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por los sedientos campos de la Mancha,
tumba del Guadiana memorable,

no hollados ya de héroes (3) ni gigantes :
que te acompañe, en fin, hasta que pueda
besar contigo la imperial corriente
del pobre y respetado Manzanares.
Permítela tambien que al lado tuyo
pise despues con planta temerosa
el suelo Carpentano, la dorada
arena de Carpento, do tuvieron
su cuna y su mansion mil altos Reyes.
Juntos allí verémos las grandezas
del imperio español, y reducidos
á muy breve recinto, admirarémos
el sudor y opulencia de dos mundos.
Luego entrarémos tímidos al trono,
que ocupa Cárlos con augusta gloria,
y sentados verás allí á su diestra
la religion, el celo, la justicia,
la piedad y el amor, firmes apoyos
de su poder, su gloria y ornamento.
De su Real familia en los semblantes
verás la tierna humanidad pintada,
cautivando mil almas, y el glorioso
espírtu varonil del cuarto Cárlos,
sucesor destinado á sus virtudes
y su trono, y objeto ya constante
de amor á los hispanos corazones.
Despues que beses las augustas manos
con labio reverente, y reflexivo
tanto esplendor y majestad contemples,
bueno será, que en la intrincada senda
del matritense laberinto guie

la alma filosofía nuestros pasos:
la alma filosofía, á cuyas voces
tan avezada, Eymar, está tu oreja.
Con ella subirémos á los templos
do tiene culto Astrea, y do del Númen,

atentos á la voz de sus oráculos,
la infalible sancion escucharémos.
Allí verás, sentados á la sombra
del solio en alto escaño, á los severos
ministros de la Diosa, con obscuras
y luengas vestiduras ataviados.
De la suprema voluntad del Númen
son órgano sus bocas, y dos mundos
ven su felicidad de ellas pendiente.
El celo del bien público las abre,
y las hace elocuentes, y del Númen
calor é inspiracion reciben solo.
Pero si alguna al interés movida
profana la verdad; si ves que usurpa
la mentira tal vez su santo adorno;
si el dolo, si el arbitrio introducidos
vieres en el congreso, Eymar: oh! huye,
huye de alli con planta presurosa (4).
Huyamos, ah! no sean de la impura
profanacion testigos nuestros ojos!
Huyamos á buscar á los tranquilos
alumnos de Sofía en su gymnasio (5).
Pasado el ancho foro y los umbrales
del alto consistorio, los verémos
trabajar por el bien de sus hermanos
sin fausto, sin escolta, sin señales
de imperio ó dignidad; solo al provecho
los verás de su patria consagrados.
El patrio amor preside las sesiones;
él solo los congrega, los inspira,
los inflama, los guia, y los corona.
El pobre labrador á la inclemencia

del sol y el viento espuesto, y de las lluvias;
en su taller el mísero artesano;
el rico mercadante en su trastienda,
ó bien del bravo mar entre las ondas,
objeto son de su incesante estudio.
Mira aquel que entre todos sobresale

con cana cabellera (6), y luengas ropas,
encendido el semblante, y penetrado
de patrio celo. Aplica, Eymar, atento
tu oido á sus discursos ya resuenan
en ambos hemisferios sus clamores.
La patria está á su diestra, y con la suya
le ofrece una corona. Vive, ó ilustre
alumno de Sofía! vive y goza

el tributo de gloria y de alabanza
que te ofrece la patria, mientra el cielo
labra mas alto premio á tus virtudes!
Mira tambien entre los mismos muros,
Eymar, otros alumnos de Minerva,
deteniendo del tiempo el raudo curso (7):
Míralos renovando la memoria

de los pasados héroes; y sus nombres á los siglos futuros perpetuando. Otros allí verás atentos siempre á conservar la gloria y la pureza del lenguaje español, de sus dominios. las agenas y bárbaras palabras, y las espúrias frases desterrando. Admíralos, Eymar, mientras, muy dignos de eterna gratitud, al bien consagran de su patria y hermanos sus fatigas. Ven conmigo despues á la ancha casa do están depositados los milagros de arte y naturaleza (8). Dulce amigo! ve aquí de tu atencion dignos objetos. Cuanto produce el ámbito espacioso de uno y otro hemisferio en aire, en tierra, en fuego, en mar, aquí verás cifrado. Sacia tu sed, y por las varias clases de entes, ó ya perfectos, ó monstruosos, ricos, raros, hermosos, ó terribles tiende la esperta y penetrante vista. Cárlos redujo toda la natura

á tan breve recinto. Tambien mora,

gracias á su piedad, con ella el arte; el arte imitador de la natura,

pues cuanto allá produce y perfecciona, la mano del artista imita diestra

en lienzo, en piedra, ó sempiterno bronce. Oh benéficas artes que el muy Alto para alentar á la virtud produjo! A vosotras es dado solamente el hacer inmortales. Almas grandes, corred al heroismo! Vuestros nombres ya no irán con vosotros al sepulcro. Cárlos hará que vivan respetados en la posteridad, y en vuestra muerte no moriréis del todo. Pero vamos, Eymar, y nuestros pasos á mas dulces objetos dirijamos, tambien dignos de tu especulacion. Amables ninfas del claro Manzanares, salid prontas, salidnos al encuentro, y por un rato permitidnos llegar á vuestros coros. No ves, Eymar, la gracia y gentileza que brilla en sus semblantes? La alma Venus su imperio les cedió; su dulce imperio sobre esforzados pechos ejercido, donde viven esclavos los mas altos, nobles y generosos corazones. Ea, pues, moradores de Carpento, venid, y con guirnaldas de oloroso mirto tejidas, y de verde yedra, venid y coronad al nuevo huésped; venid á coronarle, y pues su lira, diestramente tañida tantas veces á orillas del Secuana, fué embeleso de sus graciosas ninfas, de vosotras logre tambien el galardon debido. Llega, Eymar, nada temas; el agrad o es su virtud genial. Ah! si al hechizo de sus ojos resistes; si no rindes

tu albedrío al im perio de sus labios,
si las ves, si las oyes con tranquilo
y libre corazon (9)... Guárdate, oh amigo!
guardate de pasar por insensible;
guardate... Mas permite que mi Musa
vuelva sus pasos á la fresca orilla

del Bétis, do quejosas de esta ausencia
la esperan ya las ninfas sevillanas.

JOVÍNO, A SUS AMIGOS DE SALAMANCA (1

Est quodam prodire tenus si non datur ultra

HORACIO.

A vosotros, oh ingenios peregrinos!
que allá del Tormes en la verde orilla,
destinados de Apolo, honrais la cuna
de las hispáneas musas renacientes :
á tí, oh dulce Batilo! y á vosotros,
sabio Delio y Liseno, digna gloria
y ornamento del pueblo salmantino;
desde la playa del equóreo Bétis
Jovino el Gijonense os apetece
muy colmada salud ; aquel Jovino,
cuyo nombre, hasta ahora retirado
de la comun noticia, ya resuena
por las altas esferas, difundido
en himnos de alabanza bien sonantes,
merced de vuestros cánticos divinos
y vuestra lira al sonoroso acento:
salud os apetece en esta carta,
que la tierna amistad y la mas pura
gratitud, desde el fondo de su pecho
con íntima espresion le van dictando.
Que pues le niega el hado el dulce gozo
de estrechar con sus brazos vuestros pechos,
de urbanidad y suave amor henchidos,

podrá al menos grabar en estas letras

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