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y para otros dropes
un ronco fagot.
Con aire gitano,
ladino y chuscon,
la buena ventura
Urania le echó;

y el signo anunciando
de su mamanton :
Oh, Nene, le dijo,
qué fama! qué honor!
qué gloria! qué timbres !
el tiempo andador,
guardadas te tiene
en su gabeton!
Un dia en la corte
del reino hespañol,
serás tú un gazapo
de marca mayor.
Tus obras por calles,
por tiendas y por
zaguanes, traidas
como en procesion,
de viejos, de niños,
y aun fembras de pro,
serán ensalzadas

sin son y sin ton.

Y entonces tu nombre,
impreso al primor
por esos dinteles
y esquinas de Dios,
será en letras gordas
sobre un cartelon

rumboso, pomposo,
tamaño ó

mayor,

que el que á sus bragueros

Menine ofreció.

A oscuras, en medio de tanto esplendor,

quedarán los nombres,
que esten alredor,
incluso el frescote

y atroz titulon
del santo Concilio ;
paz sea al traductor.
Pero sobre todas
las Musas mostró
Talía aquel dia

su garbo y primor.
Al vate en mantillas

de dijes llenó : chillóle, arrullóle, cantóle el ron, ron; besóle en la boca,

y el rubio pezon, para almibararle, en ella ordeñó, diciendo: Hijo mio, bendito sea Dios, que para mi gloria al mundo te echó. Tú serás un dia

mi lustre, mi honor, y aun mi patroncito, por vida de briós.

Por ti ya no temo á aquel regañon, que del Peripato la jerga inventó, y las unidades sacó en procesion : aquel viejo chocho que el Pindo pensó rendir á sus leyes, como el Macedon su cria á porrazos el mundo rindió.

Ni del Venusino, rancio preceptor,

que á Octavio y Mecenas sin tino aduló,

las reglas me asustan

que en larga licion
dictó á los Pisones,
ni las que le hurtó,
sin Dios ni conciencia,
el chusco Boileau,
para irlas cantando

en su Facistol.

Ni temo á otros tantos poetas de pro,

que de preceptistas tienen opinion, y van con sus reglas vendiendo alfajor desde el Tajo al Sena, desde el Duero al Pó. Mas que ellos y ellas valemos tú y yo, amen de Moreto Lope y Calderon y toda la chusma del zueco hespañol. Así de las Musas la risa y favor gozaba este niño desde que nació. Solo Melpomene en tal ocasion adusta y tacaña

con él se mostró, puesto que ni un dije, ni un beso le dió.

La causa, señores, de tanto rigor

( decia la Envidia)

bien me la sé yo.

Y quién no la sabe?
Oidme por Dios

lo que andando el tiempo

con él sucedió.

Un dia el tal nene

(si fué chanza ó no,
ninguno lo sabe)
al templo subió
de la cancamusa,
y en él de rondon
entrando, el coturno
izquierdo le hurtó.
Calzóle en chancleta ;
y aunque le atisbó
y siguió un portero,
infame y ladron
llamándole á gritos,
por fin se escapó
cojeando y saltando
por un corredor.
De allí por las tapias
del corral ganó

la casa de Ulloa,
que estaba con Dios.
Ni sala, ni cuarto,
ni alcoba dejó,

que no pescudase
cual diestro ladron,
hasta que la moza
por fin le sopló.
Montóla á las ancas
de un rucio frison;
llevóla á Toledo,
y allí la atavió

con tocas flamantes refajo y jubon,

y en fin de tal arte
me la disfrazó,

que no la estremara
ni quien la parió (55).
Despues su manceba,
sin ley y sin Dios,
la hizo ; dotóla

con gran profusion,
la dió su retrato
en arras, y aun hoy
perdido por ella
anda el pobreton.
Quién tab pensaria

de un hombre de honor?

Mas caro la fiesta.

pardiez le costó;

pues tal amorío..

en suma purgó, no sé si en Melilla, Orán ó Peñon.

Con todo, hay quien jura

que no escarmentó,

y debe ser cierto,

segun la opinion
de aquellos que dicen
que á Oliva robó
despues los gregüescos
de su Agamenon,
y á otros. ... Mas basta
de chisme, señor,..

y aun estos los dice
la envidia y no yo.

Vea V. aquí un cuento,

señor D. Simon,

que así Dios me ayude

no puede ser peor.

Qué embrollo! Qué enredo!

Parece invencion

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