humano que sea mas propia de su condicion esta inquieta curiosidad de saber lo que menos le importa, que la constancia en adquirir lo que mas le interesa. ¿Por qué correrá desalado tras lo distante y

estraño, descuidando lo cercano y doméstico? Observamos con mas ahinco el cielo que la tierra, y preferimos el descubrimiento de regiones estrañas y remotas al conocimiento de nuestra propia morada. Estudiamos con mas afan las historias de Roma y Grecia que la de España, y la geografía del Japon que la de nuestra península. Y mientras podemos señalar con el dedo el lugar que ocupa una estrella solitaria en los cielos, y una isla desierta en la inmensidad de los mares, ignoramos el origen de nuestros rios, las raices de nuestros montes, la situacion de nuestras provincias, y acaso el punto que ocupa en España el centro de nuestra circulacion, y el asiento de nuestro gobierno. ¡ Funesto abandono que pareceria increible, si propio de la humana flaqueza no fuese mas o menos imputable á todos los gobiernos!

¡Oh, Asturias, porcion preciosa de España! ¿Cuándo llegará el dia que poniendo á logro las luces que vamos difundiendo en tu seno, emplees en tan noble objeto estos jóvenes, que serán sus depositarios, y que ahora te presentamos como primicias de nuestro celo, y prenda y anuncio de tu futura prosperidad? ¡Oh, amados jóvenes ! ¿cuándo os verán mis ojos, precedidos de vuestros maestros, trepar por estas cumbres, que nos rodean, con el teodolito al ojo y el compás en la mano, medir en vastos triángulos el territorio de Asturias, y preguntar al cielo cuál es el espacio que ocupa vuestra patria en el globo, cuáles los límites que le dividen, las fuentes de sus rápidos rios, las concas de sus hondos valles, el rumbo y la altura de sus montes, y la estension de estas tierras y pla yas, donde vuestros hermanos buscan con diario sudor el alimento y la dicha de tantas familias? Cuándo os veré yo reducir este trabajo á una breve y exactísima carta topográfica, que multiplicada por el buril difunda por todas partes, con la imágen de vuestra patria, el mas ilustre testimonio del amor que la profes ais ?

¡Oh Gijon, ama da cuna mia, y objeto de mis continuos des. velos! No, no será ilusorio el dulce presentimiento de que el cielo te tiene reservada esta gloria; que llegará el dia venturoso en que veas á tus hijos llevando en la mano esta carta, fruto de su celo y sus luces, correr todos los ángulos de Asturias, indagar las varias clases de vivientes que los pueblan, los

vegetales que los adornan, los minerales que los enriquecen, y observar y ordenar y describir cuantos dones derramó sobre ellos la Providencia. Tú los verás ilustrar la topografía, la geografía física, y la historia natural de este precioso suelo en que vieron la luz, en que recibieron la educac ion, y á cuyo bien están consagrados estos estudios.

DISCURSO

Pronunciado en la Sociedad Económica en 16 de julio de 1785, con motivo de la distribucion de premios de hilados (16).

SEÑORES:

CUANDO Vamos á cerrar el primer semestre de nuestras tareas económicas, y á esponer á vuestra vista el fruto que han producido en esta parte del año, es singularmente agradable para nuestra Sociedad el ver que sus ilustres protectores vengan á ser testigos de sus operaciones y progresos: los mismos que la han fundado ó visto nacer: los que la han fomentado con su celo, é instruido con sus avisos, la verán ahora crecer y prosperar á la sombra de su proteccion. Por eso en este solemne dia no solo hace ostentacion de su celo, sino tambien de su gratitud; y á la manera que una tierna planta recompensa con las primicias de sus esquilmos la benéfica mano á quien debió el riego y el cultivo, la Sociedad se apresura por presentar á sus bien hechores los nuevos frutos que su aplicacion y sus des velos van sazonando.

Los que teneis á la vista, aunque humildes y pequeños al parecer, son ciertamente acreedores à vuestra alabanza y vuestro aprecio. Ellos testifican no solo el celo de la Sociedad, sino tambien su ilustracion; porque ¿qué otro objeto será mas digno de sus desvelos que el fomento del arte de hilar? De este arte primitivo, que ora se considere por el número y variedad de manufacturas á que sirve, ora por la muchedumbre de manos que ocupa, ya por la facilidad con que se aprende, ó ya, en fin, por las riquezas que produce, es sin disputa el mas importante y provechoso de cuantos ha inventado la industria de los hombres?

