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le pide auxilio, y dársele no osa ;

y mientra el borde de sus labios baña,
pierde sus aguas la vecina orilla,
y su esplendor el árida campaña.
Despues se traga al rico Najerilla,
que de su altivo puente envanecido,
tarde y mal de su grado se le humilla.
Disculpárasle acaso, si el florido]
pais que riega, como yo observaras,
desde do muere hasta do fué nacido.
Caen sus aguas rápidas y claras
de la cana Cogolla á dar recreo
de Emiliano á las devotas aras,
y de allí al valle do encendió Berceo,
aunque con vieja y mal templada lira,
de otros mas altos vates el deseo.
Mas impetuoso Nájera le admira
cuando á postrar su vacilante muro
á sus rotos alcázares aspira.

Oh, qué de bienes á su raudal puro
deben, y encantos la comarca y valle,
do el premio del afan siempre es seguro!
Cuándo Somalo deja de gozalle,

allá escondido en el ombrío soto,
entre encinas y chopos de alto talle?
Despues ni sufre márgenes, ni coto,
hasta que Manso osado le refrena
con su puente invencible, si antes roto.
Se humilla al fin, y con desmayo y pena,
herido de los fuertes tajamares,
muere del Ebro en la desierta arena :
del Ebro, que desdeña otros solares,
y á ver unidos, vano se apresura,
de Tobía y Bazan los nobles lares.
Temes que aquí yo diese en la censura
que coge á tanto caballero andante?
No, no lo permitiera mi ternura.

De amigo el nombre, mas que de informante,

dictó el obsequio, y supo la confianza
unirse á la amistad fina y galante.
Hé aquí do fué colmada mi esperanza.
oh Fuenmayor! oh plazo venturoso
de amistad, de alegría y bienandanza !
fértil Büicio! Valle deleitoso !
campos que siempre enriqueció Lyeo!
Santa hospitalidad! Dulce reposo!
Nunca os olvidaré. Continuo empleo
seréis de mi ternura y mi memoria,

y aunque en vano, tambien de mi deseo. Mas vamos con el viage y con su historia á Logroño, do apenas sobrevive

la sombra débil de su anciana gloria. Pero capaz de recobrarla vive

un sabio allí, de ardiente celo henchido, que sin cesar inspira, instruye, escribe. Oh Barrio ! Sí así fueras atendido recibe al menos este de mi aprecio testimonio sincero y bien sentido! De sus pingües campiñas alza el precio. el árbol de Minerva, cuyo fruto mira Baco en las otras con desprecio. Cómo el ingenio roba, y vierte astuto. por ellas del Iregua los raudales, que al fin á Ibero rinden su tributo! Campos de Navarrete! do con Palas, Minerva y Ceres anda Baco asido por entre olivos, mieses y frutales, con cuánto gozo os admiré subido. al cerro del altísimo Homenage

que el tiempo y la codicia han dirruido! Volví despues á Nájera mi viage, donde á los padres de la Patria Ervias á un tiempo daba ejemplo y hospedage. Oh qué noble espectáculo! Verias los claros hijos de la Rioja unidos trabajar en su bien noches y dias,

viéraslos ya luchar enardecidos,
con la pereza, y ya de la ignorancia
parar los rudos golpes repetidos;

hollar la envidia, y desde aquella estancia
abriendo rocas, puentes y caminos,
llamar á todas partes la abundancia.
Los ví, los admiré, loé sus dignos
esfuerzos, y con voz quizá atrevida
predije de su patria los destinos.
«Llevad, les dije, la onda fugitiva
del Ebro en torno hasta tocar la sierra.
A Baco luego declarad la guerra,
y haced que reducido á sus collados
Minerva y Ceres cubran vuestra tierra.
Divididla, cercadla, y los no arados
campos llenad de activos moradores,
y verlos heis felices y poblados.
Mas propietarios, mas cultivadores,
menos ociosos, menos jornaleros,
menos pobres en fin, menos señores,
menos leyes y plumas, y mauleros
de rapiña y de error, y hasta Sofía
mas seguros y francos los senderos.
Así... Mas basta ya de profecía,
que á besar voy de Aguirre los despojos
en la Cogolla antes que fine el dia.
Su corazon y púrpura entre abrojos
ví venerados, y en prolija historia
los triunfos de Millan vieron mis ojos.
mejor culto despues dí á la memoria
del eremita (32) que grangearse supo
con su puente y calzada nombre y gloria.
Tanta ni tal, á qué otro santo cupo?
Mas á otra parte vuelvo rienda y boca,
que por demas con fábulas te ocupo.
Por fin doblé los altos montes de Oca,
y fuí por Búrgos y Palencia al valle
do el Carrion en Pisuerga desemboca.

Ví allí á Batilo (33); el gozo de abrazalle tú lo concebirás sin que lo cuente,

como tambien la pena de dejalle.

Despues de senda en senda, y puente en puente, sufriendo soles, lluvias y pedriscos,

malas posadas y bendita gente,

volví á Leon y á los paternos riscos,
y caí de sus altos vericuetos

á este emporio de peces y mariscos,
donde en tanto que duermen mis folletos,
me harto de sueño, frutas y pescados,
y aun, ¿lo oyes, alma mia ? de tercetos.

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SATIRAS.

A ARNESTO (34).

Quis tam patiens ut teneat se?

JUVENAL.

EJAME, Arnesto, déjame que llore los fieros males de mi patria, deja que su ruina y perdicion lamente; y si no quieres que en el centro obscuro de esta prision la pena me consuma, déjame al menos que levante el grito contra el desórden; deja que á la tinta mezclando hiel y acíbar, siga indócil mi pluma el vuelo del Bufon de Aquino. Oh! cuánto rostro veo á mi censura de palidez y de rubor cubierto! Animo, amigos, nadie tema, nadie su punzante aguijon, que yo persigo en mi sátira al vicio, no al vicioso. Y qué querrá decir, que en algun verso encrespada la bílis tire un rasgo, que el vulgo crea que señala á Alcinda; la que olvidando su orgullosa suerte, baja vestida al Prado, cual pudiera una maja con trueno y rascamoño, alta la ropa, erguida la caramba, cubierta de un cendal mas transparente que su intencion, á ojeadas y meneos la turba de los tontos concitando? Podrá sentir que un dedo malicioso, apuntando este verso, la señale? Ya la notoriedad es el mas noble

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