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del tuerto Segarra;

Mas témome yo

que en otra oficina tal vez se forjó.

Qué va que aquí anduvo
algun camastron
medio farmaceuta?
Qué va, en conclusion,
que á modo de emplasto
el cuento amasó?

Y no hubo almirez,
mortero, perol,
retorta, alambique,
ni matraz, que no
saliese á la danza
en esta ocasion?

No lo dice el duende?

Pues apuesto yo

á que para ello

ya tiene razon.
Ay diablo de duende!
No hay bicho peor:
y qué polvareda
al fin levantó

por dar vaya al nuevo
Teatro Hespañol!
Que viva, que viva
por tal invencion. '.
Voltaire y Racine,
Linguet y Caron,
el buen Signorelli,
Forner, y el bufon
de Cosme Damian,
con toda la flor

de los anti-Hortenses
al Duende inventor

darán mil palmadas
y harán bien por Dios.

1

POESIA HEROIGA.

TRADUCCION LIBRE

Del primer canto del Paraiso perdido.

ANTA la inobediencia, ¡ oh santa Musa!
del padre de los hombres, que gustando

con labio ansioso el fruto prohibido,
trajo los males y la muerte al mundo;
y dí de las moradas venturosas
De Eden la triste pérdida, negadas
á la raza mortal, hasta que plugo
al hombre Dios bajar á recobrarlas;
y ora en silencio ocupes la alta cumbre
de Oreb ó Sinaí, de do inspirastes
al gitano Pastor, que á la escogida
gente enseñó despues, como al principio
del hondo caos salieron cielo y tierra ;
ora el alto Sion mas te deleite,
y el rio Siloé, que cabe el santo
oráculo de Dios fluye en silencio:
baja á guiar mi peligroso canto,
que se levanta sobre el monte Aonio,
mientras, de tí ayudado, emprende cosas
hasta ahora en prosa ó rima no cantadas.
Y tú, divino Espírtu, á quien mas place
que los augustos templos la morada
de un puro y recto corazon, instruye
con ciencia divinal mi torpe lengua.
Tú, que desde el principio fuiste á todo

presente, y cobijando el ancho abismo so tus inmensas alas, con activo prolífico calor le fecundaste;

ven y eleva mi voz, y lo que es débil en mi sosten, y limpia y ilumina lo inmundo y tenebroso, porque pueda subir de un vuelo al encumbrado asunto, justificar la eterna Providencia

de Dios, y abrir al hombre sus caminos. Pero primero dí, pues nada esconden de tu vista los cielos, ni las hondas cavernas del infierno; dí, qué causa indujo á nuestros padres en tan llena bienandanza nacidos, á que ingratos á su Hacedor violasen el precepto el único precepto, que al hacerlos dueños del Paraíso les pusiera ? A tal traicion quién los llevó engañados? El dragon infernal, cuya malicia de negra envidia y de venganza armada, engañó á la gran madre de los hombres, poco despues que fuera con sus haces de espíritus rebeldes despeñado de la region del Cielo. Allí soberbio, en su fuerza fiado y sus parciales, sobre toda criatura alzarse quiso, y aun presumió que opuesto igualaria al Altísimo en gloria. Así ambicioso contra el reino de Dios y su alta silla enarboló el pendon', y tocó á guerra en los celestes campos. Pero hallóse burlado en sus intentos, porque armado de santa ira el brazo omnipotente le derrocó del alto firmamento con horrisono estruendo, y con ruina precipitado hasta el inmenso abismo, do el que insultó atrevido al poderoso yace ahora en cadenas de diamante

I.

preso, y á eterno fuego condenado. Nueve veces el tiempo que en el mundo mide la duracion de noche y dia corriera, y otro tanto con sus rotos batallones anduvo el fiero Gefe en un lago de llamas revolcado: revolcado, vencido y destruido, aunque inmortal. Pero á mayor venganza le guardaba su suerte, porque agora de las pasadas dichas, y el presente eterno mal le aflige la memoria. En derredor de sí los tristes ojos, do profunda ambicion y caimiento, con pertinaz orgullo y firme odio se notaban mezclados, vuelve, y presto con perspicacia angélica su suerte penetra de una vez : su triste, horrenda, desesperada suerte. A todas partes ve un ancho calabozo y un inmenso horno, con negras llamas encendido, á cuya escasa luz pudiera apenas descubrirse aquel reino pavoroso, region de horror y espanto, de visiones horribles habitada, donde nunca el reposo y la paz se han albergado, ni la dulce esperanza, cuyo influjo alcanza á todas partes, llegar pudo. Mas en vez de ella afligen de contino un tormento sin fin y un mar de fuego de inestinguible azufre alimentado. Tal es la habitacion y horrible cárcel por la eterna Justicia preparada á sus rebeldes ángeles, y en ella señaló su mansion, tres veces tanto como del alto polo el centro dista, separada de Dios y su alto trono. Ah! cuán desemejante de la clara region, de donde fueron despeñados!

En diluvios de fuego tempestuoso sepultados, y en negros torbellinos vió el dragon á los socios de su ruina, y junto revolcándose al que en brio casi y en impiedad le emparejaba : aquel que con el tiempo en Palestina se llamó Belcebub. A él de esta arte habló el archi-enemigo (en el Empíreo Satán despues nombrado) con muy fieras espresiones rompiendo su silencio : «Eres tú aquel... mas ay! á cuál bajura caido! Ay! cuán mudado del que un dia allá en los reinos de la luz brillaba con resplandor y gloria trasparente entre todos los ángeles! No eres

el que en valor y heróicos pensamientos, igual casi conmigo, en la gloriosa faccion, siguió arrogante mis banderas, compañero del riesgo y la esperanza ? Ay? ahora nos hizo la desdicha iguales en la ruina. A qué profunda sima, dende qué altura hemos caido! Tanto pudo del Todopoderoso

el trueno destructor!.. Mas quién probara la fuerza de sus armas hasta entonces? Emperó ni sus armas, ni los males que el vencedor en su ira nos reserva, me harán arrepentir, ni de mi pecho, aunque de gloria y esplendor privado, borrar podrá jamás la cruel memoria de la pasada injuria, de la injuria hecha al mérito nuestro, que grabada en mi mente, me opuso al Rey eterno, contendiendo con él en la alta guerra y horrenda comocion que de su lado innumerables spíritus valientes atrajo á mi partido, y oponiendo nuestro unido poder al poder suyo,

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