Pero sobre todo, se conocerán su utilidad y su importancia, si se atiende á la influencia que tiene sobre las costumbres públicas. ¿Y quién podrá negar esta influencia á vista de las inocentes criaturas que tenemos presentes? Considerad por un instante los beneficios que han recibido de nosotros; considerad los males de que las hemos preservado; ved en ellas la instruccion religiosa sustituida á la mas grosera ignorancia, la honesta aplicacion á la torpe ociosidad, la emulacion á la indolencia, la modestia al descaro: en una palabra, vedlas trasladadas desde los caminos del vicio al sendero de la virtud.

Tal es, señores, el estado de nuestros trabajos, y tal el título que los hace acreedores á la gratitud pública. Bien sé que estas ventajas parecerán tan despreciables á los ojos de la ig norancia, cuanto son preciosas á los de la sabiduría. El hombre de mundo las tendrá en poco, porque no descubrirá en ellas ninguno de aquellos atractivos que ordinariamente le arrebatan; pero entre tanto el sabio, trasluciendo en su misma pequeñez la gran suma de utilidad que prometen, no les negará el tributo de aprecio y alabanza á que son acreedoras.

Es preciso decirlo de una vez, y repetirlo á cara descubierta: sin costumbres no podrá esperar jamás ningun estado ventajas permanentes. La virtud no es solo el fundamento de la felicidad del hombre, sino tambien de la de los estados. Un erario opulento, un ejército numeroso, una marina formidable, no son las mas ciertas señales de la prosperidad de una monarquía. ¡Cuántas veces se han visto estas ventajas unidas á un gobierno injusto y opresivo! Cuántas se ha gloriado de ellas un pueblo corrompido y esclavo! Cuántas esta aparente prosperidad ha conducido á la destruccion y á la ruina de los mas grandes imperios.

Pero vendrá un tiempo en que el nombre de la felicidad, tan repetido en nuestros dias, señale una idea menos equívoca, mas agradable, y mas digna de los deseos del patriotismo. Cuando el estudio de la moral, casi desconocido y olvidado entre nosotros, sea, por decirlo así, el estudio del ciudadano; cuando la educacion mejorada en todos los órdenes del Estado, fije y difunda en ellos sus saludables máximas; cuando la política las abrace, y uniforme con ellas sus principios: entonces será uno mismo el modo de ver y de graduar estos objetos;

entonces se conocerá que no puede existir la felicidad sin la virtud; y entonces los que concurriesen en alguna parte á la reforma de las costumbres públicas, serán acreedores á la gratitud de sus contemporáneos y á la memoria de la posteridad.

Otro que pronunció en la Junta celebrada en 24 de diciembre de 1784. (17)

SEÑORES:

En este dia, en que nuestra Real Sociedad cierra con un acto de beneficencia pública el círculo anual de sus tareas económicas, tengo yo el honor de ser intérprete de sus sentimientos ante el distinguido concurso que ha venido á honrar esta asamblea. Acaso habrá quien juzgue que la importancia del asunto que nos ha congregado, y la espectacion con que el público aguarda las resultas de nuestras operaciones, exigian que un órgano mas elocuente y autorizado se encargase de inspirar á tan ilustres oyentes el grande interés con que mira la Sociedad el objeto de esta sesion; pero debo esperar que el espíritu de patriotismo que os conduce á esta sala, y el que anima á la Sociedad á repetir á vuestra vista estos testimonios anuales de su celo público: querrá mas bien hallar en mis labios la sencilla espresion de algunas verdades provechosas, que verlos manchados con aquella especie de artificios que solo se han inventado para servir de adorno á la mentira.

En efecto, señores, el objeto que tenemos á la vista no necesita de estrañas ni artificiosas recomendaciones. El se recomienda bastante por sí mismo, por su ternura, por su utilidad y por su importancia. Digan lo que quieran ciertos espíritus detractores, cuya sola ocupacion es maldecir de las ocupaciones agenas; digan lo que quieran de nosotros, de nuestro celo, de nuestras tareas, y de nuestros progresos: el deseo de servir al público hará siempre nuestra apología, y cualquiera corta ventaja que se deba á este deseo bastará para avergonzarlos y desmentirlos.

Y á la verdad que una asociacion de honrados ciudadanos, que separándose de la muchedumbre entregada á la disipacion

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